La Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América.
Por Fernando Ramón Bossi
Ya hace casi cuatro años, en la ciudad de Mar del Plata, durante la Cumbre de los Pueblos e invitados espacialmente por el Movimiento Barrios de Pie de Argentina, un 3 de noviembre de 2005, presentamos un documento titulado “Diez puntos para conocer el ALBA”.
En esa oportunidad señalábamos que era de gran importancia ir configurando un cuerpo de ideas que le dieran sustancia y contenido teórico al espacio que estaba naciendo. Creemos que hoy, a la luz de los avances alcanzados, se hace necesario actualizar aquel documento, subrayando que sus planteamientos fundamentales siguen teniendo la misma vigencia que entonces, y tal vez más.
1. El ALBA es un proyecto histórico, el ALBA es radical.
Si bien la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) nace como propuesta alternativa al Área de Libre Comercio de las Américas, ALCA; el ALBA la trasciende, ya que se enmarca en la histórica confrontación entre los pueblos latinoamericanos caribeños y el imperialismo.
Dicho de otra manera, la confrontación ALBA versus ALCA, no es otra cosa que la expresión contemporánea del antagonismo de dos proyectos históricos: Bolivarianismo o Monroísmo. El primero, es la propuesta de unidad de los pueblos latinoamericanos caribeños, la idea del Libertador Simón Bolívar de conformar, en todo el territorio de nuestra América, una Confederación de Repúblicas. El segundo, es aquel que se resume en la frase “América para los americanos”, entendiéndose los “americanos” como los estadounidenses. En síntesis: una propuesta imperialista de dominación enfrentada a una propuesta patriótica de liberación.
Es entonces que debemos asumir al ALBA, teniendo en cuenta el Documento Conjunto para la creación del ALBA, firmado entre Cuba y Venezuela, el 14 de diciembre de 2004, donde se lee: “el objetivo de construir una Patria Grande en la América Latina, según lo soñaron los héroes de nuestras luchas emancipadoras”.
Por lo tanto el ALBA reconoce sus antecedentes en la mejor tradición de las luchas independentistas y por la unidad nuestramericana. Ahí aparece, entonces, la figura del Precursor, Francisco Miranda, con su Plan de Gobierno para esta región, a la que él llamaba Colombia. Y nos encontramos, sin duda, con la obra y el pensamiento del Libertador Simón Bolívar, con su Carta de Jamaica, su Discurso de Angostura, la correspondencia con Martín de Pueyrredón, la Convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá, los acuerdos Mosquera-Monteagudo, Mosquera-O’Higgins, Santamaría-Alaman, la correspondencia con José de San Martín y tantos otros documentos que anuncian el camino hacia la unidad latinoamericana caribeña. Toda la obra del Libertador es antecedente del ALBA, ya que Bolívar fue quien más cabalmente comprendió la necesidad vital de la alianza entre nuestros pueblos.
Y en esta dirección no nos podemos olvidar del Mariscal Sucre, las proclamas y decretos de Hidalgo y Morelos en México, la obra del general San Martín en Cuyo, Chile y Perú; a José Artigas y su reforma agraria, la “Ley Gaucha” del guerrillero Martín de Güemes, el Plan de Operaciones de Mariano Moreno en el Río de la Plata, los escritos económicos de Manuel Belgrano, la obra revolucionaria de Simón Rodríguez, el proyecto de Federación de Bernardo Monteagudo, la obra de los hondureños Cecilio del Valle y Francisco Morazán por la Federación Centroamericana, el modelo de desarrollo endógeno impulsado por Gaspar Rodríguez de Francia en Paraguay, de los precursores trabajos de Eugenio Espejo, Antonio Nariño, Juan Egaña, Hipólito Unánue, Juan Pablo Viscardo y Guzmán, entre tantos otros.
En todo ese brillante y breve período, el de la guerra independentista, se generó, a través del pensamiento y la acción de los patriotas nuestramericanos, una verdadera doctrina revolucionaria, unionista e indoamericana, documentada en programas, proyectos, discursos, leyes y acciones concretas conducentes a la integración con soberanía. No cabe duda que éste, fue uno de los períodos más fulgurantes de nuestra historia grannacional.
Pero también, deben incorporarse, como antecedentes del ALBA, todos los loables intentos, en cada uno de los países en que quedamos fraccionados tras la derrota del primer proyecto bolivariano, la obra y doctrina de aquellos que supieron confrontar al imperialismo de turno, luchando por la independencia y la justicia social. Es por ello que el ALBA, debe enarbolar las banderas de unidad y soberanía levantadas por Eloy Alfaro en Ecuador, José Martí en Cuba, Ezequiel Zamora en Venezuela, Felipe Varela en Argentina, Ramón Emeterio Betances en Puerto Rico, Gregorio Luperón en República Dominicana, Francisco Bilbao en Chile, Victoriano Lorenzo en Panamá, Pablo Wilka Zárate en Bolivia, Benito Juárez en México, entre otros.
Como asimismo entrando en el primer tercio del Siglo XIX reconocer, como parte sustancial del ALBA, las luchas revolucionarias y antiimperialistas emprendidas por Augusto Sandino en Nicaragua, Farabundo Martí en El Salvador, Carlos Prestes en Brasil, Emiliano Zapata y Francisco Villa en México, José Carlos Mariátegui en Perú, Froilán Turcios en Honduras, Julio Antonio Mella en Cuba, Charlemagne Péralte en Haití, sólo para mencionar a algunas.
Y entrando de lleno al siglo pasado, América Latina y el Caribe han parido hombres y mujeres que han dejado su huella en la tarea revolucionaria de construir Patria Grande. Sólo para mencionar a sus principales conductores señalaremos a Ernesto Che Guevara, los colombianos Camilo Torres y Eliécer Gaitán; el chileno Salvador Allende; los uruguayos Líber Seregni y Raúl Sendic; los bolivianos Marcelo Quiroga Santa Cruz y Juan José Torres; el peruano Juan Velasco Alvarado, el panameño Omar Torrijos; el mexicano Lázaro Cárdenas; los dominicanos Francisco Caamaño Deno y Juan Bosch; los guatemaltecos Jacobo Arbenz y Guillermo Torriello Garrido; los argentinos Eva Perón y Agustín Tosco; el brasileño Joao Goulart; el nicaragüense Carlos Fonseca Amador; los salvadoreños Arnulfo Romero y Jorge Schafik Handal…
Pero no sería justo aquí dejar de lado a nuestros pueblos originarios y los afrodescendientes, porque ellos fueron quienes en su heroica lucha de resistencia al poder dominante, comenzaron la franca confrontación contra el colonialismo: Guaycaipuro, Cuauhtémoc, Lempira, Urraca, Joseph Satuyé, Tisquesuza, Canoabo, Zumbí, Tecum-Uman, Enriquillo, Leonardo Chirinos, Sepe Tiaraju, Sebastián Lemba, Lautaro, Rumiñahui, Jacinto Canek, Diriangén, Andresote, Túpac Amaru, Micaela Bastidas, Túpac Katari, Bartolina Sisa, Hatuey, Andresito Guacurari, Fernando Daquilema, entre otros tantos.
En síntesis: el ALBA reconoce en las luchas por la liberación, la unidad y la justicia social, sus antecedentes históricos. El ALBA tiene profundas raíces, el ALBA es radical.
2. El ALBA no tiene modelos, es original.
Como bien lo señalaba el amauta peruano José Carlos Mariátegui, la revolución en esta parte del mundo será “creación heroica, ni copia ni calco”. La construcción de la unidad nuestramericana entonces, no recurre a manuales ni fórmulas de ningún tipo. “O inventamos o erramos”, es la consigna rectora que nos anunció hace ya más de ciento cincuenta años el maestro Simón Rodríguez.
De nada nos sirven para esta magna tarea los ejemplos de la construcción de la Unión Europea, ni mucho menos la forma en que Estados Unidos alcanzó su unidad.
La Unión Europea es la culminación de una estrategia diseñada por una serie de naciones del “Viejo Mundo”, en el marco de la lucha intercapitalista e interimperialista, para alcanzar mayores niveles de fortaleza en su competencia comercial contra el poder hegemónico de los Estados Unidos. Ese modelo, a nosotros, no nos sirve.
La unidad de los Estados Unidos se alcanzó sobre el genocidio indígena y la rapiña colonial. Ese modelo tampoco nos sirve, más aun, lo repudiamos.
Decía Martí: “¿Adónde va la América, y quién la junta y guía? Sola, y como un solo pueblo, se levanta. Sola pelea. Vencerá, sola”. Es por esto que los americanos del Sur tendremos que inventar, bucear en nuestra historia y escuchar esas “voces del pasado que nos señalan el futuro”, al decir del uruguayo Eduardo Galeano. Y volviendo a Martí afirmamos: “la salvación está en crear. Crear es la palabra de pase de esta generación”.
Por esto decimos que el ALBA es original.
3. El ALBA se sostiene sobre nuestras potencialidades, es endógeno.
América Latina y el Caribe constituye una de las regiones más ricas en recursos naturales del planeta. Aprovechar nuestras potencialidades es la clave para el desarrollo y bienestar de nuestros pueblos. Claramente lo ha señalado el Comandante Daniel Ortega: “Necesitamos la unidad para lograr que nuestros pueblos potencien toda su riqueza, todos sus recursos naturales; necesitamos la unidad latinoamericana y caribeña para que juntos, seamos más fuertes”.
Dentro de las enormes potencialidades podemos enumerar ocho de relevancia estratégica:
3.1. Tierras fértiles y producción de alimentos.
Contamos con grandes extensiones de tierras fértiles y una sociedad históricamente agrícola y rural. De esa enorme extensión del territorio de América Latina y El Caribe medido en hectáreas, el 76,2% pueden considerarse tierras no agrícolas, distribuidas de la siguiente forma; 1.300 millones, lo que equivale al 59% corresponden a bosques naturales, parques nacionales y zonas de protección especial, terrenos de relieve abrupto y áreas ocupadas por los caudales de aguas, lagos y lagunas continentales, 150 millones de hectáreas que significan el 6,8% están representados por zonas desérticas, terrenos áridos e infértiles correspondientes a áreas continentales de arenas salitrosas, regiones insulares y a las zonas gélidas. Existen además 230 millones de hectáreas, un 10,4% de espacio territorial ocupado por ciudades y áreas municipales destinadas para la expansión urbana. De esa forma el territorio agrícola de nuestra América, dividido en tierras en producción y potencialmente útiles para esta actividad, representa el 23,8%, sumando unos 520 millones de hectáreas. En síntesis: América Latina y el Caribe tiene las reservas de tierras cultivables más grandes del mundo.
Aun con bajos niveles de insumos (uso mínimo de fertilizante), los recursos de tierra de Sudamérica serían capaces, decía la FAO en 1975, de alimentar seis veces a su población, calculada en ese entonces en 216 millones de habitantes; pero con un nivel intermedio de insumos la capacidad sería para alimentar 24 veces esa población. Si calculamos que la población actual asciende a 570 millones, es decir el un poco más del doble, igual las cifras son contundentes.
3.2. Minerales y recursos energéticos.
Con reservas estimadas en 315.000 millones de barriles de petróleo, Venezuela lidera la lista de países productores del mundo. A esto debemos sumarle las reservas nada menospreciables de México y Brasil. En gas el potencial es inmenso, como lo es también en energía eléctrica gracias a nuestra privilegiada hidrografía.
Debemos considerar, que nuestra región produce casi el 22 por ciento de la bauxita del mundo, el 46 por ciento del cobre, el 24 por ciento del zinc, el 17 por ciento del plomo, el 16 por ciento del oro, el 40 por ciento de la plata, el 18 por ciento del níquel, el 13 por ciento del manganeso y el 26 por ciento del hierro. Cifras sumamente significativas si consideramos que nuestro territorio representa solo el 13 por ciento de la superficie terrestre del planeta.
3.3. Biodiversidad.
Nuestra región alberga el 40 por ciento de la biodiversidad del planeta. Sólo en Brasil, Colombia, Ecuador, México, Perú y Venezuela se han identificado 190.000 de las 300,000 plantas vasculares conocidas en todo el mundo (un tercio del total mundial tan sólo en Brasil y Colombia). Estos seis países son parte del grupo de naciones que a escala mundial se han identificado como de “megadiversidad” biológica. En su conjunto, estas naciones albergan entre un 60 y un 70% de todas las formas de vida del planeta.
3.4. Agua potable.
América Latina y el Caribe forman una región rica en agua dulce. Con sólo un 13 por ciento del territorio mundial y un 8,4 por ciento de la población del planeta, recibe el 29% de la precipitación, vale decir, 1.556 milímetros de precipitación anual, 13,4 kilómetros cúbicos al año, una tercera parte de los recursos hídricos renovables del mundo.
Las cuencas del Orinoco, del Amazonas, del Río de la Plata, y el Acuífero Guaraní -el cuarto reservorio subterráneo más grande del mundo en cuanto a volumen pero el primero en cuanto a volumen de recarga- nos transforma en una región privilegiada.
3.5. Industria estatal y APYMES.
Nuestra región cuenta con empresas estatales de gran envergadura y altísima eficiencia. Pese a las décadas de salvaje neoliberalismo, donde al galope de las privatizaciones se extranjerizaron centenares de empresas estatales, América Latina conserva un potencial significativo de empresas del Estado vinculadas a los resortes básicos de nuestras economías. Sólo para mencionar a algunas de ellas: PDVSA y Pequiven de Venezuela; Petrobrás y Electrobrás de Brasil; Petroecuador, de Ecuador; Pemex de México; YPFB de Bolivia, Codelco de Chile; Nucleoeléctrica Argentina y Astilleros Río Santiago de Argentina; ANCAP de Uruguay.
Asimismo América Latina y el Caribe cuenta con una cantidad importantísima de micro, pequeñas y medianas empresas (PYMES), principal fuente de generación de empleo en la región, que tras sufrir los embates del neoliberalismo, siguen manteniéndose como una franja fundamental de la producción hacia el mercado interno. Organizados en ALAMPYMES, los pequeños y medianos empresarios latinoamericanos han declarado su lucha frontal contra el neoliberalismo, definiendo claramente una posición antiimperialista e integracionista.
En el congreso de ALAMPYME realizado en la ciudad de México, uno de los principales dirigentes de la Asociación Nacional de Industriales de Transformación, manifestó: "En México mantenemos el sueño bolivariano. Entendemos que nos acerca el idioma, nuestras raíces culturales y fundamentalmente la necesidad de cohesionar nuestras fuerzas frente el imperialismo del hemisferio norte".
3.6. Cultura nacional y popular.
Una cultura de miles de años, que ha sido sistemáticamente negada por la cultura elitista y extranjerizante, nos asiste. El aporte de los pueblos originarios, en su convivencia con la naturaleza y sus relaciones sociales de producción, es un pilar esencial en la construcción de un nuevo sistema basado en los principios de la solidaridad.
La diversidad y la originalidad de la cultura latinoamericana caribeña, en sus diferentes expresiones del quehacer cotidiano, como asimismo en los mejores valores que nacieron de sus luchas libertarias, han modelado en el hombre y la mujer de nuestra tierra, un espíritu combativo y revolucionario. Con razón el Presidente Hugo Chávez ha señalando en varias oportunidades que la América nuestra “es tierra de Libertadores y no de conquistadores”.
La cultura latinoamericana caribeña, que nos cobija en una historia común, una misma tradición de lucha, similares costumbres y anhelos compartidos, es base insoslayable para la edificación de la unidad nuestramericana.
Nuestra cultura entonces, desplazará a la cultura de la dominación que durante tantos años ha sometido a nuestros pueblos. El potencial es gigante, y las enseñanzas de Martí guiarán el camino: “La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América, de los incas a acá, ha de enseñarse al dedillo aunque no se enseñe la de los arcones de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas. Y calle el pedante vencido; que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas”.
3.7. Características geográficas.
Nuestra América tiene una superficie de casi 20 millones de kilómetros cuadrados y una población que supera los 560 millones de habitantes.
Está situada entre los dos mayores océanos del planeta: el Pacífico y el Atlántico, controlando los dos pasos navegables entre ambos: el Estrecho de Magallanes y el Canal de Panamá.
Tiene presencia en tres continentes: además de abarcar la mitad del Continente Americano; en Oceanía, por la Isla de Pascua, que es chilena; y en el Continente Antártico, considerando la proyección antártica de Argentina y Chile y las bases científicas de otros países latinoamericanos que son firmantes del Tratado Antártico.
Tiene enormes lagos y ríos para el regadío, la navegación y para la generación de energía eléctrica, que pueden ser intercomunicados mediante canales y vías fluviales. Desde el Orinoco hasta el Río de la Plata, salvo pequeñas distancias, se puede navegar ininterrumpidamente.
3.8. Capacidad financiera.
¿Qué hacían hasta ahora la mayoría de los gobiernos con sus reservas cambiarias? Después de utilizar una parte para pagar a algunos organismos internacionales, colocan el resto en forma de bonos del tesoro estadounidense o lo depositan en bancos de Estados Unidos -marginalmente, de otros países industrializados-. Por lo tanto, prestaban dinero público de de la América Latina Caribeña a las potencias del Norte, en particular al principal país que nos domina.
Romper con este mecanismo perverso, permite que las reservas de los países de Nuestra América sirvan para financiar a nuestros propios proyectos nacionales y, principalmente, a los ciudadanos y ciudadanas más desfavorecidos.
La capacidad financiera entonces, no solo que existe, sino que fundamenta la decisión de construir una Zona Monetaria que incluya inicialmente a los países miembros del ALBA, avanzando en la Unidad de Cuenta Común SUCRE (Sistema Unitario de Compensación Regional).
4. El ALBA es una construcción desde los pueblos, es popular.
El ALBA es inconcebible sin la participación de los pueblos. El Presidente Chávez lo ha señalado: “Muchos factores harán falta (para lograr la Patria Grande) pero hay uno que es fundamental, esencial, como el oxígeno: los pueblos. Los pueblos conscientes, los pueblos convertidos en pueblos, es decir los habitantes de esta tierra convertidos en pueblos con conciencia común del pasado y con proyecto común de futuro”.
Ya hace muchos años atrás, el general Perón se había manifestado sobre este tema, planteando la importancia de la participación popular en la tarea de la integración. Decía, quien fue tres veces presidente de los argentinos por voluntad popular, en la misma dirección que lo plantea el presidente Chávez, que la presencia de los pueblos en la lucha por la unidad latinoamericana caribeña es lo esencial: “porque los individuos mueren, los gobiernos pasan, pero los pueblos quedan”.
El ALBA contempla, en su organigrama, al Consejo de Movimientos Sociales, vale decir la participación y protagonismo de las organizaciones populares como ese elemento esencial e imprescindible.
El Amauta José Carlos Mariátegui dijo al respecto: “Los brindis pacatos de la diplomacia no unirán a estos pueblos. Los unirán en el porvenir, los votos históricos de las muchedumbres”. En esa dirección, apelando al pueblo como verdadero forjador de las grandes empresas, es que se encamina el ALBA; un ALBA de los pueblos, un ALBA que es y será popular en la alianza estratégica entre Gobiernos y Pueblos.
5) El ALBA se apoya sobre valores humanos, es solidario.
Claramente se lee en el Documento de la V Cumbre del ALBA: “…La Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América se sustenta en los principios de solidaridad, cooperación genuina y complementariedad entre nuestros países… una alternativa de justicia frente al neoliberalismo y la inequidad...”.
Por lo tanto la mesa del ALBA está bien asentada en cuatro patas que son impensables dentro de los parámetros del capitalismo: a) la complementación, b) la cooperación, c) La solidaridad, y d) el respeto a la soberanía de los países.
El ALBA, esencialmente, es solidario.
6) El ALBA parte de lo social, es igualitario.
La propuesta del ALBA la formuló por primera vez el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías, en el marco de la III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Asociación de Estados del Caribe, celebrada en la isla de Margarita, el 11 y 12 diciembre de 2001. En esa ocasión señaló: “… se trata de retraer o de traer nuevamente un sueño que creemos posible, se trata de otro camino, se trata de una búsqueda, porque ciertamente la integración para nosotros es vital: O nos unimos o nos hundimos. Escojamos pues las alternativas”.
Y agregaba en otra oportunidad: “No habrá independencia en Venezuela si no hay integración de estos países y de estos pueblos de Suramérica y del Caribe”. Esa unión, entonces, plantea los objetivos bolivarianos de independencia y justicia social: “Sólo unidos seremos libres, sólo unidos podremos levantar los niveles de desarrollo que requieren nuestros pueblos para vivir dignamente”.
Entendiendo que no puede concebirse la independencia sin justicia social, y que la independencia solo se alcanzará a través de la unión, es que el ALBA parte de lo social, vale decir, de la necesidad de saldar la gran deuda social que heredamos de tantos años de sometimiento imperialista.
Vale recordar aquella frase de Manuela Sáenz, cuando escribiéndole al Libertador, ya en sus últimos días, decía: “¡de qué ha valido la independencia, Simón, si los pobres siguen mendigando, si los indios siguen extendiendo la mano para pedir limosna!”.
Es por ello que decididamente el ALBA antepone la justicia social a lo meramente mercantil y capitalista. De ahí las campañas de alfabetización, la educación y la salud para todos y todas, el turismo social, el deporte, la vivienda. Hacer realidad aquello que Simón Bolívar decía sobre “la suma felicidad del pueblo”.
El ALBA, al priorizar las necesidades del pueblo, y al intentar satisfacer esas necesidades a través de acciones concretas, propugna un marcado sentido igualitarista de justicia social.
7) El ALBA es programático, es propositivo.
El ALBA se empieza a configurar con una serie de líneas de trabajo denominadas Proyectos Grannacionales. Durante décadas los pueblos latinoamericanos caribeños enfrentamos a las oligarquías y al imperialismo en la resistencia. Pero la etapa actual, el “cambio de época” como lo señalara el Presidente Correa, impone otra perspectiva que trasciende a la resistencia. Es la hora de la construcción en unidad de una sociedad solidaria y participativa.
Es por esto que el ALBA despliega una serie no subestimable de Proyectos Grannacionales que constituyen un verdadero programa de transformación integral.
Un Proyecto Grannacional es todo programa de acción dirigido a cumplir con los principios y fines del ALBA, que haya sido validado por los países integrantes y cuya ejecución involucre a dos o más países, para beneficio de las grandes mayorías sociales. Los Proyectos Grannacionales, entonces, abarcan desde lo político, social, cultural, económico, científico e industrial hasta cualquier otro ámbito que puede ser incorporado a esta dialéctica.
Así entendemos el término Grannacional como una acepción que se basa en la unión de nuestras repúblicas soberanas, plenas de libertad y justicia social, con la participación de la población, para innovar y liderar los cambios económicos, políticos y sociales, con la conciencia y la voluntad de anteponer los intereses sociales. Grannacional es lo opuesto a transnacional, neoliberal, chauvinista e imperialista.
En esa dirección, es que los Proyectos Grannacionales en curso y aquellos que comienzan a articularse se erigen sobre los principios rectores del ALBA y sobre las inmensas potencialidades que ofrecen nuestra región, anteponiendo siempre lo social ante el modelo capitalista del lucro y la ganancia.
Sólo para mencionar algunos citaremos:
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Sobre tierras fértiles: Empresa Grannacional Productora de Alimentos.
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Sobre energía: Empresa Grannacional de Energía, Petróleo y Gas.
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Sobre capacidad financiera: Banco del ALBA.
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Sobre cultura nacional y popular: Fondo Cultural del ALBA.
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Sobre educación: Proyecto Grannacional de alfabetización y post alfabetización y Universidad del ALBA, UNIALBA.
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Sobre comunicaciones: Empresa Grannacional de Telecomunicaciones.
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Sobre salud: Empresa Grannacional de productos farmacéuticos.
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Sobre deportes: Juegos del ALBA.
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Sobre la mujer: Consejo Ministerial de la Mujer.
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Sobre vivienda y hábitat: Empresa Grannacional de Cemento y Saneamiento y el acceso al agua potable.
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Sobre turismo: Turismo social y Universidad de Turismo.
Es por esto que podemos afirmar que el ALBA se va constituyendo como un verdadero programa de independencia y justicia social para los pueblos de nuestra América.
8. El ALBA es soberanía, es liberación.
“La batalla del ALCA, sin duda que la hemos ganado, pero ¡cuidado!, eso es sólo una batalla, eso es sólo una batalla de tantas batallas pendientes que nos quedan para toda la vida, ahora, decía que tenemos una doble tarea, enterrar el ALCA y el modelo económico, imperialista, capitalista por una parte, pero por la otra, a nosotros nos toca ser los parteros del nuevo tiempo, los parteros de la nueva historia, de la nueva integración, los parteros del ALBA, la Alternativa Bolivariana para los pueblos de Nuestra América, una verdadera integración liberadora, para la libertad, para la igualdad, para la justicia y para la paz...”, decía Hugo Chávez en Mar del Plata, en noviembre de 2005.
Y esto es tan así que seríamos verdaderamente ingenuos si creyéramos que el ALBA ya está consolidado e instalado. Mucho habrá que luchar aun para alcanzar la segunda y definitiva independencia de Nuestra América. El enemigo acecha y está dando muestras que ha fijado su mira en este espacio de unidad.
Pero el Presidente Rafael Correa lo ha señalado enfáticamente: “Aquella utopía de Bolívar y San Martín, verá la luz. Llegó el momento de que se consolide el sueño bolivariano”.
“En la unión está la salvación”, afirmó el comandante Fidel Castro; y desde la Venezuela Bolivariana, el presidente Chávez nos viene señalando que el objetivo es la Independencia, la vía es la Revolución y la bandera el Socialismo. El ALBA es por lo tanto eso: Independencia, Revolución y Socialismo.