Por Walter A. Moore
1er. Tema: ¿DE DONDE SALDRÁ EL DINERO PARA HACER ESTO?
De la imprenta, por supuesto.
Pero no puede ser el mismo dinero que ahora emite el Banco Central de la República Argentina (BCRA), porque ese es el dinero que se utiliza para saquearnos.
El procedimiento de saqueo es simple: El BCRA emite aproximadamente el 16% de nuestro PBI, (estimado en aproximadamente 1.050.000 millones de pesos) como ese dinero es ostensiblemente escaso, aumenta su precio, que es la Tasa de Interés Básico, lo cual, curiosamente, es muy similar al porcentaje de emisión, o sea, aproximadamente el 16%, a este interés se suma la ganancia de los distribuidores del dinero (los bancos comerciales nacionales y extranjeros), con lo cual cualquier empresa nacional o cualquier argentino que desee un crédito debe pagar más del 18% anual. Al emitir poco, el dinero se convierte en un bien escaso, y por eso mismo, su precio (los intereses) sube.
¿Cómo funciona la emisión en los países centrales?. Para empezar la cantidad de dinero emitido oscila entre el 80% de su PBI y el 115% (Japón, por ejemplo), sin contar que el país que controla al Fondo Monetario Internacional, Estados Unidos, emitió aproximadamente el 340% de su PBI.
En estos países, hoy la tasa de interés básica oscila entre 0% y el 0,5%, con lo cual los préstamos comerciales tienen una tasa que oscila entre el 2% y el 3%, y cualquier empresa multinacional consigue financiamiento a ese costo, mientras que las empresas nacionales deben pagar entre el 500% y aún el 700% más para obtener sus créditos.
Eso no es todo.
Como el BCRA emite tan poco dinero, el Estado Nacional necesita siempre más fondos que los asignados en el Presupuesto, y para financiarse, en lugar de emitir dinero, que es gratis, debe pedir prestado, para lo cual emite un tipo de pagaré, llamado bonos, por el que paga altos intereses y en dólares. Estos papeles se convierten así en parte de un sistema de “fichas” con las cuales se apuesta en la “timba financiera internacional”.
Al desfinanciar así a las empresas privadas de la Argentina desde 1976 hasta De LaRúa quebraron 133.000 empresas fundamentalmente por este mismo motivo, a las que debemos agregar las que las multinacionales compraron antes de que vayan a la quiebra.
Como si esto fuera poco, es el mismo BCRA es el que fija el valor de nuestra moneda con respecto a las monedas extranjeras, devaluando constantemente para favorecer a los intereses exportadores de dinero o materias primas, a los saqueadores sojeros o mineros especialmente, y a las automotrices o cualquier otra corporación multinacional que paga barato en pesos y vende caro en dólares. Esta es otra de las modalidades del saqueo financiero.
Según revela el Informe de Desarrollo Humano 2009[1] de las Naciones Unidas, el valor del dólar no debe superar los 2 pesos. De acuerdo a la comparación hecha por el Banco Mundial entre el Ingreso Per Capita (IPC) de acuerdo al valor fijado por el BCRA a nuestro dinero, medido en dólares es de u$s 6.040 anuales, pero si comparamos la real capacidad de compra, que es medida de acuerdo al índice de la Paridad de Poder Adquisitivo (PPA) establecido por ese mismo Banco para todos los países del mundo, el Ingreso Per Cápita en dólares de nuestro país es de u$s 12.970, o sea que nuestra moneda vale menos de la mitad de lo que la cotiza el BCRA.
PRIMERA CONSECUENCIA:
Si cualquier gobierno quiere sobrevivir, y más aún si queremos asumir las responsabilidades que nos competen como el país suramericano más importante (porque Brasil es el más grande, pero nuestra historia nos hace el más importante), el BCRA no puede seguir teniendo el control de la emisión y la circulación del dinero, porque sus funcionarios son elegidos y controlados por la red financiera del Imperialismo Internacional del Dinero reportando su actividad al Banco de Descuentos Internacionales de Basilea, controlado básicamente por los tres bancos centrales más importantes: La Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo, o sea intereses contrapuestos con los nuestros, pues ellos tratan de comprar barato lo nuestro y vendernos caro lo suyo.
¿QUÉ DEBEMOS HACER ENTONCES?
Simultáneamente debemos incrementar la cantidad de dinero circulante, impedir que se fugue nuestra riqueza (materias primas y trabajo), y salir del “área del dólar” haciendo valer nuestra moneda contra cualquier otra comparando las respectivas Paridades de Poder Adquisitivo, es decir, la medida real del valor del dinero y dejar de usar la medida de los especuladores finacieros.
Para que esto sea posible, es neceario emitir una nueva moneda inconvertible, asignando su uso de manera que sea muy difícil que se fugue del país. Se trata de crear algo similar a los Patacones, con un fuerte control de la emisión y de la circulación, que sea distribuido de forma ecuánime en todas la Provincias y controlado por ellas mismas, para superar así las dadivas y chantajes ejercidos mediante el actual sistema de Coparticipación.
Existe una Institución ideal para ejecutar la emisión y el control de la circulación de esta nueva masa monetaria, es el Consejo Federal de Inversiones (CFI) que hoy es controlado por el poder central asignándoles sus fondos, pero que con dinero propio se convertirá en una verdadera institución federal, que no tiene sus intereses centrados en el puerto, sino que cada gobernador tiene la manera de solucionar sus propios problemas. La ejecución administrativa de esta masa monetaria debe quedar en forma exclusiva a cargo del Banco de la Nación Argentina, que puede ejercitar esta función con solo ampliar y modernizar su estructura actual de gestión.
Este dinero debe emitirse e imprimirse para ser depositado en fideicomisos, con los Planes de Cuenta organizados para asegurar que este dinero se utilice con fines productivos e impedir que se use para especular o satisfacer necesidades meramente burocráticas (lo cual generaría una inmediata inflación).
Este dinero que se entregue al sistema productivo no debe tener una tasa de interés, en ningún caso, superior al 2% (dos por ciento) anual, pues cualquier otro dígito genera inflación (sabemos que la tasa de interés aparece como un costo oculto en cualquier tipo de producción, lo mismo que los costos burocráticos o impositivos).
¿CUANTO DINERO INCONVERTIBLE PUEDE EMITIRSE?
Si actualmente la base monetaria es de 160.000 millones, y el PBI es de 1.050.000 millones, para alcanzar la base mínima del 75% del PBI, deben emitirse aproximadamente 800.000 millones de pesos, o sea que los Pesos Inconvertibles pueden agregar riesgos, una masa monetaria de 640.000 millones. En síntesis, si queremos ser un país desarrollado debemos emitir 4 pesos inconvertibles por cada peso convertible actual, y aún así no alcanzamos el nivel de emisión de los países centrales.
¿QUÉ PODEMOS HACER CON ESTOS 640.000 MILLONES DE PESOS INCONVERTIBLES?
Para empezar debemos dar trabajo, vivienda y alta calidad de vida a una gran parte de la población, sobre todo a aquella que se ha visto obligada a emigrar hacia la periferia de las grandes ciudades, desarraigándose de su tierra y sus ancestros.
Esto es viable (y deseable) si les ofrecemos la oportunidad de obtener en su tierra la misma (o mucho mejor) calidad de vida que la que consiguen en las grandes ciudades, en las cuales se multiplican las oportunidades laborales, sociales, donde encuentran una infraestructura sanitaria, educativa, recreativa que les permite superar muchos trances, pero que debe pagar con una creciente inseguridad, con la pérdida de valores y de control de la vida de sus hijos y de las personas mayores de su familia, donde el ejercicio de cualquier poder de decisión les es sistemáticamente negado.
Todo esto se puede obtener instalándose en las Microciudades Autosuficientes[2].
Y el costo de una Microciudad Autosuficiente totalmente equipada de infraestructura, con un campo de 5.000 hectáreas con todas las mejoras necesarias para su autoabastecimiento, 3.000 viviendas y todos los servicios propios de una ciudad tienen un costo de aproximadamente 300.000 dólares, o sea que, a la tasa de cambio actual suman 1.000 millones de pesos, y a la tasa real, sólo son necesarios 600.000 pesos.
Pero tomemos la tasa con nuestro peso devaluado para todos los cálculos.
Suponiendo que en cada provincia instalemos 10 Microciudades Autosuficientes destinadas a alojar a 10.000 personas en cada con la finalidad de dar vivienda para todas y trabajo a la mitad de ellas, (ver dibujo adjunto 1.), en cada una de nuestras 24 provincia, solucionaremos el problema de trabajo a 1.200.000 personas y les brindaremos una casa propia, y en su terruño, a 800.000 familias, reubicando 2.400.000 personas que saldrían de las grandes ciudades actuales, dando alivio a los sistemas de viviendas e infraestructura al borde del colapso.
¿Cuál es el costo de un proyecto que modificaría la totalidad del mapa productivo y demográfico de todo el país, multiplicando nuestro PBI y eliminando la pobreza por simple arrastre?
240 Microciudades Autosuficientes costarían 240.000 millones de pesos. Y todavía tendremos disponible una masa de 400.000 millones de pesos inconvertibles para realizar la infraestructura necesaria de transportes, comunicaciones, saneamiento, energía, ampliar y racionalizar las numerosos industrias imprescindibles para construir y equipar a todas estas nuevas poblaciones, quedando recursos disponibles para crear y reubicar industrias básicas, fabricas militares, flota mercante, etc., todo lo cual daría un gran impulso de activación a los sectores productivos nacionales.
Por otra parte, este proyecto instalaría un verdadero federalismo, pues cada Microciudad Autosuficiente es en sí misma una gran empresa productiva comunitaria, que incluye dos sistemas diferentes: una economía para el Autoabastecimiento y una economía para el intercambio. Esta es la que admite la instalación de empresas o corporaciones nacionales o extranjeras destinadas al mercado nacional o internacional, dejando de vender commodities para vender productos terminados con mano de obra local calificada.
También instalaría una Democracia de la Calidad de Vida, pues estas 10 nuevas ciudades definirían por simpatía la calidad de vida de todas las otras poblaciones de las provincias.
Este modelo permite invertir el flujo de migraciones internas propio de la era industrial, donde las metrópolis atraían a la población pues allí estaban las fábricas y empresas, mientras con este proyecto el trabajo y la calidad de vida estarán en las Microciudades, haciendo que la capacidad instalada de viviendas, transportes e infraestructura existente sea más que suficiente para mejorar la calidad de vida de los que permanezcan en las grandes ciudades actuales.
Considerando que los tiempos se han acelerado, las cantidades se han multiplicado y los recursos son más eficientes, este proyecto no difiere mucho de lo que los argentinos hicimos entre 1900 y 1930, cuando fundamos 57 nuevas poblaciones según el mapa adjunto (figura 2).
Y todo lo que nos hace falta para poner este proyecto en marcha es decisión política, pues los intereses de todos los argentinos serán beneficiados. No se trata de repartir la pobreza, sino de crear riqueza y repartirla equitativamente.
Las Microciudades Autosuficientes son capaces de lograrlo y mantenerlo en el tiempo, y podemos hacerlo, porque tenemos el dinero, tenemos las capacidades necesarias para realizarlo y tenemos el impulso oculto del Pueblo para impulsarlo, lo cual sobra para sobrepasar a las poderosas fuerzas que medran con el status quo.