Un cuento de Julio Cortázar
A las ocho vino José María con la noticia, casi sin rodeos me dijo que Celina acababa de morir. Me acuerdo que reparé instantáneamente en la frase, Celina acabando de morirse, un poco como si ella misma hubiera decidido el momento en que eso debía concluir. Era casi de noche y a José María le temblaban los labios al decírmelo.
-Mauro lo ha tomado tan mal, lo dejé como loco. Mejor vamos.
Yo tenía que terminar unas notas, aparte de que le había prometido a una amiga llevarla a comer. Pegué un par de telefoneadas y salí con José María a buscar un taxi. Mauro y Celina vivían por Cánning y Santa Fe, de manera que le pusimos diez minutos desde casa. Ya al acercarnos vimos gente que se paraba en el zaguán con un aire culpable y cortado; en el camino supe que Celina había empezado a vomitar sangre a las seis, que Mauro trajo al médico y que su madre estaba con ellos. Parece que el médico empezaba a escribir una larga receta cuando Celina abrió los ojos y se acabó de morir con una especie de tos, más bien un silbido.
-Yo lo sujeté a Mauro, el doctor tuvo que salir porque Mauro se le quería tirar encima. Usté sabe cómo es él cuando se cabrea.
Yo pensaba en Celina, en la última cara de Celina que nos esperaba en la casa. Casi no escuché los gritos de las viejas y el revuelo en el patio, pero en cambio me acuerdo que el taxi costaba dos sesenta y que el chófer tenía una gorra de lustrina. Vi a dos o tres amigos de la barra de Mauro, que leían La Razón en la puerta; una nena de vestido azul tenía en brazos al gato barcino y le atusaba minuciosa los bigotes. Más adentro empezaban los clamoreos y el olor a encierro.
-Andá velo a Mauro -le dije a José María-. Ya sabes que conviene darle bastante alpiste.
En la cocina andaban ya con el mate. El velorio se organizaba solo, por sí mismo: las caras, las bebidas, el calor. Ahora que Celina acababa de morir, increíble cómo la gente de un barrio larga todo (hasta las audiciones de preguntas y respuestas) para constituirse en el lugar del hecho. Una bombilla rezongó fuerte cuando pasé al lado de la cocina y me asomé a la pieza mortuoria. Misia Manita y otra mujer me miraron desde el oscuro fondo, donde la cama parecía estar flotando en una jalea de membrillo. Me di cuenta por su aire superior que acababan de lavar y amortajar a Celina; hasta se olía débilmente a vinagre.
-Pobrecita la finadita -dijo Misia Martita-. Pase, doctor, pase a verla. Parece como dormida.
Aguantando las ganas de putearla me metí en el caldo caliente de la pieza. Hacía rato que estaba mirando a Celina sin verla y ahora me dejé ir a ella, al pelo negro y lacio naciendo de una frente baja que brillaba como nácar de guitarra, al plato playo blanquísimo de su cara sin remedio. Me di cuenta de que no tenía nada que hacer ahí, que esa pieza era ahora de las mujeres, de las plañideras llegando en la noche. Ni siquiera Mauro podría entrar en paz a sentarse al lado de Celina, ni siquiera Celina estaba ahí esperando, esa cosa blanca y negra se volcaba del lado de las lloronas, las favorecía con su tema inmóvil repitiéndose. Mejor Mauro, ir a buscar a Mauro que seguía del lado nuestro.
De la pieza al comedor había sordos centinelas fumando en el pasillo sin luz. Peña, el loco Bazán, los dos hermanos menores de Mauro y un viejo indefinible me saludaron con respeto.
-Gracias por venir, doctor -me dijo uno-. Usté siempre tan amigo del pobre Mauro.
-Los amigos se ven en estos trances -dijo el viejo, dándome una mano que me pareció una sardina viva.
Todo esto ocurría, pero yo estaba otra vez con Celina y Mauro en el Luna Park, bailando en el Carnaval del cuarenta y dos, Celina de celeste que le iba tan mal con su tipo achinado, Mauro de palm-beach y yo con seis whiskies y una mamúa padre. Me gustaba salir con Mauro y Celina para asistir de costado a su dura y caliente felicidad. Cuanto más me reprochaban estas amistades, más me arrimaba a ellos (a mis días, a mis horas) para presenciar su existencia de la que ellos mismos no sabían nada.
Me arranqué del baile, un quejido venía de la pieza trepando por las puertas.
-Esa debe ser la madre -dijo el loco Bazán, casi satisfecho.
«Silogística perfecta del humilde», pensé. «Celina muerta, llega madre, chillido madre.» Me daba asco pensar así, una vez más estar pensando todo lo que a los otros les bastaba sentir. Mauro y Celina no habían sido mis cobayos, no. Los quería, cuánto los sigo queriendo. Solamente que nunca pude entrar en su simpleza, solamente que me veía forzado a alimentarme por reflejo de su sangre; yo soy el doctor Hardoy, un abogado que no se conforma con el Buenos Aires forense o musical o hípico, y avanza todo lo que puede por otros zaguanes. Ya sé que detrás de eso está la curiosidad, las notas que llenan poco a poco mi fichero. Pero Celina y Mauro no, Celina y Mauro no.
-Quién iba a decir esto -le oí a Peña-. Así tan rápido...
-Bueno, vos sabés que estaba muy mal del pulmón. -Sí, pero lo mismo...
Se defendían de la tierra abierta. Muy mal del pulmón, pero así y todo... Celina tampoco debió esperar su muerte, para ella y Mauro la tuberculosis era «debilidad». Otra vez la vi girando entusiasta en brazos de Mauro, la orquesta de Canaro ahí arriba y un olor a polvo barato. Después bailó conmigo una machicha, la pista era un horror de gente y calina. «Qué bien baila, Marcelo», como extrañada de que un abogado fuera capaz de seguir una machicha. Ni ella ni Mauro me tutearon nunca, yo le hablaba de vos a Mauro pero a Celina le devolvía el tratamiento. A Celina le costó dejar el «doctor», tal vez la enorgullecía darme el título delante de otros, mi amigo el doctor. Yo le pedí a Mauro que se lo dijera, entonces empezó el «Marcelo». Así ellos se acercaron un poco a mí pero yo estaba tan lejos como antes. Ni yendo juntos a los bailes populares, al box, hasta al fútbol (Mauro jugó años atrás en Ra-cing) o mateando hasta tarde en la cocina. Cuando acabó el pleito y le hice ganar cinco mil pesos a Mauro, Celina fue la primera en pedirme que no me alejara, que fuese a verlos. Ya no estaba bien, su voz siempre un poco ronca era cada vez más débil. Tosía por la noche, Mauro le compraba Neurofosfato Escay lo que era una idiotez, y también Hierro Quina Bisleri, cosas que se leen en las revistas y se les toma confianza.
Íbamos juntos a los bailes, y yo los miraba vivir.
-Es bueno que lo hable a Mauro -dijo José María que brotaba de golpe a mi lado-. Le va a hacer bien.
Fui, pero estuve todo el tiempo pensando en Celina. Era feo reconocerlo, en realidad lo que hacía era reunir y ordenar mis fichas sobre Celina, no escritas nunca pero bien a mano. Mauro lloraba a cara descubierta como todo animal sano y de este mundo, sin la menor vergüenza. Me tomaba las manos y me las humedecía con su sudor febril. Cuando José María lo forzaba a beber una ginebra, la tragaba entre dos sollozos con un ruido raro. Y las frases, ese barboteo de estupideces con toda su vida dentro, la oscura conciencia de la cosa irreparable que le había sucedido a Celina pero que sólo él acusaba y resentía. El gran narcisismo por fin excusado y en libertad para dar el espectáculo. Tuve asco de Mauro pero mucho más de mí mismo, y me puse a beber coñac barato que me abrasaba laboca sin placer. Ya el velorio funcionaba a todo tren, de Mauro abajo estaban todos perfectos, hasta la noche ayu-daba caliente y pareja, linda para estarse en el patio y hablar de la finadita, para dejar venir el alba sacándole a Celina los trapos al sereno.
Esto fue un lunes, después tuve que ir a Rosario por un congreso de abogados donde no se hizo otra cosa que aplaudirse unos a otros y beber como locos, y volví a fin de semana. En el tren viajaban dos bailarinas del Moulin Rouge y reconocí a la más joven, que se hizo la zonza. Toda esa mañana había estado pensando en Celina, no que me importara tanto la muerte de Celina sino más bien la suspensión de un orden, de un hábito necesario. Cuando vi a las muchachas pensé en la carrera de Celina y el gesto de Mauro al sacarla de la milonga del griego Kasidis y llevársela con él. Se precisaba coraje para esperar alguna cosa de esa mujer, y fue en esa época que lo conocí, cuando vino a consultarme sobre el pleito de su vieja por unos terrenos en Sana-gasta. Celina lo acompañó la segunda vez, todavía con un maquillaje casi profesional, moviéndose a bordadas anchas pero apretada a su brazo. No me costó medirlos, saborear la sencillez agresiva de Mauro y su esfuerzo inconfesado por incorporarse del todo a Celina. Cuando los empecé a tratar me pareció que lo había conseguido, al menos por fuera y en la conducta cotidiana. Después medí mejor, Celina se le escapaba un poco por la vía de los caprichos, su ansiedad de bailes populares, sus largos entresueños al lado de la radio, con un remiendo o un tejido en las manos. Cuando la oí cantar, una noche de Nebiolo y Racing cuatro a uno, supe que todavía estaba con Kasidis, lejos de una casa estable y de Mauro puestero del Abasto. Por conocerla mejor alenté sus deseos baratos, fuimos los tres a tanto sitio de altoparlantes cegadores, de pizza hirviendo y papeli-tos con grasa por el piso. Pero Mauro prefería el patio, las horas de charla con vecinos y el mate. Aceptaba de a poco, se sometía sin ceder. Entonces Celina fingía conformarse, tal vez ya estaba conformándose con salir menos y ser de su casa. Era yo el que le conseguía a Mauro para ir a los bailes, y sé que me lo agradeció desde un principio. Ellos se querían, y el contento de Celina alcanzaba para los dos, a veces para los tres.
Me pareció bien pegarme un baño, telefonear a Nilda que la iría a buscar el domingo de paso al hipódromo, y verlo en seguida a Mauro. Estaba en el patio, fumando entre largos mates. Me enternecieron los dos o tres agujeritos de su camiseta, y le di una palmada en el hombro al saludarlo. Tenía la misma cara de la última vez, al lado de la fosa, al tirar el puñado de tierra y echarse atrás como encandilado. Pero le encontré un brillo claro en los ojos, la mano dura al apretar.
-Gracias por venir a verme. El tiempo es largo, Marcelo.
-Tenes que ir al Abasto, o te reemplaza alguien?
-Puse a mi hermano el renguito. No tengo ánimo de ir, y eso que el día se me hace eterno.
-Claro, precisás distraerte. Vestíte y damos una vuelta por Palermo.
-Vamos, lo mismo da.
Se puso un traje azul y pañuelo bordado, lo vi echarse perfume de un frasco que había sido de Celina. Me gustaba su forma de requintarse el sombrero, con el ala levantada, y su paso liviano y silencioso, bien compadre. Me resigné a escuchar -«los amigos se ven en estos trances»- -y a la segunda botella de Quilmes Cristal se me vino con todo lo que tenía. Estábamos en una mesa del fondo del café, casi a solas; yo lo dejaba hablar pero de cuando en cuando le servía cerveza. Casi no me acuerdo de todo lo que dijo, creo que en realidad era siempre lo mismo. Me ha quedado una frase: «La tengo aquí», y el gesto al clavarse el índice en el medio del pecho como si mostrara un dolor o una medalla.
-Quiero olvidar -decía también-. Cualquier cosa, emborracharme, ir a la milonga, tirarme cualquier hembra. Usté me comprende, Marcelo,... -El índice subía, enigmático, se plegaba de golpe como un cortaplumas. A esa altura ya estaba dispuesto a aceptar cualquier cosa, y cuando yo mencioné el Santa Fe Palace como de pasada, él dio por hecho que íbamos al baile y fue el primero en levantarse y mirar la hora. Caminamos sin hablar, muertos de calor, y todo el tiempo yo sospechaba un recuento por parte de Mauro, su repetida sorpresa al no sentir contra su brazo la caliente alegría de Celina camino del baile.
-Nunca la llevé a ese Palace -me dijo de repente-. Yo estuve antes de conocerla, era una milonga muy rea. ¿Usté la frecuenta?
En mis fichas tengo una buena descripción del Santa Fe Palace, que no se llama Santa Fe ni está en esa calle, aunque sí a un costado. Lástima que nada de eso pueda ser realmente descrito, ni la fachada modesta con sus carteles promisores y la turbia taquilla, menos todavía los junadores que hacen tiempo en la entrada y lo calan a uno de arriba abajo. Lo que sigue es peor, no que sea malo porque ahí nada es ninguna cosa precisa; justamente el caos, la confusión resolviéndose en un falso orden: el infierno y sus círculos. Un infierno de parque japonés a dos cincuenta la entrada y damas cero cincuenta. Compartimentos mal aislados, especie de patios cubiertos sucesivos donde en el primero una típica, en el segundo una característica, en el tercero una norteña con cantores y malambo. Puestos en un pasaje intermedio (yo Virgilio) oíamos las tres músicas y veíamos los tres círculos bailando; entonces se elegía el preferido, o se iba de baile en baile, de ginebra en ginebra, buscando mesitas y mujeres.
-No está mal -dijo Mauro con su aire tristón-. Lástima el calor. Debían poner estractores.
(Para una ficha: estudiar, siguiendo a Ortega, los contactos del hombre del pueblo y la técnica. Ahí donde se creería un choque hay en cambio asimilación violenta y aprovechamiento; Mauro hablaba de refrigeración o de superheterodinos con la suficiencia porteña que cree que todo le es debido.) Yo lo agarré del brazo y lo puse en camino de una mesa porque él seguía distraído y miraba el palco de la típica, al cantor que tenía con las dos manos el micrófono y lo zarandeaba despacito. Nos acodamos contentos delante de dos cañas secas y Mauro se bebió la suya de un solo viaje.
-Esto asienta la cerveza. Puta que está concurrida la milonga.
Llamó pidiendo otra, y me dio calce para desentenderme y mirar. La mesa estaba pegada a la pista, del otro lado había sillas contra una larga pared y un montón de mujeres se renovaba con ese aire ausente de las milongueras cuando trabajan o se divierten. No se hablaba mucho, oíamos muy bien la típica, rebasada de fuelles y tocando con ganas. El cantor insistía en la nostalgia, milagrosa su manera de dar dramatismo a un compás más bien rápido y sin alce. Las trenzas de mi china las traigo en la maleta... Se prendía al micrófono como a los barrotes de un vomitorio, con una especie de lujuria cansada, de necesidad orgánica. Por momentos metía los labios contra la rejilla cromada, y de los parlantes salía una voz pegajosa -«yo soy un hombre honrado...»-; pensé que sería negocio una muñeca de goma y el micrófono escondido dentro, así el cantor podría tenerla en brazos y calentarse a gusto al cantarle. Pero no serviría para los tangos, mejor el bastón cromado con la pequeña calavera brillante en lo alto, la sonrisa tetánica de la rejilla.
Me parece bueno decir aquí que yo iba a esa milonga por los monstruos, y que no sé de otra donde se den tantos juntos. Asoman con las once de la noche, bajan de regiones vagas de la ciudad, pausados y seguros de uno o de a dos, las mujeres casi enanas y achinadas, los tipos como javaneses o mocovíes, apretados en trajes a cuadros o negros, el pelo duro peinado con fatiga, brillantina en gotitas contra los reflejos azules y rosa, las mujeres con enormes peinados altos que las hacen más enanas, peinados duros y difíciles de los que les queda el cansancio y el orgullo. A ellos les da ahora por el pelo suelto y alto en el medio, jopos enormes y amaricados sin nada que ver con la cara brutal más abajo, el gesto de agresión disponible y esperando su hora, los torsos eficaces sobre finas cinturas. Se reconocen y se admiran en silencio sin darlo a entender, es su baile y su encuentro, la noche de color. (Para una ficha: de dónde salen, qué profesiones los disimulan de día, qué oscuras servidumbres los aíslan y disfrazan.) Van a eso, los monstruos se enlazan con grave acatamiento, pieza tras pieza giran despaciosos sin hablar, muchos con los ojos cerrados gozando al fin la paridad, la completación. Se recobran en los intervalos, en las mesas son jactanciosos y las mujeres hablan chillando para que las miren, entonces los machos se ponen más torvos y yo he visto volar un sopapo y darle vuelta la cara y la mitad del peinado a una china bizca vestida de blanco que bebía anís. Además está el olor, no se concibe a los monstruos sin ese olor a talco mojado contra la piel, a fruta pasada, uno sospecha los lavajes presurosos, el trapo húmedo por la cara y los sobacos, después lo importante, lociones, rimmel, el polvo en la cara de todas ellas, una costra blancuzca y detrás las placas pardas trasluciendo. También se oxigenan, las negras levantan mazorcas rígidas sobre la tierra espesa de la cara, hasta se estudian gestos de rubia, vestidos verdes, se convencen de su transformación y desdeñan condescendientes a las otras que defienden su color. Mirando de reojo a Mauro yo estudiaba la diferencia entre su cara de rasgos italianos, la cara del porteño orillero sin mezcla negra ni provinciana, y me acordé de repente de Celina más próxima a los monstruos, mucho más cerca de ellos que Mauro y yo. Creo que Kasidis la había elegido para complacer a la par- . te achinada de su clientela, los pocos que entonces se animaban a su cabaré. Nunca había estado en lo de Kasidis en tiempos de Celina, pero después bajé una noche (para reconocer el sitio donde ella trabajaba antes que Mauro la sacara) y no vi más que blancas, rubias o morochas pero blancas.
-Me dan ganas de bailarme un tango -dijo Mauro quejoso. Ya estaba un poco bebido al entrar en la cuarta caña. Yo pensaba en Celina, tan en su casa aquí, justamente aquí donde Mauro no la había traído nunca. Anita Lozano recibía ahora los aplausos cerrados del público al saludar desde el palco, yo la había oído cantar en el Novelty cuando se cotizaba alto, ahora estaba vieja y flaca pero conservaba toda la voz para los tangos. Mejor todavía, porque su estilo era canalla, necesitado de una voz un poco ronca y sucia para esas letras llenas de diatriba. Celina tenía esa voz cuando había bebido, de pronto me di cuenta cómo el Santa Fe era Celina, la presencia casi insoportable de Celina.
Irse con Mauro había sido un error. Lo aguantó porque lo quería y él la sacaba de la mugre de Kasidis, la promiscuidad y los vasitos de agua azucarada entre los primeros rodillazos y el aliento pesado de los clientes contra su cara, pero si no hubiera tenido que trabajar en las milongas a Celina le hubiera gustado quedarse. Se le veía en las caderas y en la boca, estaba armada para el tango, nacida de arriba abajo para la farra. Por eso era necesario que Mauro la llevara a los bailes, yo la había visto transfigurarse al entrar, con las primeras bocanadas de aire caliente y fuelles. A esta hora, metido sin vuelta en el Santa Fe, medí la grandeza de Celina, su coraje de pagarle a Mauro con unos años de cocina y mate dulce en el patio. Había renunciado a su cielo de milonga, a su caliente vocación de anís y valses criollos. Como condenándose a sabiendas, por Mauro y la vida de Mauro, forzando apenas su mundo para que él la sacara a veces a una fiesta.
Ya Mauro andaba prendido con una negrita más alta que las otras, de talle fino como pocas y nada fea. Me hizo reír su instintiva pero a la vez meditada selección, la sirvientita era la menos igual a los monstruos; entonces me volvió la idea de que Celina había sido en cierto modo un monstruo como ellos, sólo que afuera y de día no se notaba como aquí. Me pregunté si Mauro lo habría advertido,temí un poco su reproche por traerlo a un sitio donde el recuerdo crecía de cada cosa como pelos en un brazo. Esta vez no hubo aplausos, y él se acercó con la muchacha que parecía súbitamente entontecida y como boqueando fuera de su tango.
-Le presento a un amigo.
Nos dijimos los «encantados» porteños y ahí nomás le dimos de beber. Me alegraba verlo a Mauro entrando en la noche y hasta cambié unas frases con la mujer que se llamaba Emma, un nombre que no les va bien a las flacas. Mauro parecía bastante embalado y hablaba de orquestas con la frase breve y sentenciosa que le admiro. Emma se iba en nombres de cantores, en recuerdos de Villa Crespo y El Talar. Para entonces Anita Lozano anunció un tango viejo y hubo gritos y aplausos entre los mostruos, los tapes sobre todo que la favorecían sin distingos. Mauro no estaba tan curado como para olvidarse del todo, cuando la orquesta se abrió paso con un culebreo de los bandoneones me miró de golpe, tenso y rígido, como acordándose. Yo me vi también en Racing, Mauro y Celina prendidos fuerte en ese tango que ella canturreó después toda la noche y en el taxi de vuelta.
-¿Lo bailamos? -dijo Emma, tragando su granadina con ruido.
Mauro ni la miraba. Me parece que fue en ese momento que los dos nos alcanzamos en lo más hondo. Ahora (ahora que escribo) no veo otra imagen que una de mis veinte años en Sportivo Barracas, tirarme a la pileta y encontrar otro nadador en el fondo, tocar el fondo a la vez y entrevemos en el agua verde y acre. Mauro echó atrás la silla y se sostuvo con un codo en la mesa. Miraba igual que yo la pista, y Emma quedó perdida y humillada entre los dos, pero lo disimulaba comiendo papas fritas. Ahora Anita se ponía a cantar quebrado, las parejas bailaban casi sin salir de su sitio y se veía que escuchaban la letra con deseo y desdicha y todo el negado placer de la farra. Las caras buscaban el palco y aun girando se las veía seguir a Anita inclinada y confidente en el micrófono. Algunos movían la boca repitiendo las palabras, otros sonreían estúpidamente como desde atrás de sí mismos, y cuando ella cerró su tanto, tanto como fuiste mío, y hoy te busco y no te encuentro, a la entrada en tutti de los fuelles respondió la renovada violencia del baile, las corridas laterales y los ochos entreverados en el medio de la pista. Muchos sudaban, una china que me hubiera llegado raspando al segundo botón del saco pasó contra la mesa y le vi el agua saliéndole de la raíz del pelo y corriendo por la nuca donde la grasa le hacía una canaleta más blanca. Había humo entrando del salón contiguo donde comían parrilladas y bailaban rancheras, el asado y los cigarrillos ponían una nube baja que deformaba las caras y las pinturas baratas de la pared de enfrente. Creo que yo ayudaba desde adentro con mis cuatro cañas, y Mauro se tenía el mentón con el revés de la mano, mirando fijo hacia adelante. No nos llamó la atención que el tango siguiera y siguiera allá arriba, una o dos veces vi a Mauro echar una ojeada al palco donde Anita hacía como que manejaba una batuta, pero después volvió a clavar los ojos en las parejas. No sé cómo decirlo, me parece que yo seguía su mirada y a la vez le mostraba el camino; sin vernos sabíamos (a mí me parece que Mauro sabía) la coincidencia de ese mirar, caíamos sobre las mismas parejas, los mismos pelos y pantalones. Yo oí que Emma decía algo, una excusa, y el espacio de mesa entre Mauro y yo quedó más claro, aunque no nos mirábamos. Sobre la pista parecía haber descendido un momento de inmensa felicidad, respiré hondo como asociándome y creo haber oído que Mauro hizo lo mismo. El humo era tan espeso que las caras se borroneaban más allá del centro de la pista, de modo que la zona de las sillas para las que planchaban no se veía entre los cuerpos interpuestos y la neblina. Tanto como fuiste mío, curiosa la crepitación que le daba el parlante a la voz de Anita, otra vez los bailarines se inmovilizaban (siempre moviéndose) y Celina que estaba sobre la derecha, saliendo del humo y girando obediente a la presión de su compañero, quedó un momento de perfil a mí, después de espaldas, el otro perfil, y alzó la cara para oír la música. Yo digó: Celina; pero entonces fue más bien saber sin comprender, Celina ahí sin estar, claro, cómo comprender eso en el momento. La mesa tembló de golpe, yo sabía que era el brazo de Mauro que temblaba, o el mío, pero no teníamos miedo, eso estaba más cerca del espanto y la alegría y el estómago. En realidad era estúpido, un sentimiento de cosa aparte que no nos dejaba salir, recobrarnos. Celina seguía siempre ahí, sin vernos, bebiendo el tango con toda la cara que una luz amarilla de humo desdecía y alteraba. Cualquiera de las negras podría haberse parecido más a Celina que ella en ese momento, la felicidad la transformaba de un modo atroz, yo no hubiese podido tolerar a Celina como la veía en ese momento y ese tango. Me quedó inteligencia para medir la devastación de su felicidad, su cara arrobada y estúpida en el paraíso al fin logrado; así pudo ser ella en lo de Kasidis de no existir el trabajo y los clientes. Nada la ataba ahora en su cielo sólo de ella, se daba con toda la piel a la dicha y entraba otra vez en el orden donde Mauro no podía seguirla. Era su duro cielo conquistado, su tango vuelto a tocar para ella sola y sus iguales, hasta el aplauso de vidrios rotos que cerró el refrán de Anita, Celina de espaldas, Celina de perfil, otras parejas contra ella y el humo.
No quise mirar a Mauro, ahora yo me rehacía y mi notorio cinismo apilaba comportamientos a todo vapor. Todo dependía de cómo entrara él en la cosa, de manera que me quedé como estaba, estudiando la pista que se vaciaba poco a poco.
-¿Vos te fijaste? -dijo Mauro.
-Sí.
-¿Vos te fijaste cómo se parecía?
No le contesté, el alivio pesaba más que la lástima. Estaba de este lado, el pobre estaba de este lado y no alcanzaba ya a creer lo que habíamos sabido juntos. Lo vi levantarse y caminar por la pista con paso de borracho, buscando a la mujer que se parecía a Celina. Yo me estuve quieto, fumándome un rubio sin apuro, mirándolo ir y venir sabiendo que perdía su tiempo, que volvería agobiado y sediento sin haber encontrado las puertas del cielo entre ese humo y esa gente.
Un lugar donde poner cosas que me interesan que a su vez me gusta compartir, mucho humor ya que la vida es para disfrutar con una sonrisa, y también importante información sobre el cambio en nuestra querida América. Si alguien quiere informarme de algo, me pueden escribir a danielperi@live.com.ar
martes, noviembre 17, 2009
Las puertas del cielo
¿Se podrá cambiar el sistema ?
Somos nosotros los que mantenemos este sistema cumpliendo un contrato que jamás nos hemos parado a pensar.
En grandes líneas, éste es su contenido:
CLÁUSULA 1ª:
Yo acepto la búsqueda del confort como el fin supremo de la humanidad, y la acumulación de riquezas como el mayor logro en nuestra vida.
Cuanto más infeliz sea, más consumiré, y así contribuiré al buen funcionamiento del sistema.
CLÁUSULA 2ª:
Yo acepto que la investigación relacionada con mi salud esté en manos de empresas cuya única motivación es generar beneficios.
No me preocupa que las farmacéuticas financien los congresos de medicina y que controlen así la información que les llega a mis médicos.
Confío en la industria farmacéutica, y en gente como Donald Rumsfeld, accionista y ex presidente de la farmacéutica que desarrolló el Tamiflú. No creo que sean capaces de crear virus como el de la gripe A para forrarse.
CLÁUSULA 3ª:
Yo acepto dejar mi salario a los bancos para que ellos lo inviertan en aquellas actividades que más dinero generen, independientemente de su moralidad o de su impacto ambiental.
Asumo que las inversiones más lucrativas son las que explotan a los ciudadanos de los países en desarrollo y respaldo por completo estas actuaciones.
CLÁUSULA 4ª:
Yo acepto que las autoridades guarden todos los datos sobre mí que tengan. Confío en ellos y no me importa llevar DNI con microchip, ni dar mi huella ocular al entrar en otro país, ni tener que enseñar el contenido de mi ordenador en aeropuertos.
CLAÚSULA 5ª:
Yo acepto los paraísos fiscales para que ricos y delincuentes no paguen los impuestos que yo sí pago.
CLÁUSULA 6ª:
Yo acepto que los bancos internacionales presten mi dinero a países que quieren armarse para ir a la guerra, y que puedan elegir dónde se libran las guerras.
Soy consciente de que lo mejor es financiar a ambos bandos para que el conflicto dure el mayor tiempo posible, no sólo para ganar más dinero sino para luego puedan hacerse con sus recursos cuando no puedan devolver los créditos.
CLÁUSULA 7ª:
Yo acepto que la publicidad me cuente mentiras y que me haga desear cosas, que cuando consigo, me aportan poco.
CLÁUSULA 8ª:
Yo acepto que se guarden todos mis e-mails durante 5 años aunque yo los borre. Y que empresas como Yahoo den acceso a las cuentas a las autoridades chinas, permitiendo así detener a disidentes.
Yo acepto la última tecnología descubierta que permite que los móviles puedan retransmitir lo que oyen aun cuando su dueño lo haya apagado. (Ojo: para evitarlo, quitad la batería)
CLAÚSULA 9ª:
Yo acepto que el poder esté en manos de las personas más ambiciosas y con menos escrúpulos.
CLÁUSULA 10ª:
CLÁUSULA 11ª:
Yo acepto que los medios de comunicación estén concentrados en las manos de grandes poderes económicos, puesto que sé que harán un buen uso de ellos. Acepto creerme sólo lo que los medios dicen y pensar que lo que se dice fuera de ellos son bulos para gente inculta y crédula. Yo acepto esta matriz en la que me han colocado para que no pueda ver la realidad de las cosas. Sé que lo hacen por mi bien.
CLÁUSULA 12ª:
Yo acepto que las noticias recopilen lo peor que ha pasado en el planeta ese día, para que me sienta impotente y piense que no hay nada que hacer.
Sé que alimentar el miedo, la rabia y la desesperación es lo mejor que pueden hacer por nosotros porque creer que se puede cambiar algo es peligroso.
CLÁUSULA 13ª:
Yo acepto las versiones de los acontecimientos que me dan los medios y apoyo todas las divisiones entre seres humanos que me quieran contar los gobiernos.
De esta forma podré focalizar mi cólera hacia los enemigos diseñados por ellos, y no me opondré a acciones bélicas que respondan a intereses político-ecónómicos
CLÁUSULA14ª:
Yo acepto que se condene a muerte al prójimo, y se nos aliente a acabar con él, siempre que su gobierno haya sido declarado por el nuestro como su enemigo.
CLÁUSULA 15ª:
Yo acepto que se desechen toneladas de comida para que no bajen los precios internacionales. Me parece mejor que ofrecérselos a los cientos de miles de personas mueren de hambre cada año.
CLÁUSULA 16ª:
Me parece bien que haya países como Haití, donde a falta de otra cosa, comen galletas hechas con tierra. Como todos somos egoístas, estoy convencido de que en el fondo todos estamos de acuerdo con esta situación
CLÁUSULA 17ª:
Yo acepto que…la felicidad es confort. El amor es sexo Y la libertad es tener dinero para poder satisfacer todos mis deseos.
CLÁUSULA 18ª:
Yo acepto que se hagan guerras por motivaciones económicas como el petróleo, reactivar la economía o dar salida a los stocks de armas obsoletas.
Hay que hacer lo que sea para mantener el sistema en marcha, porque es sin duda el mejor de los posibles.
CLÁUSULA 19ª:
Yo acepto comer carne bovina tratada con hormonas sin que exista obligación legal de indicarlo en ninguna etiqueta.
Yo acepto servir de cobaya y comer carne de animales engordados con piensos transgénicos, para comprobar si aparece alguna anomalía en nuestra especie a largo plazo.
CLÁUSULA 20ª:
CLÁUSULA 21ª:
Yo acepto que los transgénicos se expandan por todo el planeta, y que las multinacionales agroalimentarias que patentan seres vivos acumulen ingentes dividendos por ellos y controlen la agricultura mundial.
Estoy convencido de que es moral especular con el precio de los alimentos, como se ha hecho con la vivienda, porque el sistema de mercado garantiza que los recursos se distribuyan de forma eficiente.
CLÁUSULA 22ª:
Yo acepto pagar el precio más bajo posible por la carne de los animales que compro, por lo que me parece bien que los traten mal, con tal de abaratar su carne.
Al fin y al cabo somos una especie superior.
En consecuencia, si viniese otra especie superior de otro planeta, me parecería lógico que hiciesen lo mismo con nosotros.
CLÁUSULA 23ª:
Yo acepto la política de «revolting doors» (puertas giratorias). Sé que los directivos de organismos internacionales como la OMS, la OIT, el FMI y el Banco Mundial son ex- empleados de grandes corporaciones, que saben que «portándose bien» volverán a esas corporaciones al año siguiente ganando cantidades astronómicas.
CLÁUSULA 24ª:
Yo acepto la hegemonía del petróleo en la economía, a pesar de ser una energía costosa y contaminante, y estoy de acuerdo en impedir cualquier tentativa de sustitución, puesto que la implantación de los métodos de energía libre ya descubiertos y silenciados serían una catástrofe para el sistema.
CLÁUSULA 25ª:
Yo acepto que el valor de una persona dependa de su capacidad para generar dinero y de si aparece o no en la tele.
Tomaré como mis referentes personales las personas que aparecen en la televisión, e intentaré ser como ellos.
CLÁUSULA 26ª:
Yo acepto que se paguen fortunas a jugadores de fútbol y a actores, para convertirlos en nuestros modelos a imitar.
Me parece totalmente lógico que se pague muy poco a los profesores que se encargan de formar a las generaciones futuras.
CLÁUSULA 27ª:
Yo acepto que las multinacionales no apliquen las conquistas sociales de occidente en los países desfavorecidos. Apoyo que haya niños trabajando, con tal de que los productos que compro tengan el precio más bajo posible.
CLÁUSULA 28ª:
Yo acepto que los mayores sean considerados un estorbo y no sean nunca nuestro modelo, puesto que como civilización más avanzada del planeta (y del universo, ya que es imposible que existan más) sabemos que la experiencia no tiene ningún valor.
CLÁUSULA 29ª:
Yo acepto la competencia como base de nuestro sistema, aun cuando soy consciente de que este funcionamiento engendra frustración y cólera para la mayoría.
Sustituir la competencia por la colaboración sería un error.
CLÁUSULA 30ª:
Yo acepto usar aquello más valioso que tengo, mi tiempo, en hacer un trabajo que no me gusta, para poder comprar muchas cosas con las que evadirme de esta vida tan vacía que llevo.
CLÁUSULA 31ª:
Yo acepto la destrucción de los bosques y la desaparición de especies naturales. Me parece lógico contaminar y dispersar al aire venenos químicos, así como enterrar residuos radioactivos que no estarían a salvo de un gran terremoto.
CLÁUSULA 32ª:
Aunque nuestra historia está plagada de conspiraciones políticas y políticos ambiciosos, yo acepto que ahora todo ha cambiado y que nuestros dirigentes sólo buscan nuestro bien. Las organizaciones secretas de políticos y grandes magnates como el club Bilderberg, la Trilateral o el Comité de los 300 no existen y nadie está intentando establecer un gobierno mundial a través de los organismos internacionales.
CLÁUSULA 33ª:
Yo acepto que el sistema actual es el mejor de los posibles. Se ha pasado la época de los grandes ideales. En el mundo deben mandar las personas sensatas y realistas que cuidan por mantener el sistema. Tengo miedo de que las cosas cambien porque los soñadores sólo traen problemas e inestabilidad.
CLÁUSULA 34ª:
Yo acepto esta situación y admito que ni yo ni nadie puede hacer nada para cambiarla.
CLÁUSULA 35ª:
Yo acepto incluso defender este contrato con mi vida, puesto que tengo miedo al cambio.
CLÁUSULA 36ª:
Yo acepto ser una pieza de un sistema, adaptarme a él y enseñar a mis hijos a adaptarse a él.
Mi prioridad es mantenerme en el sistema y nunca me cuestionaré si me permite o no ser feliz.
Estarás pensando que son temas demasiado grandes y que no puedes hacer nada… pero realmente tenemos todo el poder porque somos nosotros los que estamos manteniendo este sistema. En este mundo movido por el dinero, cada gasto que haces es un voto por mantener el sistema o cambiarlo.
Para cada uno de los problemas expuestos hay iniciativas en curso.
sin tener que cambiar de vida, podemos reorientar nuestros gastos hacia las iniciativas que corrigen estos problemas.
Antes o después, el cambio es inevitable. Sólo podemos elegir entre hacerlo pronto y no sufrir o hacerlo más tarde sufriendo. Antes o después, el cambio es inevitable. sólo podemos elegir entre hacerlo pronto y no sufrir o hacerlo más tarde sufriendo.
Tu otro yo.
lunes, noviembre 16, 2009
La conspiracion es un sueño eterno.
Yo no creo que haya un afán de acabar con el gobierno. No creo en esas especulaciones que sugieren un acoso de derecha y de izquierda tendientes a socavar a la presidenta, y a encarcelar a su marido en la antigua prisión de Ushuaia y sin calefacción ni una ventana por donde asomarse entre las rejas. No se me ocurre que haya fuerzas abocadas a provocar el colapso y el golpe, o una retirada en helicóptero.
Tampoco se me ocurre que haya nostalgias de aquella matanza de diciembre y del corralito; ni que haya gente evocativa de bonos y patacones que crea que si el Indec les dice exactamente a cuánto compran el Malbec con roble en la góndola de Patio Bullrich sienten que recobran la honra ultrajada de la patria.
No creo en que Elisa Carrió mienta sagradamente cuando dice que hay que temer a Noviembre porque es una emboscada, ya que ella está en la Argentina para salvarla. Ni puedo pensar que los opositores están impacientes y dos años más no se aguantan. Cobos se contiene furtivamente en su mejor estilo.
Además están los grandes medios y sus mejores empleados periodistas apaciguando espíritus. Y dándole a los conflictos la temperatura prudente que merecen. Diarios y noticieros demuestran una comprensión democrática y una objetividad descriptiva. Sin ellos las audiencias serían influenciadas por un optimismo ingenuo. Los medios no exageran los crímenes, no exageran los pronósticos de crisis y no instigan a la gente decente a enfrentarse con los piqueteros y viceversa.Y es una suerte que los famosos de la televisión, atosigados de dinero y de fama, sean generosos con los ciudadanos que les proveen de esos bienes, y los exciten a reclamar por sus vidas amenazadas por la matanza masiva. Y por la aniquilación que asuela nuestras calles sin ley ni justicia.
Tampoco creo que los cardenales y obispos prefieran a otro tipo de gobierno, que se arrodille ante el Tedeum del 25 de Mayo, que haga recobrar el prestigio a los sacerdotes castrenses y que descarte para siempre esos pecados mortales de casar a los gays y a cualquiera que tenga un sexo desviado del sentido divino.
No desconfío de las cámaras empresarias de medios y de negocios audiovisuales concentrados porque están de acuerdo en que el gobierno reavive el papel de los sindicatos y las paritarias y el de las organizaciones sociales.
Y menos voy a sospechar de que los que profesan ese 2 % de la izquierda , y a quienes ya no les basta el brazo izquierdo sino que sienten que la izquierda es la ubicación de la Utopía extrema, sea tan –cómo decir- ilusa de desear que el Gobierno cese. La izquierda es inteligente: se inspira en Mao y en Trotsky, nada menos, y no va a ser tan otaria de creerse que en el derrumbe va a ser la beneficiaria. No se le va a ocurrir pensar que si ahora tácticamente acompaña a la derecha en el afán de destrucción en combo ideológico, después la derecha le va a dar el ministerio de trabajo y el de desarrollo social y la va a consultar a ver si los trabajadores de Kraft y del subte reciben el cincuenta por ciento y el doble aguinaldo y guartderías vip para los hijos. O si a los docentes los ubica en los niveles de los países nórdicos, y a la mitad de las reservas del banco Central la reparte entre el campesinado, el proletariado y los pueblos originarios. Y expulsa a las corporaciones expoliadoras, alentando la revolución permanente con la avanzada popular de las caceroleras de barrio Parque y la Mesa de Enlace.
No quisiera creer que la ansiedad destituyente está en marcha. Lo que está en marcha es la eterna tilinguería, la desmemoria y la hegemonía mediática. A la conspiración se le hace agua la boca pero no le llega el bocado. Afortunadamente hay una oposición sensata que acompaña.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 13 de noviembre de 2009 en Radio del Plata.
domingo, noviembre 15, 2009
Jose Marti.
A modo de introducción
José Martí, (28 de enero de 1853-19 de mayo de 1895), Héroe Nacional de Cuba y figura mayor de la historia, las letras y la cultura hispanoamericanas. Estudio en España Derecho y Filosofía y Letras. El Pueblo de Cuba le llama Apóstol y Maestro.
Pensador de talla universal, contribuyó con sus textos al surgimiento de un nuevo lenguaje en la literatura, y con su genio y acción política, devino continuador del pensamiento de Bolívar, Juárez y otros próceres latinoamericanos.
Fundador del Partido Revolucionario Cubano (1892), organizó la "guerra necesaria" para liberar a su patria del colonialismo español y convocó a los pueblos de "Nuestra América" a conquistar su "segunda -independencia", ante el inminente expansionismo del emergente imperialismo de Estados Unidos.
Poco se conoce sobre el quehacer diplomático de José Martí, limitado a su desempeño consular y a su participación como delegado a la Conferencia Monetaria de 1891. Sin embargo, en el proyecto político independentista por él diseñado quedó su impronta diplomática
En su condición de delegado del Partido Revolucionario Cubano puso en práctica su concepción de política exterior que, basada en el latinoamericanismo y el antimperialismo, no limitaba su desempeño al establecimiento de nexos con los gobiernos y las extendía a los pueblos
En diciembre de 1889, Martí pronunció un discurso conocido como Madre América, que constituye todo un proyecto de política exterior, donde fija los principios que debían regir las relaciones interamericanas y la unidad de nuestros pueblos como fuerza imprescindible para frenar y enfrentar la conquista de América Latina por los Estados Unidos.
Un día antes de su caída en combate, escribió, en carta inconclusa a su entrañable amigo mexicano Manuel Mercado, esclarecedoras e impresionantes revelaciones, que han devenido su testamento político.Semblanza
De donde crece la palma
Primogénito de modestos inmigrantes, José Martí, sin renegar nunca de su raíz hispánica, se sintió fruto de Cuba, la tierra que lo vio nacer. Siendo todavía un niño, los espectáculos cruentos de la esclavitud lo hicieron pronunciar un juramento: "lavar con su vida el crimen". Al despuntar su adolescencia, era ya un luchador contra el colonialismo, que lo condenó a trabajo forzado, con cadena y grillete al pie, en un presidio político cuyos horrores denunciaría y en el que forjó paradójicamente, su libertad espiritual, su ética militante, con la que llegó a predicar una guerra de liberación "necesaria", pero "sin odio".
Su destierro en Madrid y Zaragoza, donde hizo estudios, le confirmó, por un lado, su vinculación con el espíritu rebelde del pueblo de España y por otro, que nada podía esperar Cuba de sus gobiernos, monárquicos o republicanos. Su peregrinación por México, Guatemala y Venezuela le hizo experimentar los problemas de las nuevas repúblicas todavía lastradas por vicios coloniales. Su estancia de cerca de quince años en Estados Unidos le permitió conocer a fondo los grandes creadores de la cultura, los méritos y peligros de su sistema social, las características de su pueblo y la tendencia imperialista creciente de su gobierno.
Este periplo vital quedó expresado en una obra literaria y periodística de primera magnitud, que adquirió su definitivo impulso a partir del viaje de Martí a Venezuela en 1881. El orador del discurso en el Club de Comercio de Caracas, el editorialista de la Revista Venezolana, el poeta de Ismaelillo, el autor del Prólogo al Poema del Niágara de Juan Antonio Pérez Bonalde, es ya el iniciador de una nueva literatura hispanoamericana que va a tener un Rubén Darío –quien al caer Martí en Dos Ríos lo llamó "Maestro"– su cabeza más visible.
No se dedicó Martí, sin embargo –y esa es otra lección de la parábola de su vida– a labrarse un renombre literario, sino que puso podo su genio verbal, como orador y como periodista, al servicio de la causa de Cuba y de la que llamara, en páginas memorables, "Nuestra América", a cuya concientización dedicó el testimonio de sus Escenas Norteamericanas.
Vida toda ella dominada por la eticidad, por el sentido del deber y el sacrificio, cuando José Martí proclama el Partido Revolucionario Cubano, el 10 de abril de 1892 en Nueva York, los humildes emigrados en la Florida ya empezaban a llamarlo con un apelativo –el Apóstol– que significativamente rebasaba los marcos políticos habituales.
A partir de aquella proclamación precedida por un discurso fundador del nuevo proyecto República –"Con todos, y para el bien de todos", pronunciado en el Liceo de Tampa el 26 de noviembre de 1891–, la actividad revolucionaria de Martí alcanza una intensidad sobrecogedora, reflejada en sus discursos, en sus artículos en el periódico Patria, en su epistolario y en sus viajes incesantes, incluyendo los que tuvo que hacer para asegurar la incorporación de los dos generales más prestigiosos de la Guerra de los Diez Años: Máximo Gómez, elegido General en Jefe del Ejército Libertador, y Antonio Maceo.
En el citado discurso Martí había dicho: "O la República tiene por base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar con sus manos y pensar por sí propio, el ejercicio íntegro de sí y el respeto, como de honor de familia, al ejercicio íntegro de los demás: la pasión, en fin, por el decoro del hombre, o la República no vale una lágrima de nuestras mujeres ni una sola gota de sangre de nuestros bravos".
Principios de esta fecundidad aparecen en los documentos que debieron inspirar, al término de la guerra, la república martiana, tales como el artículo Nuestras ideas, Manifiesto de Montecristi y las últimas cartas a Federico Henríquez y Carvajal y a Manuel Mercado. Según éstos y muchos otros textos, la República sería una democracia integral, sin privilegios de raza ni de clase, fundada en el disfrute equitativo de la riqueza y la cultura, y en reivindicación de las masas productoras.
Por otra parte, en la citada carta a su confidente mexicano, pocas horas antes de caer en combate, le escribió: "...ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo ánimos con qué realizarlo". Ese deber consistía para Martí en impedir a tiempo, al independizarse Cuba de España, que un nuevo imperialismo se extendiera por las Antillas y cayera con mayor fuerza aún sobre las tierras de América.
Para eso, pues, y no sólo para liberar a Cuba de la colonia española, organizó José Martí la nueva guerra, en la que cayó, el 19 de mayo de 1895.
En lo hondo del pueblo la parábola martiana siguió manando lecciones y reclamos, pues como le dijo también a Mercado: "Sé desaparecer, pero no desaparecerá mi pensamiento".
Su mayor gloria está en que supo hablar a los pobres y a los niños, en que supo vivir y morir por ellos. Seguirá, por consiguiente, iluminándolos con su ejemplo, ya que su obra en la tierra que lo vio nacer, en la tierra toda, no tiene fin.
Cintio Vitier
Cronología
1884
Mayo: Se hace cargo interinamente del Consulado del Uruguay en Nueva York.
Octubre 10: Renuncia al cargo de Cónsul General del Uruguay, para dedicarse a sus actividades revolucionarias.
1887
Abril 16: Trabajando ya como Vicecónsul, es nombrado nuevamente Cónsul del Uruguay en Nueva York. Se hace cargo del consulado el 7 de mayo.
1890
Julio 24: Es nombrado Cónsul de la Argentina en Nueva York.
Julio 30: Es nombrado Cónsul del Paraguay en Nueva York.
Diciembre 23: Es nombrado representante del Uruguay a la Comisión Monetaria Internacional Americana en Washington.
1891
Marzo 30: Lee, en español e inglés, su informe sobre "Bimetalismo" en la Comisión Monetaria Internacional Americana en Washington.
1892
Enero 5: Son aprobadas, en principio, las Bases del Partido Revolucionario Cubano, que incluyen el propósito de "establecer discretamente con los pueblos amigos relaciones que tiendan a acelerar, con la menor sangre y sacrificios posibles, el éxito de la guerra y la fundación de la nueva República indispensable al equilibrio americano".
Marzo 1ro: Ratifica su renuncia al cargo de Cónsul de Uruguay en Nueva York.
Marzo 5: Pronuncia un discurso de homenaje a Venezuela en la velada ofrecida por la Sociedad Literaria Hispano-Americana.
Marzo 14: Primera edición del periódico Patria, que funda y dirige.
Abril 8: Es elegido Delegado del Partido Revolucionario Cubano.
Mayo 13: Dirige una comunicación a los presidentes de los clubes del partido en Cayo Hueso, Florida, en la cual subraya el objetivo de "levantar en los países extranjeros el respeto y afecto a la Revolución, y cuantas fuentes de ayuda, privadas y oficiales, sea dable abrir".
Junio 12: Inicia las conversaciones políticas, organizadas por los cubanos de Nueva York con una conferencia en la cual aborda las relaciones de Cuba con Estados Unidos.
Julio 18: El Alcalde de Tampa lo invita a recorrer los lugares importantes de la ciudad junto a los generales Serafín Sánchez y Carlos Roloff.
Julio 19: Visita una tabaquería y se dirige a los obreros; a los trabajadores norteamericanos lo hace en inglés. Días después repite la acción en Ocala.
Julio 22: El comercio y las autoridades de la ciudad le ofrecen un banquete junto a sus acompañantes.
Julio 24: Sostiene encuentros con políticos y la prensa de San Agustín.
Agosto (d?): Viaja a Washington y presenta ante el gobierno una protesta, privada y extraoficial, por las violaciones de la correspondencia del partido; e intenta, con éxito, desviar la persecución que promueve el Ministro de España en Estados Unidos, argumentando los fines bélicos de la organización independentista.
Agosto 31: Inicia un recorrido por las Antillas.
Septiembre 7-9: Visita en Haití ciudades como Gonaives, Cabo Haitiano y Fort Liberté, de donde parte a Montecristi, República Dominicana.
Septiembre 18: Llega a Santo Domingo, donde conoce a los hermanos Henríquez y Carvajal.
Septiembre 19: Es recibido por Ignacio M. González, ministro de Relaciones Exteriores. Otros Ministros le ofrecen cartas para el viaje de regreso.
1893
Enero 5: Informa al Cuerpo de Consejo de Nueva York acerca de la labor realizada en el extranjero y de la unificación y concordia de todas las emigraciones.
Abril 10: Es reelegido Delegado del Partido Revolucionario Cubano.
Abril 26: Asiste a la fundación de la Liga Cubanoamericana de Filadelfia, en la cual se unen antillanos y estadounidenses.
Mayo 25: Inicia otro recorrido por República Dominicana y Haití, desde donde parte hacia Centroamérica.
Junio (d?): Se encuentra en Panamá.
Julio 1ro: Se encuentra en San José, donde se entrevista en varias oportunidades con el general Antonio Maceo. Pío Víquez saluda la llegada de Martí, "ese enérgico luchador americano, por el triunfo del derecho democrático y la cultura nacional de los pueblos de América", a través de la sección editorial de El heraldo de Costa Rica, el cual es director.
Julio 7: Dicta la conferencia "El porvenir de América y las poderosas influencias extranjeras bajo las cuales se desenvuelven y crecen los pueblos latinoamericanos", en la Escuela de Derecho de San José, a solicitud de la Asociación de Estudiantes.
Agosto (d?): Valora la posibilidad, sin ejecutar el proyecto, de viajar a Francia a solicitud de Ramón E. Betances.
Septiembre 14: El Ministro Plenipotenciario de Argentina en Estados Unidos, Cevallos, le solicita que dirija las traducciones de documentos vinculados al arbitraje del presidente Cleveland en el conflicto de aquella nación y Brasil por el territorio de Misiones.
Octubre 5: En una recepción en su honor ofrecida en Filadelfia, interviene ante invitados cubanos y norteamericanos sobre el peligroso desconocimiento que existe en Estados Unidos acerca de los méritos y sacrificios de los pueblos de América latina.
Octubre 28: Pronuncia un discurso de homenaje a Bolívar, donde subraya el esfuerzo integrador del Libertador, durante la velada que ofrece la Sociedad Literaria Hispano-Americana.
Diciembre 10-24: Recorre el estado de la Florida: Tampa, Cayo Hueso, Ibor City, Ocala y Jacksonville.
1894
Enero 3: Recibe las primeras noticias acerca del conflicto que tiene lugar en Cayo Hueso.
Enero (d?): Solicita al abogado norteamericano Horatio S. Rubens que asuma la defensa de los trabajadores cubanos ante la violación de leyes migratorias y de contrata por autoridades españolas y norteamericanas La Habana y el Cayo.
Enero (d?): Visita Washington y entrega "un informe íntimo, que no debía ser ineficaz para Gresham (secretario de Estado), y me he estado callado en Nueva York evitando toda publicidad".
Enero 27: Publica en Patria un artículo en el cual analiza los sucesos del Cayo y denuncia el contubernio entre españoles y estadounidenses. Una versión en inglés,"To Cuba", es distribuida como suplemento.
Marzo 3-10: Probable visita a Washington para apoyar a Rubens.
Abril 10: Es reelegido por unanimidad Delegado del Partido Revolucionario Cubano.
Abril 13: El Ministro de Relaciones Exteriores de Argentina le expresa por escrito el agradecimiento de su gobierno por haber declinado la aceptación de honorarios por los servicios prestados a su Legación de ese país en Washington durante el pleito con Brasil por el territorio de Misiones, lo cual le será comunicado por Cevallos el día 29 de mayo.
Abril 17: Publica en Patria un artículo donde precisa: "En el fiel de América están las Antillas, que serían, si esclavas, mero pontón de la guerra de una república imperial contra el mundo celoso y superior que se prepara ya a negarle el poder (...) Un error en Cuba es un error en la humanidad moderna. Quien se levanta hoy en Cuba, se levanta parta todos los tiempos."
Junio 5-18: Permanece en Costa Rica.
Junio 21-22: Permanece en Panamá.
Junio 24: Llega a jamaica, de donde parte a Nueva York.
Julio 18: Llega a la capital de México.
Julio 23: Solicita una entrevista con el presidente Porfirio Díaz, para tratar sobre la independencia de Cuba y su significación para el continente. Concedida para el día 26 no le es posible asistir por encontrarse en Veracruz.
Julio 27: Reitera su solicitud al general Díaz.
Agosto 1ro. (d?): Se entrevista con el Presidente de México.
Noviembre 19: El Vicepresidente del Paraguay le expresa el agradecimiento del gobierno por su labor como Cónsul en Nueva York.
1895
Enero 10-25: Está inmerso en la dirección de las maniobras para recuperar el material de guerra embargado por el gobierno de Estados Unidos, tras el fracaso del Plan de Fernandina.
Enero 29: Emite la orden de alzamiento junto a Enrique Collazo y José María Rodríguez.
Enero 30: Parte de Nueva York.
Febrero 7: Luego de pasar por Fortune Island y Cabo Haitiano, es recibido en Montecristi por el general Gómez.
Marzo 25: Redacta el Manifiesto de Montecristi en acuerdo con el general Gómez. Escribe a Federico Henríquez y Carvajal en relación con las Antillas libres: "Hagamos sobre la mar, a sangre y a cariño, lo que por el fondo de la mar hace la cordillera de fuego andino".
Abril 1ro: Parten junto a otros expedicionarios a bordo de una goleta que los lleva a Gran Iguana.
Abril 5: El Cónsul de Haití en Gran Iguana les facilita pasaportes con nombres falsos y abordan el carguero alemán Nordstrand.
Abril 11: Atracan en el puerto de Matheu Town, donde culminan los preparativos. El Cónsul de Estados Unidos denuncia su presencia a las autoridades inglesas y estas envían desde Nassau el carguero Partridge para apresarlos. El Nordstrand leva anclas rumbo a Jamaica y durante la noche se desvía de ruta, y se aproxima a la costa suroriental de Cuba, bajan un bote con el cual desembarcan en el lugar conocido como Playita.
Abril 15: El Consejo de Jefes y a proposición del general en jefe Máximo Gómez, es nombrado Mayor General del Ejército Libertador.
Abril 26: Firma con Gómez una circular a los jefes y oficiales en la que ordena castigar sumariamente a toda persona portadora de una proposición de paz o acuerdo "que no sea el reconocimiento de la independencia absoluta de Cuba".
Responde a Josepf Pulitzer, propietario de The York World, a quien dice no ve inconveniente en que Estados Unidos intervenga como árbitro o amigo oficioso en el conflicto cubano-español, "siempre que eso no suponga para la Isla de Cuba el sacrificio de su soberanía".
Abril 27: Escribe al Cónsul de Inglaterra en Guantánamo a fin de que haga llegar a Londres copia de informe pormenorizado acerca de las circunstancias en que muere un súbdito inglés durante el desembarco de una expedición.
Mayo 2: Recibe al corresponsal del periódico The New York Herald, George Eugene Bryson. Al concluir la entrevista inicia la redacción de la carta-manifiesto enviada al diario estadounidense.
Mayo 3: Concluye el documento dirigido al director del Herald y lo firma junto con Máximo Gómez.
Mayo 18: Comienza la carta inconclusa a Manuel Mercado, conocida como su testamento político, en la cual expone el propósito de "impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extienda por las Antillas los Estados Unidos, y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso".
Mayo 19: Muere combatiendo en Dos Ríos, contra las fuerzas superiores del coronel español José Ximénez de Sandoval. En Nueva York The New York Herald publica ese día el manifiesto enviado al editor, luego de alterar el texto. Según esa publicación, los líderes cubanos decían luchar para conquistar "la libertad que ofreceremos a los Estados Unidos".
1892-1895 tomado de "La Diplomacia del Delegado", Rolando González Patricio, Editora Política, La Habana, 1998.
"... el poder no es más que el respeto a todas las manifestaciones de la justicia"
Madrid, 15 de febrero de 1873
"La paz viene como necesaria consecuencia del trabajo: pero el trabajo no se alimenta cuando no puede tener la esperanza de realizar y mejorar sus productos."
Revista Universal, México
14 de julio de 1875.
"Un pueblo no es independiente cuando ha sacudido las cadenas de sus amos, empieza a serlo cuando se ha arrancado de su ser los vicios de la vencida esclavitud, y para patria y vivir nuevos, alza e informa conceptos de la vida radicalmente opuestos a la costumbre de servilismo pasado, a las memorias de debilidad y de lisonja que las dominaciones despóticas usan como elementos de dominio sobre los pueblos esclavos."
Revista Universal, México
25 de mayo de 1875.
"Es preferible el bien de muchos a la opulencia de pocos."
Revista Universal, México
12 de octubre de 1875.
"... por ley de historia, un perdón puede ser un error, pero una venganza es siempre una infelicidad. La conciliación es la ventura de los pueblos."
Revista Universal, México
7 de enero de 1876.
"En los pueblos libres el derecho ha de ser claro. En los pueblos dueños de sí mismos, el derecho ha de ser popular."
Guatemala, abril de 1877
"La riqueza exclusiva es injusta. Sea de muchos; no de los advenedizos, nuevas manos muertas, sino de los que honrada y laboriosamente la merezcan".
Folletos Guatemala, Editorial El Siglo,
México, 1878.
"La libertad cuesta muy cara, y es necesario, o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio".
Nueva York,
24 de enero de 1880.
".... es absolutamente cierto, con toda la honrada verdad de que es susceptible la palabra humana -con toda la escrupulosa exactitud de quien considera un crimen alimentar esperanzas políticas que no tienen razón de existir-por el placer mezquino de hacer triunfar la vanidad ridícula, o el interés sórdido -o de disimular-su capa de fáciles combate y cómodas oposiciones, inveteradas y reales flaquezas. Y así, si se cae, se cae con una hermosa compañía."
Cuadernos de Apuntes
(1880 - 1882)
"Los hombres políticos de estos tiempos han de tener dos épocas: la una, de derrumbe valeroso de la innecesario; la otra, de elaboración paciente de la sociedad futura con los residuos del derrumbe."
La Opinión Nacional, Caracas, Venezuela
17 de septiembre de 1881.
"La política es el arte de inventar un recurso a cada nuevo recurso de los contrarios, de convertir los reveses en fortuna; de adecuarse al momento presente, sin que la adecuación cueste el sacrificio, o la merma importante del ideal que se persigue; de cejar para tomar empuje; de caer sobre el enemigo, antes de que tenga sus ejércitos en fila, y su batalla preparada."
La Opinión Nacional, Caracas, Venezuela
17 de septiembre de 1881.
"La ciencia y las letras doman las pasiones que engendra la política. Tiempo es ya de que el afecto reemplace en la ley del mundo al odio."
La Opinión Nacional, Caracas, Venezuela
3 de octubre de 1881.
"... hacer de la política, no el arte de retener el gobierno, ni de dar a las naciones brillo pasajero, sino de estudiar sus necesidades reales, favorecer sus instintos, y tratar del aumento y amparo de sus haberes".
La Opinión Nacional, Caracas, Venezuela
13 de noviembre de 1881.
"Ni pueblos ni hombres han de ser medrosos que lleguen a tener miedo de sí mismos. En buena hora que la política sea artística, y pocas ciencias requieren tanto arte y mesura y estudio y buen gusto como ella. Pero ha de ser sincera."
La Opinión Nacional, Caracas, Venezuela
27 de enero de 1882
"... es hora ya de que las fuerzas de construcción venzan en la colosal batalla humana a las fuerzas de la destrucción. La guerra, que era antes el primero de los recursos, es ya hoy el último de ellos: mañana será un crimen."
La Opinión Nacional, Caracas, Venezuela
27 de enero de 1882.
"Ni la política ha de ser arte de escarceos, retazos y tráficos, ni es digno de confianza de su país el que mira más a parecer bien a sus adversarios -por sus seguridad y gloria de hombre hábil-que a intentar y realizar todas las mejoras que crea beneficiosas a su pueblo."
La Opinión Nacional, Caracas, Venezuela
22 de febrero de 1882.
"es adagio que río que crece de súbito, crece con aguas turbias. Y el torrente estruendoso deslumbra, se despeña, salta, devasta,-- más no hace buenas las tierras comarcanas, como el agua serena del arroyo. El azar, como Saturno, devora a sus hijos. Los hijos de Ceres y de Jano, de la agricultura y la paz, duran más que los hijos de Saturno."
La Opinión Nacional, Caracas, Venezuela
7 de marzo de 1882.
"Se abren campañas por la libertad política; debieran abrirse con mayor vigor por la libertad espiritual; por la acomodación del hombre a la tierra en que ha de vivir."
La América, Nueva York
Noviembre de 1884.
"Contra la razón augusta, nada. Sobre el deber de dar empleo a las fuerzas que puso en la mente la naturaleza, nada. Ni rey sobre el derecho político, ni rey sobre la conciencia. Por encima del hombre, sólo el cielo."
La Nación, Buenos Aires, Argentina
12 de junio de 1885.
"... todo hombre está obligado a honrar con su conducta privada, tanto como con la pública, a su patria".
Nueva York,
23 de junio de 1885.
"En plegar y moldear está el arte político. Sólo en las ideas esenciales de dignidad y libertad se debe ser espinudo, como un erizo, y recto, como un pino."
La Nación, Buenos Aires, Argentina
26 de julio de 1885.
"Pues no tiene la capacidad de gobernar con justicia, y no debe gobernar el que no tiene la capacidad de convencer."
La Nación, buenos Aires, Argentina
26 de junio de 1886.
"Urge ya, en estos tiempos de política de mostrador, dejar de avergonzarse de ser honrado . (...) La política virtuosa es la única útil y durable."
La Nación, Buenos Aires, Argentina
19 de septiembre de 1887.
"Se pelea mientras hay por qué, ya que puso la Naturaleza la necesidad justicia en unas almas, y en otras la de desconocerla y ofenderla. Mientras la justicia no está conseguida, se pelea."
La Nación, Buenos Aires, Argentina
3 de octubre de 1888.
"Política es eso: el arte de ir levantando hasta la justicia la humanidad injusta; de conciliar la fiera egoísta con el ángel generoso; de favorecer y de armonizar para el bien general, y con miras a la virtud, los intereses."
La Nación, Buenos aires, Argentina,
2 de noviembre de 1888.
"¡ A la política se le han de levantar las sábanas ¡ No vale celebrar a ciegas, ni censurar porque sí; sino estudiar con desinterés, y ver dónde están las llagas públicas, y ver dónde las del carácter. Un escritor ha de ser un salvador."
La Nación, Buenos Aires, Argentina
10 de diciembre de 1888.
"Atenida a los justo en tiempo el que no quiere que lo justo lo devore."
La Opinión Pública, Montevideo, Uruguay
Junio de 1889.
"... el mundo es un templo hermoso, donde caben en paz los hombres todos de la tierra, porque todos han querido conocer la verdad, y han escrito en sus libros que es útil ser bueno, y han padecido y peleado por ser libres, libres en su tierra, libres en el pensamiento."
Revista La Edad de Oro, No. 4
Octubre de 1889.
"La política es bella, aunque parezca fea por lo que se le entra del interés inevitable; y su beldad está en la fatiga difícil y dolorosa de los hombres en virtud por tener la república a salvo de los que negocian con la santidad de sus oficios."
La Nación, Buenos aires, Argentina
24 de diciembre de 1890.
"La América ha de promover todo lo que acerque a los pueblos, y de abominar todo lo que los aparte. En esto, como en todos los problemas humanos, el prevenir es de la paz."
Del informe leído como Delegado por el Uruguay,
en la Conferencia Monetaria Internacional Americana,
celebrada en Washington, el 30 de marzo de 1891.
"La política no es la ciencia de las formas, aunque sea esto en mucho; sino el arte de fundir en actividad pacífica los elementos, heterogéneos u hostiles, de la nación; y lo primero es conocer al dedillo a estos elementos, para no intentar nada que haya de chocar contra ellos, e irles acomodando gradualmente aquellas novedades foráneas que fuesen de posible y útil acomodo."
El Partido Liberal, México
25 de noviembre de 1891.
"En la mejilla ha de sentir todo hombre verdadero el golpe que reciba cualquier mejilla de hombre."
Tampa, La Florida,
26 de noviembre de 1891.
"Estrategia es política. Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es la salud; pero con un solo pecho y una sola mente. ¡Bajarse hasta los infelices y alzarlos en los brazos !"
El Partido Liberal, México
30 de noviembre de 1891.
"Cesen los soberbios y cesará la necesidad de levantar a los humildes."
Patria, Nueva York
3 de abril de 1892.
"... mis políticas son así, dejar la idea honrada al cuidado de la honradez de los hombres."
Carta a José Dolores Poyo
Abril de 1892
"La unidad de pensamiento, que de ningún modo quiere decir la servidumbre de la opinión, es sin duda condición indispensable del éxito de todo programa político."
Patria, Nueva York
30 de abril de 1892.
"A un plan obedece nuestro enemigo: de enconarnos, dispensarnos, dividirnos, ahogarnos. Por eso obedecemos nosotros a otro plan: enseñarnos en toda nuestra altura, apretarnos, juntarnos, burlarlo, hacer por fin a nuestra patria libre. Plan contra plan."
Patria, Nueva York.
11 de junio de 1892.
"Mucho daño hacer en este mundo la cobardía; mucho la indeción; mucho la lírica gubernamental, y la política importada."
Patria, Nueva York.
14 de enero de 1893.
"Las diferencias políticas no dan derecho, entre hombres corteses y leales, a la inversión, o admisión indiscreta, y publicación voluntaria, de noticias falsas."
Carta a José Arturo Cuyas
6 de septiembre de 1893
"La justicia, la igualdad del mérito, el trato respetuoso del hombre, la igualdad plena del derecho: eso es la revolución."
Patria, Nueva York
31 de marzo de 1894.
"Hay que andarse con tiento en eso de cantar victorias diplomáticas sobre otra nación, porque el cacareo puede deshacer lo que ha logrado hacer la diplomacia."
El Partido Liberal, México
12 de mayo de 1892.
"Ha de haber dos corrientes de diplomacia, con un solo espíritu; la una, para con el gobierno, a fin de tener siempre los ánimos obligados a entrar por la salida decorosa que se ha de tener pronta a todo caso probable de conflicto; la otra, para con la masa del país, a fin de ir destruyendo en ella la falta de respeto y conocimiento que hace el conflicto demasiado fácil."
(1886)
Amistad
"Cuando se sirve bien a la patria, se tienen en todas partes muchos amigos viejos."
"El mundo es fuerte y bello por los amigos."
"Vale más vivir sin amigos, que vivir con enemigos."
"La amistad es tan hermosa como el amor; es el amor mismo, desprovisto de las encantadoras volubilidades de la mujer."…
..."no hay más goces reales en el mundo que el amor fiel de la casa, y la amistad en los pocos hombres buenos."
"No nos maltraten, y no se les maltratará. Respeten, y se les respetará. Al acero responde el acero, y la amistad a la amistad."
- Para todas las penas, la amistad es remedio seguro."
Amor
"Amor no es más que el modo de crecer."
…"el amor , administrado por la vigilancia, es el único modo seguro de felicidad y gobierno entre los hombres…"
"Amor es delicadeza, esperanza fina, merecimiento, y respeto."
…"el amor llenará al cabo el pecho de los hombres…"
"Ámese al hombre entusiasta y desinteresado."
"¡Con el amor renace la esperanza!"
"El cubano es capaz del amor, que hace perdurable la libertad."
"De amar las glorias pasadas, se sacan fuerzas para adquirir las glorias nuevas."
…"Es bueno el que ama, y él sólo es bueno: y el que no ama, no lo es."
"Se aborrece a los viles, y se ama, con las entrañas toda, a los hombres pudorosos y bravos."
"La única ley de la autoridad es el amor."
Deber
"Debe hacerse en cada momento, lo que en cada momento es necesario."
"Adivinar es un deber de los que pretenden dirigir."
"El deber ha de cumplirse sencilla y naturalmente."
…"el verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber…"
…"el primer deber de un hombre de estos días, es ser un hombre de su tiempo."
"El deber de un hombre está allí donde es más útil."
"El deber del hombre virtuoso no está sólo en el egoísmo de cultivar la virtud en sí, sino que falta a su deber el que descansa mientras la virtud no haya triunfado entre los hombres."
Honor
"El honor es la dicha y la fuerza."
"Honrar, honra."
"Sólo las virtudes producen en los pueblos un bienestar constante y serio."
"Si se es honrado y se nace pobre, no hay tiempo para ser sabio y ser rico."
Justicia
…"las palmas son novias que esperan: y hemos de poner la justicia tan alta como las palmas!"
"De la justicia no tienen nada que temer los pueblos, sino los que se resisten a ejercerla."
"Un principio justo, desde el fondo de una cueva, puede más que un ejército!"
"En la justicia no cabe demora: y el que dilata su cumplimiento, la vuelve contra sí."
"…las ideas justas, por sobre todo obstáculo y valla, llegan a logro."
"Una idea justa que aparece, vence."
"La justicia no menoscaba el valor; antes lo enaltece."
Juventud
" La actividad es el símbolo de la juventud."
"Cuando se es joven, se crea. Cuando se es inteligente, se produce. No se adapta, se innova: la medianía copia; la originalidad se atreve."
"Esta juventud entusiasta es bella. Tiene razón, pero aunque estuviera equivocada, la amaríamos."
"La juventud es feliz porque es ciega: esta ceguedad es su grandeza: esta inexperiencia es su sublime confianza. ¡ Cuán hermosa generación la de los jóvenes activos!
"La juventud debe ejercitar los derechos que ha de realizar y enseñar después."
"La juventud es la edad del crecimiento y del desarrollo, de la actividad, y de la viveza, de la imaginación y el ímpetu."
…"quien se alimenta de ideas jóvenes, vive siempre joven…"
…"si hay algo que ennoblezca a la juventud, es el miramiento y el respeto a los ancianos."
Libertad
"De hombres de sacrificio necesita la libertad: no de hombres que deshonren o mermen o abandonen a los que están prontos al sacrificio, al sacrificio racional y útil, al sacrificio de los de hoy, para la ventura de los de mañana."
"En América, la libertad es una vigorosa brotación".
"La libertad no muere jamás de las heridas que recibe. El puñal que la hiere lleva a sus venas nueva sangre."
"La libertad cuesta muy cara, y es necesario, o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio."
"La libertad de mi patria, quisiera verla surgir entre alas, no de entre charcas de sangre."
"Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía."
"La libertad política no estará asegurada, mientras no se asegure la libertad espiritual."
"La libertad obliga a la prudencia: los mutuos deberes al respeto."
"…nadie a la libertad tiene derecho, cuando no hace hábito y gala de respetar la libertad ajena."
"Sin aire, la tierra muere. Sin libertad, como sin aire propio y esencial, nada vive."
"…es la Libertad la esencia de la vida."
"Ni con lisonja, ni con la mentira, ni con el alboroto se ayuda verdaderamente a una obra justa."
Palabra
"Grande es la palabra cuando cabalga la razón."
"La palabra no es para encubrir la verdad, sino para decirla."
"Las palabras deshonran cuando no llevan detrás un corazón limpio y entero. Las Palabras están de más, cuando no fundan, cuando no esclarecen, cuando no atraen, cuando no añaden."
"La palabra sincera huye, como niña decorosa, de los comedores renales."
Patria
"De una patria, como de una madre, nacen hombres."
"Nuestra patria es una, empieza en el Río Grande, y va a parar en los montes fangosos de la Patagonia."
"Para mí la patria, no será nunca triunfo, sino agonía y deber."
"La patria necesita sacrificios. Es ara y no pedestal. Se la sirve, pero no se la toma para servirse de ella."
"La patria no es de nadie: y si es de alguien, será, y esto solo en espíritu, de quien la sirva con mayor desprendimiento e inteligencia."
"Patria es humanidad."
"La patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos, y no feudo ni capellanía de nadie."
"Quien piensa en sí, no ama a la patria."
"Solo sirve a la patria el que la obedece."
Pensamiento
"Me parece que me matan un hijo cada vez que privan a un hombre del derecho de pensar."
Pensar
"Pensar es prever".
"Pensar es servir."
Pueblo
"Los pueblos han de tener una picota para quien les azuza a odios inútiles; y otra para quien no les dice a tiempo la verdad."
"…no es que los hombres hacen los pueblos, sino que los pueblos, con su hora de génesis, suelen ponerse, vibrantes y triunfantes en un hombre."
Silencio
"El silencio es el pudor de los grandes caracteres."
Talento
"La ley del talento, como la de la dicha verdadera, es el desinterés."
"Se tiene el talento para honrarse con él, no para deshonrar a los demás."
Verdad
"La verdad no se razona; se reconoce, se siente y se ama."
"Si la verdad falta a su voz, la palabra, como un vano cohete, caerá apagada a tierra, en el silencio de la noche."
"Para verdades trabajamos, y no para sueños. Para libertar a los cubanos trabajamos, y no para acorralarlos."
Otros pensamientos .
No desearlo todo para sí; quitarse algo de sí para que toquen a igual parte todos, es valor que parece heroico, a juzgar por el escaso número de los que dan prueba de él."
"Un ambicioso, es un criminal."
"Un caudillo desinteresado, es una gala de los hombres y huésped eterno de la patria."
"…perdonar es vencer."
"Sólo el ejercicio general del derecho libra a los pueblos del dominio de los ambiciosos."
El que sabe desdeñar su vida, sabrá siempre honrarla.
El dolor es la sal de la gloria.
Todo hombre tiene un poco de león y quiere para sí en la vida la parte del león, que se queja de la opresión ajena pero apenas puede oprimir, oprime. Clama contra monopolio ajeno, pero apenas puede monopolizar, monopoliza. No en balde cuando el libro de los hebreos quería dar un nombre a un varón admirable, lo llamaba un justo. No desearlo todo para sí, quitarse algo de sí para que toque igual parte, todos, es valor que parece heroico. A juzgar por el escaso número de los que dan prueba de él.
Patria es humanidad, es aquella porción de la humanidad que vemos más cerca, y en que nos tocó nacer.
Todo está dicho ya pero las cosas, cada vez que son sinceras son nuevas.
...si en las cosas de mi patria me fuera dado preferir un bien a todos los demás, un bien fundamental que de todos los del país fuera base y principio, y sin el que de todos los del país fuera base y principio, y sin el que los demás bienes serian falaces e inseguros, ese sería el bien que yo prefiera, yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre.
Gobernar no es más que prever.
O la república tiene por base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar con sus manos y pensar por sí propio, el ejercicio integro de sí, el respeto, como de honor de familia, al ejercicio íntegro de los demás, la pasión, en fin, por el decoro del hombre, o la república no vale una lágrima de nuestra mujeres ni una sola gota de sangre de nuestros bravos.
La amistad indispensable, de Cuba y los Estados Unidos, requiere la demostración continua por los cubanos de su capacidad de crear, de organizar, de combinarse, de entender la libertad y defenderla, de entrar en la lengua y hábitos del norte con más facilidad y rápidez que los del norte en las civilizaciones ajenas.
...enseñar, que es lo más bello y honroso del mundo.
De una patria, como de una madre, nacen los hombres.
Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla, alcémonos para la república verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla, alcémonos para darles tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario, alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos, y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: con todos y para el bien de todos.
Para mí la patria, no será nunca triunfo sino agonía y deber.
El pueblo que quiera ser libre, sea libre en negocios.
La sangre de los buenos, no se vierte nunca en vano.
Honrar a la patria es una manera de pelear por ella...
Los Presidentes son para unir, no para dividir.
...los niños son la esperanza del mundo.
Ha de ser limpia la casa, y la conducta.
Los estudiantes que son el baluarte de la libertad...
Saber leer es saber andar. Saber escribir es saber ascender.
Lo justo, a veces por el modo de defenderlo, parece injusto;...
Los apasionados son los primogénitos del mundo.
...sin sonrisa de mujer no hay gloria completa de hombre.
Todas las grandes ideas tienen su gran Nazareno...
Culminan las montañas en pico y los pueblos en hombres.
Los hombres van en dos bandos: los que aman y fundan, y los que odian y deshacen.
Trae cada raza al mundo su mandato, y hay que dejar la vía libre a cada raza.
Escasos como los montes, son los hombres que saben mirar desde ellos, y sienten con entrañas de nación, o de humanidad.
Una escuela es una fragua de espíritus...
Asesino alevoso, ingrato a dios y enemigo de los hombres, es el que, su pretexto de dirigir a las generaciones nuevas, les enseña un cúmulo aislado y absoluto de doctrinas, y les predica al oído, antes que la dulce plática de amor, el evangelio bárbaro del odio.
De América soy hijo: a ella me debo.
La victoria está hecha de cesiones.
...perdonar es vencer.
Pensar es servir.
Un grano de poesía sazona un siglo.
El mundo es fuerte y bello por los amigos.
Todo es gozo cuando se pelea por la luz del mundo.
El derecho mismo, ejercitado por gentes incultas, se parece al crimen.
La libertad es el derecho que tiene todo hombre a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía.
Es cubano todo americano de nuestra América.
Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras.
Para ir adelante de los demás, se necesita ver más que ellos.
El silencio es el pudor de los grandes caracteres.
Juntarse: esta es la palabra del mundo.
Es necesario elevarse como los montes para ser vistos de lejos.
Del pecho más oscuro saldrá a triunfar la gloria.
Aplazar no es nunca decidir.
Sin alteza de ideas nadie espere el respeto común
Amar no es más que el modo de crecer.
Sigo mi labor, más pura, Madre mía, que un niño recién nacido, limpia como una estrella, sin mancha de ambición, de intriga o de odio.
La guerra de (la) independencia de Cuba, (un país donde, como en Cuba, donde va a cruzarse) nudo del haz de Islas donde se ha cruzar, en (el) plazo de pocos años, el comercio de los continentes, es suceso de gran alcance humano, y servicio oportuno que el heroísmo juicioso de las Antillas presta a la firmeza y (justo) trato justo de las naciones (de) americanas, y el equilibrio aún vacilante del (orbe) mundo.
La educación empieza con la vida, y no acaba sino con la muerte.
En la cruz murió el hombre un día: pero se ha de aprender a morir en la cruz todos los días.
Es profanación el vergonzoso olvido de los muertos.
La grandeza está en la verdad y la verdad es la virtud...
Se sale de la tierra tan contento cuando se ha hecho una obra grande.
No hay más que una gloria cierta: y es la del alma que está contenta de sí.
Toda muerte es principio de una vida.
No graba cincel alguno como la muerte los dolores del alma...
Sufrir es más que gozar: es verdaderamente vivir.
Todo el que deja hacer lo que es capaz de hacer, peca.
La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida.
No ¡La vida humana no es toda la vida! La tumba es vía y no término.
La vida humana sería una invención repugnante y bárbara, si estuviera limitada a la vida en la tierra.
El hombre sincero tiene derecho al error.
El deber debe cumplirse sencilla y naturalmente.
La libertad es la tiranía del deber.
Si de algo serví antes de ahora, ya no me acuerdo: lo que yo quiero es servir más.
Hombre recogerá quien siembre escuela.
...si se es honrado y se nace pobre, no hay tiempo para ser sabio y ser rico.
...hombre haga quien quiera pueblos.
El pueblo que compra manda. El que vende, sirve.
La honra puede ser mancillada.
La justicia puede ser vendida.
Todo puede ser desgarrado.
Pero la noción del bien flota sobre todo, y no naufraga jamás.
Quien ha sabido preservar su decoro sabe lo que vale el ajeno, y lo respeta.
Las palabras deshonran cuando no llevan detrás un corazón limpio y entero.
Las palabras están de más, cuando no fundan, cuando no esclarecen, cuando no atraen, cuando no añaden.
A fuerza de igual en el mérito hay que hacer desaparecer la desigualdad en el tamaño.
Hay que equilibrar el comercio, para asegurar la libertad.
Al poder se sube casi siempre de rodillas. Los que suben de pie son los que tienen derecho a él.
El mejor ciudadano es el que cultiva una extensión mayor de tierra.
Donde escribió, grabó. Donde censuró, curó. Lo que imitó, realzó.
Desconfió de si mismo y amó puramente. He ahí un epitafio.
No dudes, hombre joven. No niegues, hombre terco. Estudia y luego cree.
Que se marque al que no ame, para que la pena lo convierta.
Carta a su madre
Montecristi, 25 de marzo de 1895.
Madre mía:
Hoy, 25 de marzo, en vísperas de un largo viaje, estoy pensando en Ud. Yo sin cesar pienso en Ud. Ud. Se duele, en la cólera de su amor del sacrificio de mi vida; y ¿por qué nací de Ud. con una vida que ama el sacrificio? Palabras, no puedo. El deber de un hombre está allí donde es más útil. Pero conmigo va siempre, en mi creciente y necesaria agonía, el recuerdo de mi madre. Abrace a mis hermanas, y a sus compañeros. ¡Ojalá pueda algún día verlos a todos a mi alrededor, contentos de mí! Y entonces sí que cuidaré yo de Ud. con mimo y con orgullo. Ahora, bendígame, y crea que jamás saldrá de mi corazón obra sin piedad y sin limpieza. La bendición.
Su
José Martí
Tengo razón para ir más contento y seguro de lo que Ud. pudiera imaginarse.
No son inútiles la verdad y la ternura. No padezca.
Se afirma el pueblo que honra a sus héroes.
Para rendir tributo, ninguna voz es débil;...
Los grandes derechos no se compran con lágrimas, sino con sangre.
"... el poder no es más que el respeto a todas las manifestaciones de la justicia"
Madrid, 15 de febrero de 1873
"La paz viene como necesaria consecuencia del trabajo: pero el trabajo no se alimenta cuando no puede tener la esperanza de realizar y mejorar sus productos."
Revista Universal, México
14 de julio de 1875.
"Un pueblo no es independiente cuando ha sacudido las cadenas de sus amos, empieza a serlo cuando se ha arrancado de su ser los vicios de la vencida esclavitud, y para patria y vivir nuevos, alza e informa conceptos de la vida radicalmente opuestos a la costumbre de servilismo pasado, a las memorias de debilidad y de lisonja que las dominaciones despóticas usan como elementos de dominio sobre los pueblos esclavos."
Revista Universal, México
25 de mayo de 1875.
"Es preferible el bien de muchos a la opulencia de pocos."
Revista Universal, México
12 de octubre de 1875.
"... por ley de historia, un perdón puede ser un error, pero una venganza es siempre una infelicidad. La conciliación es la ventura de los pueblos."
Revista Universal, México
7 de enero de 1876.
"En los pueblos libres el derecho ha de ser claro. En los pueblos dueños de sí mismos, el derecho ha de ser popular."
Guatemala, abril de 1877
"La riqueza exclusiva es injusta. Sea de muchos; no de los advenedizos, nuevas manos muertas, sino de los que honrada y laboriosamente la merezcan".
Folletos Guatemala, Editorial El Siglo,
México, 1878.
"La libertad cuesta muy cara, y es necesario, o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio".
Nueva York,
24 de enero de 1880.
".... es absolutamente cierto, con toda la honrada verdad de que es susceptible la palabra humana -con toda la escrupulosa exactitud de quien considera un crimen alimentar esperanzas políticas que no tienen razón de existir-por el placer mezquino de hacer triunfar la vanidad ridícula, o el interés sórdido -o de disimular-su capa de fáciles combate y cómodas oposiciones, inveteradas y reales flaquezas. Y así, si se cae, se cae con una hermosa compañía."
Cuadernos de Apuntes
(1880 - 1882)
"Los hombres políticos de estos tiempos han de tener dos épocas: la una, de derrumbe valeroso de la innecesario; la otra, de elaboración paciente de la sociedad futura con los residuos del derrumbe."
La Opinión Nacional, Caracas, Venezuela
17 de septiembre de 1881.
"La política es el arte de inventar un recurso a cada nuevo recurso de los contrarios, de convertir los reveses en fortuna; de adecuarse al momento presente, sin que la adecuación cueste el sacrificio, o la merma importante del ideal que se persigue; de cejar para tomar empuje; de caer sobre el enemigo, antes de que tenga sus ejércitos en fila, y su batalla preparada."
La Opinión Nacional, Caracas, Venezuela
17 de septiembre de 1881.
"La ciencia y las letras doman las pasiones que engendra la política. Tiempo es ya de que el afecto reemplace en la ley del mundo al odio."
La Opinión Nacional, Caracas, Venezuela
3 de octubre de 1881.
"... hacer de la política, no el arte de retener el gobierno, ni de dar a las naciones brillo pasajero, sino de estudiar sus necesidades reales, favorecer sus instintos, y tratar del aumento y amparo de sus haberes".
La Opinión Nacional, Caracas, Venezuela
13 de noviembre de 1881.
"Ni pueblos ni hombres han de ser medrosos que lleguen a tener miedo de sí mismos. En buena hora que la política sea artística, y pocas ciencias requieren tanto arte y mesura y estudio y buen gusto como ella. Pero ha de ser sincera."
La Opinión Nacional, Caracas, Venezuela
27 de enero de 1882
"... es hora ya de que las fuerzas de construcción venzan en la colosal batalla humana a las fuerzas de la destrucción. La guerra, que era antes el primero de los recursos, es ya hoy el último de ellos: mañana será un crimen."
La Opinión Nacional, Caracas, Venezuela
27 de enero de 1882.
"Ni la política ha de ser arte de escarceos, retazos y tráficos, ni es digno de confianza de su país el que mira más a parecer bien a sus adversarios -por sus seguridad y gloria de hombre hábil-que a intentar y realizar todas las mejoras que crea beneficiosas a su pueblo."
La Opinión Nacional, Caracas, Venezuela
22 de febrero de 1882.
"es adagio que río que crece de súbito, crece con aguas turbias. Y el torrente estruendoso deslumbra, se despeña, salta, devasta,-- más no hace buenas las tierras comarcanas, como el agua serena del arroyo. El azar, como Saturno, devora a sus hijos. Los hijos de Ceres y de Jano, de la agricultura y la paz, duran más que los hijos de Saturno."
La Opinión Nacional, Caracas, Venezuela
7 de marzo de 1882.
"Se abren campañas por la libertad política; debieran abrirse con mayor vigor por la libertad espiritual; por la acomodación del hombre a la tierra en que ha de vivir."
La América, Nueva York
Noviembre de 1884.
"Contra la razón augusta, nada. Sobre el deber de dar empleo a las fuerzas que puso en la mente la naturaleza, nada. Ni rey sobre el derecho político, ni rey sobre la conciencia. Por encima del hombre, sólo el cielo."
La Nación, Buenos Aires, Argentina
12 de junio de 1885.
"... todo hombre está obligado a honrar con su conducta privada, tanto como con la pública, a su patria".
Nueva York,
23 de junio de 1885.
"En plegar y moldear está el arte político. Sólo en las ideas esenciales de dignidad y libertad se debe ser espinudo, como un erizo, y recto, como un pino."
La Nación, Buenos Aires, Argentina
26 de julio de 1885.
"Pues no tiene la capacidad de gobernar con justicia, y no debe gobernar el que no tiene la capacidad de convencer."
La Nación, buenos Aires, Argentina
26 de junio de 1886.
"Urge ya, en estos tiempos de política de mostrador, dejar de avergonzarse de ser honrado . (...) La política virtuosa es la única útil y durable."
La Nación, Buenos Aires, Argentina
19 de septiembre de 1887.
"Se pelea mientras hay por qué, ya que puso la Naturaleza la necesidad justicia en unas almas, y en otras la de desconocerla y ofenderla. Mientras la justicia no está conseguida, se pelea."
La Nación, Buenos Aires, Argentina
3 de octubre de 1888.
"Política es eso: el arte de ir levantando hasta la justicia la humanidad injusta; de conciliar la fiera egoísta con el ángel generoso; de favorecer y de armonizar para el bien general, y con miras a la virtud, los intereses."
La Nación, Buenos aires, Argentina,
2 de noviembre de 1888.
"¡ A la política se le han de levantar las sábanas ¡ No vale celebrar a ciegas, ni censurar porque sí; sino estudiar con desinterés, y ver dónde están las llagas públicas, y ver dónde las del carácter. Un escritor ha de ser un salvador."
La Nación, Buenos Aires, Argentina
10 de diciembre de 1888.
"Atenida a los justo en tiempo el que no quiere que lo justo lo devore."
La Opinión Pública, Montevideo, Uruguay
Junio de 1889.
"... el mundo es un templo hermoso, donde caben en paz los hombres todos de la tierra, porque todos han querido conocer la verdad, y han escrito en sus libros que es útil ser bueno, y han padecido y peleado por ser libres, libres en su tierra, libres en el pensamiento."
Revista La Edad de Oro, No. 4
Octubre de 1889.
"La política es bella, aunque parezca fea por lo que se le entra del interés inevitable; y su beldad está en la fatiga difícil y dolorosa de los hombres en virtud por tener la república a salvo de los que negocian con la santidad de sus oficios."
La Nación, Buenos aires, Argentina
24 de diciembre de 1890.
"La América ha de promover todo lo que acerque a los pueblos, y de abominar todo lo que los aparte. En esto, como en todos los problemas humanos, el prevenir es de la paz."
Del informe leído como Delegado por el Uruguay,
en la Conferencia Monetaria Internacional Americana,
celebrada en Washington, el 30 de marzo de 1891.
"La política no es la ciencia de las formas, aunque sea esto en mucho; sino el arte de fundir en actividad pacífica los elementos, heterogéneos u hostiles, de la nación; y lo primero es conocer al dedillo a estos elementos, para no intentar nada que haya de chocar contra ellos, e irles acomodando gradualmente aquellas novedades foráneas que fuesen de posible y útil acomodo."
El Partido Liberal, México
25 de noviembre de 1891.
"En la mejilla ha de sentir todo hombre verdadero el golpe que reciba cualquier mejilla de hombre."
Tampa, La Florida,
26 de noviembre de 1891.
"Estrategia es política. Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es la salud; pero con un solo pecho y una sola mente. ¡Bajarse hasta los infelices y alzarlos en los brazos !"
El Partido Liberal, México
30 de noviembre de 1891.
"Cesen los soberbios y cesará la necesidad de levantar a los humildes."
Patria, Nueva York
3 de abril de 1892.
"... mis políticas son así, dejar la idea honrada al cuidado de la honradez de los hombres."
Carta a José Dolores Poyo
Abril de 1892
"La unidad de pensamiento, que de ningún modo quiere decir la servidumbre de la opinión, es sin duda condición indispensable del éxito de todo programa político."
Patria, Nueva York
30 de abril de 1892.
"A un plan obedece nuestro enemigo: de enconarnos, dispensarnos, dividirnos, ahogarnos. Por eso obedecemos nosotros a otro plan: enseñarnos en toda nuestra altura, apretarnos, juntarnos, burlarlo, hacer por fin a nuestra patria libre. Plan contra plan."
Patria, Nueva York.
11 de junio de 1892.
"Mucho daño hacer en este mundo la cobardía; mucho la indeción; mucho la lírica gubernamental, y la política importada."
Patria, Nueva York.
14 de enero de 1893.
"Las diferencias políticas no dan derecho, entre hombres corteses y leales, a la inversión, o admisión indiscreta, y publicación voluntaria, de noticias falsas."
Carta a José Arturo Cuyas
6 de septiembre de 1893
"La justicia, la igualdad del mérito, el trato respetuoso del hombre, la igualdad plena del derecho: eso es la revolución."
Patria, Nueva York
31 de marzo de 1894.
"Hay que andarse con tiento en eso de cantar victorias diplomáticas sobre otra nación, porque el cacareo puede deshacer lo que ha logrado hacer la diplomacia."
El Partido Liberal, México
12 de mayo de 1892.
"Ha de haber dos corrientes de diplomacia, con un solo espíritu; la una, para con el gobierno, a fin de tener siempre los ánimos obligados a entrar por la salida decorosa que se ha de tener pronta a todo caso probable de conflicto; la otra, para con la masa del país, a fin de ir destruyendo en ella la falta de respeto y conocimiento que hace el conflicto demasiado fácil."(1886)Madre América
Señoras y señores:
Apenas acierta el pensamiento, a la vez trémulo y desbordado, a poner, en la brevedad que le manda la discreción el júbilo que nos rebosa de las almas en ésta noche memorable. ¿Qué puede decir el hijo preso, que vuelve a ver a su madre por entre las rejas de su prisión? Hablar es poco, y es casi imposible, más por el íntimo y desordenado contento, por la muchedumbre de recuerdos, de esperanzas y de temores, que por la corteza de no poder darles expresión digna. Indócil y mal enfrenada ha de brotar la palabra de quien, al ver en torno suyo, en la persona de sus delegados ilustres, los pueblos que amamos con pasión religiosa; al ver cómo, por mandato de secreta voz, puesto como más altos para recibirlos, y las mujeres como más bellas; al ver el aire tétrico y plomizo animado como de sombras, sombras de águilas que echan a volar, de cabezas que pasan moviendo el penacho consejero, de tierras que imploran, pálidas y acuchilladas, sin fuerzas para sacarse el puñal el corazón, del guerrero magnánimo del Norte, que da su mano de admirador, desde el pórtico de Mount Vernon, al héroe volcánico del Sur, intenta en vano recoger, como quien se envuelve en una bandera, el tumulto de sentimientos que se le agolpa al pecho, y sólo halla estrofas inacordes y odas indómitas para celebrar, en la casa de nuestra América, la visita de la madre ausente, -para decirle, en nombre de hombres y de mujeres, que el corazón no puede tener mejor empleo que darse, todo, a los mensajeros de los pueblos americanos. ¿Cómo podremos pagar a nuestros huéspedes ilustres esta hora de consuelo? ¿A qué hemos de esconder, con la falsía de la ceremonia, lo que se nos está viendo en los rostros? Pongan otros florones y cascabeles y franjas de oro a sus retóricas; nosotros tenemos esta noche la elocuencia de la Biblia, que es la que mana, inquieta y regocijada como el arroyo natural, de la abundancia del corazón. ¿Quién de nosotros ha de negar, en esta noche en que no se miente, que por muchas raíces que tengan en esta tierra de libre hospedaje nuestra fe, o nuestros afectos, o nuestros hábitos, o nuestros negocios, por tibia que nos haya puesto el alma la magia infiel del hielo, hemos sentido, desde que supimos que estos huéspedes nobles nos venían a ver, como que en nuestras casas había más claridad, como que andábamos a paso más vivo, como que éramos más jóvenes y generosos, como que nuestras ganancias eran mayores y seguras, como que en el vaso seco volvía a nacer flor? Y si nuestras mujeres quieren decirnos la verdad, ¿no nos dicen, no nos están diciendo con sus ojos leales, que nunca pisaron más contentos la nieve ciertos pies de hadas que algo que dormía en el corazón, en la ceguera de la tierra extraña, se ha despertado de repente; que un canario alegre ha andado estos días entrando y saliendo por las ventanas, sin temor al frío, con cintas y lazos en el pico, yendo y viniendo sen cesar, porque para esta fiesta de nuestra América ninguna flor parecía bastante fina y primorosa? Esta es la verdad. A unos nos ha echado aquí la tormenta; a otros, la leyenda; a otros, el comercio; a otros, la determinación de escribir, en una tierra que no es libre todavía, la última estrofa del poema de 1810; a otros les mandan vivir aquí, como su grato imperio, dos ojos azules. Pero por grande que esta tierra sea, por ungida que esté para los hombres libres la América en que nació Lincoln, para nosotros, en el secreto de nuestro pecho, sin que nadie ose tachárnoslo ni nos lo pueda tener a mal, es más grande, porque es la nuestra y porque ha sido más infeliz, la América en que nació Juárez.
De lo más vehemente de la libertad nació en días apostólicos la América del Norte. No querían los hombres nuevos, coronados de luz, inclinar ante ninguna otra su corona. De todas partes, al ímpetu de la frente, soltaba hecho pedazos, en las naciones nacidas de la agrupación de pueblos pequeños, el yugo de la razón humana, envilecida en los imperios creados a punta de lanza, o de diplomacia, por la gran república que se alocó con el poder; nacieron los derechos modernos de las comarcas pequeñas y autóctonas; que habían elaborado en el combate continuo su carácter libre, y preferían las cuevas independientes a la prosperidad servil. A fundar la república le dijo al rey que venia, uno que no se le quitaba el sombrero y le decía de tú. Con mujeres y con hijos se fían al mar, y sobre la mesa de roble del camarín fundan su comunidad, los cuarenta y uno de la Flor de Mayo. Cargan mosquetes, para defender las siembras; el trigo que comen, lo aran; suelo sin tiranos es lo que buscan, para el alma sin tiranos. Viene, de fieltro y blusón, el puritano intolerante e integérrimo, que odia el lujo, porque por él prevarican los hombres; viene el cuáquero, de calzas y chupa, y con los árboles que derriba, levanta la escuela; viene el católico, perseguido por su fe, y funda un Estado donde no se puede perseguir por su fe a nadie; viene el caballero, de fusta y sombrero de plumas, y su mismo hábito de mandar esclavos le da altivez de rey para defender su liberta. Alguno trae en su barca una negrada que vender, o un fanático que quema a las brujas, o un gobernador que no quiere oír hablar de escuelas; lo que los barcos traen es gente de universidad y de letras, suecos místicos, alemanes fervientes, hugonotes francos, escoceses altivos, bátavos económicos; traen arados, semillas, telares, arpas, salmos, libros. En la casa hecha por sus manos vivían, señores y siervos de sí propios; y de la fatiga de bregar con la naturaleza se consolaba el colono valeroso al ver venir, de delantal y cofia, a la anciana del hogar, con la bendición en los ojos, y en la mano la bandeja de los dulces caseros, mientras una hija abría el libro de los himnos, y preludiaba otra vez en el salterio o en el clavicordio. La escuela era de memoria y azotes; pero el ir a ella por la nieve era la escuela mejor. Y cuando, de cara al viento, iban de dos en dos por los caminos, ellos de cuero y escopeta, ellas de bayeta y devocionario, a oír iban al reverendo nuevo, que le negaba al gobernador el poder en las cosas privadas de la religión; iban a elegir sus jueces, o a residenciarlos. De fuera no venía la casta inmunda. La autoridad era de todos, y la daban a quien se la querían dar. Sus ediles elegían, y sus gobernadores. Si le pesaba al gobernador convocar al consejo, por sobre él lo convocaban los "hombres libres". Allá, por los bosques, el aventurero taciturno caza hombres y lobos, y no duerme bien sino cuando tiene de almohada un tronco recién caído o un indio muerto. Y en las mansiones solariegas del Sur todo es minué y bujías, y coro de negros cuando viene el coche del señor, y copa de plata para el buen Madera. Pero no había acto de la vida que no fuera pábulo de la libertad en la colonias republicanas que, más que cartas reales, recibieron del rey certificados de independencia. Y cuando el inglés, por darla de amo, les impone un tributo que ellas no se quieren imponer, el guante que le echaron al rostro las colonias fue el que el inglés mismo había puesto en sus manos. A su héroe, le traen el caballo a la puerta. Él pueblo que luego había de negarse a ayudar, acepta ayuda. La libertad que triunfa es como él, señorial y sectaria, de puño de encaje y de dosel de terciopelo, más de la localidad que de la humanidad, una libertad que bambolea, egoísta e injusta, sobre los hombros de una raza esclava, que antes de un siglo echa en tierra las andas de una sacudida; ¡y surge, con un hacha en la mano, el leñador de ojos piadosos, entre el estruendo y el polvo que levantan al caer las cadenas de un millón de hombres emancipados! Por entre los cimientos desencajados en la estupenda convulsión se pasea, codiciosa y soberbia, la victoria; reaparecen acentuados por la guerra, los factores que constituyeron la nación; y junto al cadáver del caballero, muerto sobre sus esclavos, luchan por el predominio en la república, y en el universo, el peregrino que no consentía señor sobre él, ni criado bajo él, ni más conquistas que la que hace el grano en la tierra y el amor en los corazones, -y el aventurero sagaz y rampante, hecho a adquirir y adelantar en la selva, sin más ley que su deseo, ni más límite que el de su brazo, compañero solitario y temible del leopardo y el águila.
Y ¿cómo no recordar, para gloria de los que han sabido vencer a pesar de ellos, los orígenes confusos, y manchados de sangre, de nuestra América, aunque al recuerdo leal, y hoy más que nunca necesario, le pueda poner la tacha de vejez inoportuna aquel a quien la luz de nuestra gloria, de la gloria de nuestra independencia, estorbase para el oficio de comprometerla o rebajarla? Del arado nació la América del Norte, y la Española, del perro de presa. Una guerra fanática sacó de la poesía de sus palacios aéreos al moro debilitado en la riqueza, y la soldadesca sobrante, criado con el vino crudo y el odio a los herejes, se echó, de coraza y arcabuz, sobre el indio de peto de algodón. Llenos venían los barcos de caballeros de media loriga, de segundones desheredados, de alféreces rebeldes, de licenciados y clérigos hambrones. Traen culebrinas, rodelas, picas, quijotes, capacetes, espaldares, yelmos, perros. Ponen la espada a los cuatro vientos, declaran la tierra del rey, y entran a saco en los templos de oro. Cortés atrae a Moctezuma al palacio que debe a su generosidad o a su prudencia, y en su propio palacio lo pone preso. La simple Anacaona convida a su fiesta a Ovando, a que viera el jardín de su país, y sus danzas alegres, y sus doncellas; y los soldados de Ovando se sacan de debajo del disfraz las espadas, y se quedan con la tierra de Anacaona. Por entre las divisiones y celos de la gente india adelanta en América el conquistador; por entre aztecas y tlaxcaltecas llega Cortés a la canoa de Cuauhtémoc; por entre quichés y zutujiles vence Alvarado en Guatemala; por entre tunjas y bocrotaes adelanta Quesada por Colombia; por entre los de Atahualpa y los de Huáscar pasa Pizarro en el Perú; en el pecho del último indio valeroso clavan, a la luz de los templos incendiados, el estandarte rojo del Santo Oficio. La mujeres, las roban. De cantos tenía sus caminos el indio libre, y después del español no había más caminos que el que abría la vaca husmeando el pasto, o el indio que iba llorando en su treno la angustia de que se hubiesen vuelto hombres los lobos. Lo que come el encomendero, el indio lo trabaja; como flores que se quedan sin aroma, caen muertos los indios; con los indios que mueren se ciegan las minas. De los recortes de las casullas se hace rico un sacristán. De paseo van los señores; o a quemar en el brasero el estandarte del rey; o a cercenarse las cabezas por peleas y virreyes y oidores, o celos de capitanes; y al pie del estribo lleva el amo dos indios de pajes, y dos mozos de espuela. De España nombran al virrey, el regente, el cabildo. Los cabildos que hacían, los firmaban con el hierro con que herraban las vacas. El alcalde manda que no entre el gobernador en la villa, por los males que le tiene hechos a la república, y que los regidores se persiguen al entrar en el cabildo, y que al indio que eche el caballo a galopar se le den veinticinco azotes. Los hijos que nacen, aprenden a leer en carteles de toros y en décimas de salteadores. "Quimeras despreciables" les enseñan en los colegios de entes y categorías. Y cuando la muchedumbre se junta en las calles, es para ir de cola de las tarascas que llevan el pregón; o para hablar, muy quedo, de las picanterías de la tapada y el oidor; o para ir a la quema del portugués; cien picas y mosquetes van delante, y detrás los dominicos con la cruz blanca, y los grandes de vara y espadín, con la capilla bordada de hilo de oro; y en hombros los baúles de huesos, con llamas a los lados; y los culpables con la cuerda al cuello, y las culpas escritas en la coroza de la cabeza; y los contumaces con el sambenito pintado de imágenes del enemigo; y la prohombría, y el señor obispo, y el clero mayor; y en la iglesia, entre dos tronos, a la luz vívida de los cirios, el altar negro; afuera la hoguera. Por la noche, baile. El glorioso criollo cae bañado en sangre, cada vez que busca remedio a su vergüenza, sin más guía ni modelo que su honor, hoy en Caracas, mañana en Quito, luego con los comuneros del Socorro o compra cuerpo a cuerpo, en Cochabamba el derecho de tener regidores del país; o muere, como el admirable Antequera profesando su fe en el cadalso del Paraguay iluminado el rostro por la dicha o al desfallecer al pie del Chimborazo "exhorta a las razas a que afiancen su dignidad". El primer criollo que le nace al español, el hijo de la Malinche, fue un rebelde. La hija de Juan de Mena que lleva el luto de su padre, se viste de fiesta con todas sus joyas, porque es día de honor para la humanidad, el día en que Arteaga muere! ¿Qué sucede de pronto, que el mundo se para a oír, a maravillarse, a venerar? ¡De debajo de la capucha de Torquemada sale, ensangrentado y acero en mano, el continente redimido! Libres se declaran los pueblos todos de América a la vez. Surge Bolívar, con su cohorte de astros. Los volcanes, sacudiendo los flancos con estruendo, lo aclaman y publican. A caballo, la América entera. Y resuenan en la noche, con todas las estrellas encendidas, por llanos y por montes, los cascos redentores. Hablándoles a sus indios va el clérigo de México. Con la lanza en la boca pasan la corriente desnuda los indios venezolanos. Los rotos de Chile marchan juntos, brazo en brazo, con los choles del Perú. Con el gorro frigio del liberto van los negros cantando, detrás del estandarte azul. De poncho y bota de potro, ondeando las bolas, van, a escaparse de triunfo, los escuadrones de gauchos. Cabalgan, suelto el cabello, los pehuenches, resucitados, voleando sobre la cabeza la chuza emplumada. Pintados de guerrear vienen tendidos sobre el cuellos los araucos, con la lanza de tacuarilla coronada de pluma de colores; y al alba, cuando la luz virgen se derrama por los despeñaderos, se ve a San Martín, allá sobre la nieve, cresta del monte y corona de la revolución, que va, envuelto en su capa de batalla, cruzando los Andes. ¿Adónde va la América, y quién la junta y guía? Sola, y como un solo pueblo, se levanta. Sola pelea. Vencerá, sola.
¡Y todo ese veneno lo hemos trocado en savia! Nunca, de tanta oposición y desdicha, nació un pueblo más precoz, mas generoso, más firme. Sentina fuimos, y crisol comenzamos a ser. Sobre las hidras, fundamos. Las picas de Alvarado, las hemos echado abajo con nuestros ferrocarriles. En las plazas donde se quemaban los herejes, hemos levantado bibliotecas. Tantas escuelas tenemos como familiares del Santo Oficio tuvimos antes. Lo que no hemos hecho, es porque no hemos tenido tiempo para hacerlo, por andar ocupados en arrancarnos de la sangre las impurezas que nos legaron nuestros padres. De las misiones religiosas e inmorales, no quedan ya más que paredes descascaradas, por donde asoma el búho el ojo, y pasea melancólico el lagarto. Por entre las razas heladas y las ruinas de los conventos y los caballos de los bárbaros se ha abierto paso el americano nuevo y convida a la juventud del mundo a que levante en sus campos la tienda. Ha triunfado el puñado de apóstoles. ¿Qué importa que, por levar el libro delante de los ojos, no viéramos, al nacer como pueblos libres, que el gobierno de una tierra híbrida y original, amasada con españoles retaceros y aborígenes torvos y aterrados, más sus salpicaduras de africanos y menceyes, debía comprender, para ser natural y fecundo, los elementos todos que, en maravilloso tropel y por la política superior escrita en la Naturaleza, se levantaron a fundarla? ¿Qué importa el desdén repleto de guerras, del marqués lacayo al menestral mestizo?
¿Qué importa el duelo, sombrío y tenaz, de Antonio de Nariño y San Ignacio de Loyola? Todo lo vence, y clava cada día su pabellón más alto, nuestra América capaz e infatigable. Todo lo conquista, de sol en sol, por el poder del alma de la tierra armoniosa y artística, creada de la música y beldad de nuestra naturaleza, que da su abundancia a nuestro corazón y a nuestra mente la serenidad y altura de sus cumbres por el influjo secular con que este orden y grandeza ambientes ha compensado el desorden y mezcla alevosa de nuestro orígenes y por la libertad humanitaria y expansiva, no local, ni de raza, ni de secta, que fue a nuestras repúblicas en su hora de flor, y ha ido después, depurada y cernida, de las cabezas del orbe, --libertad que no tendrá, acaso, asiento más amplio en pueblo alguno--¡pusiera en mis labios el porvenir el fuego que marca!-porque el que se les prepara en nuestras tierras sin límites para el esfuerzo honrado, la solicitud leal y la amistad sincera de los hombres.
De aquella América enconada y turbia, que brotó con las espinas en el frente y las palabras como lava, saliendo, junto con la sangre del pecho, por la mordaza mal rota, hemos venido, a pujo de brazo, a nuestra América de hoy, heroica y trabajadora a la vez, y franca y vigilante, con Bolívar de un brazo y Herbert Spencer de otro; una América sin suspicacias pueriles ni con fianzas cándidas, que convida sin miedo a la fortuna de su hogar a las razas todas, porque sabe que es la América de la defensa de Buenos Aires y de la resistencia del Callao, la América del Cerro de las Campanas y de la Nueva Troya ¿Y preferiría a su porvenir, que es el de nivelar en la paz libre sin codicias de lobo ni prevenciones de sacristán, los apetitos y los odios del mundo; preferiría a este oficio grandioso el de desmigajarse en las manos de sus propios hijos, o desintegrarse en ves de unirse más, o por celos de vecindad mentir a lo que está escrito por la fauna y los astros y la Historia, o andar de zaga de quien se le ofreciese de zagal, o salir por el mundo de limosnera, a que le dejen caer en el plato la riqueza temible? Solo perdura, y es para bien, la riqueza que se crea y la libertad que se conquista con las propias manos. No conoce a nuestra América quien eso ose temer. Rivadavia, el de la corbata siempre blanca, dijo que estos países se salvarían y estos países se han salvado. Se ha arado en la mar. También nuestra América levanta palacios y congrega el sobrante útil del universo oprimido, también doma la selva, y le lleva el libro y el periódico, el municipio y el ferrocarril; también nuestra América, con el Sol en la frente, surge sobre los desiertos coronada de ciudades. Y al reaparecer en esta crisis de elaboración de nuestros pueblos los elementos que lo constituyeron, el criollo independiente es el que domina y se asegura, no el indio de espuela, marcado de la fusta, que sujeta el estribo y le pone adentro el pie, para que se vea de más alto a su señor.
Por esp vivimos aquí, orgullosos de nuestra América para servirla y honrarla. No vivimos, no, como siervos futuros ni como aldeanos deslumbrados, sino con la determinación y la capacidad de contribuir a que se la estime por sus méritos, y se la respete por sus sacrificios; porque las mismas guerras que de pura ignorancia le echan en cara los que no la conocer, son el timbre de honor de nuestros pueblos, que no han vacilado en acelerar con el abono de su sangre el camino del progreso y pueden ostentar en la frente sus guerras como una corona. En vano -faltos del roce y estímulo diario de nuestras luchas y de nuestras pasiones, que nos llegan ¡a mucha distancia! Del suelo donde no crecen nuestros hijos,-- nos convida este país con su magnificencia, y la vida con sus tentaciones, y con sus cobardías el corazón, a la tibieza y al olvido. Donde no se olvida, y donde no hay muerte, llevamos a nuestra América, como luz y como hostia; y ni el interés corruptor, ni ciertas modas nuevas de fanatismo, podrán arrancárnosla de allí. Enseñemos el alma como es a estos mensajeros ilustres que han venido de nuestros pueblos, para que vean que la tenemos honrada y leal, y que la admiración justa y el estudio útil y sincero de lo ajeno, el estudio sin cristales de présbita ni de miope, no nos debilita el amor ardiente, salvador y santo de lo propio; ni por el bien de nuestra persona, si en la conciencia sin paz hay bien, hemos de ser traidores a lo que nos mandan hacer la naturaleza y la humanidad. Y así, cuando cada uno de ellos vuelva a las playas que acaso nunca volvamos a ver, podrá decir, contento de nuestro decoro, a la que es nuestra dueña, nuestra esperanza y nuestra guía: "¡Madre América, allí encontramos hermanos! ¡Madre América, allí tienes hijos!".
(Discurso pronunciado en la Sociedad Literaria Hispanoamericana el 19 de diciembre de 1889, en una velada artístico-literaria ante delegados a la Conferencia Internacional Americana.)
Obras Completas de José Martí, tomo VI, pags. 133-140La Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América
El 24 de mayo de 1888 envió el presidente de los Estados Unidos a los pueblos de América, y al reino de Hawai en el mar Pacífico, el convite donde el Senado y la Cámara de Representantes los llamaban a una Conferencia Internacional en Washington, para estudiar, entre otras cosas, "la adopción por cada uno de los gobiernos de una moneda común de plata, que sea de uso forzoso en las transacciones comerciales recíprocas de los ciudadanos de todos los Estados de América".
El 7 de abril de 1890, la Conferencia Internacional Americana, en que eran parte los Estados Unidos, recomendó que se estableciese una unión monetaria internacional; que como base de esta unión se acuñasen una o más monedas internacionales, uniformes en peso y ley, que pudiesen usarse en todos los países representados en esta Conferencia; que se reuniese en Washington una Comisión que estudiase la cantidad, curso, valor y relación de metales en que se habría de acuñar la moneda internacional.
El 23 de marzo de 1891, después de un mes de prórroga solicitado de la Comisión Monetaria Internacional reunida en Washington, por la delegación de los Estados Unidos, "para tener tiempo de conocer la opinión pendiente de la Cámara de Representantes sobre la acuñación libre de la plata", declaró la delegación de los Estados Unidos, ante la Conferencia, que la creación de una moneda común de plata en curso forzoso en todos los Estados de América era un sueño fascinador, que no podía intentarse sin el avenimiento con las demás potencias del globo. Recomendó la delegación el uso del oro y la plata para la moneda, con relación fija. Deseó que los pueblos de América, y el reino de Hawai que se sentaba en la Conferencia, invitasen unidos, a las potencias a un Congreso Monetario Universal.
¿Qué lección se desprende para América, de la Comisión Monetaria Internacional, que los Estados Unidos provocaron, con el acuerdo del Congreso, en 1888, para tratar de la adopción de una moneda común de plata, y a la que los Estados Unidos dicen, en 1891, que la moneda común de plata es un sueño fascinador?
A lo que se ha de estar no es a la forma de las cosas, sino a su espíritu. Lo real es lo que importa, no lo aparente. En la política, lo real es lo que no se ve. La política es el arte de combinar, para el bienestar creciente interior, los factores diversos y opuestos de un país, y de salvar al país de la enemistad abierta o la amistad codiciosa de los demás pueblos. A todo convite entre pueblos hay que buscarle las razones ocultas. Ningún pueblo hace nada contra su interés; de lo que se deduce que lo que un pueblo hace es lo que está en su interés. Si dos naciones no tienen intereses comunes, no pueden juntarse. Si se juntan, chocan. Los pueblos menores, que están aún en los vuelcos de la gestación, no pueden unirse sin peligro con los que buscan un remedio al exceso de productos de una población compacta y agresiva, y un desagüe a sus turbas inquietas, en la unión con los pueblos menores. Los actos políticos de las repúblicas reales son el resultado compuesto de los elementos del carácter nacional, de las necesidades económicas, de las necesidades de los partidos, de las necesidades de los políticos directores. Cuando un pueblo es invitado a unión por otro, podrá hacerlo con prisa el estadista ignorante y deslumbrado, podrá celebrarlo sin juicio la juventud prendada de las bellas ideas, podrá recibirlo como una merced el político venal o demente, y glorificarlo con palabras serviles; pero el que siente en su corazón en la angustia de la patria, en que vigila y prevé, ha de inquirir y ha de decir qué elementos componen el carácter del pueblo que convida y del convidado, y si están predispuestos a la obra común por antecedentes y hábitos comunes, y si es probable o no que los elementos temibles del pueblo invitante se desarrollen en la unión que pretende, con peligro del invitado; ha de inquirir cuáles son las fuerzas políticas del país que le convida, y los intereses de sus partidos y los intereses de sus hombres, en el momento de la invitación. Y el que resuelva sin investigar, o desee la unión sin conocer, o la recomiende por mera frase y deslumbramiento, o la defienda por la poquedad del alma aldeana, hará mal a América. ¿En qué instante se provocó y se vino a reunir, la Comisión Monetaria Internacional? ¿Resulta de ella, o no, que la política internacional americana es, o no es, una bandera de política local y un instrumento de la ambición de los partidos? ¿Han dado, o no, esta lección a Hispanoamérica los mismos Estados Unidos? ¿Conviene a Hispanoamérica desoírla, o aprovecharla?
Un pueblo crece y obra sobre los demás pueblos en acuerdo con los elementos de que se compone. La acción de un país, en una unión de países, será conforme a los elementos que predominen en él, y no podrá ser distinta de ellos. Si a un caballo hambriento se le abre la llanura, la llanura pastosa y fragante, el caballo echará a correr sobre el pasto, y se hundirá en el pasto hasta la cruz, y morderá furioso a quien le estorbe.
Dos cóndores, o dos corderos, se unen sin tanto peligro como un cóndor y un cordero. Los mismos cóndores jóvenes, entretenidos en los juegos fogosos y peleas fanfarronas de la primera edad, no defenderían bien, o no acudirían a tiempo y juntos a defender, la presa que les arrebatase el cóndor maduro. Prever es la cualidad esencial en la constitución y gobierno de los pueblos. Gobernar no es más que prever. Antes de unirse a un pueblo, se ha de ver qué daños, o qué beneficios, pueden venir naturalmente de los elementos que lo componen.
Ni es sólo necesario averiguar si los pueblos son tan grandes como parecen y si la acumulación de poder que deslumbra a los impacientes y a los incapaces no se ha producido a costa de cualidades superiores, y en virtud de las que amenazan a quienes lo admiran; sino que, aun cuando la grandeza sea genuina y de raíz, sea durable, sea justa, sea útil, sea cordial, cabe que de otra índole y de otros métodos que la grandeza a que puede aspirar por sí, y llegar por sí, con métodos propios, -que son los únicos viables- un pueblo que concibe la vida y vive en diverso ambiente, de un modo diverso. En la vida común, las ideas y los hábitos han de ser comunes. No basta que el objeto de la vida sea igual en los que han de vivir juntos, sino que lo ha de ser la manera de vivir; o pelean, y se despeñan, y se odian, por las diferencias de manera, como se odiarían por las de objeto. Los países que no tienen métodos comunes, aun cuando tuvieses idénticos fines, no pueden unirse para realizar su fin común con los mismos métodos.
Ni el que sabe y ve puede decir honradamente, -por que eso sólo lo dice quien no sabe o no ve, o no quiere por su provecho ver ni saber-, que en los Estados Unidos prepondere hoy, siquiera, aquel elemento más humano y viril, aunque siempre egoísta y conquistador, de los colonos rebeldes, ya segundones de la nobleza, ya burguesía puritana; sino que este factor, que consumió la raza nativa, fomentó y vivió de la esclavitud de otra raza y redujo o robó los países vecinos, se ha acendrado en vez de suavizarse, con el injerto continuo de la muchedumbre europea, cría tiránica del despotismo político y religioso, cuya única cualidad común es el apetito acumulado de ejercer sobre los demás la autoridad que se ejerció sobre ellos. Creen en la necesidad, en el derecho bárbaro como único derecho: "esto será nuestro, porque lo necesitamos". Creen en la superioridad incontrastable de la "raza anglosajona contra la raza latina". Creen en la bajeza de la raza negra, que esclavizaron ayer y vejan hoy, y de la india, que exterminan. Creen que los pueblos de Hispanoamérica están formados, principalmente, de indios y de negros. Mientras no sepan más de Hispanoamérica los Estados Unidos y la respeten más, -como con la explicación incesante, urgente, múltiple, sagaz, de nuestros elementos y recursos, podrían llegar a respetarla-, ¿pueden los Estados Unidos convidar a Hispanoamérica a una unión sincera y útil para Hispanoamérica? ¿Conviene a Hispanoamérica la unión política y económica con los Estados Unidos?
Quien dice unión económica, dice unión política. El pueblo que compra, manda. El pueblo que vende, sirve. Hay que equilibrar el comercio, para asegurar la libertad. El pueblo que quiere morir, vende a un solo pueblo, y el que quiere salvarse, vende a más de uno. El influjo excesivo de un país en el comercio con otro, se convierte en influjo político.
La política es obra de los hombres, que rinden sus sentimientos al interés, o sacrifican al interés una parte de sus sentimientos. Cuando un pueblo fuerte da de comer a otro, se hacer servir de él. Cuando un pueblo fuerte quiere dar batalla a otro, compele a la alianza y al servicio a los que necesitan de él. Lo primero que hace un pueblo para llegar a dominar a otro, es separarlo de los demás pueblos. El pueblo que quiera ser libre, sea libre en negocios. Distribuya sus negocios entre países igualmente fuertes. Si ha de preferir a alguno, prefiera al que lo necesite menos, al que lo desdeñe menos. Ni uniones de América contra Europa, ni con Europa contra un pueblo de América. El caso geográfico de vivir juntos en América no obliga, sino en la mente de algún candidato o algún bachiller, a unión política. El comercio va por las vertientes de tierra y agua y detrás de quien tiene algo que cambiar por él, sea monarquía o república. La unión, con el mundo, y no con una parte de él; no con una parte de él, contra otra. Si algún oficio tiene la familia de repúblicas de América, no es ir de arria de una de ellas contra las repúblicas futuras.
Ni en los arreglos de la moneda, que es el instrumento del comercio, puede un pueblo sano prescindir -por acatamientos a un país que no le ayudó nunca, o lo ayuda por emulación y por miedo de otro-, de las naciones que le anticipan el caudal necesario para sus empresas, que le obligan el cariño con su fe, que lo espera en las crisis y le dan modo para salir de ellas, que lo tratan a la par, sin desdén arrogante, y le compran sus frutos. Por el universo todo debiera ser una moneda. Será una. Todo lo primitivo, como la diferencia de monedas, desaparecerá cuando ya no haya pueblos primitivos. Se ha de poblar la tierra, para que impere, en el comercio como en la política, la paz igual y culta. Ha de procurarse la moneda uniforme. Ha de hacerse cuanto prepare a ella. Ha de reconocerse el uso legal de los metales imprescindibles. Ha de establecerse una paridad fija entre el otro y la plata. Ha de desearse, y de ayudar a realizar, cuanto acerque a los hombres y les haga la vida más moral y llevadera. Ha de realizarse cuanto acerque a los pueblos. Pero el modo de acercarlos no es levantarlos unos contra otros; ni se prepara la paz del mundo armando un continente contra las naciones que han dado vida y mantienen con sus compras a la mayor parte de los países de él; ni convidando a los pueblos de América, adeudados a Europa, a combinar, con la nación que nunca les fió, un sistema de monedas cuyo fin es compeler a sus acreedores de Europa, que les fía, a aceptar una moneda que sus acreedores rechazan.
A moneda del comercio ha de ser aceptable a los países que comercian. Todo cambio en la moneda ha de hacerse, por lo menos, en acuerdo con los países con que se comercia más. El que vende no puede ofender a quien le compra mucho y le da crédito, por complacer a quien le compra poco, o se niega a comprarle, y no le da crédito. Ni lastimar, ni alarmar siquiera, debe un deudor necesitado a sus acreedores. No debe levantarse entre países que comercial poco, o no dejan comerciar por razones de moneda, una moneda que perturba a los países con quienes se comercia mucho. Cuando el mayor obstáculo al reconocimiento y fijeza de la moneda de plata es el temor de su producción excesiva en los Estados nidos, y del valor ficticio que los Estados Unidos le puedan dar por su legislación, todo lo que aumente ese temor, daña a la plata. El porvenir de la moneda de plata está en la moderación de sus productores. Forzarla, es despreciarla. La plata de Hispanoamérica se levantará o caerá con la plata universal. Si los países de Hispanoamérica vende, principalmente, cuando no exclusivamente, sus frutos en Europa, y reciben de Europa empréstitos y créditos, ¿qué conveniencia puede haber en entrar, por un sistema que quiere violentar al europeo, en un sistema de moneda que no se recibiría, o se recibiría depreciada, en Europa? Si el obstáculo mayor para la elevación de la plata y su relación fija con el oro es el temor de su producción excesiva y valor ficticio en los Estados Unidos, ¿qué conveniencia pueda haber, ni para los países de Hispanoamérica que producen plata, ni para los Estados Unidos mismos, en una moneda que asegure mayor imperio y circulación a la plata de los estados Unidos?
Pero el Congreso Panamericano, que pudo ver lo que no siempre vio; que debió librar a las repúblicas de América de compromisos futuros de que no las libró; que debió estudiar las propuestas de la convocatoria por sus antecedentes políticos y locales, la plétora fabril traída por el proteccionismo desordenado-, la necesidad del Partido Republicano de halagar a sus mantenedores proteccionistas, - la ligereza con que un prestidigitador político, poniéndole colorines de república a una idea imperial, podía lisonjear a la vez, como bandera de candidato, el interés de los productores ansiosos de vender y la conquista latente y poco menos que madura en la sangre colonial; -el Congreso Panamericano, que demoró lo que no quiso resolver, por un espíritu imprudente de concesión innecesaria, o no pudo resolver, por empeños sinuosos o escasez de tiempo, -recomendó la creación de una Unión Monetaria Internacional, -la creación de una o más monedas internacionales-, la reunión de una Comisión que acordase el tipo y reglamentación de la moneda. Las repúblicas de América atendieron, corteses, la recomendación. Los delegados de la mayoría de ellas se reunieron en Washington. México y Nicaragua, y el Brasil y el Perú, y Chile y la Argentina delegaron en sus ministros residentes. El ministro argentino renunció el puesto, que ocupó más tarde otro delegado. Las otras repúblicas enviaron delegados especiales. El Paraguay no envió. Ni envió Centroamérica, fuera de Nicaragua, y de Honduras, cuyo delegado, hijo de un almirante norteamericano, no hablaba español. Presidió la Comisión, por acuerdo unánime, el ministro de México. Sesiones de uso, comisiones previas, reglamento; lo uniforme no era allí la moneda, sino la duda, cambiada a chispazos en los debates, -la seguridad- de que no podía llegarse a un acuerdo. Uno hablaba del "comercio real". Otro se declaraba, antes de sazón, hostil "a esa idea imposible". Pidió un delegado de los Estados Unidos una larga demora. "para tener tiempo de conocer la opinión pendiente de la Cámara de Representantes sobre la acuñación libre de la plata"; y un delegado, al obtener que se redujese a términos de cortesía lícita la pretensión excesiva del delegado de los estados Unidos, estableció que "se entendiese cómo la demora era para que la delegación del país invitante pudiera completar sus estudios preparatorios, puesto que de ningún modo se habría de suponer que la opinión de la Cámara de Representantes hubiese por necesidad de alterar las opiniones formadas de la Comisión".
Cumplida la demora y desbandada la Cámara de Representantes sin haber votado la ley de plata libre, las delegaciones ocuparon de nuevo sus puestos en la mesa de la Comisión. Acaso habían oído algunos lo que decía sin reserva gente notable del país. Oyeron acaso que la Comisión no parecía bien a los que pasaban por amigos de la mayoría del gobierno. Que al gobierno no le agradaba el interés de su minoría en mantener, por lo que se tachan de artificios, la política continental. Que este alarde peligroso de la política continental, ni de una minoría era siquiera, sino de un solo hombre. Que esta Comisión hueca debía cesar, para que no sirviese de comodín político a un candidato que no se para en medios y sabe sacar montes de las hormigas. Que la simple discusión de una moneda de plata común alarmaba y ofendía a los mantenedores del oro, que imperan en los consejos actuales del Partido Republicano. Que los países hispanoamericanos verían por sí, sin duda, si les quedan ojos, el peligro de abrirse, por concepto de cortesía o por impaciencia de falso progreso, a una política que los atrae, por el abalorio de la palabra y los hilos de la intriga, a una unión fraguada por los que la proponen con un concepto distinto del de los que aceptan. Se puso en pie un delegado de los Estados Unidos, ante la Comisión por los Estados Unidos convocada para adoptar una moneda común de plata, y propuso, al pie de una robusta exposición de verdades monetarias, donde llamaba "sueño fascinador" a la moneda internacional, que declarase la Comisión inoportuna la creación de una o más monedas de plata comunes; que se opinase que el establecimiento del patrón doble de plata y oro, con relación universalmente acatada, facilitaría la creación de aquellas monedas; que recomendase que las repúblicas representadas en la Conferencia conviden juntas, por el conducto de sus respectivos gobiernos, a una Conferencia Monetaria Universal, para tratar del establecimiento de un sistema uniforme y proporcionado de monedas de oro y plata. "Hay otro mundo -decía el delegado- y un mundo muy vasto del otro lado del mar, y la insistencia de este mundo en no elevar la plata a la dignidad del oro es el obstáculo grande e insuperable que se presenta hoy para la adopción de la plata internacional". ¡Los Estados Unidos, pues, marcaban a la América complaciente el peligro que hubiera corrido en acceder con demasiada prisa a las sugestiones de los Estados Unidos!
A cinco repúblicas -a Chile, Argentina, Brasil, Colombia y Uruguay-, dio la omisión el encargo de estudiar las proposiciones de los Estados Unidos, y la omisión, unánime, acordó recomendar que se aceptase lasa proposiciones norteamericanas. "No podía extrañar la omisión que los delegados de los Estados Unidos se hubiera visto obligada a reconocer por sí misma." "La omisión acataba, como que es de elemental justicia, el principio de someter a todos los pueblos del universo a la proposición de fijar las sustancias y proporciones de la moneda en que han de comerciar los pueblos todos." "Sueño sería, impropio dela generosidad y grandeza a que están obligadas las repúblicas negarse directa e indirectamente, con violación de los intereses naturales y los deberes humanos, al trato libérrimo con los demás pueblos del globo." Pero no propuso la Comisión, como los Estados Unidos, que se convidase "a las potencias del globo", "por no correr el peligro con una invitación no bastante justificada, de alarmar con temores, no por infundados menos ciertos, a los poderes que pudiesen ver en la convocatoria el empeño, por más que hábil y disimulado, de precipitarlos a una solución a que de seguro llegarán antes por sí propios, caso que quieran llegar, que si se les excita la suspicacia, o se lastima su puntillo con una insistencia que no tendría la razón de allegar al problema monetario un solo factor nuevo de importancia. Ni un solo dato desconocido." "La plata debe irse acercando al oro." "La producción inmoderada aleja la plata del oro." "A la moneda de plata no se la puede, ni se la debe, hacer desaparecer." "Se ha de tender a la moneda uniforme, pero por el acuerdo confiado y sincero de todos los pueblos trabajadores del globo, para que tenga base que dure, y no por los recursos violentos del artificio llevado a la economía, que fomentan rencores y provocan venganzas, y no pueden durar." "pero el convite en conjunto no se recomienda" Y cuando a su paso por los detalles monetarios tocaba a la Comisión marcar el espíritu con que Hispanoamérica los entendía, y entiende cuanto atañe a la vida individual e independiente de su pueblo, lo marcó así:
"Los países representados en esta Conferencia no vinieron aquí por el falso atractivo de novedades que no están aún en sazón, ni porque desconociesen los factores todos que precedieron y acompañaron el hecho de su convocatoria sino para dar una muestra, fácil a los que están seguros de su destino propio y su capacidad para realizarlo, de aquella cortesía cordial que es tan grata y útil entre los pueblos como entre los hombres. -de su disposición a tratar con buena fe lo que se cree propuesto con buena voluntad- y del afectuoso deseo de ayudar, con los Estados Unidos como con los demás pueblos del mundo, a cuanto contribuya al bienestar y la paz de los hombres." "No ha de haber prisa censurable en provocar, ni en contraer, entre los pueblos compromisos innecesarios que estén fuera de la naturaleza y de la realidad." "El oficio del continente americano no es perturbar el mundo con factores nuevos de rivalidad y de discordia, ni restablecer con otros métodos y nombres el sistema imperial, por donde se corrompen y mueren las repúblicas, sino tratar en paz y honradez con los pueblos que en la hora dudosa de la emancipación nos enviaron sus soldados, y en la época revuelta de la constitución nos mantienen abiertas sus cajas." "Los pueblos todos deben reunirse en amistad, y con la mayor frecuencia dable, para ir reemplazando, con el sistema de acrecentamiento universal, por sobre la lengua de los istmos y la barrera de los mares, el sistema, muerto para siempre, de dinastías y de grupos." "las puertas de cada nación deben estar abiertas a la libertad fecundante y legítima de todos los pueblos. Las manos de cada nación deben estar libres para desenvolver sin trabas el país, con arreglo a su naturaleza distintiva y a sus elementos propios."
Cuando se pone en pie el anfitrión, los huéspedes no insisten en quedarse sentados a la mesa. Cuando los huéspedes venidos de muy lejos, más por cortesía que por apetito, hallan al anfitrión a la puerta, diciendo que no hay qué comer, los huéspedes no lo echan de lado, ni entran en su casa a la fuerza, ni dan voces para que les abran el comedor. Los huéspedes deben decir alto a la cortesía por que vinieron, y cómo no vinieron por servidumbre ni necesidad, para que el anfitrión no crea que están tallados en una rodilla, o son títeres que van y que vienen, por donde quiera que vayan o vengan el titiritero. Luego, irse. Hay un modo de andar, de espalda vuelta, que aumenta la estatura. Un delegado hispanoamericano -entendiendo que la Comisión Monetaria no venía más que "a cumplir lo que se había recomendado"- apadrinó, sin ver que una recomendación lleva aparejada la discusión y confirmación antes del cumplimiento, la opinión sin cabeza visible que andaba serpeando por entre los delegados: que la Comisión Monetaria no había venido, como creían los Estados Unidos que la promovieron, a ver si podía y debía crearse una moneda internacional, sino a crearla ahora, aunque los Estados Unidos reconociesen que ahora no se podía crear; y el delegado propuso un plan minucioso de moneda en América, que llamó "Colombus", sobre los trazos de la moneda de la Unión Latina, más un Consejo de Vigilancia, "residente en Washington".
No habían dicho los Estados Unidos que el obstáculo para la creación de la moneda internacional fuese la existencia de la Cámara de Representantes a votar la acuñación libre de la plata, sino la resistencia del mundo vasto del otro lado del mar aceptar la moneda de plata en relación fija e igual con la moneda de oro; pero un delegado hispanoamericano preguntó así: "No sería más prudente, dada la probabilidad de que la nueva Cámara de Representantes vote antes de fin de año la acuñación libre de la plata, suspender las sesiones de la Conferencia, por ejemplo, hasta el día primero de enero de 1892, cuando probablemente este asunto habrá sido decidido por el gobierno de los Estados Unidos?" Y cuando otro delegado urgía, por el decoro de los huéspedes, la aceptación, lisa y prudente, de las proposiciones de los estados Unidos, salva la del Congreso Universal, habló un delegado hispanoamericano, que no habla español, para pedir y obtener la suspensión de la sesión. ¿Quién podía tener interés, puesto que los hispanoamericanos no tenían, en que la Comisión promovida por los Estados Unidos continuase en funciones, contra la opinión terminante de los Estados Unidos? ¿Quién azuzaba, en una asamblea de mayoría hispanoamericana, la oposición a las proposiciones de los Estados Unidos? ¿A quién, sino a los que hacen bandera de la política continental, propuesta por los Estados Unidos, perjudicaba que la idea de una moneda continental se declarase imposible en la Comisión reunida para un estudio por los mismos Estados Unidos? ¿Por qué surgía, ni cómo podía surgir de un modo natural en la Comisión Monetaria, de mayoría hispanoamericana, el pensamiento de oponerse a la clausura de una Comisión reunida para tratar de un proyecto que expresamente declaraban irrealizable, casi unánimemente, los delegados hispanoamericanos? Si a sí no se servían, ¿qué interés, en el seno de ellos, se aprovechaba de su buena voluntad excesiva, y los ponía a su servicio? ¿O era, como decían los que saben del interior de la política, que el interés de un grupo político, o de un político tenaz y osado de los Estados Unidos, levantaba por resortes ocultos e influencias privadas una asamblea de pueblos contra la opinión solemne del gobierno de los Estados Unidos? ¿Era que la asamblea de pueblos hispanoamericanos iba a servir los intereses de quien los compele a ligas confusas, a ligas peligrosas, a ligas imposibles, desdeñando el consejo que, por su interés local de partidarios o por justicia internacional, les abren las puertas para que se salven ellas?
Se meditó; se temió, se urgió, se corrió gran riesgo de hacer lo que no se debía: de dejar en pie -al capricho de una política ajena, desesperada y sin escrúpulos,- una asamblea que, por lo complejo y delicado de las relaciones de muchos pueblos de Hispanoamérica con los Estados Unidos, podía, en manos de un candidato inclemente, ceder a los Estados Unidos más de lo que conviniese al respeto y seguridad de los pueblos hispanoamericanos.
Mostrarse acomodaticio hasta la debilidad no sería el mejor modo de salvarse de los peligros a que expone en el comercio, con un pueblo pujador y desbordante, la fama de la debilidad. La cordura no está en confirmar la fama de débil, sino en aprovechar la ocasión de mostrarse enérgico sin peligro. Y en esto de peligro, lo menos peligroso, cuando se elige la hora propicia y se la usa con mesura, es ser enérgico. Sobre serpientes, ¿quién levanta pueblos? Pero su hubo batalla; si el afán de progreso en las repúblicas aún no cuajadas lleva a sus hijos, por singular desvió de la razón, o levadura enconada de servidumbre, a confiar más en la virtud del progreso en los pueblos donde no nacieron, que en el pueblo en que han nacido; si el ansia de ver crecer el país nativo los lleva a la ceguedad de apetecer modos y cosas que son afuera producto de factores extraños u hostiles al país, que ha de crecer conforme a sus factores y por métodos que resulten de ellos; si la cautela natural de los pueblos clavados en las cercanías de Norteamérica no creía aconsejable lo que, más que a los demás, por esa misma cercanía, les interesa; si la prudencia local y respetable, o el temor, o la obligación privada, ponían más cera en los caracteres que la que se ha de tener en los asuntos de independencia y creación hispanoamericana, en la Comisión Monetaria no se vio, porque acordó levantar de lleno sus sesiones.
La Revista Ilustrada, Nueva York, mayo de 1891.Nuestra América
Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormido engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempo no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada, como los varones de Juan de Castellanos; las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra.
No hay proa que taje una nueve de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, para, como la bandera mística del juicio final, a un escuadrón de acorazados. Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos. Los que se enseñan los puños, como hermanos celosos, que quieren los dos la misma tierra, o el de casa chica, que le tiene envidia al de casa mejor, han de encajar, de modo que sean una, las dos manos. Los que, al amparo de una tradición criminal, cercenaron, con el sable tinto en la sangre de sus mismas venas, la tierra del hermano vencido, del hermano castigado más allá de sus culpas, si no quieren que les llame el pueblo ladrones, devuélvanle sus tierras al hermano. Las deudas del honor no las cobra el honrado en dinero, a tanto por la bofetada. Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando, según la acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las tempestades: ¡los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.
A los sietemesinos sólo les faltará el valor. Los que no tienen fe en sus tierras son hombres de siete meses, Porque les falta el valor a ellos, se lo niegan a los demás. No les alcanza al árbol difícil el brazo canijo, el brazo de uñas pintadas y pulsera, el brazo de Madrid o de París, y dicen que no se puede alcanzar el árbol. Hay que cargar los barcos de esos insectos dañinos, que le roen el hueso a la patria que los nutre. Si son parisienses o madrileños, vayan al Prado, de faroles, o vayan a Tortoni, de sorbetes. ¡Estos nacidos en América, que se avergüenzan, porque llevan delantal indio, de las madres que los crió, y reniegan, ¡bribones! De la madre enferma, y la dejan sola en el lecho de las enfermedades! Pues, ¿quién es el hombre? ¿el que se queda con la madre, a curarle la enfermedad, o el que la pone a trabajar donde no la vean, y vive de su sustento en las tierras podridas, con el gusano de corbata, maldiciendo del seno que lo cargó, paseando el letrero de traidor en la espalda de la casaca de papel? ¡Estos hijos de nuestra América, que ha de salvarse con sus indios, y va de menos a más; estos desertores que piden fusil en los ejércitos de la América del Norte, que ahoga en sangre a sus indios, y va de más a menos! ¡Estos delicados, que son hombres y no quieren hacer el trabajo de hombres! Pues el Washington que les hizo esta tierra ¿se fue a vivir con los ingleses, a vivir con los ingleses en los años en que los veía venir contra su tierra propia? ¡Estos "increíbles" del honor, que lo arrastran por el suelo extranjero, como los increíbles de la Revolución francesa, danzando y relamiéndose, arrastraban las erres!
Ni ¿en qué patria puede tener un hombre más orgullo que en nuestras repúblicas dolorosas de América, levantadas entre las masas mudas de indios, al ruido de pelea del libro con el cirial, sobre los brazos sangrientos de un centenar de apóstoles? De factores tan descompuestos, jamás, en menos tiempo histórico, se han creado naciones tan adelantadas y compactas. Cree el soberbio que la tierra fue hecha para servirle de pedestal, porque tiene la pluma fácil o la palabra de colores, y acusa de incapaz e irremediable a su república nativa, porque no le dan sus selvas nuevas modo continuo de ir por el mundo de gamonal famoso, guiando jacas de Persia y derramando champaña. La incapacidad no está en el país naciente, que pide formas que se le acomoden y grandeza útil, sino en los que quieren regir pueblos originales, de composición singular y violenta, con leyes heredadas de cuatro siglos de práctica libre en los Estados Unidos, de diecinueve siglos de monarquía en Francia. Con un decreto de Hamilton no se le para la pechada al potro del llanero. Con una frase de Sieyés no se desestanca la sangre cuajada de la raza india. A lo que es, allí donde se gobierna, hay que atender para gobernar bien; y el buen gobernante en América no es el que sabe cómo se gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está hecho su país, y cómo puede ir guiándolos en junto, para llegar, por métodos e instituciones nacidas del país mismo, a aquel estado apetecible donde cada hombre se conoce y ejerce, y disfrutan todos de la abundancia que la Naturaleza puso para todos en el pueblo que fecundan con su trabajo y defienden con sus vidas. El gobierno ha de nacer del país. El espíritu del gobierno ha de avenirse a la constitución propia del país. El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales del país.Por eso el libro importado ha sido vencido en América por el hombre natural. Los hombres naturales han vencido a los letrados artificiales. El mestizo autóctono ha vencido al criollo exótico. No hay batalla entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la naturaleza. El hombre natural es bueno, y acata y premia la inteligencia superior, mientras ésta no se vale de su sumisión para dañarle, o le ofende prescindiendo de él, que es cosa que no perdona el hombre natural, dispuesto a recobrar por la fuerza el respeto de quien le hiere la susceptibilidad o le perjudica el interés. Por esta conformidad con los elementos naturales desdeñados han subido los tiranos de América al poder; y han caído en cuanto les hicieron traición. Las repúblicas han purgado en las tiranías su incapacidad para conocer los elementos verdaderos del país, derivar de ellos la forma de gobierno y gobernar con ellos. Gobernante, en un pueblo nuevo, quiere decir creador.
En pueblos compuestos de elementos cultos e incultos, los incultos gobernarán, por su hábito de agredir y resolver las dudas con su mano, allí donde los cultos no aprendan el arte del gobierno. La masa inculta es perezosa, y tímida en las cosas de la inteligencia, y quiere que la gobiernen bien; pero si el gobierno le lastima, se lo sacude y gobierna ella. ¿Cómo han de salir de las universidades los gobernantes, si no hay universidad en América donde se enseñe lo rudimentario del arte del gobierno, que es el análisis de los elementos peculiares de los pueblos de América? A adivinar salen los jóvenes al mundo, con antiparras yankees o francesas, y aspiran a dirigir un pueblo que no conocen. En la carrera de la política habría de negarse la entrada a los que desconocen los rudimentos de la política. El premio de los certámenes no ha de ser para la mejor oda, sino para el mejor estudio de los factores del país en que se vive. En el periódica, en la cátedra, en la academia, debe llevarse adelante el estudio de los factores reales del país. Conocerlos basta, sin vendas ni ambajes; porque el que pone de lado, por voluntad u olvido, una parte de la verdad, cae a la larga por la verdad que le faltó, que crece en la negligencia, y derriba lo que se levanta sin ella. Resolver el problema después de conocer sus elementos, es más fácil que resolver el problema sin conocerlos. Viene el hombre natural, indignado y fuerte, y derriba la justicia acumulada de los libros, porque no se la administra en acuerdo con las necesidades patentes del país. Conocer es resolver. Conocer el país, y gobernarlo conforme al conocimiento, es el único modo de librarlo de tiranías. La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América, de los incas a acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas. Y calle el pedante vencido; que no ha patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas.
Con los pies en el rosario, la cabeza blanca y el cuerpo pinto de indio y criollo, vinimos, denodados, al mundo de las naciones. Con el estandarte de la Virgen salimos a la conquista de la libertad. Un cura, unos cuantos tenientes y una mujer alzan en México la república, en hombros de los indios. Un canónigo español, a la sombra de su capa, instruye en la libertad francesa a unos cuantos bachilleres magníficos, que ponen de Jefe de Centro América contra España al general de España. Con los hábitos monárquicos, y el Sol por pecho, se echaron a levantar pueblos los venezolanos por el Norte y los argentinos por el Sur. Cuando los dos héroes chocaron, y el continente iba a temblar, uno, que no fue el menos grande, volvió riendas. Y como el heroísmo en la paz es más escaso, porque es menos glorioso que el de la guerra; como al hombre le es más fácil morir con honra que pensar con orden; como gobernar con los sentimientos exaltados y unánimes es más hacedero que dirigir, después de la pelea, los pensamientos diversos, arrogantes, exóticos o ambiciosos; como los poderes arrollados en la remetida épica zapaban, con la cautela felina de la especie y el peso de lo real, el edificio que había izado, en las comarcas burdas y singulares de nuestra América mestiza, en los pueblos de pierna desnuda y casaca de París, la bandera de los pueblos nutridos de savia gobernante en la práctica continua de la razón y de la libertad; como la constitución jerárquica de las colonias resistía la organización democrática de la República, o las capitales de corbatín dejaban en el zaguán al campo de bota-de-potro, o los redentores biblógenos no entendieron que la revolución que triunfó con el alma de la tierra, desatada a la voz del salvador, con el alma de la tierra había de gobernar, y no contra ella ni sin ella, entró a padecer América, y padece, de la fatiga de acomodación entre los elementos discordantes y hostiles que heredó de un colonizador despótico y avieso, y las ideas y formas importadas que han venido retardando, por su falta de realidad local, el gobierno lógico. El continente descoyuntado durante tres siglos por un modo que negaba el derecho del hombre al ejercicio de su razón, entró, desatendiendo o desoyendo a los ignorantes que lo habían ayudado a redimirse, en un gobierno que tenía por base la razón; la razón de todos en las cosas de todos, y no la razón universitaria de uno sobre la razón campestre de otros. El problema de la independencia no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu.Con los oprimidos había que hacer causa común, para afianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores. El tigre, espantado del fogonazo, vuelve de noche al lugar de la presa. Muere echando llamas por los ojos y con las zarpas al aire. No se le oye venir, sino que viene con zarpas de terciopelo. Cuando la presa despierta, tiene al tigre encima. La colonia continuó viviendo en la república; y nuestra América se está salvando de sus grandes yerros-de la soberbia de las ciudades capitales, del triunfo ciego de los campesinos desdeñados, de la importación excesiva de ideas y fórmulas ajenas, del desdén inícuo e impolítico de la raza aborigen, -por la virtud superior, abonada con sangre necesaria, de la república que lucha contra la colonia. El tigre espera, detrás de cada árbol, acurrucado en cada esquina. Morirá, con las zarpas al aire, echando llama por los ojos.
Pero "estos países se salvarán", como anunció Rivadavia el argentino, el que pecó de finura en tiempos crudos; al machete no le va vaina de seda, ni en el país que se ganó con lanzón se puede echar el lanzón atrás, porque se enoja, y se pone en la puerta del Congreso de Iturbide "a que le hagan emperador al rubio". Estos países se salvarán, porque, con el genio de la moderación que parece imperar, por la armonía serena de la Naturaleza, en el continente de la luz, y por el influjo de la lectura crítica que ha sucedido en Europa a la lectura de tanteo y falansterio en que se empapó la generación anterior, le está naciendo a América, en estos tiempos reales, el hombre real.Éramos una visión, con el pecho de atleta, las manos de petimetre y la frente de niño. Éramos una máscara, con los calzones de Inglaterra, el chaleco parisiense, el chaquetón de Norte América y la montera de España. El indio, mudo, nos daba vueltas alrededor, y se iba al monte, a la cumbre del monte, a bautizar sus hijos. El negro, oteado, cantaba en la noche la música de su corazón, solo y desconocido, entre las olas y las fieras. El campesino, el creador, se revolvía, ciego de indignación, contra la ciudad desdeñosa, contra su criatura. Éramos charreteras y togas, en países que venían al mundo con la alpargata en los pies y la vincha en la cabeza. El genio hubiera estado en hermanar, con la caridad del corazón y con el atrevimiento de los fundadores, la vincha y la toga; en desestancar al indio; en ir haciendo lado al negro suficiente; en ajustar la libertad al cuerpo de los que se alzaron y vencieron por ella. Nos quedó el oidor, y el general, y el letrado, y el prebendado. La juventud angélica, como de los brazos de un pulpo, echaba al Cielo, para caer con gloria estéril, la cabeza, coronada de nubes. El pueblo natural, con el empuje del instinto, arrollaba, ciego del triunfo, los bastones de oro. Ni el libro europeo, ni el libro yankee, daban la clave del enigma hispanoamericano. Se probó el odio, y los países venían cada año a menos. Cansados del odio inútil, de la resistencia del libro contra la lanza, de la razón contra el cirial, de la ciudad contra el campo, del imperio imposible de las castas urbanas divididas sobre la nación natural, tempestuosa o inerte, se empieza, como sin saberlo, a probar el amor. Se pone en pie los pueblos, y se saludan. "¿Cómo somos?" se preguntan y unos a otros se van diciendo cómo son. Cuando aparece en Cojímar un problema, no va a buscar la solución a Dantzig. Las levitas son todavía de Francia, pero el pensamiento empieza a ser de América. Los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hundes las manos en la masa, y la levantan con la levadura de su sudor. Entienden que se imita demasiado, y que la salvación está en crear. Crear es la palabra de pase de esta generación. El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino! Se entiende que las formas de gobierno de un país han de acomodarse a sus elementos naturales; que las ideas absolutas, para no caer por un yerro de forma, han de ponerse en forma relativas; que la libertad, para ser viable tiene que ser sincera y plena; que si la república no abre los brazos a todos y adelanta con todos, muere la república. El tigre de adentro se entra por la hendija y el tigre de afuera. El general sujeta en la marcha la caballería al paso de los infantes. O si deja a la zaga a los infantes, le envuelve el enemigo la caballería. Estrategia es política. Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es la salud; pero con un solo pecho y una sola mente. ¡Bajarse hasta los infelices y alzarlos en los brazos! ¡Con el fuego del corazón deshelar la América coagulada! ¡Echar, bullendo y rebotando, por las venas, la sangre natural del país! En pie, con los ojos alegres de los trabajadores, se saludan, de un pueblo a otro, los hombres nuevos americanos. Surgen los estadistas naturales del estudio directo de la Naturaleza. Leen para aplicar, pero no para copiar. Los economistas estudian la dificultad en sus orígenes. Los oradores empiezan a ser sobrios. Los dramaturgos traen los caracteres nativos a la escena. Las academias discuten temas viables. La poesía se corta la melena zorrillesca y cuelga del árbol glorioso el chaleco colorado. La prosa, centelleante y cernida, va cargada de idea. Los gobernadores en las repúblicas de indios, aprenden indio.
De todos sus peligros se va salvando América. Sobre algunas repúblicas está durmiendo el pulpo. Otras, por la ley del equilibrio, se echan a pie a la mar, a recobrar, con prisa loca y sublime, los siglos perdidos. Otras, olvidando que Juárez paseaba en un coche de mulas, pone coche de viento y de cochero a una bomba de jabón; el lujo venenoso, enemigos de la libertad, pudre al hombre liviano y abre la puerta al extranjero. Otras acendran, con el espíritu épico de la independencia amenazada, el carácter viril. Otras crían, en la guerra rapaz contra el vecino, la soldadesca que puede devorarlas. Pero otro peligro corre, acaso, nuestra América, que no le viene de sí, sino de la diferencia de orígenes, métodos e intereses entre los dos factores continentales, y es la hora próxima en que se le acerque demandando relaciones íntimas, un pueblo emprendedor y pujante que la desconoce y la desdeña. Y como los pueblos viriles, que se han hecho sí propios, con la escopeta y la ley, aman, y sólo aman, a los pueblos viriles: como la hora del desenfreno y la ambición, de que acaso se libre, por el predominio de lo más puro de su sangre, la América del Norte, o en que pudieran lanzarla sus masas vengativas y sórdidas, la tradición de conquista y el interés de un caudillo hábil, no está tan cercana aún a los ojos del más espantadizo, que no dé tiempo a la prueba de altivez, continua y discreta, con que se la pudiera encarar y desviarla; como su decoro de república pone a la América del Norte, ante los pueblos atentos del Universo, un freno que no le ha de quitar la provocación pueril o la arrogancia ostentosa, o la discordia parricida de nuestra América, el deber urgente de nuestra América es enseñarse como es, una en alma e intento, vencedora veloz de un pasado sofocante, manchado sólo con la sangre de abono que arranca a las manos la pelea con las ruinas, y la de las venas que nos dejaron picadas nuestros dueños. El desdén del vecino formidable, que no la conoce, es el peligro mayor de nuestra América; y urge, porque el día de la visita está próximo, que el vecino la conozca, la conozca pronto, para que no la desdeñe. Por ignorancia llegaría, tal vez, a poner en ella la codicia. Por el respeto, luego que la conociese, sacaría de ella las manos. Se ha de tener fe en lo mejor del hombre y desconfiar de lo peor de él. Hay que dar ocasión a lo mejor para se revele y prevalezca sobre lo peor. Si no, lo peor prevalece. Los pueblos han de tener una picota para quien les azuza a odios inútiles; y otra para quien no les dice a tiempo la verdad.No hay odio de razas, porque no hay razas. Los pensadores canijos, los pensadores de lámpara, enhebran y recalientan las razas de librería, que el viajero justo y el observador cordial buscan en vano en la justicia de la Naturaleza, donde resalta, en el amor victorioso y el apetito turbulento, la identidad universal del hombre. El alma emana, igual y eterna, de los cuerpos diversos en forma y en color. Peca contra la Humanidad el que fomente y propague la oposición y el odio de las razas. Pero en el amasijo de los pueblos se condenan, en la cercanía de otros pueblos diversos, caracteres peculiares y activos, de ideas y de hábitos, de ensanche y adquisición, de vanidad y de avaricia, que del estado latente de preocupaciones nacionales pudieran, en un período de desorden interno o de precipitación del carácter acumulado del país, trocarse en amenaza grave para las tierras vecinas, aisladas y débiles, que el país fuerte declara perecederas e inferiores. Pensar es servir. Ni ha de suponerse, por antipatía de aldea, una maldad ingénita y fatal al pueblo rubio del continente, porque no habla nuestro idioma, ni ve la casa como nosotros la vemos, ni se nos parece en sus lacras políticas, que son diferentes de las nuestras; ni tiene en mucho a los hombres biliosos y trigueños, ni mira caritativo, desde su eminencia aún mal segura, a los que, con menor favor de la Historia, suben a tramos heroicos la vía de las repúblicas; ni se han de esconder los datos patentes de problemas que puede resolverse, para la paz de los siglos, con el estudio oportuno y la unión tácita y urgente del alma continental. ¡Porque ya suena el himno unánime; la generación actual lleva a cuestas, por el camino abonado por los padres sublimes, la América trabajadora; del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del cóndor, regó el Gran Semí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva!
(El Partido Liberal. México, 30 de enero de 1891.)
Testamento político
Campamento de Dos Ríos, 18 de mayo de 1895.
Sr. Manuel Mercado.Mi hermano queridísimo: Ya puedo escribir; ya puedo decirle con qué ternura y agradecimiento y respeto lo quiero, y a esa casa que es mía, y mi orgullo y obligación; ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber-puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo-de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias pª alcanzar sobre ellas el fin. Las mismas obligaciones menores y públicas de los pueblos,-como ese de Vd., y mío,-más vitalmente interesados en impedir que en Cuba se abra, por la anexión de los imperialistas de allá y los españoles, el camino, que se ha de cegar, y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de nuestra América al Norte revuelto y brutal q. los desprecia,-les habrían impedido la adhesión ostensible y ayuda patente a este sacrificio, que se hace en bien inmediato y de ellos. Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas;-y mi honda es la de David. Ahora mismo; pocos días hace, al pie de la victoria con que los cubanos saludaron nuestra salida libre de las sierras en que anduvimos los seis hombres de la expedición catorce días, el corresponsal del Herald, q. me sacó de la hamaca en mi rancho, me habla de la actividad anexionista, menos temible por la poca realidad de los aspirantes, de la especie curial, sin cintura ni creación, que por disfraz cómodo de su complacencia o sumisión a España, le pide sin fe la autonomía de Cuba, contenta sólo de que haya un amo, yankee o español, que les mantenga, o les cree, en premio de su oficio de celestinos, la posición de prohombres, desdeñosos de la masa pujante,-la masa mestiza, hábil y conmovedora, del país,-la masa inteligente y creadora de blancos y negros. Y de más me habla el corresponsal del Herald; Eugenio Bryson:--de un Sindicato yankee,-que no será,-con garantía de las Aduanas, harto empeñadas con los rapaces bancos españoles pª q. quede asidero a los del Norte,-incapacitado afortunadamente, por su entrabada y compleja constitución política, para emprender o apoyar la idea como obra de gobierno . Y de más me habló Bryson,-aunque la certeza de la conversación q. me refería, sólo la puede comprender quien conozca de cerca el brío con que hemos levantado la revolución,-el desorden, desgano y mala paga del ejército novicio español,-y la incapacidad de España pª allegar, en Cuba o afuera, los recursos contra la guerra q. en la vez anterior sólo sacó de Cuba:-Bryson me contó su conversación con Martínez Campos , al fin de la cual le dio a entender este q. sin duda, llegada la hora, España preferiría entenderse con los E. Unidos a rendir la Isla a los cubanos:-Y aún me habló Bryson más: de un conocido nuestro, y de lo q. en el Norte se le cuida, como candidato de los Estados Unidos, pª cdo. el actual presidente desaparezca, a la presidencia de México. Por acá, yo hago mi deber. La guerra de Cuba, realidad superior a los vagos y dispersos deseos de los cubanos y españoles anexionistas a que sólo daría relativo poder su alianza con el gobierno de España, ha venido a su hora en América, para evitar, aún contra el empleo franco de todas esas fuerzas, la anexión de Cuba a los Estados Unidos, que jamás la aceptarán de un país en guerra, ni pueden contraer, puesto que la guerra no aceptará la anexión, el compromiso odioso y absurdo de abatir por su cuenta y con sus armas una guerra de independencia americana. -Y México-¿no hallará modo sagaz, efectivo e inmediato, de auxiliar, a tiempo, a quien lo defiende? Sí lo hallará,-o yo se lo hallaré. Esto es muerte o vida, y no cabe errar. El modo discreto es lo único que se ha de ver. Ya lo habría hallado y propuesto. Pero he de tener más autoridad en mí, o de saber quien la tiene, antes de obrar o aconsejar. Acabo de llegar. Puede aún tardar dos meses, si ha de ser real y estable, la constitución de nuestro gobierno, útil y sencillo. Nuestra alma es una, y la sé, y la voluntad del país; pº estas cosas son siempre obra de la relación, momento y acomodos. Con la representación que tengo, no quiero hacer nada que parezca extensión caprichosa de ella. Llegué, con el General Máximo Gómez y cuatro más, en un bote, en que llevé el remo de proa bajo el temporal, a una pedrera desconocida de nuestras playas; cargué, catorce días, a pie por espinas y alturas, mi morral y mi rifle,-alzamos gente a nuestro paso; siento en las benevolencia de las almas la raíz de este cariño mío a la pena del hombre y a la justicia de remediarla; los campos son nuestros sin disputa, a tal punto que en un mes sólo he podido oír un fuego; y a las puertas de las ciudades, o ganamos una victoria, o pasamos revista, ante entusiasmo parecido al fuego religioso, a tres mil armas; seguimos camino, al centro de la Isla, a deponer yo, ante la revolución que he hecho alzar, la autoridad que la emigración me dio, y se acató adentro, y debe renovar, conforme a su estado nuevo, una asamblea de delegados del pueblo cubano visible, de los revolucionarios en armas. La revolución desea plena libertad en el ejército, sin las trabas q. antes le opuso una Cámara sin sanción real, o la suspicacia de una juventud celosa de su republicanismo, o los celos, y temores de excesiva prominencia futura, de un caudillo puntilloso o previsor; pero quiere la revolución a la vez sucinta y respetable representación republicana,-la misma alma de humanidad y decoro, llena del anhelo de la dignidad individual, en la representación de la república, que la empuja y mantiene en la guerra a los revolucionarios. Por mí, entiendo que no se puede guiar a un pueblo contra el alma que lo mueve, o sin ella, y sé cómo se encienden los corazones, y cómo se aprovecha para el revuelo incesante y la cometida el estado fogoso y satisfecho de los corazones. Pero en cuanto a formas, caben muchas ideas: y las cosas de hombres, hombres con quienes las hacen. Me conoce. En mí, sólo defenderé lo que tenga yo por garantía o servicio de la revolución. Sé desaparecer. Pero no desaparecería mi pensamiento, ni me agriaría mi oscuridad.-Y en cuanto tengamos forma, obraremos, cúmplame esto a mí, o a otros.
Y ahora, puesto delante lo de interés público, le hablaré de mí, ya que sólo la emoción de este deber pudo alzar de la muerte apetecida al hombre que, ahora que Nájera no vive donde se le vea, mejor lo conoce, y acaricia como un tesoro en su corazón la amistad con que Vd. lo enorgullece. Ya sé sus regaños, callados, después de mi viaje. ¡Y tanto q. le dimos, de toda nuestra alma, y callado él¡ ¡Qué engaño es esta y qué alma tan encallecida la suya, que el tributo y la honra de nuestro afecto no ha podido hacerle escribir una carta más sobre el papel de carta y de periódico que llena al día¡ Hay efectos de tan delicada honestidad,
Nota: El texto está cotejado con una foto del manuscrito original.
La carta queda inconclusa. Al día siguiente, 19 de mayo de 1895, Martí cae en combate en la zona llamada Dos Ríos, al pie de la Sierra Maestra.José Martí en la mirada de...
"...En español, nada hay que se parezca a la salida de bramidos de Martí, y después de Víctor Hugo, nada presenta la Francia de esta resonancia de metal."
Domingo Faustino Sarmiento (1887)
"... Martí poeta, escritor, orador, catedrático, agente consular, periodista, agitador, conspirador, estadista y soldado no fue en el fondo y siempre sino Martí patriota. Para ver y abarcar desde un punto central la existencia tan accidentada de este grande hombre nada es tan adecuado como considerar su labor política. Esta es la esencia; las demás fases de su vida pública son detalles y accidentes."
Enrique José Varona (1896)
"... Es la forma que representan los salmos hebraicos, la de Walt Whitman y también la de los versos libres de Martí. No hay en ellos más freno que el ritmo del endecasílabo, el más libre, el más variado y proteico que hay en nuestra lengua. Y más que un freno, es una espuela ese ritmo; una espuela para un pensamiento ya de suyo desbocado."
Miguel de Unamuno (1921)
"... El modernismo, para mí, era novedad diferente, era libertad interior. No, Martí fue otra cosa, y Martí estaba, por esa 'otra cosa' muy cerca de mí. Y, cómo dudarlo, Martí era tan moderno como los otros 'modernistas' hispanoamericanos."
Juan Ramón Jiménez (1938)
"... ¡Ah mina sin acabamiento esta de la persona de Martí en la obra de Martí!... Martí continúa siendo todavía la mina a medio volcar, el metal que está a la vez a flor de tierra y metido en vericuetos oscuros del espíritu y el idioma..."
Gabriela Mistral (1945)
"...Martí es una de las naturalezas literarias más dotadas de América, pero gran parte de su obra, y su vida misma, fueron sacrificadas a su apostolado de libertad. Su arte es un arte relámpago; cada relámpago revela y esconde inexplorados paisajes..."
Alfonso Reyes (1945)
"... Martí, caído en Dos Ríos, había de erigirse, a la vez, en hombre de su tiempo y de todos los tiempos; en definidor del presente y anunciador de lo futuro. Porque su obra sigue respondiendo, en este centenario de su nacimiento, a todas las preguntas que sobre nuestra América nos hacemos cada día."
Alejo Carpentier (1953)
"...Martí fue... el hombre cuya palabra y cuyo ejemplo había que recordar cada vez que se quisiera decir o hacer algo trascendente en esta patria... porque José Martí es mucho más que cubano; es americano... y su voz se escucha y se respeta no sólo aquí en Cuba sino en toda la América."
Ernesto Che Guevara (1960)
"Los aportes de Martí al verso de su época, fueron de una decisiva importancia... Sin duda, es el más grande creador que hemos tenido, es también el poeta de obra más honda y bella, más eterno."
José Lezama Lima (1965)
Texto remitido por la Sociedad Cultural José Martí.