COLOMBIA BORRÓ DE LA HISTORIA A SU ÚNICO PRESIDENTE NEGRO
Noviembre 12, 2008Por: Gonzalo Guillen
Tomado de: El Nuevo Herald
El periodista colombiano Gonzalo Guillen, conocido por sus denuncias del gobierno de Alvaro Uribe, publica este miércoles en el periódico El Nuevo Herald un extenso artículo donde devela que el único presidente negro de Colombia, Juan José Nieto Gil, está excluido de la historia oficial de su país y entre las causas de la omisión pudiera estar el racismo.
La investigación del periodista y que hoy es reproducida además por otros medios informativos de Latinoamérica, denuncia la manipulación histórica ejecutada por algunos círculos de poder en Colombia, quienes desarrollan un profundo racismo.
¡Verdades de Cuba! reproduce el material de carácter histórico publicado por la versión digital de El Nuevo Herald.
Juan José Nieto Gil fue el presidente número 84 de Colombia, pero su nombre no figura en los textos de historia de ese país.
UNA HISTORIA OCULTA
Álvaro Uribe no es el presidente número 84 de Colombia sino el 85 ya que, por circunstancias que los historiadores le atribuyen al racismo, un presidente negro que tuvo este país a mediados del siglo XIX fue literalmente borrado de la historia: Juan José Nieto Gil.Nieto Gil fue, además, el primer novelista que tuvo Colombia con tres obras también olvidadas. Apenas si es vagamente recordado como un prominente general liberal que participó en las guerras civiles del siglo XIX que siguieron a la independencia de España, cuyo proceso comenzó en 1810 y culminó, bajo la dirección militar de Simón Bolívar, con la victoria final del 7 de agosto de 1819 en la batalla de Boyacá.
Nieto fue redescubierto hace dos décadas durante las investigaciones académicas de campo de Orlando Fals Borda, un reconocido historiador y padre de la sociología moderna en Colombia, que murió el pasado 12 de agosto a los 83 años de edad.
Fals Borda ya había reconstruido la vida de Nieto Gil como parte de su obra cardinal de varios tomos Historia doble de la Costa, cuando descubrió en las mazmorras del palacio colonial de la Inquisición, de Cartagena, un retrato al óleo de Nieto Gil que se pudría entre escombros, papeles inservibles y muebles de desecho expuestos a la humedad.
El cuadro había sido pintado antes de que Nieto Gil fuera presidente de Colombia entre el 25 de enero y el 18 de julio de 1861, durante un vacío de poder entre el único gobierno del conservador Mariano Ospina Rodríguez y el segundo de cuatro del general liberal Tomás Cipriano de Mosquera.
Al mismo óleo le fue pintada después la banda presidencial cuando Nieto Gil asumió el cargo y tras su muerte el retrato fue enviado a París “para que fuera retocado a la manera de un mandatario francés, el mismo que de retorno se colocó en los salones del Museo Histórico de Cartagena, hasta cuando fue retirado en 1974, luego de una restauración que no fue aprobada por los académicos de la ciudad”, cuenta Fals Borda en la biografía que escribió sobre el presidente olvidado.
Mientras estuvo expuesto, el retrato no era presentado como el único de un desconocido presidente de Colombia, sino como el de un antiguo general costeño del siglo XIX.
En París, en realidad, dijo el historiador antes de morir, “lo que se hizo fue ‘blanquear’ a Nieto”. Sin embargo, con la restauración de 1974 reapareció el hombre negro original, que en realidad se cree fue más bien un mulato caribe de los que, en todo caso, en Colombia son considerados negros.
La imagen reparada del prócer no fue del agrado de la academia ni de la élite cartagenera, tradicionalmente blanca, de estirpe y nostalgias españolas, y fue a dar a las mazmorras del palacio de la Inquisición.
Moisés Álvarez, actual director del Archivo Histórico de Cartagena, que funciona en el palacio, contó a El Nuevo Herald que su amigo Fals Borda encontró el cuadro en su presencia. “Estaba con muchas cosas allí, arrumbado. Estaba prácticamente tirado”.
Álvarez considera que la injusta segregación a la que ha sido sometido Nieto Gil “es una cosa más local [de las élites cartageneras] que nacional”. Un sentimiento racista que ha sobrevivido a lo largo de los siglos y que no ha permitido que el prócer de esta historia pueda ocupar el papel que le corresponde en la historia de Colombia.
“Cartagena era muy elitista y Nieto no era de aquí”, cuenta Álvarez.
El nombre de Nieto Gil nunca ha estado en los textos oficiales de historia de Colombia.
Sobre el período que le correspondió, en las escuelas se enseña que simplemente fue ocupado por el final del gobierno del presiente Ospina Rodríguez y el comienzo del segundo de Mosquera.
La circunstancia de que Nieto Gil haya gobernado solamente durante seis meses no parece suficiente para excluirlo de la historia.
En la segunda mitad del siglo XX, por ejemplo, presidentes como Víctor Mosquera Cháux o Carlos Lemos Simonds figuran en la galería oficial de los mandatarios de Colombia a pesar de que ninguno de los dos gobernó más de un mes y medio.
Mosquera Cháux asumió el mando para hacer un reemplazo de cinco semanas de Julio César Turbay Ayala (1978-1982) y Lemos otro de Ernesto Samper (1994-1998).
Juan José Nieto Gil nació el 24 de junio de 1805 en Cibarco, dentro de lo que hoy es el caribeño departamento de Atlántico y murió en Cartagena el 16 de julio de 1866.
Fals Borda estableció que Nieto Gil fue alumbrado “al pie de un árbol de matarratón” durante un viaje de sus padres, Tomás Nicolás Nieto y Benedicta Gil.
“No hubo peligro de parto. Don Tomás asistió a su esposa y él mismo cortó el ombligo con su macoca”, escribió Fals Borda.
Nieto Gil era, según Fals Borda, “fornido, de piel cetrina clara (o trigueña oscura), ojos zarcos verdosos, nariz recta y amplia, labios finos, cejas arqueadas y cabello negro medio rizado”.
Fue autodidacta y masón. En 1839 fue elegido diputado de la Cámara Provincial de Cartagena. Participó en la guerra civil conocida como de los Supremos, estuvo preso y luego vivió exiliado durante cinco años en Kingston, Jamaica, de donde regresó a Cartagena en 1847.
Coterráneo de Gabriel García Márquez, fue el primer novelista que tuvo Colombia como autor de La hija de Calamar y Los moriscos, entre otras, cuyos textos, al parecer, se perdieron.
Entre el 29 de agosto y el 16 de septiembre de 1849 se encargó de la gobernación de la provincia de Cartagena en reemplazo del gobernador José María Obando que se enfermó y en julio de 1851 asumió el cargo.
Para la época de Nieto, Colombia era una confederación de estados unidos y el 3 de julio de 1860 decretó que el estado de Bolívar que él gobernaba se separaba de la Confederación Granadina o Estados Unidos de la Nueva Granada.
La separación la hizo para unirse al general Tomás Cipriano de Mosquera que desde el sur de Colombia se había levantado contra el gobierno conservador y centralista de Mariano Ospina Rodríguez.
En noviembre de 1860, Nieto Gil asumió por las armas el gobierno de todo el norte de Colombia con el propósito de unir sus territorios a los que estaba conquistando Mosquera desde el sur.
Se esperaba que Mosquera llegara a Bogotá y asumiera el mando de la nación pero como el 25 de enero de 1861 eso no había ocurrido, Nieto Gil dictó un decreto por medio del cual asumió la Presidencia.
El artículo primero, decía: “Me declaro, desde hoy, en ejercicio del poder ejecutivo de los Estados Unidos de la Nueva Granada, con el título de Presidente de la Unión, en cuyo empeño estaré hasta que haya confianza oficial de haberse encargado del mismo poder ejecutivo Tomás Cipriano de Mosquera y esté franca la comunicación de los estados de la costa con el interior”.
Por medio del mismo decreto, Nieto Gil fijó la capital en Cartagena de Indias, donde asumió el poder supremo “en una fastuosa ceremonia, donde le ciñeron la banda presidencial”, escribió el extinto periodista e historiador bogotano Gabriel Cabrera en un ensayo sobre Nieto Gil publicado en El País, de Cali, el 23 de agosto de 1998, bajo el título de “Un presidente borrado de la historia”.
Cabrera considera que “es prácticamente seguro que fue Mosquera el primero en querer ignorar la Presidencia de Nieto”.
Cuando Fals Borda halló el cuadro en los calabozos del palacio de la Inquisición, fue enviado a los talleres de restauración del Ministerio de Cultura, en Bogotá.
Dos años después, regresó y esta vez fue expuesto en el museo histórico de la ciudad como el retrato del presidente Nieto Gil que, a decir verdad, no llama la atención de los visitantes del palacio colonial en donde estuvo alojado el Santo Oficio.
No obstante, la versión restaurada en Bogotá y expuesta hoy en el museo cartagenero corresponde más a la figura “blanqueada” en París que a la original del negro ilustre, pintada antes de que asumiera la presidencia que la historia le ha negado de manera sistemática.
Antes de Morir, Fals Borda le relató a El Nuevo Herald que un cuadro de Nieto Gil había sido incorporado en su presencia a una galería de presidentes colombianos del Banco de la República (central), en Bogotá, con la ayuda del entonces gerente de la institución, Miguel Urrutia.
Era, al parecer, el comienzo de un reconocimiento merecido aunque tardío. Pero una investigación de El Nuevo Herald no encontró ni la galería ni a Urrutia.
En su oficina de la Facultad de Economía de la Universidad de Los Andes, de Bogotá, dijeron que se encontraba en Nueva York.
Sofía Restrepo Rincón, jefa de Divulgación y Servicios Educativos del Banco de la República, dijo a El Nuevo Herald que la única muestra gráfica de presidentes del banco está formada por ‘‘unas fotografías en miniatura coloreadas con los retratos de muchos de nuestros Presidentes, no todos”.
La colección “está guardada esperando completarse y pasará en un futuro próximo a la Sala de Libros Raros y de Manuscritos de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República para consulta e investigación del público”.
Y la noticia esperada por siglos: “En esa colección de fotografías miniaturas coloreadas sí está el señor Juan José Nieto, Presidente en 1861”, reveló Rincón.
Esto, sin embargo, no lo incorpora a la historia oficial del país y continúa su ausencia en la galería de mandatarios en la propia Presidencia de la República.
Quizá sea cierto el temor que, antes de morir, Fals Borda confesó: “Mi hipótesis es la de que a Nieto lo excluyen por negro y por costeño”.