LOS ESTADOS UNIDOS VISTO POR LOS
ESTADOUNIDENSES
“El gobierno más pro norteamericano que se ha conocido de todos los tiempos”
Históricamente no se conoce un gobierno tan favorable al estilo de vida y modelo de gobierno norteamericano, como el de los dirigentes del Frente Amplio. Hubo si, en contadas excepciones, actitudes obsecuentes con el poder imperialista al romper relaciones con Cuba o votar en su contra en Naciones Unidas. Pero la gran diferencia fue que cada una de esas actitudes fue tomada y vista con vergüenza, puestos sus responsables a la defensiva, y criticados por las fuerzas políticas de izquierda y nacionalistas.
En cambio ahora la política a favor del imperialismo está encabezada y la vanguardiza la izquierda compuesta de tupamaros, comunistas y socialistas y la justifica todo el resto del espectro político e ideológico.
Mientras en el pasado quienes se acercaban a la política norteamericana se avergonzaban de ello hoy se enorgullecen con total desparpajo.
Este es el cambio histórico no solamente en una izquierda que nación enfrentada a todo tipo de imperialismos, que tuvo una vertiente nacional que fue el artiguismo y otra vertiente desde el exterior que fue la lucha antiimperialista.
Una izquierda acuñada en la gesta liberadora de Artigas, y en las corrientes antiimperialista llegadas con la emigración europea de anarquistas, comunistas, socialistas.
Ahora en cambio la izquierda en el poder es la que rompe una tradición antiimperialista que no se atrevieron a cruzar esa barrera ni los batllistas ni los nacionalistas blancos, con Herrera a la cabeza, que se negó a que se instalaran bases norteamericanas en nuestro país.
Hasta la propia dictadura a cuyo frente estuvieron los militares fascistas y los oligarcas admiradores del imperialismo mantuvieron relaciones con Estados Unidos con tanto éxito. Ya que al final durante el gobierno del demócrata James Carter, por la enmienda Koch, la dictadura quedó huérfana del respaldo imperialista.
Es muy triste el proceso vivido por la izquierda uruguaya mayoritaria y por la conducción del movimiento obrero, que ha sido capaz de dar una voltereta tal de 180 grados y con él arrastrar a la mayoría de la población.
Han contribuido a ello, indudablemente, desde los intelectuales de izquierda, la cultura uruguaya en general, desde los escritores, periodistas, los cantautores que en otra época fueron líderes de la protesta pública y hoy trabajan incansablemente con su producción en una oportunidades y con su silencio, en otros casos.
Lo peor de todo y la mayor tragedia es que intelectuales, periodistas, dirigentes sindicales, políticos de izquierda, los educadores, los creadores de la cultura se inclinan ante el imperialismo en el peor momento, en una etapa culminante de fascismo, agresión, barbarie y asesinatos masivos.
Tan así es esta realidad, que ni los propios ciudadanos calificados de los Estados Unidos están dispuestos a defender un gobierno como el de Bush; un fascista y tramposo que alcanzó el poder mediante el fraude electoral.
David Brooks corresponsal del diario La Jornada de México entrevistó al escritor estadounidense Gore Vidal, quien aseguró que Bush es un golpista que demolió la Constitución, y que nos han convencido de que Estados Unidos es la envidia del mundo pero no es verdad.
El periodista entrevistó al escritor estadounidense Gore Vidal en su casa de Los Angeles, California, en donde el referido intelectual le manifestó, “Hemos perdido la república y nuestras instituciones”, al reiterar que “hemos sufrido un golpe de Estado” y que “George W. Bush ha demolido a la Constitución”.
Ya que el gobierno progresista ha elegido a la administración estadounidense actual como modelo y al Presidente George Bush como ejemplo de democracia y libertad, según lo manifestado por el mandatario uruguayo durante su discurso de bienvenida en la estancia Anchorena.
Creemos que puede ayudar un poco más a comprender el carácter fascista y reaccionario del gobierno que conduce el Presidente norteamericano George W. Bush, en las consideraciones manifestadas por los propios personalidades estadounidenses.
El escritor y legendario activista político estadounidense considera, en entrevista con La Jornada, que el estado de esta nación es tan malo que tal vez ya no tiene remedio. “Pocos aquí entienden este punto, pero es lo que ha ocurrido con Bush. Hasta hemos perdido el único regalo que nos dejó Inglaterra cuando nos abandonó a nuestro individualismo: la Carta Magna y el habeas corpus, todo lo que dio el tono del Siglo de las Luces a Estados Unidos”.
Vidal es uno de los escritores y críticos políticos más influyentes de Estados Unidos y su participación en los circuitos culturales y políticos de primer nivel durante las últimas décadas lo confirma como una de las voces más lúcidas en el debate político, intelectual de este país y en el mundo. Esa voz se ha vuelto cada vez más feroz después de que llegó al poder lo que él ha llamado la “junta Cheney, Bush”.
“Bush es algo nuevo”, dice cuando se le pregunta si el actual gobierno sólo es lo peor de lo que ha habido o significa un cambio cualitativo. “Odia a la república. No la entiende. Consigue a esta pequeña comadreja, Alberto González, su abogado personal, y lo único a lo que éste se dedica, antes de que finalmente el Congreso lo obligue a renunciar, como procurador general, es legalizar todo acto ilegal o inconstitucional de este presidente inconstitucional y malicioso que cree en la tortura, cree en matar gente, cree en la guerra unilateral contra otros países que no nos han ofendido de ninguna manera y no nos pueden dañar de ninguna manera”.
Imitando la voz de Bush, Vidal declara: “Soy un presidente de tiempos de guerra, soy un presidente de tiempos de guerra… Bueno, es un idiota de tiempos de guerra, eso es lo que es”.
–¿Y por qué no hay una respuesta masiva de este pueblo ante estos actos tan explícitos y conocidos, trasmitidos por televisión a todos?
–Y todos han descubierto que nada de esto le importa al pueblo estadounidense. Nos han convencido de que somos perfectos. Somos la envidia del mundo, nos dicen la economía número uno del planeta. Nada es verdad, pero nos han educado para creerlo. Cuenta que viaja por todo el país dando conferencias, “y frecuentemente tengo que anticipar las preguntas del público. Una de las cosas a las que tengo que responder es esa afirmación de que ‘todos en el mundo quisieran vivir aquí’. Les respondo que nadie quiere nuestro sistema de salud, ¡por Dios! Y les pregunto: ¿cuándo fue la última vez que vieron a un noruego con una green card? ¿Quién dejaría Noruega para vivir aquí?”, aunque no deja de apuntar: “ése es el país más aburrido de la Tierra”.
Se le insiste: si todos los mitos de lo que hace de éste un “gran país”, el “ejemplo para el mundo” en derechos constitucionales y democráticos, han sido destruidos en estos años, ¿cómo es posible que no haya una reacción popular mucho más amplia hasta el momento?
“De eso se trata un golpe de Estado. Éstas quienes están en el gobierno, son las peores personas del mundo. Los hombres del petróleo, del gas, los ladrones, gente de Texas, un estado al que me gustaría restaurar su antigua independencia y echarlo a los lobos de México –dice, regodeándose en su humor malicioso ante las protestas del entrevistador, y agrega en español: a la chingada con Texas”.
Vidal dice que en respuesta a todo eso se ha dedicado a rescatar la memoria nacional: ha escrito novelas históricas, ensayos sobre diferentes épocas de este país, y hasta obras de teatro acaba de representar el papel de Lincoln en una obra de Aaron Copland, en la famosa arena de espectáculos Hollywood Bowl. Su libro más reciente es el segundo volumen de sus memorias. La memoria, la historia, es su respuesta, su rebelión, contra la cultura anulada de su pueblo.
Actualmente su trabajo de historiador se enfoca en una investigación sobre la guerra de Estados Unidos contra México de 1848. Comenta que el general Ulises S. Grant, comandante de las fuerzas triunfantes del norte en la Guerra de Secesión, quien también ya había participado de joven en la invasión contra México, declaró más tarde que consideraba que la Guerra de Secesión fue el castigo de Dios contra este país por la injusticia y barbarie cometidas contra México en 1848.
–Pero, ¿por qué cunde la amnesia histórica en Estados Unidos?, se le pregunta.
–Es una cultura de televisión, y la televisión tiene el propósito de vender el producto lo más rápido posible y trasmitirlo sin otorgarle valor, responde.
“Todo es trampa en este país, corrupción y robo. Mire nuestras elecciones: uno recauda suficiente dinero, compra suficiente tiempo en televisión y puede resultar electo aunque nadie lo conozca, aunque a nadie le importe. O sea, ¿cuál es la noticia política todos los días? Cuánto dinero recaudó Hillary... “Uy, no. No puede ser, es una antipática”.
“Es una mujer inteligente, y eso la hace odiosa a los varones estadounidenses”, indica. Se le pregunta si le cae bien. “Sí: es una mujer inteligente, no es algo frecuente en mi país”. ¿Pero confía en ella?, se le pregunta. “No confío en nadie, soy italiano”, responde.
Trata de explicar el contexto político, cultural del poder en este país.
“Nuestra clase gobernante es Inglaterra. Fuimos extensión del Imperio Británico cuando no era su momento más brillante, y así, todas las fallas que se pueden asociar con los británicos también rezan con nuestros gobernantes, aunque nuestra clase gobernante no sería considerada como tal según normas británicas. Cumple el papel de nuestros viejos amos coloniales, como los españoles, estoy seguro, aún lo hacen en México: la clase gobernante representa a la Regina Isabela”.
Y regresa al tema de la amnesia:
“hay ausencia de curiosidad, creo que es una característica anglosajona. Ahí es donde somos deficientes, no tenemos ninguna curiosidad, y eso que éramos los exploradores, los que abrimos gran parte del mundo; hicimos todo eso, y carecemos de curiosidad sobre casi todo. Creo que en parte tiene que ver con el sistema educativo, que es vil”.
Pero hay una multitud que lee libros, lo que indica hambre por otras versiones de la historia y criticas al poder, se le argumenta; eso demuestra algo, ¿o no? Considera que existe esa hambre.
“En el viejo Estados Unidos, la república, y algunos tratamos de representarla”. Agrega poco después que, si bien tiene un amplio público, varios bestsellers, millones que leen sus comentarios, no es suficiente. “Sí, tal vez es un signo de esperanza para mi, pero no necesariamente para todo lo demás”, dice.
–¿Qué señalaría usted como algo con vida, algo que ofrece un poco de luz en este país?
–Hay un coro de rechazo a la guerra, pero me sorprende que aún sea tan magro. Son guerras reales, pero pocos se dan cuenta. CNN dice cuántos murieron ese día, pero ahí queda, entre anuncios de nueve tipos de detergentes diferentes. Entonces uno decide qué detergente quiere y cuál muchacho muerto le hubiese gustado que viviera un poco más.
“Es la irrealidad de todo, o más bien, lo surrealista. Los estadounidenses no viven en un país, viven en algún acontecimiento. Ven comerciales de productos que en verdad no quieren, y entre uno y otro está la guerra”.
“La gente no puede esperar que los medios le comuniquen algo de valor, algo que pudiera nutrir sus energías. Muchos sí desean un cambio, y da la impresión de que algo puede ocurrir, pero no ocurre. No tenemos país, nadie tiene la sensación de vivir en un país: vivimos en un lugar donde si tienes dinero estás bien, y si no estás en la mierda”.
–¿Cuáles serían las dos o tres cosas que necesita saber un extranjero un latinoamericano, un mexicano, que está por visitar este país?
–El racismo es lo primero que tiene que saber, y la medida en que domina toda esta cultura. Y número dos: gordura. Éstas son las personas que se ven más gordas y espantosas en el planeta. Hablo de mis paisanos. Viajo a Mississippi una vez al año a algo que se llama “Día de los Gore”: el clan de los Gore llega de todos los puntos del país, y uno ve a estos puercos enormes, de cara mezquina, labios delgados y ojos pequeños... gente espantosa, y son mi gente. Los Vidal son un poco mejores.
Por cierto, entre este clan está Al Gore, el ex vicepresidente y ahora ganador del Nobel de la Paz, primo de Vidal.
De pronto, el escritor recita un poco de poesía, su cara cambia y se desvanece su pesimismo. Lo mismo cuando recita pasajes de prosa, citas históricas o anécdotas de sus aventuras artísticas.
Se queja de que ya no existe arte en Estados Unidos. Recuerda los años cuarenta, a su cuate Tennessee Williams y otros.
“Para mí esos tiempos ejemplifican lo mejor: la guerra había concluido, la Gran Depresión también, y el mundo era nuestro. Éramos 13 millones de estadounidenses que habían servido en las fuerzas armadas durante la guerra, y estábamos, por fin, libres”.
“Estar en lo militar era estar en la cárcel… éramos cautivos del Estado, pero por fin éramos libres, y cundía la sensación de regocijo, y uno miraba a su alrededor, y este Estados Unidos, que no había sido nada culturalmente, o muy poco, antes de 1945, de repente era número uno en el mundo, en todo. Ballet, ningún estadounidense había visto el ballet antes de la guerra, y de repente había Balanchine y más en Nueva York. En pintura, París había sido la capital de los pintores, y de pronto era Nueva York; en todo, poetas, músicos. Aun tenemos rastros de lo que éramos… creía que esto continuaría; las artes brotaban, deslumbraban”.
Pero ya no.
Ante argumentos del entrevistador sobre nuevas vertientes culturales, de hip hop y poesía hablada, de tradiciones orales nuevas, de Springsteen redescubriendo a Woody Guthrie, Vidal reprueba a todos.
“Pretender que Bob Dylan es un gran poeta no va a ayudar la causa de la poesía”, enjuicia.
Riéndose con o del entrevistador, añade: “creo que trata de decir que existe un hambre de todo esto”, y al preguntársela si opina lo mismo, afirma: “hay hambre de chatarra”.
“Entre algunos jóvenes hay nociones de que sus pensamientos son valiosos sólo porque son sus pensamientos. Pero el arte no se trata de eso, uno tiene que atinar mucho más alto, tomarlo mucho más en serio. No es nada más sobreimponer un Woody Guthrie sobre el hip hop. Siempre regreso a lo que dijo Walt Whitman: para tener gran poesía se requiere de un gran público: empieza con éste”. Agrega que el clima político, el cual “frena la expresión, la conversación”, no nutre la posibilidad del arte.
La casa de Vidal, en Hollywood Hills, está repleta de arte clásico, sobre todo de arte italiano de los siglos XVI y XVII. El techo de la sala tiene dos paneles como si fuera iglesia; Vidal bromea repetidas veces con que “yo no soy gringo, soy italiano”, vivió durante años en Ravello, donde tenia su otra casa hasta hace poco.
Muestra una imagen en vidrio colgada en la pared, y cuenta que las figuras grabadas ahí son sus antepasados, de la familia Vidal, en 1595. “La mayoría de los estadounidenses ni saben que tenían antepasados, abuelos”.
En la imagen están en una región de Austria, pero dice que los Vidal son suizos. Llegaron a Estados Unidos en 1848, época de revoluciones en Europa, obviamente había problemas políticos, comenta.
“Tengo miles de primos aún ahí, y ellos escriben el apellido como Vital”.
O sea, de vida. Responde: “sí, creo que es altamente simbólico, y es mejor ése que tener el apellido ‘de Morte”, dice riéndose.
Dice que su padre y su tío fueron militares, educados en West Point, grandes jugadores de fútbol americano. Habla de la tradición católica en su familia, y de los jesuitas, “que aseguran estar de ambos lados” del debate político. De la nada sale un comentario de que “Fidel Castro, ése es tan poco comunista como yo, ése es un jesuita”.
Además de su trabajo de historia, Vidal continúa haciendo comentarios en televisión, radio y por escrito sobre los graves problemas que enfrenta su país; dice que le han robado el país. La segunda parte de sus memorias, Point to Point Navigation, fue publicada el año pasado y cubre el periodo entre 1964-2006.
La primera parte, Palimpsest, cubre la primera parte de la extraordinaria vida de este novelista, ensayista, critico y activista político ambos están en las listas de los más vendidos.
Su última colección de ensayos sobre política es The Last Empire.
Vidal es autor de 24 novelas, cinco obras de teatro, varios guiones de cine y cientos de ensayos, algunos de una extensión de tamaño de un libro. Es considerado como uno de los escritores estadounidenses más importantes de los últimos 100 años.
Su otra tarea pendiente, cuenta, es la posibilidad de realizar una entrevista con el presidente Hugo Chávez para una de las principales revistas nacionales de Estados Unidos.
A sus 82 años de edad, y a pesar de sus rasgos a veces arrogantes pero a los que, como pocos otros, tiene derecho y el casi gozo que siente de su visión pesimista, Vidal confirma también lo mejor de este país: la rebelión de un intelectual honesto y comprometido ante la imposición de políticas obscenas y absurdas que intentan anular la memoria y, por lo tanto, otro futuro para Estados Unidos. Aunque seguramente se burlaría de cualquier pronóstico de un cambio radical en su país por ahora, no cabe duda de que su deseo es por lo menos contribuir a los esfuerzos por restaurar lo que llama “la República”.
Víctor Enikéev del periódico La voz de Rusia, señala que el prestigio de Estados Unidos está por el suelo.
En Estados Unidos fue publicado un informe con recomendaciones para la futura administración, sobre el restablecimiento del prestigio internacional del país. El documento fue redactado con la dirección del ex secretario de Estado, el republicano Richard Armitidge y por el demócrata Joseph Naya, profesor de la Universidad de Harvard y especialista en política exterior.
El lanzamiento del informe confirma una vez mas que el problema inquieta a la clase política del país. De partida es sintomático su título: “Por un Estados Unidos más inteligente y seguro”.
Los autores del documento aconsejan al futuro jefe de Estado que se arme de una política tal que infunda optimismo y esperanzas, en lugar del pavor y la maldad actuales. Muy razonable es también el deseo de apoyarse menos en la fuerza militar bruta y, recurrir mucho más a la apacible influencia política, económica y cultural.
Y trabajar además con mas tesón con las organizaciones internacionales, sobre todo con la ONU.
Hay que convenir que los autores del informe son honrados y juiciosos en sus evaluaciones, conclusiones y recomendaciones. Es verdad que no está muy claro por qué no dirigirlo al presidente Bush y a su equipo. Y es que el año que le queda en el poder no es un plazo despreciable. Con buena voluntad se podría hacer bastante. Otro cantar es que las actuales autoridades desprecian los sabios consejos. Y es que recomendaciones similares fueron entregadas antes al presidente. Es notable al respecto la opinión de la subsecretaria sobre diplomacia pública, Karen Huse. Entrevistada por el británico “The Financial Times” indicó que serán necesarias décadas antes de que EEUU pueda librarse de la animadversión que causa en otros países. Es posible que, entendiendo lo fútil de esas esperanzas, presentó su renuncia, aunque es una de las apoderadas y acólitos de Bush.
Hablando concretamente de Rusia, la mayoría de su población se opone a la expansión de la OTAN hacia el Este, y a los planes de Estados Unidos de creación de bases del sistema de defensa antimisiles en Europa y a los intentos de propagar la democracia mediante las revoluciones floridas. Tales acciones de Washington son calificados como parte de la “política de disuasión”, encaminada a impedir que Rusia se fortalezca. Estas evaluaciones son también del informe con recomendaciones para el futuro presidente de Estados Unidos. Ellas son muy justas. De ahí que quisiéramos que Washington las tenga en cuentas. Y ello porque, como dice el proverbio oriental: “es importante no solo ser inteligente, sino serlo además oportunamente”…
El actor y director estrena su ultima cinta Leones por corderos también habla sobre el gobierno de Bush.
Robert Redford afirma: “La imagen de Estados Unidos está destrozada, lo que hago es aportar material para reflexionar"
Tras siete años alejado de la silla del director, Robert Redford dispara artillería política pesada en su nuevo trabajo, “Leones por corderos” “Lions for Lambs”, una obra con fuerte contenido político.
Por ello, el director de 71 años no dudó en afirmar que al gobierno estadounidense “sólo le importa ganar, ganar y ganar”, y muestra su frustración con el periodismo nada crítico y los estudiantes inactivos, a los que llama a involucrarse más en esta época de guerra.
En la película, que mezcla varias tramas, Redford interpreta a un profesor de sociología idealista de California que intenta convencer a un estudiante inteligente, pero decepcionado, Andrew Garfield, de que cambie su vida.
Mientras, en Washington, una periodista de televisión Meryl Streep es presionada por un senador republicano Tom Cruise, cercano al Presidente George W. Bush, para que defienda una nueva estrategia militar en Afganistán.
Y dos jóvenes Derek Luke y Michael Pena luchan como voluntarios contra los talibanes en Afganistán.
“La película no gira exactamente en relación con acontecimientos actuales, que son difíciles de evaluar porque cambian, son demasiado volátiles, más bien trata de lo que hay debajo, de cuáles son los factores fundamentales que hacen que se repitan siempre este tipo de situaciones”, dijo Redford en una entrevista.
Agregó estar “preocupado por mi país. Echo un poco de menos algunas cosas grandiosas que vi en el pasado. Nunca antes viví este país en una textura tan mala”.
“Nuestra imagen en el mundo está destrozada. Me parte el corazón ver cómo una única administración puede causar tanto daño. ¿Qué puedo hacer contra eso? Lo único que puedo hacer es rodar un drama que aporte a la gente material para reflexionar. Porque si no hacemos nada, todo esto seguirá así y no sé si quedan muchos capítulos”, señaló el actor y director de cine.
Redford aseguró que siempre le interesaron los temas políticos, especialmente desde 1970, cuando rodó The Candidate.
“Después vino Todos los hombres del Presidente, luego Quiz Show. Son películas diferentes, que tratan sobre el poder de los medios y la libertad de opinión. Siempre hay películas nuevas que hacer sobre situaciones nuevas, pero esta cinta es diferente, porque trata de las cosas fundamentales que no cambian”, afirmó.
“¿Cuáles son las condiciones que nos llevaron a estas situaciones durante la era McCarthy, el Watergate, el escándalo Irán, Contra y ahora a ésta? ¿Qué es lo que lleva a eso? Es una forma de ser y de pensar que no desaparece. ¿Quién hubiera pensado que después del Watergate, con todos sus sucios trucos, mentiras y engaños, se iba a volver a repetir algo así?”, señaló.
Dice que hace justo 40 años, un estudiante justificó el uso de una técnica para herrar seres humanos como algo sin importancia. Tal vez eso explica, en parte, por qué es aceptable la tortura como política oficial y legal en Estados Unidos.
Una fraternidad académica en la Universidad de Yale “Delta Kappa Epsilon” fue acusada de usar procedimientos “sádicos y obscenos” de iniciación de sus nuevos miembros, se aplicó un hierro candente en la espalda de unos 40 estudiantes, lo cual provocó un escándalo en la prestigiada institución, reportó el New York Times en una nota fechada el 7 de noviembre de 1967.
Un ex presidente de esa fraternidad explicó que la marca se hace con un gancho candente y que la herida es “sólo como una quemadura de cigarro”, nada más. El nombre de ese ex presidente de la fraternidad es... George W. Bush.
Cuarenta años después, Bush continúa insistiendo en que las técnicas que expertos en interrogatorios, agrupaciones de derechos humanos, abogados militares y la ley internacional definen como tortura no son tales, y que además son “legales”.
Quienes favorecen los tormentos parecen prevalecer por ahora. La noche del jueves el Senado aprobó el nombramiento de Michael Mukasey como procurador general, a pesar de que rehusó responder si considera ilegales ciertas prácticas que han sido definidas como tortura desde hace 500 años.
El senador demócrata Patrick Leahy, presidente del Comité Judicial de la cámara alta, y 39 de sus colegas, votaron en contra justo por esa razón; Leahy subrayó: “yo no voto para permitir la tortura”.
Sin embargo, 53 senadores sufragaron en favor y así Mukasey evadió comprometerse a reprobar la legalidad de los suplicios, que forma parte de la política oficial de su nuevo jefe en la Casa Blanca.
Pero el debate nacional de las últimas semanas no se ha limitado sólo a discutir si la tortura debe o no ser empleada como política oficial por el gobierno de Estados Unidos, sino también sobre una gama de asuntos que tienen que ver con “niveles de dolor”, y si son o no “aceptables”.
Por ejemplo: “las ejecuciones de seres humanos realizadas por el Estado han regresado al foro público, donde se discute si son o no “crueles e inusuales”.
Ahora hay una moratoria de facto sobre ejecuciones en este país, a raíz de un caso ante la Suprema Corte, del que se espera un fallo tal vez hasta mediados del próximo año. Así, el mes de octubre fue el primero en casi tres años en que no se realizó una ejecución en algún estado en este país, reportó el New York Times.
En el caso se debe determinar si el método de inyección letal, empleado en 37 estados, el 38 que aplica la pena de muerte es Nebraska, pero sigue empleando la silla eléctrica, es “cruel e inusual”, pero el fallo no será sobre la constitucionalidad del castigo, sino sobre cuánto dolor es “aceptable” al ejecutar a un reo. O sea, el debate no es sobre matar o no, sino sobre cómo hacerlo.
Resulta que el “cóctel” de tres drogas, la primera es para perder conocimiento, la segunda para paralizar los músculos y la tercera para detener el corazón, quizá no funciona; la primera droga a veces fracasa, dejando a un prisionero consciente pero paralizado sin poder hablar hasta morir de un paro cardiaco. Pero si ese cóctel es prohibido por la Suprema Corte, sólo se formulará otro, supuestamente más efectivo.
La inyección letal solamente es la técnica más reciente: desde sus principios en este país se ha usado el fusilamiento, la ahorca y más recientemente la silla eléctrica y la cámara de gas, hasta llegar a la inyección. Pero el “progreso” en métodos de ejecución tienen más que ver con buscar una forma menos violenta y difícil de observar para los testigos que alguna preocupación por el ejecutado, y por eso se formuló el “cóctel”, donde casi no se mueve, en teoría, quien está muriendo.
Otro tema que se abordó en los últimos días es sobre las bombas de racimo. Una intensa campaña para promover la abolición de esta arma generó intercambios sobre su uso. Según investigaciones citadas por opositores, a lo largo de los últimos 40 años 98 por ciento de las víctimas de las bombas de racimo han sido civiles.
Las bombas, por su diseño, no dejan de matar o herir después de ser arrojadas, ya que dispersan municiones activas en amplias áreas y no todas estallan, sino que algunas se convierten de hecho en minas. Niños juegan con ellas, campesinos se topan contra ellas en sus campos, y así siguen matando o hiriendo a veces años después del cese de un conflicto.
Estados Unidos tiene en su arsenal casi mil millones de estas bombas, las ha exportado a 30 países y ha rehusado sumarse a decenas de otras naciones, casi 100, que están buscando su abolición.
Obviamente este gobierno sigue pensando que ese tipo de arma es necesaria y que sus consecuencias negativas son lo que se denomina “daños colaterales”.
O sea, dolor, sí, pero aceptable bajo esta óptica.
Hablando de bajas, la semana empezó con malas noticias para este país: el total de soldados estadounidense que ha muerto en Irak llegó a 852, y con ello hizo de 2007 el año más mortal para Estados Unidos en el país asiático.
El segundo año más sangriento para las tropas estadounidenses fue 2004, cuando un total de 849 uniformados de Estados Unidos fallecieron. Las muertes y el dolor ahí aún no tienen fin a la vista.
El gobierno de este país ha proclamado que esto es, sí, doloroso pero necesario, y patriótico. Lo mismo insistió Paul Tibbets, piloto y comandante del B-29 que arrojó la bomba atómica sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945, y por tanto jamás expresó remordimiento antes de morir a sus 92 años, a principios de este mes.
“No estoy orgulloso de que maté a 80 mil personas, pero estoy orgulloso de que me fue posible empezar con nada, planearlo y que funcionara tan perfectamente”, dijo en una entrevista en 1975.
Tal vez para algunos esto no es mucho más grave que una quemadura de cigarro. O tal vez lo más impactante es que la barbarie es el tema de un debate nacional y hay muchos estadounidenses que están en favor.
TAL VEZ TAMBIÉN POR ESTO FUE QUE LA MAYOR MANIFESTACIÓN QUE ALCANZÓ A CONVOCAR LA ASAMBLEA POPULAR JUNTO A VARIAS ORGANIZACIONES ANTIIMPERIALISTAS FUE CONTRA LA VENIDA DE BUSH A URUGUAY.
ESTADOUNIDENSES
“El gobierno más pro norteamericano que se ha conocido de todos los tiempos”
Históricamente no se conoce un gobierno tan favorable al estilo de vida y modelo de gobierno norteamericano, como el de los dirigentes del Frente Amplio. Hubo si, en contadas excepciones, actitudes obsecuentes con el poder imperialista al romper relaciones con Cuba o votar en su contra en Naciones Unidas. Pero la gran diferencia fue que cada una de esas actitudes fue tomada y vista con vergüenza, puestos sus responsables a la defensiva, y criticados por las fuerzas políticas de izquierda y nacionalistas.
En cambio ahora la política a favor del imperialismo está encabezada y la vanguardiza la izquierda compuesta de tupamaros, comunistas y socialistas y la justifica todo el resto del espectro político e ideológico.
Mientras en el pasado quienes se acercaban a la política norteamericana se avergonzaban de ello hoy se enorgullecen con total desparpajo.
Este es el cambio histórico no solamente en una izquierda que nación enfrentada a todo tipo de imperialismos, que tuvo una vertiente nacional que fue el artiguismo y otra vertiente desde el exterior que fue la lucha antiimperialista.
Una izquierda acuñada en la gesta liberadora de Artigas, y en las corrientes antiimperialista llegadas con la emigración europea de anarquistas, comunistas, socialistas.
Ahora en cambio la izquierda en el poder es la que rompe una tradición antiimperialista que no se atrevieron a cruzar esa barrera ni los batllistas ni los nacionalistas blancos, con Herrera a la cabeza, que se negó a que se instalaran bases norteamericanas en nuestro país.
Hasta la propia dictadura a cuyo frente estuvieron los militares fascistas y los oligarcas admiradores del imperialismo mantuvieron relaciones con Estados Unidos con tanto éxito. Ya que al final durante el gobierno del demócrata James Carter, por la enmienda Koch, la dictadura quedó huérfana del respaldo imperialista.
Es muy triste el proceso vivido por la izquierda uruguaya mayoritaria y por la conducción del movimiento obrero, que ha sido capaz de dar una voltereta tal de 180 grados y con él arrastrar a la mayoría de la población.
Han contribuido a ello, indudablemente, desde los intelectuales de izquierda, la cultura uruguaya en general, desde los escritores, periodistas, los cantautores que en otra época fueron líderes de la protesta pública y hoy trabajan incansablemente con su producción en una oportunidades y con su silencio, en otros casos.
Lo peor de todo y la mayor tragedia es que intelectuales, periodistas, dirigentes sindicales, políticos de izquierda, los educadores, los creadores de la cultura se inclinan ante el imperialismo en el peor momento, en una etapa culminante de fascismo, agresión, barbarie y asesinatos masivos.
Tan así es esta realidad, que ni los propios ciudadanos calificados de los Estados Unidos están dispuestos a defender un gobierno como el de Bush; un fascista y tramposo que alcanzó el poder mediante el fraude electoral.
David Brooks corresponsal del diario La Jornada de México entrevistó al escritor estadounidense Gore Vidal, quien aseguró que Bush es un golpista que demolió la Constitución, y que nos han convencido de que Estados Unidos es la envidia del mundo pero no es verdad.
El periodista entrevistó al escritor estadounidense Gore Vidal en su casa de Los Angeles, California, en donde el referido intelectual le manifestó, “Hemos perdido la república y nuestras instituciones”, al reiterar que “hemos sufrido un golpe de Estado” y que “George W. Bush ha demolido a la Constitución”.
Ya que el gobierno progresista ha elegido a la administración estadounidense actual como modelo y al Presidente George Bush como ejemplo de democracia y libertad, según lo manifestado por el mandatario uruguayo durante su discurso de bienvenida en la estancia Anchorena.
Creemos que puede ayudar un poco más a comprender el carácter fascista y reaccionario del gobierno que conduce el Presidente norteamericano George W. Bush, en las consideraciones manifestadas por los propios personalidades estadounidenses.
El escritor y legendario activista político estadounidense considera, en entrevista con La Jornada, que el estado de esta nación es tan malo que tal vez ya no tiene remedio. “Pocos aquí entienden este punto, pero es lo que ha ocurrido con Bush. Hasta hemos perdido el único regalo que nos dejó Inglaterra cuando nos abandonó a nuestro individualismo: la Carta Magna y el habeas corpus, todo lo que dio el tono del Siglo de las Luces a Estados Unidos”.
Vidal es uno de los escritores y críticos políticos más influyentes de Estados Unidos y su participación en los circuitos culturales y políticos de primer nivel durante las últimas décadas lo confirma como una de las voces más lúcidas en el debate político, intelectual de este país y en el mundo. Esa voz se ha vuelto cada vez más feroz después de que llegó al poder lo que él ha llamado la “junta Cheney, Bush”.
“Bush es algo nuevo”, dice cuando se le pregunta si el actual gobierno sólo es lo peor de lo que ha habido o significa un cambio cualitativo. “Odia a la república. No la entiende. Consigue a esta pequeña comadreja, Alberto González, su abogado personal, y lo único a lo que éste se dedica, antes de que finalmente el Congreso lo obligue a renunciar, como procurador general, es legalizar todo acto ilegal o inconstitucional de este presidente inconstitucional y malicioso que cree en la tortura, cree en matar gente, cree en la guerra unilateral contra otros países que no nos han ofendido de ninguna manera y no nos pueden dañar de ninguna manera”.
Imitando la voz de Bush, Vidal declara: “Soy un presidente de tiempos de guerra, soy un presidente de tiempos de guerra… Bueno, es un idiota de tiempos de guerra, eso es lo que es”.
–¿Y por qué no hay una respuesta masiva de este pueblo ante estos actos tan explícitos y conocidos, trasmitidos por televisión a todos?
–Y todos han descubierto que nada de esto le importa al pueblo estadounidense. Nos han convencido de que somos perfectos. Somos la envidia del mundo, nos dicen la economía número uno del planeta. Nada es verdad, pero nos han educado para creerlo. Cuenta que viaja por todo el país dando conferencias, “y frecuentemente tengo que anticipar las preguntas del público. Una de las cosas a las que tengo que responder es esa afirmación de que ‘todos en el mundo quisieran vivir aquí’. Les respondo que nadie quiere nuestro sistema de salud, ¡por Dios! Y les pregunto: ¿cuándo fue la última vez que vieron a un noruego con una green card? ¿Quién dejaría Noruega para vivir aquí?”, aunque no deja de apuntar: “ése es el país más aburrido de la Tierra”.
Se le insiste: si todos los mitos de lo que hace de éste un “gran país”, el “ejemplo para el mundo” en derechos constitucionales y democráticos, han sido destruidos en estos años, ¿cómo es posible que no haya una reacción popular mucho más amplia hasta el momento?
“De eso se trata un golpe de Estado. Éstas quienes están en el gobierno, son las peores personas del mundo. Los hombres del petróleo, del gas, los ladrones, gente de Texas, un estado al que me gustaría restaurar su antigua independencia y echarlo a los lobos de México –dice, regodeándose en su humor malicioso ante las protestas del entrevistador, y agrega en español: a la chingada con Texas”.
Vidal dice que en respuesta a todo eso se ha dedicado a rescatar la memoria nacional: ha escrito novelas históricas, ensayos sobre diferentes épocas de este país, y hasta obras de teatro acaba de representar el papel de Lincoln en una obra de Aaron Copland, en la famosa arena de espectáculos Hollywood Bowl. Su libro más reciente es el segundo volumen de sus memorias. La memoria, la historia, es su respuesta, su rebelión, contra la cultura anulada de su pueblo.
Actualmente su trabajo de historiador se enfoca en una investigación sobre la guerra de Estados Unidos contra México de 1848. Comenta que el general Ulises S. Grant, comandante de las fuerzas triunfantes del norte en la Guerra de Secesión, quien también ya había participado de joven en la invasión contra México, declaró más tarde que consideraba que la Guerra de Secesión fue el castigo de Dios contra este país por la injusticia y barbarie cometidas contra México en 1848.
–Pero, ¿por qué cunde la amnesia histórica en Estados Unidos?, se le pregunta.
–Es una cultura de televisión, y la televisión tiene el propósito de vender el producto lo más rápido posible y trasmitirlo sin otorgarle valor, responde.
“Todo es trampa en este país, corrupción y robo. Mire nuestras elecciones: uno recauda suficiente dinero, compra suficiente tiempo en televisión y puede resultar electo aunque nadie lo conozca, aunque a nadie le importe. O sea, ¿cuál es la noticia política todos los días? Cuánto dinero recaudó Hillary... “Uy, no. No puede ser, es una antipática”.
“Es una mujer inteligente, y eso la hace odiosa a los varones estadounidenses”, indica. Se le pregunta si le cae bien. “Sí: es una mujer inteligente, no es algo frecuente en mi país”. ¿Pero confía en ella?, se le pregunta. “No confío en nadie, soy italiano”, responde.
Trata de explicar el contexto político, cultural del poder en este país.
“Nuestra clase gobernante es Inglaterra. Fuimos extensión del Imperio Británico cuando no era su momento más brillante, y así, todas las fallas que se pueden asociar con los británicos también rezan con nuestros gobernantes, aunque nuestra clase gobernante no sería considerada como tal según normas británicas. Cumple el papel de nuestros viejos amos coloniales, como los españoles, estoy seguro, aún lo hacen en México: la clase gobernante representa a la Regina Isabela”.
Y regresa al tema de la amnesia:
“hay ausencia de curiosidad, creo que es una característica anglosajona. Ahí es donde somos deficientes, no tenemos ninguna curiosidad, y eso que éramos los exploradores, los que abrimos gran parte del mundo; hicimos todo eso, y carecemos de curiosidad sobre casi todo. Creo que en parte tiene que ver con el sistema educativo, que es vil”.
Pero hay una multitud que lee libros, lo que indica hambre por otras versiones de la historia y criticas al poder, se le argumenta; eso demuestra algo, ¿o no? Considera que existe esa hambre.
“En el viejo Estados Unidos, la república, y algunos tratamos de representarla”. Agrega poco después que, si bien tiene un amplio público, varios bestsellers, millones que leen sus comentarios, no es suficiente. “Sí, tal vez es un signo de esperanza para mi, pero no necesariamente para todo lo demás”, dice.
–¿Qué señalaría usted como algo con vida, algo que ofrece un poco de luz en este país?
–Hay un coro de rechazo a la guerra, pero me sorprende que aún sea tan magro. Son guerras reales, pero pocos se dan cuenta. CNN dice cuántos murieron ese día, pero ahí queda, entre anuncios de nueve tipos de detergentes diferentes. Entonces uno decide qué detergente quiere y cuál muchacho muerto le hubiese gustado que viviera un poco más.
“Es la irrealidad de todo, o más bien, lo surrealista. Los estadounidenses no viven en un país, viven en algún acontecimiento. Ven comerciales de productos que en verdad no quieren, y entre uno y otro está la guerra”.
“La gente no puede esperar que los medios le comuniquen algo de valor, algo que pudiera nutrir sus energías. Muchos sí desean un cambio, y da la impresión de que algo puede ocurrir, pero no ocurre. No tenemos país, nadie tiene la sensación de vivir en un país: vivimos en un lugar donde si tienes dinero estás bien, y si no estás en la mierda”.
–¿Cuáles serían las dos o tres cosas que necesita saber un extranjero un latinoamericano, un mexicano, que está por visitar este país?
–El racismo es lo primero que tiene que saber, y la medida en que domina toda esta cultura. Y número dos: gordura. Éstas son las personas que se ven más gordas y espantosas en el planeta. Hablo de mis paisanos. Viajo a Mississippi una vez al año a algo que se llama “Día de los Gore”: el clan de los Gore llega de todos los puntos del país, y uno ve a estos puercos enormes, de cara mezquina, labios delgados y ojos pequeños... gente espantosa, y son mi gente. Los Vidal son un poco mejores.
Por cierto, entre este clan está Al Gore, el ex vicepresidente y ahora ganador del Nobel de la Paz, primo de Vidal.
De pronto, el escritor recita un poco de poesía, su cara cambia y se desvanece su pesimismo. Lo mismo cuando recita pasajes de prosa, citas históricas o anécdotas de sus aventuras artísticas.
Se queja de que ya no existe arte en Estados Unidos. Recuerda los años cuarenta, a su cuate Tennessee Williams y otros.
“Para mí esos tiempos ejemplifican lo mejor: la guerra había concluido, la Gran Depresión también, y el mundo era nuestro. Éramos 13 millones de estadounidenses que habían servido en las fuerzas armadas durante la guerra, y estábamos, por fin, libres”.
“Estar en lo militar era estar en la cárcel… éramos cautivos del Estado, pero por fin éramos libres, y cundía la sensación de regocijo, y uno miraba a su alrededor, y este Estados Unidos, que no había sido nada culturalmente, o muy poco, antes de 1945, de repente era número uno en el mundo, en todo. Ballet, ningún estadounidense había visto el ballet antes de la guerra, y de repente había Balanchine y más en Nueva York. En pintura, París había sido la capital de los pintores, y de pronto era Nueva York; en todo, poetas, músicos. Aun tenemos rastros de lo que éramos… creía que esto continuaría; las artes brotaban, deslumbraban”.
Pero ya no.
Ante argumentos del entrevistador sobre nuevas vertientes culturales, de hip hop y poesía hablada, de tradiciones orales nuevas, de Springsteen redescubriendo a Woody Guthrie, Vidal reprueba a todos.
“Pretender que Bob Dylan es un gran poeta no va a ayudar la causa de la poesía”, enjuicia.
Riéndose con o del entrevistador, añade: “creo que trata de decir que existe un hambre de todo esto”, y al preguntársela si opina lo mismo, afirma: “hay hambre de chatarra”.
“Entre algunos jóvenes hay nociones de que sus pensamientos son valiosos sólo porque son sus pensamientos. Pero el arte no se trata de eso, uno tiene que atinar mucho más alto, tomarlo mucho más en serio. No es nada más sobreimponer un Woody Guthrie sobre el hip hop. Siempre regreso a lo que dijo Walt Whitman: para tener gran poesía se requiere de un gran público: empieza con éste”. Agrega que el clima político, el cual “frena la expresión, la conversación”, no nutre la posibilidad del arte.
La casa de Vidal, en Hollywood Hills, está repleta de arte clásico, sobre todo de arte italiano de los siglos XVI y XVII. El techo de la sala tiene dos paneles como si fuera iglesia; Vidal bromea repetidas veces con que “yo no soy gringo, soy italiano”, vivió durante años en Ravello, donde tenia su otra casa hasta hace poco.
Muestra una imagen en vidrio colgada en la pared, y cuenta que las figuras grabadas ahí son sus antepasados, de la familia Vidal, en 1595. “La mayoría de los estadounidenses ni saben que tenían antepasados, abuelos”.
En la imagen están en una región de Austria, pero dice que los Vidal son suizos. Llegaron a Estados Unidos en 1848, época de revoluciones en Europa, obviamente había problemas políticos, comenta.
“Tengo miles de primos aún ahí, y ellos escriben el apellido como Vital”.
O sea, de vida. Responde: “sí, creo que es altamente simbólico, y es mejor ése que tener el apellido ‘de Morte”, dice riéndose.
Dice que su padre y su tío fueron militares, educados en West Point, grandes jugadores de fútbol americano. Habla de la tradición católica en su familia, y de los jesuitas, “que aseguran estar de ambos lados” del debate político. De la nada sale un comentario de que “Fidel Castro, ése es tan poco comunista como yo, ése es un jesuita”.
Además de su trabajo de historia, Vidal continúa haciendo comentarios en televisión, radio y por escrito sobre los graves problemas que enfrenta su país; dice que le han robado el país. La segunda parte de sus memorias, Point to Point Navigation, fue publicada el año pasado y cubre el periodo entre 1964-2006.
La primera parte, Palimpsest, cubre la primera parte de la extraordinaria vida de este novelista, ensayista, critico y activista político ambos están en las listas de los más vendidos.
Su última colección de ensayos sobre política es The Last Empire.
Vidal es autor de 24 novelas, cinco obras de teatro, varios guiones de cine y cientos de ensayos, algunos de una extensión de tamaño de un libro. Es considerado como uno de los escritores estadounidenses más importantes de los últimos 100 años.
Su otra tarea pendiente, cuenta, es la posibilidad de realizar una entrevista con el presidente Hugo Chávez para una de las principales revistas nacionales de Estados Unidos.
A sus 82 años de edad, y a pesar de sus rasgos a veces arrogantes pero a los que, como pocos otros, tiene derecho y el casi gozo que siente de su visión pesimista, Vidal confirma también lo mejor de este país: la rebelión de un intelectual honesto y comprometido ante la imposición de políticas obscenas y absurdas que intentan anular la memoria y, por lo tanto, otro futuro para Estados Unidos. Aunque seguramente se burlaría de cualquier pronóstico de un cambio radical en su país por ahora, no cabe duda de que su deseo es por lo menos contribuir a los esfuerzos por restaurar lo que llama “la República”.
Víctor Enikéev del periódico La voz de Rusia, señala que el prestigio de Estados Unidos está por el suelo.
En Estados Unidos fue publicado un informe con recomendaciones para la futura administración, sobre el restablecimiento del prestigio internacional del país. El documento fue redactado con la dirección del ex secretario de Estado, el republicano Richard Armitidge y por el demócrata Joseph Naya, profesor de la Universidad de Harvard y especialista en política exterior.
El lanzamiento del informe confirma una vez mas que el problema inquieta a la clase política del país. De partida es sintomático su título: “Por un Estados Unidos más inteligente y seguro”.
Los autores del documento aconsejan al futuro jefe de Estado que se arme de una política tal que infunda optimismo y esperanzas, en lugar del pavor y la maldad actuales. Muy razonable es también el deseo de apoyarse menos en la fuerza militar bruta y, recurrir mucho más a la apacible influencia política, económica y cultural.
Y trabajar además con mas tesón con las organizaciones internacionales, sobre todo con la ONU.
Hay que convenir que los autores del informe son honrados y juiciosos en sus evaluaciones, conclusiones y recomendaciones. Es verdad que no está muy claro por qué no dirigirlo al presidente Bush y a su equipo. Y es que el año que le queda en el poder no es un plazo despreciable. Con buena voluntad se podría hacer bastante. Otro cantar es que las actuales autoridades desprecian los sabios consejos. Y es que recomendaciones similares fueron entregadas antes al presidente. Es notable al respecto la opinión de la subsecretaria sobre diplomacia pública, Karen Huse. Entrevistada por el británico “The Financial Times” indicó que serán necesarias décadas antes de que EEUU pueda librarse de la animadversión que causa en otros países. Es posible que, entendiendo lo fútil de esas esperanzas, presentó su renuncia, aunque es una de las apoderadas y acólitos de Bush.
Hablando concretamente de Rusia, la mayoría de su población se opone a la expansión de la OTAN hacia el Este, y a los planes de Estados Unidos de creación de bases del sistema de defensa antimisiles en Europa y a los intentos de propagar la democracia mediante las revoluciones floridas. Tales acciones de Washington son calificados como parte de la “política de disuasión”, encaminada a impedir que Rusia se fortalezca. Estas evaluaciones son también del informe con recomendaciones para el futuro presidente de Estados Unidos. Ellas son muy justas. De ahí que quisiéramos que Washington las tenga en cuentas. Y ello porque, como dice el proverbio oriental: “es importante no solo ser inteligente, sino serlo además oportunamente”…
El actor y director estrena su ultima cinta Leones por corderos también habla sobre el gobierno de Bush.
Robert Redford afirma: “La imagen de Estados Unidos está destrozada, lo que hago es aportar material para reflexionar"
Tras siete años alejado de la silla del director, Robert Redford dispara artillería política pesada en su nuevo trabajo, “Leones por corderos” “Lions for Lambs”, una obra con fuerte contenido político.
Por ello, el director de 71 años no dudó en afirmar que al gobierno estadounidense “sólo le importa ganar, ganar y ganar”, y muestra su frustración con el periodismo nada crítico y los estudiantes inactivos, a los que llama a involucrarse más en esta época de guerra.
En la película, que mezcla varias tramas, Redford interpreta a un profesor de sociología idealista de California que intenta convencer a un estudiante inteligente, pero decepcionado, Andrew Garfield, de que cambie su vida.
Mientras, en Washington, una periodista de televisión Meryl Streep es presionada por un senador republicano Tom Cruise, cercano al Presidente George W. Bush, para que defienda una nueva estrategia militar en Afganistán.
Y dos jóvenes Derek Luke y Michael Pena luchan como voluntarios contra los talibanes en Afganistán.
“La película no gira exactamente en relación con acontecimientos actuales, que son difíciles de evaluar porque cambian, son demasiado volátiles, más bien trata de lo que hay debajo, de cuáles son los factores fundamentales que hacen que se repitan siempre este tipo de situaciones”, dijo Redford en una entrevista.
Agregó estar “preocupado por mi país. Echo un poco de menos algunas cosas grandiosas que vi en el pasado. Nunca antes viví este país en una textura tan mala”.
“Nuestra imagen en el mundo está destrozada. Me parte el corazón ver cómo una única administración puede causar tanto daño. ¿Qué puedo hacer contra eso? Lo único que puedo hacer es rodar un drama que aporte a la gente material para reflexionar. Porque si no hacemos nada, todo esto seguirá así y no sé si quedan muchos capítulos”, señaló el actor y director de cine.
Redford aseguró que siempre le interesaron los temas políticos, especialmente desde 1970, cuando rodó The Candidate.
“Después vino Todos los hombres del Presidente, luego Quiz Show. Son películas diferentes, que tratan sobre el poder de los medios y la libertad de opinión. Siempre hay películas nuevas que hacer sobre situaciones nuevas, pero esta cinta es diferente, porque trata de las cosas fundamentales que no cambian”, afirmó.
“¿Cuáles son las condiciones que nos llevaron a estas situaciones durante la era McCarthy, el Watergate, el escándalo Irán, Contra y ahora a ésta? ¿Qué es lo que lleva a eso? Es una forma de ser y de pensar que no desaparece. ¿Quién hubiera pensado que después del Watergate, con todos sus sucios trucos, mentiras y engaños, se iba a volver a repetir algo así?”, señaló.
Dice que hace justo 40 años, un estudiante justificó el uso de una técnica para herrar seres humanos como algo sin importancia. Tal vez eso explica, en parte, por qué es aceptable la tortura como política oficial y legal en Estados Unidos.
Una fraternidad académica en la Universidad de Yale “Delta Kappa Epsilon” fue acusada de usar procedimientos “sádicos y obscenos” de iniciación de sus nuevos miembros, se aplicó un hierro candente en la espalda de unos 40 estudiantes, lo cual provocó un escándalo en la prestigiada institución, reportó el New York Times en una nota fechada el 7 de noviembre de 1967.
Un ex presidente de esa fraternidad explicó que la marca se hace con un gancho candente y que la herida es “sólo como una quemadura de cigarro”, nada más. El nombre de ese ex presidente de la fraternidad es... George W. Bush.
Cuarenta años después, Bush continúa insistiendo en que las técnicas que expertos en interrogatorios, agrupaciones de derechos humanos, abogados militares y la ley internacional definen como tortura no son tales, y que además son “legales”.
Quienes favorecen los tormentos parecen prevalecer por ahora. La noche del jueves el Senado aprobó el nombramiento de Michael Mukasey como procurador general, a pesar de que rehusó responder si considera ilegales ciertas prácticas que han sido definidas como tortura desde hace 500 años.
El senador demócrata Patrick Leahy, presidente del Comité Judicial de la cámara alta, y 39 de sus colegas, votaron en contra justo por esa razón; Leahy subrayó: “yo no voto para permitir la tortura”.
Sin embargo, 53 senadores sufragaron en favor y así Mukasey evadió comprometerse a reprobar la legalidad de los suplicios, que forma parte de la política oficial de su nuevo jefe en la Casa Blanca.
Pero el debate nacional de las últimas semanas no se ha limitado sólo a discutir si la tortura debe o no ser empleada como política oficial por el gobierno de Estados Unidos, sino también sobre una gama de asuntos que tienen que ver con “niveles de dolor”, y si son o no “aceptables”.
Por ejemplo: “las ejecuciones de seres humanos realizadas por el Estado han regresado al foro público, donde se discute si son o no “crueles e inusuales”.
Ahora hay una moratoria de facto sobre ejecuciones en este país, a raíz de un caso ante la Suprema Corte, del que se espera un fallo tal vez hasta mediados del próximo año. Así, el mes de octubre fue el primero en casi tres años en que no se realizó una ejecución en algún estado en este país, reportó el New York Times.
En el caso se debe determinar si el método de inyección letal, empleado en 37 estados, el 38 que aplica la pena de muerte es Nebraska, pero sigue empleando la silla eléctrica, es “cruel e inusual”, pero el fallo no será sobre la constitucionalidad del castigo, sino sobre cuánto dolor es “aceptable” al ejecutar a un reo. O sea, el debate no es sobre matar o no, sino sobre cómo hacerlo.
Resulta que el “cóctel” de tres drogas, la primera es para perder conocimiento, la segunda para paralizar los músculos y la tercera para detener el corazón, quizá no funciona; la primera droga a veces fracasa, dejando a un prisionero consciente pero paralizado sin poder hablar hasta morir de un paro cardiaco. Pero si ese cóctel es prohibido por la Suprema Corte, sólo se formulará otro, supuestamente más efectivo.
La inyección letal solamente es la técnica más reciente: desde sus principios en este país se ha usado el fusilamiento, la ahorca y más recientemente la silla eléctrica y la cámara de gas, hasta llegar a la inyección. Pero el “progreso” en métodos de ejecución tienen más que ver con buscar una forma menos violenta y difícil de observar para los testigos que alguna preocupación por el ejecutado, y por eso se formuló el “cóctel”, donde casi no se mueve, en teoría, quien está muriendo.
Otro tema que se abordó en los últimos días es sobre las bombas de racimo. Una intensa campaña para promover la abolición de esta arma generó intercambios sobre su uso. Según investigaciones citadas por opositores, a lo largo de los últimos 40 años 98 por ciento de las víctimas de las bombas de racimo han sido civiles.
Las bombas, por su diseño, no dejan de matar o herir después de ser arrojadas, ya que dispersan municiones activas en amplias áreas y no todas estallan, sino que algunas se convierten de hecho en minas. Niños juegan con ellas, campesinos se topan contra ellas en sus campos, y así siguen matando o hiriendo a veces años después del cese de un conflicto.
Estados Unidos tiene en su arsenal casi mil millones de estas bombas, las ha exportado a 30 países y ha rehusado sumarse a decenas de otras naciones, casi 100, que están buscando su abolición.
Obviamente este gobierno sigue pensando que ese tipo de arma es necesaria y que sus consecuencias negativas son lo que se denomina “daños colaterales”.
O sea, dolor, sí, pero aceptable bajo esta óptica.
Hablando de bajas, la semana empezó con malas noticias para este país: el total de soldados estadounidense que ha muerto en Irak llegó a 852, y con ello hizo de 2007 el año más mortal para Estados Unidos en el país asiático.
El segundo año más sangriento para las tropas estadounidenses fue 2004, cuando un total de 849 uniformados de Estados Unidos fallecieron. Las muertes y el dolor ahí aún no tienen fin a la vista.
El gobierno de este país ha proclamado que esto es, sí, doloroso pero necesario, y patriótico. Lo mismo insistió Paul Tibbets, piloto y comandante del B-29 que arrojó la bomba atómica sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945, y por tanto jamás expresó remordimiento antes de morir a sus 92 años, a principios de este mes.
“No estoy orgulloso de que maté a 80 mil personas, pero estoy orgulloso de que me fue posible empezar con nada, planearlo y que funcionara tan perfectamente”, dijo en una entrevista en 1975.
Tal vez para algunos esto no es mucho más grave que una quemadura de cigarro. O tal vez lo más impactante es que la barbarie es el tema de un debate nacional y hay muchos estadounidenses que están en favor.
TAL VEZ TAMBIÉN POR ESTO FUE QUE LA MAYOR MANIFESTACIÓN QUE ALCANZÓ A CONVOCAR LA ASAMBLEA POPULAR JUNTO A VARIAS ORGANIZACIONES ANTIIMPERIALISTAS FUE CONTRA LA VENIDA DE BUSH A URUGUAY.
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