Niña iraquí, perdón, daño colateral.
Ahora cuénteme una de vaqueros, dijo mi embajadorísimo Roy Chaderton acerca de lo que, según el embajador colombiano ante la OEA, eran pruebas irrefutables contra nuestro país. Y la verdad es que si el asunto no fuera tan peligroso sería hasta gracioso.
Se presentó este señor Hoyos con lo que, insistía, era abrumadora evidencia de que las FARC y el ELN se esconden en Venezuela, y nos empezó a mostrar fotos de algún jefe guerrillero fumando, otro en una playa colombiana que según Hoyos queda en Falcón, un campamento rodeado de árboles tan venezolanos que nadie que tenga tres dedos de frente y que quiera seguirle el juego nefasto a este embajador, pensaría que que se tal vez se trate de bejucos colombianos.
Fotos y videos acompañados de coordenadas que nada dicen, pruebas contundentes como las que, hace algunos años, nos mostró Collin Powell desde la ONU y donde, según él, Fox News y CNN quedaba clarito que Iraq tenía unas armas de destrucción masiva que no tenía.
Esta historia que Collin nos empezó a contar entonces no ha llegado a su fin. La guerra contra el terror que promovía su gobierno sigue aterrorizando a millones de personas, las armas de destrucción masiva continúan produciendo incontables “daños colaterales”, por no decir inocentes descuartizados, sólo que estas armas no son las de Saddam, que no existían, sino las del gobierno de Collin y su amigos.
Hoy nos tocó ver a una especie de Collin colombiano, portando pruebas tan huecas como el amor y la preocupación que, este nefasto lleva y trae, dijo sentir por nuestro pueblo. Vergonzosa exhibición de cinismo de alguien no parece conocer la vergüenza.
Sería cómico, repito, si no fuera tan peligroso el juego que estos señores de la guerra quieren obligarnos a jugar. Sería cómico si no me hubiera tropezado con los tristes comentarios de algunos, cuyo furor antichavista los lleva a desear una invasión colombiana, con marines gringos incluidos, con su Faluya en Catia, of course, porque en Chacao va el Green Zone… Sería cómico pero, visto lo visto, el fósforo blanco no distingue clases sociales, el uranio empobrecido nos empobrece a todos, la guerras salvadoras no salvan, matan.
Claro, que esto lo digo yo que soy chavista, que no pertenezco al exclusivo sector pensante del país, ese que cree que los bombillos ahorradores espían, que la democracia se hace con golpes de estado tipo Micheletti, que los marines son las hadas de la libertad, que el socialismo es malo porque es malo, porque ¡No es no! y ¡Con mi Hoyos no te metas!
En serio, sería tan cómico si no fuera tan triste y peligroso...
Carola Chávez
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