La reconstrucción de la Patria Grande Latinoamericana, aquella que postularon San Martín y Bolívar, Martí y Ugarte, entre otros, continúa avanzando.
En Georgetown, capital de la antigua Guyana Británica, hoy convertida en la República cooperativa de Guyana, se realiza la IV cumbre de la UNASUR, ratificando así el camino hacia la reunificación de nuestros países, surgidos de la balcanización impuesta por los imperialismos inglés y norteamericano.
Resulta oportuno recordar el disímil proceso ocurrido en las dos Américas. El norte creció hacia adentro, ampliando su desarrollo capitalista, con expansión hacia el Far West hasta convertirse en los Estados Unidos y tornarse imperialista.
Este proceso que va desde el triunfo de la burguesía industrial del norte sobre los latifundistas explotadores de esclavos sobre el golfo de México, culminó en su condición de Gendarme del Mundo que se adjudica derechos de establecer bases militares o imponer su dominación sobre Afganistán o Irak, aunque últimamente su economía -basada en la emisión de dólares sin respaldo- ha empezado a crujir peligrosamente.
De México al sur, el resto de América se disgregó y devino en los estados desunidos de América Latina y el Caribe. Desmembrados por la presión imperial ejercida en complicidad con las oligarquías y burguesías portuarias, se convirtió en "veinte hermanos que viven de espaldas", como señaló el ensayista oriental Alberto Methol Ferré.
Aquí, el mercado externo prevaleció sobre el mercado interno, las costas sobre el interior, la dependencia sobre la soberanía, el saqueo sobre el desarrollo, las sardinas -como dijo el presidente guatemalteco Juan José Arévalo- apresadas por el tiburón. En 1826, Bolívar intentó la gran Confederación, pero no pudo lograrla: faltaba la fuerza social capaz de lograr la unificación.
Así se fueron segregando los pequeños países dependientes: en 1825 nace Bolivia, en 1828: Uruguay, en 1830: Ecuador, se rompe la Gran Colombia, en 1865 es arrasado el Paraguay con su modelo de economía autocentradada, en 1902 queda sometido Puerto Rico y se impone la enmienda Platt a Cuba, en 1903 desgajan Panamá de Colombia, para construir el canal, ya la Federación Centroamericana liderada por Morazán ha caído décadas atrás disgregada en varios países, ya a fines de siglo ha nacido la OEA, `verdadero ministerio de colonias`, según la calificó Manuel Ugarte.
Pero hoy este proceso de disgregación se revierte aceleradamente y hoy la OEA ya no ocupa rol importante, ante la consolidación de la UNASUR.
Los procesos de liberación nacional desarrolladas en varios países latinoamericanos desde 1998 llevaron a la convicción de que es preciso coordinar esfuerzos volviendo a las raíces de las viejas luchas: ALBA, MERCOSUR, Banco del SUR, UNASUR son palabras que aparecen habitualmente en los cables periodísticos.
Los nuevos proyectos van siendo reconocidos como necesarios en los diversos países: una moneda latinoamericana par a desligarse del dólar, un Banco del Sur para desentenderse del FMI, una empresa energética latinoamericana y hasta un comité de defensa común, proyectos que lleva inmediatamente al recuerdo de José Martí: `Unámonos, unámonos, para que el Gigante del Norte nos respete`.
Y el Gigante ha acusado el golpe por lo cual redobla su presión: coloca siete bases en Colombia, una nueva base en Paraguay, la IV flota navega amenazadoramente por el Atlántico y mueve asimismo sus diversos organismo para desestabilizar a los gobiernos populares latinoamericanos, a través de la CIA, la SIP, las ONG que esconden proyectos imperiales, los grandes diarios y las oligarquías traidoras. La lucha está empeñada y en los próximos años se acentuará seguramente.
Pero la Patria Grande no ceja en su intento y esta IV cumbre lleva el propósito de impedir el derrocamiento de los gobiernos populares: una de las propuestas centrales es que la UNASUR actúe inmediatamente ante cualquier intento de quebrar el orden en países donde gobiernan las mayorías populares, como lo ha hecho ya tanto en el caso de Honduras, Bolivia y Ecuador.
Pero ahora más orgánicamente aún, a través de medidas efectivas: se plantea el cierre de fronteras, la suspensión de tráfico aéreo, suspensión de la provisión de energías y de otros servicios, es decir, un conjunto de sanciones tomadas colectivamente contra cualquier movimiento usurpador de la voluntad popular.
La experiencia indica que hay que ir mucho más allá de lo que se procedió ante el caso de Honduras, es decir, no sólo el no reconocimiento, sino también los bloqueos que impongan un cerco a todo intento imperialistas desestabilizador.
En esta gesta liberadora y unificadora, Argentina ha jugado un rol importante desde el 2003. Y por ello no es casual que la IV reunión del Unasur se inicie con un homenaje a Néstor Kirchner, secretario general de esta organización en el momento de su muerte.
Frente a la prepotencia externa -que pretende descargar sus crisis sobre nuestros países- puede afirmarse con certeza que Bolívar y San Martín han salido de nuevo a galopar por las tierras de la Patria Grande, para convertir en realidad aquel proyecto frustrado en el siglo XIX.
*Historiador
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