sábado, diciembre 26, 2009

Ricky y la fábrica de chocolate

*Daniel Satur

La Verdad Obrera

Un operario gana en tres años y medio lo que el patrón gasta en una noche. Las luces y las cámaras se prenden para el millonario banquete, mientras en la fábrica reinan la opresión y el abuso.

Cuando Menem decía en el ‘89 que iba a gobernar para “los niños pobres que tienen hambre y los niños ricos que tienen tristeza”, Ricardito tenía 20 años. Su padre, Carlos, llevaba décadas manejando la fábrica que fundara en 1912 el viejo Felipe. Hoy, 20 años después, don Carlos ya no está, Menem sólo hizo felices a los niños ricos, y Ricardo sigue disfrutando la fortuna que día a día genera la explotación de cientos de personas. Y aunque durante el menemismo haya vivido en Miami, asegura que “en los ’90 podíamos caminar sin seguridad y no había la delincuencia que hay ahora”. Hace semanas satura la pantalla cantando, bailando y viajando por el mundo con una cohorte de chetos a sueldo. Pero por más que sus bíceps recargados y sus cirugías al por mayor lloren y se sensibilicen, Ricardo Fort no puede esconder lo que es: la exacerbación decadente de la clase capitalista.

A puro pulmón… ajeno

Cuando le reprochan la ostentación que hace de su fortuna él responde que su familia “hizo la plata a puro pulmón”. Pero Ricky jamás podrá engañar a los cientos de hombres y mujeres que en la planta de Almagro producen “delicias” como Jack, Paragüitas o CerealFort. Menos aún a los miles que ya no están allí, los que fueron despedidos gracias a los contratos basura y la flexibilización vigente desde hace veinte años. De las 700 personas que hoy emplea Felfort, la mitad está contratada por “agencia”, trabajando en estas condiciones desde hace años. Mientras un efectivo cobra $14 la hora, por igual tarea un contratado percibe $9,85. Es decir, ni siquiera alcanza los $2000 mensuales. Y a las pagas miserables se suman jornadas extenuantes y pésimas condiciones.
Ricky muestra sus botas de U$S2.500 compradas en EE.UU., mientras a sus operarios ni siquiera se les dan zapatos de seguridad. Así, los dedos aplastados y hasta mutilados por pesados cajones son moneda corriente.

A Fort también le apasionan los relojes. Por eso se pasea con un Rolex de oro y brillantes, traído de Las Vegas. Pero las agujas que más le preocupan a su familia son las que marcan los ritmos de producción. Para Pascuas, por ejemplo, en la fábrica todo se acelera. Cuando se acerca la fecha y los capataces pasan con las planillas, quien rechace el “ofrecimiento” de horas extras sabe que tiene el despido asegurado. Si se quiere mantener el puesto, nadie puede negarse a cumplir jornadas de hasta 12 horas.

Como Jack, el destripador

Ricardo asegura que es como todos los mortales. Sin embargo para él no todas las vidas tienen el mismo valor. Mientras contrató a un equipo de niñeras para criar a los mellizos que adquirió en una empresa de genética californiana, en su fábrica la vida vale menos que un Jack. Viviana trabajó allí y lo sufrió en carne propia. “Cuando quedé embarazada tuve que ocultarlo, si lo decía antes de los 3 meses me echaban. Cuando declaré el embarazo y presenté los papeles, me echaron igual. Me sacaron a los empujones y me largaron sin un peso. Por haber levantado los cajones y trabajar parada desde el cuarto mes tuve que hacer reposo por amenaza de aborto”.
Ricky cuenta que de chico jugaba entre los muñequitos de Jack que llenaban un gran piletón de la fábrica. A Viviana entonces la invaden los recuerdos y la bronca. “Nos rompíamos las manos envasando, terminábamos con tendinitis y nos cortábamos todas con esos muñequitos”. Y agrega: “había que levantar los cajones de cereal, y después de 8 horas terminábamos con lumbalgias, dolores en la espalda y todo el cuerpo”.

Para las mujeres (que son mayoría en Felfort) los abusos además exceden las condiciones de trabajo. Los acosos de capataces y supervisores son una constante. Y hasta ex empleados aseguran que en el último piso de la planta, sobre todo durante el turno noche, se habría producido más de una violación.

Ratas

“Ponían cartones con pegamento debajo de las máquinas para atrapar a las ratas”; “habían cucarachas entre la mercadería y nos hacían levantar la que se caía al piso para envasarla igual”; “esa fábrica adentro es un infierno”. Todos los que pasaron por Felfort coinciden en los comentarios.

Las ratas y Ricky se parecen. Unas viven de los residuos fabriles, el otro del sacrificio de los demás. Cuando Fort muestra sus lujos algunos parecen indignarse y responde a tamaña impudicia con frases éticas y progresistas. “En un país lleno de pobres mostrarse así es escandaloso”, dicen. Pero el rechazo a la ostentación noventista termina cuando esos mismos progres aceptan sin chistar los millones que otros Rickys les ofrecen en auspicios y publicidades. Sin embargo, apenas un reality show y algunas excentricidades diferencian a Fort de otros millonarios como Fernández (Alfajores Jorgito), Georgalos o Pagani (Arcor). Él no quería ser un ignoto millonario, y ahí estaban Tinelli, Sofovich y Fantino para intentar convertir su “estilo de vida” en un objeto de deseo masivo.
Pero llegará el día que las ratas serán arrasadas. Porque los oprimidos descubrirán que todas ellas, gasten o no sus fortunas por TV, son parte de la misma clase explotadora que día a día acumula sus ganancias a costa de la sangre obrera.


(El testimonio de Viviana fue recogido del programa radial Pateando El Tablero, emisión del sábado 5 de Diciembre, Splendid AM 990. El resto de los testimonios, sobre los que se preservan la identidad por razones obvias, fueron recogidos entre trabajadores actuales y ex empleados de la empresa Felfort).

El tema de la “inseguridad”, arma del imperio para derrocar gobiernos

*José Sant Roz

Usted nunca verá a los grandes diarios del mundo decir que la inseguridad pone contra las cuerdas al gobierno de Felipe Calderón, al de Uribe, al de Alan García países –gobernantes de países en los que los asesinatos, robos, negocio del narcotráfico son incontrolables e incuantificables-, pero todos los días, por quítame esta paja de un vecino, saltan por los aires las aires los medios de comunicación a decir en grandes titulares que la “inseguridad cerca a los Kichtner”, “Venezuela arde en crímenes”, “Bolivia es de los países más inseguros”, “En Ecuador los delitos ponen en aprieto a Correa”, etc.

La “inseguridad”, pues, es el gran candidato de la oposición de todos los grupos fascistas mediáticos del continente. La gran cabrona SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ del diario “El País”, de España, siempre está partiendo lanzas en América Latina a favor de los planes de la CIA en nuestro continente con el asunto de la violencia y de la inseguridad. Ahora CNN trasmite más de cincuenta veces al día la cuña sobre Colombia “el riesgo que quieras quedarte”, como si ese país fuera un paraíso. Usted visita a Colombia y es realmente para cagarse, con militares armados hasta los dientes hasta en las escuelas. Todos los aeropuertos civiles en Colombia se encuentran militarizados. Y de bolas que el riesgo es que alguien quiera quedarse en ese mierdero.

Globovisión, RCTV, Televen y Venevisión, además de todos los diarios escuálidos de nuestro país, que son casi el 98% de todos los existentes, mantiene cada segundo, cada día, a este asunto de la inseguridad entre los más reseñados, comentados y adulterados. Venezuela es mil veces más segura que España donde, ¡coño!, hay que ir con mucho cuidado porque si no te desnudan, en estaciones de trenes, terminales de autobuses, aeropuertos, y hasta en los mismos hoteles y en la calle. Yo esto lo he vivido muy de cerca. Pero usted no verá nunca poner a España como una calamidad social en lo referente a esta situación. Lo mismo el caso de México donde los asesinados aparecen por montañas, seres pavorosamente mutilados y reventados, y no se diga Colombia la madre de todos delitos del planeta. Hoy, digo, el diario “El País” de España amaneció de putas colocando en sus titulares lo de la inseguridad en Argentina: “el miedo a ser objeto de un robo, una agresión o un crimen, se ha convertido en la principal preocupación de los argentinos y en una amenaza muy seria al poder ejercido por los Kirchner. Entre el 65% y el 70% de los habitantes del Gran Buenos Aires y de las principales ciudades de Argentina asegura que ése es su principal problema hoy día.” Y esto lo colocan como una “sensación de desamparo de los ciudadanos se incrementa por la desconfianza que provoca una parte de la policía de la provincia de Buenos Aires y por la propia policía federal, a la que se acusa de complicidad con la oleada de violencia.” Pero si en Argentina gobernara alguien como Menen entonces la ridícula SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ no se molestaría en tratar el tema.

Pero es tal la falsedad de las informaciones que la propia periodista plantea: “La inexistencia de estadísticas comparables hace difícil saber cuánto hay de realidad en la creciente percepción de inseguridad y cuánto de simple idea retroalimentada por los propios medios de comunicación, especialmente televisivos. Buenos Aires sigue siendo una ciudad mucho más segura que la media de las capitales latinoamericanas, pero la ferocidad de los últimos asesinatos ha acabado por romper la imagen de una sociedad que se consideraba a sí misma distinta y que ahora teme que el aumento de los niveles de pobreza, desigualdad y fracaso escolar, termine por equipararla a las otras grandes urbes del continente.” En fin, que todo es invento en gran parte de los medios, cuyo plan es el mismo del Departamento norteamericano: echar por tierra a cualquier gobierno que sea amigo y colaborador de Hugo Chávez. Esa es la cosa.

viernes, diciembre 25, 2009

Gracias año, nos dejaste con la boca abierta

* Orlando Barone

Quedan pocos días para el festejo de año nuevo. Un festejo que 2009 se merece. Demos gracias a los malos augures que desde aquel año nuevo de hace doce meses anunciaron catástrofes que no se cumplieron. Gracias por el vasto desacierto. Por dejar que fracasaran los heraldos del fracaso. Fuera con las malas pitonisas y los malos deseos. Gracias a esos feroces y divulgados economistas, políticos, periodistas, medios, fundaciones, consultoras, oenegés y charlatanes sueltos, por equivocarse en augurar colapsos; gracias por no acertar, gracias por dejar expuestos al ridículo a las profecías y a sus profetas. Gracias buen año por dejarnos entender qué significa y qué no significan los significantes que vienen envueltos con las noticias. Un aire de cambio de época atraviesa el calendario. Un aire que se lleva a antiguos y yertos anacronismos. Gracias a este despabilamiento que nos permite ver desnudos y sin máscaras a tantos intereses largamente disfrazados de desinterés y ética pomposa. Gracias por revelarnos qué diferencias hay entre el credo y el poder cardenalicio; entre el judaísmo y un rabino rabioso; entre la justicia y el linchamiento; entre la promesa política y romperse el trasero; entre rechazar leyes y crearlas; entre la negación y las ilusiones. Entre la burbuja especulativa y el Estado sólido. Entre el rezongo de la inseguridad jurídica y la convicción soberana. Gracias 2009 porque lograste que las realidades felices desplazaran a las fabulaciones amargas; y porque empujaste a la derecha a salirse de la hipocresía. Gracias por sincerar a los opositores. Por enseñarnos la diferencia entre un gaucho de departamento y un gaucho, entre un campesino y un rentista, entre un aspirante al ALCA y uno al Alba ; entre un colonizado que soba al emisario y un descolonizado que lo pulsea; entre un alcahuete y un militante. Y gracias por dejar que la Argentina pudiera transparentarse a pesar de las veladuras que se propusieron enturbiarla. Y que pudiera dejar a la vista a los alborotados alborotando y a los hacedores, haciendo. No es para tirar manteca al techo pero por suerte hay manteca; no es para tirar la casa por la ventana pero hay casa; no es para hacer aspavientos de consumo, pero hay consumo. No es para exagerar que los jubilados son prósperos pero ya no son excluidos. No es para decir que la Argentina es una fiesta, pero se alejó del plano inclinado. No es para decir que esta es la llegada, pero este puede ser el camino. Sí, año 2009, gracias. Nos dejaste con la boca abierta y a los agoreros con la boca cerrada.

lunes, diciembre 21, 2009

Algo sobre Laos....

Laos es uno de los basureros de bombas más grandes del planeta. Cualquiera que visitara el país, observaría incrédulo cantidad de chatarra y restos de bombas acumulada en los lugares menos pensados. Las carcasas oxidadas se amontonan al costado de rutas y caminos, terrenos y casas de familia: son los restos de metal de la llamada Guerra Secreta, un conflicto con un legado siniestro y perdurable, con el que los laosianos debieron aprender a convivir.

Entre los años 1964 y 1973, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos lanzó en Laos una lluvia de 2.000.000 de toneladas de bombas en más de 500.000 operaciones militares. El objetivo de tamaño bombardeo, era debilitar una línea de suministros entre el sur de Laos y el principal enemigo, Vietnam. La maniobra, podría considerarse un verdadero experimento bélico de “disuasión aérea”, una guerra librada prescindiendo de la utilización de tropas terrestres. Los resultados fueron nefastos por distintos motivos y para ambos bandos.

Cada habitante de Laos recibió una media de 500 kilos de bombas en pocos años: por ello se dice que Laos es el país más bombardeado sobre la Tierra, una afirmación que se puede ilustrar con muchas zonas del país salpicadas de “cicatrices”:

El nombre de “Guerra Secreta”, nace como consecuencia de los informes de prensa de la CIA, que negaban las operaciones de forma oficial. La negación era tácticamente necesaria considerando que Vietnam del Norte y los Estados Unidos habían acordado la neutralidad de Laos en el conflicto. Sin embargo, los bombardeos, fueron una de las operaciones de guerra más grandes realizadas por los Estados Unido hasta entonces.
Los habitantes del pequeño territorio de Laos saben muy bien que las guerras, terminan mucho después de que los bandos en conflicto dan por finalizado el combate. Muchos campesinos laosianos tienen razones para dudar del final de la guerra en amplias regiones del país, cuando cada vez que remueven la tierra, temen por sus vidas a causa de las miles de bombas ocultas y aún sin detonar.







































Según estimaciones, un total de 260 millones de bombas de racimo fueron arrojadas sobre las zonas más pobladas de Laos. El peligro, es que muchas de ellas continúan sin detonar. Estados Unidos, al ser derrotado en Vietnam, abandonó Laos dejando al país plagado de bombas, un 30 por ciento de ellas a punto de estallar.

Actualmente, en algunas provincias de Laos como Xienghuang, una de las más bombardeadas, los niños aprenden en el colegio, canciones en donde se acostumbra a estar alerta de no recoger bolas de metal del piso, posibles restos de bombas de racimo.

Gran parte del territorio está inutilizable por el riesgo real de las detonaciones de bombas. Cientos de civiles mueren cada año por estallidos de bombas, como si la guerra no hubiera terminado. Tareas tan básicas como la agricultura, suponen un actividad de vida o muerte, razón por la cual millones de hectáreas de tierras permanecen durante décadas sin aprovecharse:

Las tareas por detectar bombas y desactivarlas, se parece a un trabajo de hormigas. Muchos laosianos se dedican a detectar, señalizar y desactivar bombas de forma voluntaria o como un trabajo.

En el siguiente video, algunos laosianos se organizan para descubrir las bombas activas que encuentran cerca de los lugares donde viven, y lo hacen de un modo completamente manual. Las tareas más comunes consisten en realizar rastrillajes para señalizar las bombas con pintura roja. Muchos habitantes de Laos, tendrán suerte de encontrar un cartel que anuncia el peligro de una bomba antes de dar su próximo paso.



La cultura para reciclar bombas en Laos es una triste realidad en donde se combina el ingenio y hasta el más extremo pragmatismo. Muchos pobres encuentran en el metal oxidado, una oportunidad para fabricar prótesis bajo un programa de una ONG (COPE), una opción muy útil para los cientos de heridos por bombas al año.






Según algunas estimaciones, la tarea de desactivar todas las bombas podría demorar siglos. Se calcula que en el año 1990, quedaban unos 80 millones de artefactos activos. Curiosamente, el alto precio de la chatarra, incentiva el comercio de los restos de bombas, una tarea realizada por gente inexperta y sin medios para impedir ser víctima de una detonación.

El apoyo internacional para desarrollar programas de detección y desactivación de bombas, es siempre insuficiente para enfrentar en su verdadera dimensión al problema. Para empeorar las cosas, muchas veces los conflictos políticos dificultan la llegada de ayuda a un ritmo capaz de revertir el problema.


interesantes curiosidades

1. El presagio del Titanic

Morgan Robertson escribió en 1898 una novela en la que describía el primer viaje de un gran trasatlántico llamado Titán y que se consideraba “insumergible”. Aquel barco se hundió una noche de abril después de chocar con un iceberg en el Atlántico. Catorce años después, el Titanic naufragó en idénticas circunstancias a las escritas por Robertson, cuyo ficticio buque poseía numerosas características parecidas a las del Titanic. En 1935, William Reeves -quien nació el mismo día que desapareció el Titanic- hacía guardia en el Titanian. Atacado por un presentimiento ordenó detener el barco cuando llegaron al mismo lugar donde se habían hundido los otros dos; gracias a ello no fueron arrollados por un iceberg.

2. La sincronía de Anthony Hopkins

Una sincronía es una coincidencia significativa acausal entre la mente y un hecho material. Una de las más sorprendentes es la que le ocurrió al actor Anthony Hopkins. Habiéndosele propuesto protagonizar la versión cinematográfica de la novela La mujer de Petrovka, de George Feifer, que no había leído, Hopkins salió de su casa londinense y tomó el metro para comprarla en alguna de las numerosas librerías de Charing Cross. Pero el resultado fue infructuoso, por lo que se dispuso a regresar a casa y se adentró en la estación de Leicester Square. Al ir a sentarse en un banco, encontró que alguien se había dejado abandonado un libro, un ejemplar viejo y plagado de anotaciones. Lo tomó y… ¡era la novela que había estado buscando! Dos años después, durante el rodaje de la película, Hopkins conoció a George Feifer, quien le contó cómo dos años antes le había prestado a un amigo su ejemplar plagado de anotaciones, y cómo éste lo había perdido en el metro. En resumidas cuentas, Hopkins no sólo se había encontrado el libro que buscaba, sino que ¡éste era el ejemplar del propio autor!

3. Vidas Paralelas

En 1900, el rey Humberto I de Italia estuvo cenando en un restaurante cuyo propietario había nacido en el mismo día y ciudad que el monarca, además de ser muy parecido a él físicamente. Ambos se casaron el mismo día y con una mujer del mismo nombre. El dueño del restaurante había abierto el establecimiento el mismo día en que Humberto I de Italia fue coronado rey. Tales fueron las coincidencias que el monarca le invitó a un campeonato de atletismo que se celebraba al día siguiente. En el mismo instante en que comunicaron al rey que su doble había sido asesinado a balazos, el anarquista Bresci le disparó causándole la muerte.

4. Edgar Allan Poe y el canibalismo

En 1837, Edgar Allan Poe publicó “Las aventuras de Arthur Gordon Pym”. En ese relato, los cuatro supervivientes de un hundimiento, tras permanecer varios días en un bote a la deriva, asesinaron y devoraron a un grumete llamado Richard Parker. Cuarenta y siete años después, la embarcación Mignonette se hundió y los cuatro supervivientes que lograron sobrevivir en un bote decidieron comerse al grumete; se llamaba Richard Parker.

5. Richard Wagner y el número 13

El compositor Richard Wagner nació en 1813. Su nombre tiene 13 letras. Escribió 13 óperas. Los números de su año de nacimiento suman 13. Encontró su vocación musical un 13 de octubre. Sufrió 13 años de destierro. Terminó Tannhauser un 13 de abril y dejó de ser tocada el 13 de marzo de 1845, tras su fracaso en París, fue repuesta el 13 de mayo de 1895. El teatro de Riga (allí se presentó como director de orquesta) se inauguró un 13 de septiembre. La casa donde se llevaban a cabo sus festivales en Bayreuth fue abierta un 13 de agosto y el último día que pasó en ella fue un 13 de septiembre. Wagner murió el 13 de febrero de 1883, decimotercer año de la unificación de Alemania.

6. Hugh Williams: Náufrago en el Tiempo

El 15 de diciembre de 1.664 se hundió un barco en el estrecho de Menay, en la costa norte de Gales. 82 pasajeros encontraron la muerte; todos los que componían el pasaje, salvo un hombre llamado Hugh Williams. El 5 de diciembre de 1.785, (121 años después), en otro naufragio perecieron 60 pasajeros; sólo hubo un único superviviente, llamado Hugh Williams. El 5 de agosto de 1.860, el hundimiento de un tercer barco provocó la muerte de 25 pasajeros. Sólo una persona logró salvar su vida. Su nombre… Hugh Williams. En la historia de la navegación los naufragios en los que una sola persona logra sobrevivir son más bien escasos. En los tres que he relatado anteriormente, el superviviente tenía el mismo nombre. Obviamente, la lógica nos dice que no podía tratarse de la misma persona porque habría tenido más de 250 años. ¿Era Hugh Williams un viajero del tiempo? O, ¿el nombre de Hugh Williams puede atraer la mala suerte sobre aquellos que le rodean?

7. Mark Twain y el cometa Halley

A Mark Twain pocos le hicieron caso. Su profecía tenía algo de siniestra y la gran fama que ya arrastraba sólo sirvió para que sus más allegados pensaran que todo se trataba de una pura excentricidad digna de un genio con ganas de más notoriedad. Sin embargo, él seguía empeñado en los últimos meses en vaticinar un hecho muy concreto. Huraño y preocupado, alejado del resto de los círculos intelectuales, barruntaba una única frase: “Yo nací con el cometa y me iré con él”. No fue hasta muchos años después cuando algunos biógrafos descubrieron la increíble coincidencia. Twain había fallecido por muerte natural al terminar el 21 de abril de 1910, en el preciso instante en que era perfectamente visible el paso del célebre cometa Halley.

8. Lincoln y Kennedy

Veamos las sorprendentes coincidencias que hay en las vidas de dos presidentes norteamericanos: Abraham Lincoln y John Fitzgerald Kennedy fueron designados congresistas en 1847 y 1947 respectivamente. Lincoln fue elegido presidente en 1860, justo cien años después, en 1960 fue elegido presidente Kennedy. Medían 1′83 metros y sus apellidos tenían siete letras. Los dos presagiaron sus muertes ya que fueron vaticinadas por varios videntes. Además el secretario de Lincoln, apellidado Kennedy, y el de Kennedy, apellidado Lincoln, recomendaron no acudir a los lugares donde morirían. Fueron asesinados en viernes, por balazos en sus cabezas, disparados desde atrás y delante de sus mujeres; mujeres con las que perdieron un hijo durante su estancia en la Casa Blanca. Booth disparó a Lincoln en el teatro Ford y se refugió en un almacén; Oswald disparó a Kennedy -que viajaba en un coche Lincoln de la casa Ford- desde un almacén y se ocultó en un teatro. Los nombres completos de sus presuntos asesinos, nacidos en 1839 y 1939, suman quince letras cada uno, eran sureños y fueron asesinados horas después de los asesinatos -sin haber confesado su culpabilidad- por dos vengadores; denunciándose en los dos casos la existencia de conspiraciones que implicaban a personajes norteamericanos muy influyentes. Sus sucesores Andrew Johnson y Lindon Johnson (nombres de seis letras) eran senadores, demócratas del sur y nacieron, el primero, en 1808 y, el segundo, en 1908.

9. Hernán Cortés y Quetzalcóatl

Según la tradición tolteca, el dios creador Quetzalcóatl volvería un día para gobernar. Los astrónomos aztecas predijeron este acontecimiento para 1519. El 8 de noviembre de ese año se produjo la entrada a la ciudad de México del conquistador español Hernán Cortés. El emperador Moctezuma creyó que Cortés era Quetzalcóatl, el Dios que vendría del Este, y se resignó a su destino. El asombro y el temor lo paralizaron.

10. La maldición de James Dean

El prometedor actor norteamericano James Dean murió en un trágico accidente automovilístico en septiembre de 1955. Después, cuando los restos del coche fueron llevados a un garaje, el motor se desprendió y cayó sobre un mecánico, rompiéndole ambas piernas. El motor fue comprado luego por un médico, que lo colocó en un coche de carreras, y murió poco después. En la misma carrera pereció otro conductor que se había instalado la palanca de cambios del coche de Dean. Después, el automóvil del actor fue reconstruido.., y el garaje se incendió. Fue exhibido en Sacramento y cayó del pedestal, rompiendo la cadera a un adolescente. Más tarde, en Oregon, el camión que transportaba el coche patinó y se estrelló contra la fachada de una tienda. Finalmente, en 1959, se partió en 11 pedazos mientras estaba apoyado en una sólida base de acero.

Elisa Carrió, Pino Solanas y el síndrome Salieri

Por Teodoro Bootddd

Desde su primer brote en 2003, Lilita actuó, sintió y pensó por reacción: ante cualquier cosa que hiciera Kirchner, estuvo en contra. Solanas sostiene que la Mesa de Enlace “de forma espuria quiere gobernar el país”, propósito al que Pino viene contribuyendo con sus intervenciones políticas de un año y medio a esta parte.
Antonio Salieri fue en su época un músico muy exitoso y admirado. Autor de más de cuarenta óperas, tuvo por alumnos nada menos que a Schubert y a Liszt. Todo le hubiera seguido yendo de maravillas en su vida de no ser por Wolfang Amadeus Mozart, a quien secretamente envidiaba, temía y tal vez admiraba. Salieri conspiró contra Mozart hasta el extremo de ser recordado más que nada por su rivalidad con el gran músico austriaco, y hasta por haberlo asesinado, peregrina leyenda que carece por completo de fundamento. Pero tanta fue la envidia y la rivalidad que, además de amargar su vida y ciertamente arruinar su carrera, sirvieron de inspiración a la ópera del ruso Nikolái Rimski-Kórsakov, en la que se basaría el film Amadeus, dirigido por Milos Forman, gracias al que Antonio Salieri resulta conocido por los neófitos contemporáneos. Entre los jóvenes argentinos fue León Gieco quien popularizó su nombre con su tema Somos los Salieri de Charly, abierto homenaje al indudable talento de Charly García.

Pimpinela

En los denodados y del todo inútiles esfuerzos que aquí hacemos para comprender el alma humana, un presumible “síndrome Salieri” es todo lo que nos permite aproximarnos al origen de la extraña conducta y estrafalario rumbo de la señora Elisa Carrió: bastó con que el flamante gobierno de Néstor Kirchner llevara a cabo algunas de las iniciativas que ella había pregonado para que de súbito entrara en un espiral descendente rumbo a la psicosis, enfermedad mental caracterizada por la alteración de los vínculos con otras personas, la pérdida de contacto con la realidad y, en algunos casos, una acentuada tendencia al delirio.
Los ejemplos del asombroso cambio que en tan breve plazo experimentó la señora Carrió son demasiados como para nombrarlos sin abrumar al lector. Nos debería bastar con su oposición a la ley que estipulaba la movilidad de las retenciones a la exportación de productos agropecuarios, cuando había sido la misma Carrió (o así parece) la primera dirigente política en advertir (cuando, en tiempos de Duhalde, Lavagna las puso en práctica) sobre la imprescindible condición de que las retenciones fueran móviles a fin de que tuviesen alguna utilidad. Es cierto que en esos “lejanos” tiempos la señora Carrió era asesorada por el economista Rubén Lo Vuolo quien, siendo siempre crítico a la gestión gubernamental, nunca estuvo en las antípodas del rumbo general elegido por Néstor Kirchner. No lo suficiente, al menos, para la necesidad de la señora de “diferenciarse”, que por eso dejó de lado al lúcido Lo Vuolo reemplazándolo por el golden boy de la banca externa, Alfonso Prat Gay, cuyo principal mérito parece ser su tenaz oposición a cualquier intento de librar al país de la dependencia con los organismos financieros internacionales.
Bien mirado, fue un reemplazo lógico: desde su primer brote, Elisa Carrió actuó, sintió y pensó por reacción. Como si se tratara de una amante despechada, ante cualquier cosa que hiciera Néstor Kirchner ella estaría en contra, del mismo modo que militaría a favor de lo que fuere a que su numen se opusiera.
El vínculo de la señora Carrió con sus conmilitones no marcha por carriles de mayor normalidad, y no pasa día sin pelearse con alguno. En la última semana le tocó a Cobos, en la anterior a Margarita Stolbizer. Y así.
Sobre otros aspectos de su conducta y sus episodios delirantes apelo a la memoria del lector o acaso a los archivos periodísticos, cada tanto exhumados por algunos programas de TV para jolgorio general, prueba tal vez de que, fieles a la tradición, muchos argentinos seguimos riendo para no llorar.
En fin, que según podemos inferir, el actual estado de psicosis de la señora Carrió se habría originado en una suerte de “síndrome Salieri”, puesto que todo le hubiera resultado mejor tanto para ella como especialmente a los demás, si en vez de reaccionar con aquel incomprensible despecho hubiese aplaudido lo que el gobierno de Kirchner tenía de positivo y criticado lo que tenía de cuestionable, que ya de por sí era bastante. Además de ser esto una manifestación de cordura: es imposible que todo lo que haga un gobierno sea malo, especialmente si lo que hace es lo mismo que uno pretendía cinco minutos antes.

El enano Salieri que todos llevamos dentro

El síndrome parece aquejar también a otras gentes, lo que explicaría algunas conductas de otro modo incomprensibles, en particular la de Fernando Solanas, quien viene fastidiado, de origen y en principio, por la no-política (por decirlo bondadosamente) del gobierno nacional respecto a algunas áreas estratégicas de la vida nacional, como pueden serlo la energía y el transporte. Quien esto firma, afirma –con disculpas del ripio y en sintonía con Solanas–, que no existe la menor posibilidad de una política económica independiente si se prescinde del manejo de los recursos energéticos. Este es un axioma que todos aquí suscribimos, lo que no habilita para cualquier desmesura.
Fernando Solanas tuvo una desafortunada intervención política el año pasado apoyando la oposición de “su” diputado Claudio Lozano a la resolución 125, intervención de la que nunca acabó de entender sus consecuencias, a juzgar por sus dichos en el reportaje que le realizaran Gerardo Yomal y Hugo Presman, publicado en ZOOM. Pasa: un error lo comete cualquiera.
Como candidato a diputado nacional Solanas ensayó un discurso muy opositor al gobierno nacional y por completo prescindente de la existencia no ya política sino hasta biológica de Mauricio Macri. Le dio buenos resultados y resulta lógico que así fuera: Solanas consiguió unir la evocación de los pueblos originarios con el reclamo por la recuperación de la propiedad nacional del subsuelo, la defensa de los derechos humanos y la cerril oposición a Cristina Fernández. Esto le valió las simpatías de numerosos activistas juveniles, de varios peronistas de esos que uno duda si denominar ortodoxos, fundamentalistas o combativos, y del grupo Clarín, que lo consagró como su candidato predilecto. El resultado fue bueno, y así como los activistas de Proyecto Sur suelen exagerar la efímera incidencia que los votos de raigambre peronista pudieron haber tenido en su desempeño electoral, no valoran lo suficiente la importancia del voto juvenil, así como del que se nutrió de la generosa campaña de prensa del grupo Clarín, compuesto básicamente de opositores no macristas al gobierno nacional, que afluyeron en torrente hacia la lista de Solanas espantados por las representaciones melodramáticas de la señora Carrió. Bien de nuevo y hasta ahí, bravo por Solanas, que supo apelar a las ilusiones juveniles y usar en provecho propio el ansia antikirchnerista de Clarín y el gorilismo esencial de la clase media porteña.
El primer toque de alarma para algunos bienpensantes que observamos el derrotero de Solanas con cierta bonhomía, lo dio la presencia del cineasta en el programa de Mariano Grondona en la semana siguiente a las elecciones. Fue entonces que uno, que jamás acabará de ser un incauto, se preguntó: ¿A santo de qué?, que viene a ser la forma elegante de decir: “¿Qué carajo está haciendo ahí?”
Luego de otras incomprensibles intervenciones, Solanas volvió a Europa y todo en “su” fuerza política y en la heredada de Carrió pareció deslizarse hacia la normalidad. Ayudados por los resultados electorales que en cierta manera bajaron al oficialismo más cerca de la tierra, los diputados de la autodenominada centroizquierda tomaron alguna conciencia sobre su corresponsabilidad en los destinos del país, el bienestar de las gentes, los derechos de los trabajadores, la felicidad de los niños, la salud de los ancianos y otras tonterías por el estilo.
El gobierno, por su parte, mitigada en algo su arrogancia, pareció comprender la necesidad de concertar políticas, que viene a ser algo así como acordar y construir en común. Sin variar el rumbo, desde luego, porque pretenderlo es querer alterar el propósito básico de una fuerza política que, si tiene algo de valorable, es la tenacidad y la valentía con la que se aferra a un par de premisas nacionales que hacen a su existencia. Y si se permite, quien firma de nuevo afirma que en tales tenacidad y valentía se origina su involuntaria simpatía a las actuales autoridades que, justamente en eso, tanto se diferencian de la mariconería de sus predecesores, desde la primera vez que Raúl Alfonsín hocicó frente al FMI, allá por 1985 (conciente de su débil memoria, el autor pide desde ya disculpas por si el impulso antiimperialista del Dr. Alfonsín pudiera haber llegado más allá y se corrige y dice: desde que Raúl Alfonsín mandó a Bernardo Grinspun al desván de los trastos viejos, junto a algún ajado retrato de Hipólito Yrigoyen).
A propósito: cierta ingenuidad lleva a preguntarse por qué ese raro rasgo de valentía no es valorado por quienes cuestionan al actual gobierno desde la izquierda, o eso que dice serlo.

Llegó el cineasta y mandó parar

Fernando Solanas arribó desde Europa a tiempo para entorpecer una ardua negociación que en Diputados el oficialismo venía llevando a cabo con los representantes del centroizquierda, conciente, capaz que por primera vez en seis años, de que sus verdaderos enemigos se encuentran en el extremo opuesto del arco político y, básicamente, en los sectores concentrados de la economía.
Corresponde decir que el oficialismo pudo haber llegado a esa conclusión no de motu propio sino que arrastrado por las circunstancias, a regañadientes, de la misma manera que fue recuperando el manejo estatal de algunas áreas del quehacer económico. Quien firma vuelve a afirmar que las motivaciones últimas de cualquier acto carecen de importancia, y si se dice que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones, bien puede sostenerse exactamente lo contrario. En otras palabras, que si no podemos saludar al oficialismo por la recuperación de Aerolíneas Argentinas, felicitaremos entonces a la corrupción empresarial y a la venalidad opositora por haber empujado al oficialismo a tomar tan saludable decisión.
El señor Fernando Solanas no piensa como nosotros, evidentemente, y, para sorpresa de algunos muestra un grado de exigencia y purismo, digamos para ser suaves, inesperado.
Tras presentarse días pasados en el Parlamento para volcar hacia la negativa el voto positivo que los diputados bajo su influencia darían a la extensión por un año de algunas de las facultades que desde hace quince años el Congreso viene delegando en el Ejecutivo, Fernando Solanas afirmó: “No podemos convalidar este nuevo pacto de Olivos impulsado por el bipartidismo. Es una farsa esta oposición en bloque, impulsada por la Mesa de Enlace que quiere gobernar el país. Igual que el gobierno kirchnerista conserve los superpoderes y facultades delegadas”.
Desde luego, nadie es capaz de entender qué tiene de pacto bipartidista una votación en la que el principal partido de la oposición no coincide con el oficialismo, ni mucho menos en qué se parecería la votación de una de tantas leyes con el pacto que permitió una reforma constitucional que, entre otras cosas (y Solanas sigue haciéndose el burro al respecto, aun finalizada campaña electoral que autorizó a todo) impide la nacionalización de la propiedad del subsuelo y sus riquezas, llamémosle petroleras o mineras, tan reclamada por Solanas, que siempre se abstuvo de aclarar que para conseguirlo era preciso reformar la constitución vigente.
Es necesario agregar algo más: con el falaz argumento de bajar las retenciones a la exportación de soja, la negativa a prorrogar la delegación de la facultad de fijar los derechos aduaneros pretendía desfinanciar al Estado, o, en todo caso, quitarle al Ejecutivo los instrumentos para garantizar esa financiación. En este marco, poner a la Mesa de Enlace en un pie de igualdad con el gobierno nacional es un auténtico despropósito.
Solanas no consiguió que “sus” diputados se opusieran al proyecto oficialista, pero sí obtuvo su abstención, por lo que se ignora para qué diablos sirvió más que para contribuir a la campaña de deterioro gubernamental, que es justamente, el único objetivo de esa Mesa de Enlace que “de forma espuria quiere gobernar el país”, propósito al que el señor Solanas viene contribuyendo con todas sus intervenciones políticas de un año y medio a esta parte.
Y acá, en esa tan tenaz como infructuosa brega nuestra por tratar de comprender el alma humana, hacemos un alto para preguntarnos: ¿qué es lo que realmente tuvo el señor Solanas contra el gobierno de Néstor Kirchner y tiene ahora contra el de Cristina Fernández? ¿La negociación de contratos de explotación petrolera de la provincia de Santa Cruz? ¿La no nacionalización del subsuelo? ¿La continuidad de los convenios de explotación minera firmados por distintos gobernadores en época de Menem? ¿El veto a la ley de protección a los glaciares? ¿La no estatización ferroviaria? ¿Los acuerdos petroleros que la provincia de Mendoza firmó con el grupo Bulgheroni con la intercesión desinteresada de Julio Cobos y José Luis Manzano?
Tal vez tenga todo eso y mucho más. Nadie pretenda que Solanas sea oficialista, pero hay algo raro, algo anormal o en todo caso mórbido en ese estar mirando siempre la falta olvidando por completo los méritos, que el kirchnerismo también tiene, y a carradas, de compararse estos gobiernos con los de todos sus predecesores desde casi cuarenta años a esta parte. Es lógico que no los advierta Mariano Grondona, un hombre lo bastante coherente como para considerar defectos lo que nosotros, Proyecto Sur incluido, llamaríamos méritos, pero ¿qué pasa con Solanas que no se da cuenta? ¿Cree realmente que este gobierno es una continuación del de Carlos Menem, del que, y de paso cañazo, él formó parte junto con los personeros de Bunge y Born y otros impresentables, hasta que Carlos Menem no le cedió las Galerías Pacífico para la creación de un complejo cultural? Porque bastante tiempo le llevó a Fernando Solanas advertir lo que quedó perfectamente claro al día siguiente de la toma de posesión de Carlos Menem ¿O acaso creyó que Roig o Rapanelli eran discípulos de Aldo Ferrer?
Pero no vamos aquí a ensañarnos con los errores que el señor Solanas pudo haber cometido. Parafraseando el dicho inglés, se trata de un hombre “con un pasado”, lo que no lo desmerece ni mucho menos. Por el contrario: nadie aprende sin obrar ni actúa sin equivocarse, y suelen enseñar más los reveses que los triunfos. Pero ese “pasado”, esa experiencia debería inducir a una mirada más amplia y responsable de las cosas, especialmente cuando se trabaja tan esforzadamente por quitarle a las actuales autoridades capacidad para gobernar a sabiendas de que, de fracasar, no serán reemplazadas por una fuerza más popular y revolucionaria, sino por la derecha más recalcitrante y reaccionaria.
Tal vez Fernando Solanas se mostraría más prudente y menos irreductible si esta vez no pudiera irse a París y se viera obligado a compartir el destino con los demás argentinos. Claro que de tratarse del síndrome Salieri es vano cualquier razonamiento y más recomendable una terapia. Lamentablemente, hay muy pocos León Gieco y demasiados Salieri en este mundo.

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