martes, septiembre 27, 2011

La vida secreta de Jesus

por Andreas Faber-Kaiser


Habiendo sobrevivido a las heridas que le causara la crucifixión, Jesús comenzó una segunda vida en Cachemira, adonde llegó en busca de las diez tribus perdidas de Israel. Allí murió a edad muy avanzada de muerte natural. Está enterrado en la capital de Cachemira, en donde se venera su tumba desde hace casi 1900 años.



¿SENTADO A LA DERECHA DEL PADRE?

Jesús fue crucificado un viernes hacia el mediodía. Antes de caer la noche, ya muerto fue bajado de la cruz y depositado su cadáver en la gruta funeraria de José de Arimatea, cuya entrada fue taponada con una roca. El domingo siguiente, el cuerpo de Jesús había desaparecido inexplicablemente del interior de la gruta. Se había cumplido la profecía bíblica: había resucitado de entre los muertos. Tras una breve estancia en la Tierra, durante la cual sus discípulos entraron en contacto con él, Jesús ascendió al Cielo, donde está sentado a la derecha del Padre.

Esto es dogma de fe para la religión cristiana.

Pero, por otra parte, en el sector Khanyar de la ciudad de Srinagar, capital de Cachemira, está enterrado el cuerpo de Jesús en la cripta conocida por el nombre de "rozabal".

¿Cómo explicar que Jesús esté sentado en el cielo y que al mismo tiempo yazca muerto en Cachemira? Algo no cuadra, a partir del hecho cierto de la crucifixión.

En tela de juicio están la muerte de Jesús en la cruz, su resurrección, y su ascensión al Cielo.

Porque no hay datos históricos que avalen su muerte en la Cruz. Tampoco nadie presenció la resurrección.

En cambio, hay indicios históricos de un hombre de ideas y filosofías idénticas, que a partir de aquellos años marcha hacia el Este, dejando testimonio de su vida y de sus actos. Un hombre que se encamina hacia Cachemira, se establece en ese país y muere en él. Su tumba se está venerando hoy en día en Srinagar, capital de Cachemira.

Leyendas, tradiciones y textos antiguos nos refieren esta segunda vida de Jesús al Norte de la India. Por esos documentos sabemos que Jesús tuvo hijos en Cachemira, y que de resultas de esta unión con una mujer, un hombre, Basharat Saleem, puede afirmar hoy ser el descendiente vivo de Jesús.

En la misma ciudad en que este descendiente por vía directa de Jesús conserva el árbol genealógico de su familia que, arrancando de Jesús llega íntegro y sin lagunas hasta su misma persona, un destacado arqueólogo, el Profesor Hassnain, director de los Archivos, Bibliotecas y Monumentos del Gobierno de Cachemira, está investigando intensamente las posibilidades para esta hipótesis de una segunda vida de Jesús.

Así, una realidad que es sabida a nivel de investigación y a nivel sectario por unas cuantas personas repartidas por todo el mundo, es sin embargo desconocida para la inmensa mayoría del público, que creo es ya hora de que sea informado de que el pilar sobre el que se asienta el Credo cristiano, Jesús, posiblemente no haya muerto en la cruz, sino que después de vivir una segunda etapa de su vida en tierras lejanas, muriera a edad muy avanzada, de muerte natural. Con ello, y sólo así, habría completado la misión para la que fue enviado a la Tierra, misión que incluía el encontrar y el predicar a las tribus perdidas de Israel, a los hijos de Israel.

Se establecen así puentes lógicos sobre unos vacíos en modo alguno claros, que ofrece el texto bíblico.

Debo señalar que los nombres Yusu, Yusuf, Yusaasaf, Yuz Asaf, Yuz-Asaph, Issa, Issana, Isa, que aparecen en textos, leyendas y recuerdos cachemires, son todos ellos traducciones del nombre de Jesús. Por lo tanto, cuando hablo de Jesús en las páginas que siguen, me puedo estar refiriendo a cualquiera de las traducciones de su nombre en las lenguas cachemir, árabe o urdú. También se refieren al nombre de Jesús prefijos toponímicos tales como Yus-, Ish- o Aish-.



"YO SOY INOCENTE DE ESTA SANGRE"


Antes de entrar en los detalles que me inducen a creer que Jesús no murió en la Cruz, creo conveniente dejar bien sentada la simpatía que Pilato, procurador romano de Judea que se vio forzado a decretar la muerte de Jesús, sentía por éste.



Leemos en el Evangelio de Juan (19,12):

.."Desde este momento Pilato intentó liberarlo (a Jesús); pero los judíos gritaban: 'si lo dejas ir, no eres amigo del César; todo aquel que se declara rey se declara en contra del César'".

Y continúa Mateo (27,24):

.."Viendo Pilato que no conseguía nada, sino que el tumulto aún crecía, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo diciendo: yo soy inocente de esta sangre; vosotros mismos."

Evidentemente, Pilato no deseaba la muerte de Jesús. Pero los judíos declararon a Jesús un rebelde, que deseaba llegar a ser rey. Advirtieron a Pilato que si le dejaba libre sería él el desleal al César. A Pilato, que no se podía jugar su alto cargo, y al que no convenía en modo alguno la enemistad del César, sólo le quedaba la opción de ajusticiar a Jesús de tal forma que, aparentemente muerto, pudiera sin embargo seguir con vida. Así fijó en primer lugar la crucifixión en un viernes, a pocas horas de la puesta del sol, y a punto de caer la noche del gran Sabbath. Especulaba Pilato con que, de acuerdo con las leyes judías, el cuerpo de Jesús no podía permanecer en la cruz después del anochecer. También en el instante preciso, aparece en escena un hombre llamado José, declarado amigo de Pilato y persona notable de la localidad, discípulo secreto de Jesús. Este hombre se lleva el cuerpo de Jesús a un lugar en el que los judíos no tenían nada que buscar.



JESÚS NO MURIÓ EN LA CRUZ


Analicemos desde varios ángulos la real probabilidad de que Jesús no muriera en la cruz.

En primer lugar hay que considerar que Jesús no permaneció muchas horas crucificado. Fue bajado de la cruz en la tarde del mismo día en que le fue dictada y ejecutada la sentencia.

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Jesús fue crucificado en un viernes.
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El sábado es el Sabbath judío.
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Esta circunstancia obligaba a bajar el cuerpo de Jesús antes de la caída de la noche, ya que el dí judío comenzaba con la entrada de la noche, o sea que el sábado comenzaba a contar a partir de la noche del viernes.
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Estaba prohibido, según las leyes judías, dejar colgado en la cruz a un ajusticiado durante el día sagrado del Sabbath

Insisto en que Jesús sólo permaneció en la cruz durante algunas horas, porque se podía vivir durante varios días en esta horrible condición. El verdadero objeto de la crucifixión no era la muerte inmediata, sino que era una tortura que se prolongaba a lo largo de 3 ó 4 días. Conviene tener presente que si a un crucificado se le bajaba de la cruz a tiempo y se le trataba cuidadosamente, generalmente se recobraba y sobrevivía.

Considérese ahora que Jesús fue crucificado junto con dos malhechores. Los tres, por lo tanto, están sufriendo un mismo suplicio, como leemos en Lucas (23,40) que un ladrón le dice al otro: "¿Tú tampoco temes a Dios, tú que te hallas en un mismo suplicio?". Pero resulta que en el momento de bajarlos de la cruz al mismo tiempo que a Jesús, los dos ladrones siguen con vida, por lo cual los soldados romanos les quiebran las piernas para que acaben de morir. Es improbable que Jesús, habiendo sufrido el mismo suplicio, hubiera muerto ya.

Además Pilato, persona que conocía por experiencia lo que tarda una persona en morir en la cruz, se extrañó de que Jesús hubiera muerto ya. Cuando José de Arimatea fue a ver a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, leemos textualmente en Marco (15,44): "Pilato se extrañó de que hubiera ya muerto".

También es harto conocido el hecho de que cuando el centurión romano prueba si Jesús está muerto hiriéndole con su lanza en un costado, de la herida fluye agua y sangre. Pero de un cuerpo muerto brotan únicamente algunas gotas de sangre espesa. Llegados a este punto nos interesa recordar que el llamado "sudario de Turín" ha quedado recientemente demostrado ser el auténtico lienzo con el que fuera envuelto el cuerpo de Jesús una vez bajado de la cruz, y que de su análisis se desprende que este cuerpo seguía con vida en aquellos momentos.



JESÚS SALE VIVO DEL SEPULCRO


Una vez bajado Jesús de la cruz, según vimos con vida, se suceden una serie de acontecimientos que indican que se le intentó curar y que salió también con vida de su sepultura. Recuérdense aquí los sentimientos de simpatía de Pilato hacia Jesús.

Observemos en primer lugar que Jesús fue entregado, no a sus enemigos, sino a quienes le eran amigos. Así leemos en el Evangelio de San Juan (19,38-39):

"..Después; José de Arimatea que era discípulo de jesús; pero a escondidas por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de jesús, y Pilato se lo concedió. Fueron pues, y se lo llevaron. Fue también Nicodemo, el que anteriormente había ido a encontrarle de noche, llevando una mezcla de mirra y aloe, unas 100 libras."

Es curioso observar ahora que Jesús fue llevado a una tumba de José de Arimatea, y que esta tumba no fue rellenada con tierra, como es costumbre entre los judíos, sino que únicamente fue tapada con una gran piedra o roca. Se trataba de una tumba espaciosa en la cual había aire suficiente para respirar. Curioso es también observar que para salir del sepulcro, jesús necesitó apartar la roca que tapaba su entrada. Lo cual indica que de ahí salió un cuerpo físico humano y no un ente espiritual o divino para el que no hubiera sido necesario desplazar la roca. Es más, Jesús-hombre precede a sus discípulos en el camino a Galilea. A partir de la entrega del cuerpo a José de Arimatea leemos todo esto en el Evangelio de Marcos (15, 46-47; 16, 1-7):

"Este (José de Arimatea) compró una sábana, bajó el cuerpo, lo envolvió en la sábana, lo depositó en un sepulcro tallado en la roca e hizo rodar una piedra para tapar la puerta del sepulcro. María Magdalena y María, madre de José, miraban dónde lo ponían. Pasado el sábado, María Magdalena, madre de Jaime, y Salomé compraron perfumes para ir a ungirlo. De buena mañana, el domingo, llegaron al sepulcro a la salida del sol. Y se decían entre ellas: ¿Quién nos separará la piedra de la puerta del sepulcro? miraron, y vieron que habían separado ya la piedra; era realmente muy grande. Entraron entonces en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido con un hábito blanco, y se asustaron. Pero él les dijo: no tengáis miedo. Buscáis a Jesús de Nazareth, el crucificado; ha resucitado, no está aquí; ved el lugar en que le pusieron. Pero id, y decidles a sus discípulos y a Pedro que os precede a Galilea; allá lo veréis tal como os dijo."

La afirmación de que María Magdalena, María y Salomé entraron en el sepulcro, indica las dimensiones espaciosas de éste.

Por una parte existen indicios claros de que Jesús fue curado de sus heridas por Nicodemo. Este le aplicó un ungüento que curaba las heridas y facilitaba la circulación libre de la sangre en el cuerpo. El ungüento aplicado por Nicodemo a Jesús se conoce por el nombre de Marham-I-Isa (el ungüento de Jesús) o también Marham-I-Rosul (el ugüento del profeta), ungüento citado en numerosos tratados médicos orientales en muchos de los cuales se afirma también que es un ungüento aplicado a las heridas de Jesús cuando fue bajado de la cruz. El más conocido de estos tratados es el famoso Cánon de Avicena.



JESÚS RESUCITADO COME PAN Y PESCADO


Jesús, curado de sus heridas y abandonado el sepulcro, se pone en marcha para huir de sus enemigos, comenzando así una nueva etapa de su vida humana. La misma Biblia nos demostrará cómo la imagen de Jesús vista después de su salida del sepulcro, es la imagen de un cuerpo humano físico, y no la imagen de un ente divino o espiritual.

Salido del sepulcro, Jesús se encuentra primero con María Magdalena y su compañera, que abrazan sus pies —señal de que era un cuerpo físico—, y a las que Jesús encarga que comuniquen a sus discípulos que se trasladen a Galilea donde se reunirán con él.

Luego Jesús será visto por Jaime y por Pablo, como lo leemos en la primera epístola de este último a los corintios (15, 7-8).

Jesús se encuentra esporádicamente con sus amigos, no osando dejarse ver abiertamente en público, por temor a que le reconozcan y prendan los judíos. Si leemos atentamente el Evangelio de Mateo veremos claramente expresado este temor (28, 8):

"Se fueron inmediatamente del sepulcro (se refiere a María y su compañera) con gran temor y gran alegría, y corrieron a anunciarlo a los discípulos".

Es evidente que las dos mujeres dentro de la alegría de saber que Jesús estaba vivo, albergaban un gran temor de que fuera descubierto. El mismo Jesús se da cuenta de ello e intenta apaciguarlas (10):

"Entonces Jesús les dijo: No tengáis miedo; id y decid a mis hermanos que se vayan a Galilea y allá me verán".

Luego, Jesús emprende una caminata a pie de unos 100 kilómetros para llegar a Galilea y despistar así a sus posibles perseguidores.

Pero veamos más pruebas de que Jesús seguía en su cuerpo humano terrestre, y que no se había espiritualizado. Leemos así en el Evangelio de Lucas, cuando Jesús se aparece a los apóstoles (24, 37-39):

"Despavoridos y llenos de temor, pensaron que veían a un espíritu, y él les dijo:¿Por qué os asustáis y por qué os vienen al corazón estos pensamientos? Miradme las manos y los pies que soy yo mismo; palpadme y mirad, que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo".

Dos versículos más adelante Jesús de repente muestra tener hambre. Algo absolutamente inconcebible en un ente divino o en un ente espiritual. Así lo leemos (41-43):

"Entonces les dijo: ¿Tenéis aquí algo para comer? Ellos le dieron un trozo de pescado a la brasa; lo tomó y se lo comió delante de ellos".

Vayamos al Evangelio de Juan. Leemos ahí (20,27) cómo Tomás palpa las heridas de Jesús. Demuestra así que lo que se les apareció era un cuerpo tangible de carne y huesos:

"Después le dijo a Tomás: Acerca el dedo aquí y mira mis manos, y acerca, y acerca la mano y ponla en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente".

Lo que queda claro es que Jesús tenía que desaparecer de Palestina. Tomó, como hemos visto, los últimos contactos con sus discípulos, contactos esporádicos para no ser descubierto, y emprendió la marcha hacia el Este. Era, al fin y al cabo, un hombre perseguido. Para no ser descubierto, incluso se disfraza durante los últimos días de su estancia en Palestina, como lo demuestra el texto del Evangelio de Marco (16,12):

"Después de esto se apareció en una figura distinta a dos de ellos que caminaban e iban hacia el campo"

Pero, aparte de que ahora se veía forzado a huir, Jesús tenía de todos modos que acabar de cumplir la misión para la que fue enviado. De haber muerto efectivamente en la cruz, Jesús habría fracasado en el cometido que le fue asignado. Quiero decir que Jesús no debía morir sin haber antes buscado y salvado a las tribus perdidas de Israel.



EN BUSCA DE LAS TRIBUS PERDIDAS DE ISRAEL


Evidentemente, Jesús debía ir en busca de estas tribus. Pero, ¿dónde estaban?

Volviendo atrás en el tiempo, recordaremos que Josué dividió la Tierra Santa entre los hijos de Israel, siendo ocupada la mayor parte del Sur de Palestina por las tribus de Judá y Benjamín, mientras las restantes diez tribus se establecieron en el Norte de Palestina. Bajo el rey Saul, las doce tribus volvieron a reunificarse, si bien más tarde, en tiempos del sucesor del rey Salomón, una revolución separará para siempre a diez de las tribus de Israel de la casa de David.

Luego, y como resultado de una incursión asiria, el rey Tiglatpileser se lleva a muchos de los habitantes de las tribus del norte. Comenzó así la cautividad de las diez tribus. Casi todos los supervivientes fueron enviados a cautiverio años más tarde por Sargón, que finaliza victorioso el sitio puesto por los asirios a la capital del reino del Norte israelita, Samaria. De este cautiverio ya no regresarían jamás.

Englobados de esta forma en el imperio persa, los componentes de las diez tribus así perdidas de Israel, fueron desplazándose hacia el Este a medida que los grandes conquistadores persas iban expandiendo sus dominios por tierras del actual Afganistán, Pakistán y Cachemira por el Norte, para detenerse a la ribera del río Indo. Allí se establecieron los supervivientes israelitas, siendo conocidos hasta hoy con el nombre de Bani Israel, o sea "hijos de Israel".

Estas tierras serían por lo tanto el objetivo inmediato de Jesús: Cachemira.



LA HUÍDA DE JESÚS


Ibn-i-Jarir, en su famoso Tafsir-Ibn-i-Jarir at-Tabri escribe:

"El y su madre, María, tuvieron que emigrar de Palestina y partir hacia un país lejano, pasando de país en país".

Jesús, según los relatos bíblicos, se había encaminado hacia Emaus, hacia el valle de Josafat, habría pasado a través del Occidente de Judea y habría llegado a Samaria, un país en el que les estaba prohibido entrar a los judíos. Había alcanzado finalmente Nazareth, encaminándose al lago Tiberíades (Juan, 21, 1). De Nazareth partían las grandes caravanas en ruta hacia Damasco.

A tres kilómetros de Damasco existe un lugar que desde entonces y hasta hoy se llama Maqam-I-Isa (el lugar de estancia de Jesús). Jesús debió haber vivido ahí el tiempo suficiente como para convertir en discípulos suyos a Ananias y otros.

Durante su estancia en Damasco Jesús recibió una carta del rey de Nisibis, en la que se le informaba que el mencionado rey había caído en una grave enfermedad y que pedía a Jesús que acudiera para curarle. Jesús envió una contestación diciendo que enviaría a uno de sus discípulos y que él mismo seguiría más tarde, según leemos en la Biblioteca Cristiana Ante-Nicena, Vol. XX (Documentos siríacos, 1). Jesús sabía que algunas de las tribus perdidas de Israel estaban en Nisibis, circunstancia que también mencionó el historiador Josephus. Pero se da cuenta de que es hora de marcharse de Damasco para salvar su vida (Actos, 9, 23).

Muhammad bin Khavendash bin Mahmud, comúnmente llamado Mir Khwand, escribe en su famoso libro Rauzat-us Safa que se ha convertido en un libro persa de historia clásico:

"Jesús y María abandonaron la ciudad y se encaminaron hacia Siria"

Voy a cambiar rápidamente de fuentes para leer en el Sagrado Corán (23, versículo 50):

"E hicimos con el hijo de María y con su madre, un milagro y les refugiamos en una benéfica colina provista de manantiales".

En la obra Jami-ut-Tawarihk se nos explica que durante estos días María, la madre de Jesús llevaba un bastón en su mano y caminaba a pie. A continuación el autor nos cuenta que Jesús se encaminó hacia el rey de Nasibain (Nisibis) y predicó allí. Desde esta ciudad marchó hacia Mashaq, donde está situada la tumba de Sem, hijo de Noé. Descripción similar podemos hallar en la obra Nasikh-ut-Tawarihk (vol. 1, 28). Ni en el Jami-ut-Tawarihk, ni en el Rauzat-us-Safa, hallamos explicación alguna para la repentina marcha de Jesús de Nisibis. Sin embargo sí la hallamos en la obra de Ibn-i-Jarir, Tafsir-Ibn-i-Jarir-al-Tabri (vol. 3, 197):

"El rey (de Nasibain) era un hombre astuto. El pueblo quería matarlo (a Jesús) y éste huyó".

En aquella época existían tres ciudades con este nombre. A saber:

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una entre Mosul y Siria
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la segunda a orillas del Eufrates
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la tercera cerca de Jalap, en Siria

En el libro Majma-ul-Buldan publicado en 1207, leemos que la primera de ellas está situada en la ruta de las caravanas de Siria a Mosul y más allá y que está situada a una distancia de seis días de viaje de Mosul. Mosul era un importante centro de comercio. Edessa, conocida ahora por el nombre de Urfa, no está lejos de este lugar. De Urfa a Aleppo hay cuatro días de viaje y Aleppo está situada en lo que siempre ha sido la gran ruta del comercio entre el Océano Indico y el mar Mediterráneo. Ain-ul-Arus está situada a sólo unas cuantas horas de viaje de Aleppo. Así pues, Jesús fue a todos estos lugares para llegar a Aleppo y proseguir su viaje. En Ain-ul-Arus está la tumba de Sem, hijo de Noé, lugar en el que también han sido encontrados vestigios hititas. Así, Jesús visitó la tumba de Sem durante su viaje.

Desde que el pueblo de Nisibis quiso matar a Jesús, y dado que él no podía ir muy lejos en pocos días, viajó de incógnito bajo el nombre de Yuz Asaf, y los libros y tradiciones locales de las regiones que visitó o por las que pasó después de su marcha de Nisibis hablan de él llamándole Yuz Asaf. En la obra Farhang-i-Jahang y en el Anjuman-i-Arae Nasiri leemos que Asaf fue uno de los grandes países no árabes. En el Burhan-i-Qate Asaf es el nombre dado al hijo de Barkhia, que fue uno de los eruditos de Beni Israel.

En el Farhang-i-Anand Raj el nombre Yuz se explica como "procurador o líder". Ambas palabras son hebreas. Pero ninguna de las obras citadas explica realmente qué significa Yuz Asaf y no le hallamos explicación lógica a la luz de los significados aportados. En el libro Farhanf-i-Asafia se explica de la siguiente forma el significado de Asaf: En tiempos de Hazrat Isa (Jesús) cuando los leprosos fueron curados por él, éstos, habiendo sido admitidos entre la gente sana que estaba libre de enfermedades, fueron llamados Asaf.

Así, la palabra Asaf fue aplicada a los leprosos curados por Jesús. Por lo tanto, Yuz Asaf significa "el procurador o líder de los leprosos curados por Jesús". ¿Quién podía ser esa persona, sino Jesús mismo? El nombre Asaf, teniendo así un significado especial conocido en aquella época por las pocas personas que rodeaban a Jesús, sirvió para el propósito y le describía con mayor propiedad que cualquier otro nombre que hubiera podido adoptar. Faizi, el poeta de la corte de Akbar, cita a Jesús:

"Aiyki nam-i to: Yuz o Cristo" (O tú cuyo nombre es Yuz y Cristo).

Más tarde volvemos a encontrar a Jesús en el Irán. Allí se sabe de Yuz Asaf que vino de un país situado al Oeste y que predicó aquí y que mucha gente creyó en él. Los recuerdos que se tienen de Yuz Asaf en las tradiciones iraníes, son similares a los que se tienen de Jesús.

Rastros de Jesús se hallan también en el Afganistán: en Angazni, en el Oeste, y en Jalalabad, en el extremo Sudeste del Afganistán, existen dos explanadas que llevan el nombre de Yuz Asaf, ya que aquí había predicado. Uno de los emires del Afganistán nombró uncelador para esta parcela en Jalalabad, e igualmente donó una subvención para su mantenimiento.

Muy cerca ya de la actual frontera entre el Pakistán y Cachemira aunque todavía en el lado paquistaní, volvemos a encontrar datos sobre el paso de Jesús por la localidad de Taxila. Allí estaba Tomás esperando la boda de un hijo de Gad, hermano del rey Gondafras. Así está escrito en el acta Thomae:

.."Tomás, terminadas las ceremonias, abandonó su sitio. El novio apartó la cortina que le separaba de su novia. Vio a Tomás, según supuso, conversando con ella. Entonces le preguntó sorprendido ¿Cómo puedes estar aquí? ¿No te ví salir antes que a nadie? Y el Señor contestó: No soy Judas Tomás, sino su hermano".

Debo hacer un breve inciso aquí para aclarar que Juan llama también a Tomás por el nombre de Didimo, correspondencia griega del arameo Toma, que significa "mellizo", a causa del extraordinario parecido físico entre Tomás y Jesús (Juan, 20, 24).

Tomás acompaña a Jesús en su huída de Jerusalén hasta Cachemira. Así, aparece junto a María, madre de Jesús, en el momento en que se supone que debería haber tenido lugar la resurrección (Actos, 1, 13-14), aparece también junto al lago Tiberíades (Juan, 21, 1-2), aparece en Damasco y en Magdonia (Nisibis), y aparece ahora en Taxila, como acabamos de ver. A partir de aquí acompaña a Jesús a Cachemira, en donde se encontraba también en el momento de la muerte de éste. Luego retrocedería hasta Taxila para seguir hacia Kerala en el Sur de la India, siendo muerto y quemado en Milarope, Madras.



MARÍA, ENTERRADA EN EL PAKISTÁN


Salidos de Taxila, Jesús, su madre María y Tomás prosiguen camino hacia Cachemira. Pero María no llegaría a ver el llamado "Paraíso sobre la Tierra". No soportando ya más las penalidades del largo viaje María muere en el pequeño pueblo de Murree, situado, por la carretera actual, a unos 70 kilómetros de Taxila, y a escasos diez kilómetros, en línea recta, de Rawalpindi. Murree se llamaba aún hasta 1875, en memoria de la madre de Jesús, María. El lugar en que está enterrada María se conoce con el nombre de Pindi Point, y la sepultura misma se conoce por el nombre de Mai Mari de Asthan, significando "lugar de descanso de la madre María". De acuerdo con la costumbre judía la tumba está orientada de Este a Oeste.



EL PRADO DE JESÚS, PORTAL DE CACHEMIRA


Desde Murree, Jesús prosiguió su avance hacia Srinagar entrando en Cachemira a través de valle que hasta hoy sigue llamándose "Yusmarg", para recordar que es el valle por el que Yusu o Jesús, entró en Cachemira. Situado a unos 40 kilómetros al Sur de Srinagar, capital de Cachemira, el prado de Jesús está habitado por la raza judía de los Yadu que viven ahí en devota condición secular de habitar el lugar elegido por Jesús para entrar en Cachemira. Allí lo pudimos comprobar personalmente mi mujer y yo en entrevistas con las gentes del lugar.

El Yusmarg es el punto de paso en la antigua ruta de mercaderes que generalmente a pie procedían del Afganistán para encaminarse al valle de Kaghan, o a la inversa. El montículo de Murree limita con Cachemira por el Oeste, mientras que la región de Kaghan lo hace por el Este. Si desde Yusmarg se avanza pues sobre la mencionada ruta de mercaderes se pasa necesariamente por Aishmuqam. El prefijo "Aish-" es una forma derivada de Isa, Jesús. Muqam significa lugar de reposo, significando reposo durante breve tiempo. Así Aishmuqam es el lugar en el que descansó Jesús en su viaje. Aishmuqam está situado a unos 75 kilómetros al Sureste de Srinagar. En el Nur Nama se narra el recuerdo de que un príncipe llegó y descansó por algún tiempo en este lugar, que por ello lleva su nombre. En la misma obra leemos que en este lugar fue muerto un espíritu maligno a manos de un Brohan, que era un luchador en el tiempo de Jesús ("Dastan-i-Kushta Shudan-i-Deu Az dasti-i-Brohan ke dar Zaman-i-Issa pahalwani bud").

Aishmuqam es hoy lugar de culto musulmán. En nuestra visita al lugar supimos que conservaban allí bajo llave la cornamenta de lo que llaman el carnero de Dios. Algunos autores afirman que se conserva también ahí el bastón de Jesús. Pero tanto los responsables de la custodia del Santuario de Aishmuqam durante nuestra visita, como el profesor Hassnain durante las largas sesiones de trabajo en su casa, nos indicaron que esto era una apreciación errónea, y que el bastón conservado en Aishmuqam era el bastón de Moisés, de quien hablaremos en el próximo número (1).



JESÚS, VECINO DE CACHEMIRA


Vamos a repasar ahora algunos textos que nos testifican la estancia de Jesús en Cachemira, su segunda y última patria.

Mulla Nadiri, el primer historiador musulmán de Cachemira, que escribió en persa, afirma en su obra Tarik-i-Kashmir que Yuza Asaf, el Yuzu de las tribus de Israel, proclamó su cualidad profética en el año 54. Leemos textualmente:

.."El rey tomó el nombre de Gopananda y comenzó su actividad en el valle de Cachemira. Durante su reinado fueron erigidos y reparados muchos templos. Invitó a Sulaiman de Persia a emprender las reparaciones debidas en el trono de Salomón en el monte. Los hindús presentaron objeciones diciendo que ya no era un hindú y seguía otra religión, no podía reparar la tumba sagrada.


.."Durante este período Yuza Asaf llegó de Palestina y proclamó su calidad de profeta en el valle de Cachemira. El mismo dedicó días y noches a las oraciones y fue muy piadoso y santo. Acercó al pueblo de Cachemira a las palabras de Dios. Muchos se convirtieron en sus discípulos. El rey le pidió que condujera a los hindús al camino recto.


.."Sulaiman reparó el trono de Salomón y erigió los cuatro pilares con las siguientes inscripciones:

.."Constructores de estos pilares son Bhisti Zargar. Año 54.
.."Y Khawaja Rukun, el hijo de Mirjan.
.."Yuza Asaf proclamó su cualidad de profeta. Año 54.
.."El es Yuzu, de las tribus de Israel."

Estas inscripciones seguían intactas y no se habían hecho ilegibles cuando Khwaja Haidar Malik Chadura escribió su Tarik-i-Kasmir.

El santuario conocido por el nombre de Trono de Salomón está emplazado en lo alto de un monte que domina la ciudad de Srinagar por su lado Este.



DIÁLOGO DE JESÚS CON EL REY DE CACHEMIRA


En un antiguo libro escrito Sánscrito, el Bhavishya Mahapurana, atribuido a Viyas, escrito en el año 3191 de la Era Laukika, que corresponde al año 115 de nuestra Era, se informa que tiempo antes, en el año 48, el raja Shalewahin salió cierto día a dar un paseo por las montañas y en Voyen, cerca de Srinagar, vio a un personaje distinguido de complexión blanca, portando ropas blancas. El raja le preguntó por su nombre. Jesús le respondió que le conocen por el hijo de Dios, y como nacido de una virgen.

Doy a continuación la traducción exacta de los versos escritos en Sánscrito:

"Cierto día, Shalewahin salió hacia los montes del Himalaya, y allí, en medio del país de los Hun, el poderoso rey vio a un personaje distinguido sentado cerca de una montaña. El Santo era de complexión clara y llevaba vestidos blancos. El rey Shalewahin le preguntó quien era. El replicó gustosamente:
"Soy conocido como el hijo de Dios y nacido de una virgen'.
"Como el rey se asombrara de esta respuesta, el Santo le dijo:
"Soy el predicador de la religión de los Meleacas y seguidor de principios verdaderos'.
"El rey le preguntó acerca de su religión y él le contestó:
"Oh Rey, vengo de un país lejano, en el que ya no existe la verdad y en el que el mal no conoce límites. Aparecí allí en el país de los meleacos como Mesías. Por mí tuvieron que padecer los pecadores y los delincuentes y yo también sufrí a manos de ellos.'
"El rey le rogó que le explicara mejor las enseñanzas de su religión, y el Santo le dijo:
"Enseña el amor, la verdad y la pureza de corazón. Enseña a los hombres a servir a Dios, que está en el centro del sol y de los elementos. Y Dios y los elementos existirán siempre'.
"El rey regresó después de haber dado su obediencia al Santo."


JESÚS, PADRE DE FAMILIA


Un antiguo libro persa, traducido al urdu, cuyo título es Negaris-Tan-i-Kashmir, narra la historia de que el mismo rey que vimos interrogaba a Jesús acerca de su condición, procedencia y enseñanzas, el rey Shalewahin, le dice a Jesús que necesita mujeres que cuiden de él, que le cuiden la casa, que le laven la ropa, que le hagan la comida, etc. El rey ofrece a Jesús cincuenta mujeres. Pero Jesús le replica que él no necesita a ninguna, que nadie tiene que trabajar para él. Pero tanto insistió el rey, que al final Jesús accede a tomar una mujer que le haga la comida, que le lave la ropa, que mantenga limpia su estancia. El mismo libro afirma que esta mujer tuvo hijos de Jesús. Y de esta mujer y de Jesús sería descendiente el señor Sahibzada Basharat Saleem, que nos recibió en su casa de Srinagar.

A nuestra pregunta de sí se consideraba descendiente de Jesús contestó que cuando él le preguntaba a su padre acerca de este tema, su padre solía contestarle que el abuelo de sus abuelos era un santo profeta, de nombre Yuza Asaf. Solía explicarle también, siendo niño, que en el mismo distrito de Khanyar en el que está la tumba del citado antecesor, existe, muy cerca de ella, un Santuario en el que reposan los restos de un gran Santo de Cachemira, venerado por todos los habitantes de Srinagar. Pues bien, le decía su padre, este Santo tan venerado y tan importante en Cachemira, no es absolutamente nada comparado con el profeta que yace en la tumba conocida por "Rozabal".

Nos dice también el señor Basharat Saleem que cuando alguien le preguntaba a su padre si era descendiente de Jesús, el respondía siempre "sí, efectivamente, pero nosotros le llamamos Yuza Asaf".

Sahibzada Basharat Saleem es hijo de Sahibzada Ghulam Mohiyudin, que es a su vez hijo de Sahibzada Abdul Ahad, hijo de Sahibzada Abdus Smad, hijo a su vez de Sahibzada Abubekr. Y así, siguiendo una larga lista, el señor Sahibzada Basharat Saleem conserva en Srinagar, Cachemira, el árbol genealógico completo de su familia desde Jesús hasta él, Sahibzada Basharat Saleem, descendiente vivo hoy, 1976, del Mesías.

Preguntado acerca del nombre de la mujer que dio hijos a Jesús, nos dice que se llamaba Marjan, y que era oriunda de una de las idílicas aldeas que abundaban en el valle cachemir de Pahalgam.



LA MUERTE DE JESÚS EN CACHEMIRA


El gran escritor e historiador oriental Shaikh al Sa'id-us-Sadiq, muerto en Khurasan en el año 962, hace mención de los viajes de Yuz Asaf en su famoso libro Kamal-ud-Din vas Tmam-un-Ni'mat fi Asbat-ul-Ghaibut was Ksf-ul-Hairet, llamado también Ikmal-ud-Din. Este libro es considerado por los orientalistas occidentales como altamente valioso. En él se describe la escena de la muerte de Jesús. Se dice allí que Jesús, al sentir la aproximación de su muerte, envió a buscar a su discípulo Ba'bat (Tomás) y le expresó su último deseo referente a la continuación de su misión. Indicó a Tomás que construyera una tumba sobre su cuerpo en el lugar exacto en que expirase. Se estiró entonces con sus piernas dirigidas hacia el Oeste y su cabeza hacia el Este y murió. Esta escena queda descrita en las páginas 357 y 358 del mencionado libro.



LA TUMBA DE JESÚS EN CACHEMIRA


La tumba que, según el relato anterior, fue en principio erigida por Tomás sobre el cuerpo de Jesús, en el sitio exacto donde éste expiró, está situada en el distrito Khanyar, en pleno centro de la ciudad de Srinagar, capital de Cachemira. En la calle puede verse en un poste de tendido eléctrico un cartel azul con la inscripción en blanco "Rozabal", contracción de las palabas Rauza Bal. El nombre Rauza se aplica únicamente a tumbas de los profetas, mientras que las tumbas de los santos se llaman Ziarat. El edificio en sí es una construcción rectangular, a la que está adosado un pequeño vestíbulo de entrada. Detrás del edificio se extiende un camposanto musulmán. Todas las tumbas de este camposanto están orientadas, según la costumbre islámica, de Norte a Sur.



Al penetrar en el Rozabal, se entra primero en una galería, que rodea a la cámara interior. A esta cámara interior se accede a través de un ventana. A la izquierda de esta ventana está adosado un plafón de madera que sustituye al plafón que llevaba la leyenda original y que ha desaparecido. El texto de este nuevo plafón encabezado por las palabras "Ziarat Yuza Asaf Khanyar" (la tumba -es de destacar que en este plafón se emplea la palabra Ziarat, que vimos se aplicaba a la tumba de los Santos- de Yuza Asaf, Khanyar) indica que ahí reposa Yuza Asaf, que llegó al valle de Cachemira muchas centurias antes, y dedicó su vida a la oración y a la prédica de la verdad. Sobre el piso de la cámara interior del edificio se aprecian dos túmulos o losas sepulcrales. La mayor de ellas, que está situada en la mitad Norte de la cámara, es la que corresponde al sepulcro de Jesús.



La losa más pequeña, situada en la parte Sur, o sea contigua a la ventana de comunicación, corresponde a la sepultura de un gran Santo cachemir, Sayyid Nasir-ud-Din. Estos dos túmulos o losas sepulcrales están también orientadas según la costumbre musulmana de Norte a Sur. Pero la sepultura real de Jesús, situada en la cripta que hay debajo de esta cámara interior del edificio, está orientada de acuerdo con la costumbre judía de Este a Oeste. Según hemos visto, todo este edificio conocido por el nombre de Rozabal ha sido construido sobre el cuerpo de Jesús que yace en su cripta en el lugar y la posición exacta que adoptó al morir.



A la cripta inferior, en la que yace el cuerpo de Jesús, se puede acceder únicamente a través de una escalera desde el exterior del edificio. Hoy , esta escalera está tapiada y sólo queda de la apertura una pequeña rendija que da a la calle situada en el lado Oeste del edificio. Siendo edificio sagrado para musulmanes y también para hindús, para penetrar en él hay que descalzarse previamente. En la cámara interior, los túmulos funerarios de Jesús y de Sayyid Nasir-ud-Din están cubiertos por un armazón de madera artísticamente labrado.

Para tomar las fotos desde el interior de la cámara pequeña del Rozabal, tuvimos que entrar en él a primeras horas de la mañana, y trabajar a puerta cerrada, ya que está prohibido entrar en esta cámara interior en la que se hallan los dos túmulos funerarios.

Digamos para finalizar, que entre la gente de Cachemira que visita el lugar y deposita sus ofrendas allí, la tumba es conocida como la de Hazrat Yuz Asaf, o la de Nabi Sahib (el profeta) o Shahazda Nabi (el príncipe profeta), y también como la de Hazrat Isa Sahib (Jesús).



EL SILENCIO EVANGÉLICO


Los cuatro evangelios canónicos guardan silencio sobre la actividad de Jesús desde su nacimiento hasta cumplir ya los 12 años de edad.

Toda mención al Mesías niño se reduce a:

"El niño crecía y se fortalecía lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba en él. Sus padres iban cada año a Jerusalén por la fiesta de Pascua. Cuando contaba 12 años, subieron como era costumbre de la fiesta y, pasados los días, cuando regresaron, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que se dieran cuenta sus padres. Creyendo que iba en la caravana, llegaron al término de la jornada y lo buscaron entre los parientes y conocidos. Como no lo encontraron, regresaron a Jerusalén para buscarlo. Y, al cabo de tres días, lo hallaron en el Templo, sentado ante los Maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos cuantos le escuchaban se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. Al verlo se quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando con ansias.» Él les dijo: «¿Cómo es que me buscabais?, ¿no sabíais que yo he de estar en casa de mi padre?» Pero ellos no comprendieron lo que les decía. Después bajó con ellos, regresó a Nazareth y les fue obediente y su madre lo conservaba todo en su corazón. En cuanto a Jesús, progresaba en sabiduría, crecía y aumentaba en gracia tanto ante Dios como ante los hombres."

(Lucas, 2, 40-52)

Pero lo más sorprendente es que la Biblia no vuelve a mencionar a Jesús después de este hecho ocurrido a sus 12 años, hasta que ha cumplido ya los 30:

"Cuando Jesús comenzó tenía unos 30 años."
(Lucas, 3, 23)

Entre esta cita bíblica y la anterior han transcurrido 18 años. 18 años de silencio, que rompen la continuidad en el relato bíblico de la vida de Jesús. Pero no debemos contentarnos con este silencio. Ya que en tal caso, sería completamente lícito plantearse seriamente la pregunta de si este hombre que aparece en la vida pública a los 30 años de edad, es realmente el mismo niño Jesús nacido en Belén.



EL HALLAZGO DE NIKOLAI NOTOVITCH


En nuestra primera visita a la casa del profesor Hassnain en Srinagar, éste nos narró cómo y por qué llegó a interesarse por el tema de los viajes de Jesús a Cachemira.

Hallándose un crudo mes de enero en Ladakh, región montañosa limítrofe entre Cachemira y el Tibet, quedó aislado por la nieve en su capital, Leh.

Para matar el rato, el profesor Hassnain se dedicó a revisar viejos textos y manuscritos conservados en las bibliotecas de la lamasería de Leh.

Así fue como se topó con los 40 volúmenes de diarios de los misioneros alemanes doctores Marx y Francke, misioneros de un grupo religioso que recorría los lugares apartados del mundo. No iban a capitales como Srinagar o Nueva Delhi sino a puntos más remotos como por ejemplo Leh, en Ladakh. El diario estaba fechado en 1894. El doctor Hassnain, que no lee alemán, lengua en la que estaba escrito el diario, sintió sin embargo curiosidad por este manuscrito, y comenzó a pasar sus páginas. En esto se topó con un nombre escrito en rojo: San Issa. Frente a este hombre aparecía el de Nikolai Notovitch. Dado que no podía leer el texto, el profesor Hassnain optó por fotografiar las dos páginas del manuscrito en que aparecían estos nombres.

De regreso ya en Srinagar, el profesor Hassnain se hizo traducir estas dos hojas. Se enteró así de que los misioneros doctores Marx y Francke hacían referencia en su diario a unos manuscritos hallados por Notovitch en la lamasería de Hemis, a 38 kilómetros al sureste de Leh. Según estos manuscritos hallados por Notovitch, Jesús habría estado en la India y en las regiones más norteñas del Tibet y de Ladakh precisamente durante estos 18 años en que la Biblia no da razón de su paradero. Los dos misioneros alemanes no dan crédito a los informes de Notovitch. Tampoco dan crédito a este primer viaje de Jesús a la India los responsables del movimiento Ahmadiyya. En cambio, el profesor Hassnain está convencido de la autenticidad del testimonio de Notovitch, y cree que Jesús huyó hacia Cachemira después de ser salvado de la muerte en la cruz, precisamente porque ya habría estado anteriormente en Cachemira.

Pero vayamos al texto de Notovitch. Nicolai Notovitch fue un viajero ruso que a finales de la década de los 80 del siglo pasado (XVIII), exploraba los territorios norteños de la India avanzando hacia Cachemira y Ladakh, región conocida también como el «pequeño Tibet». Después de visitar Leh, capital de Ladakh, Notovitch prosiguió viaje hasta llegar a la lamasería de Hemis, una de las principales de la región, que alberga además una vasta biblioteca de obras sagradas. Conversando con el lama principal de esta lamasería, Notovitch le refiere que en una visita reciente a la lamasería de Moulbek, situada en lo alto de los riscos que culminan el pueblo de Wakha, le habían sido narradas cosas interesantes acerca del profeta Isa. Y le pidió al lama de Hemis que le contara más cosas acerca de este profeta.

El lama le contestó que el nombre de Isa era muy respetado entre los budistas, pero que era conocido con exactitud únicamente por los lamas importantes que habían leído los rollos que relataban su vida. Le dijo también que existen una infinidad de budas similares a Isa, y que los 84.000 rollos que existen abundan en detalles acerca de cada uno de ellos. Pero que muy pocas personas habían leído escasamente una centésima parte de estos rollos. De acuerdo con las costumbres establecidas, cada pupilo o lama que visitaba Lhasa, la capital del Tibet, no debía dejar de hacer un regalo de una o más de estas copias a la lamasería a la que pertenecía. Le dijo el lama a Notovitch que su monasterio (el de Hemis) poseía un gran número de estos rollos, y que entre ellos había descripciones de la vida y de la labor del buda Isa, que enseñó las doctrinas sagradas en la India y entre los hijos de Israel.

Continuó el lama explicando que los rollos traídos desde la India al Nepal y del Nepal al Tibet, en que se relataban la vida y las obras de Isa, estaban escritos en lengua pali, y que se encontraban en Lhasa, pero que una copia en lengua tibetana existía en la lamasería de Hemis. Las masas, sin embargo, ignoraban esto. Apenas había alguien más aparte de los grandes lamas que conocía a Isa, porque ellos habían dedicado su vida entera al estudio de estos rollos que relataban los hechos de Isa. Pero dado que su doctrina no constituía una parte canónica del budismo, y dado que los adoradores de Isa, los cristianos, no reconocían la autoridad del Dalai Lama, en el Tibet el profeta Isa, como muchos otros similares, no era reconocido como uno de sus santos principales.

Llegados a este punto del relato, Notovitch le preguntó al lama si era posible mostrar a un extranjero estas copias que conservaba en su lamasería. El lama le replicó que lo que pertenece a Dios pertenece también a los hombres y que era su deber de lama ayudar a la propagación de sus doctrinas. Pero le dijo también que no tenía noción en aquellos momentos de dónde en su biblioteca se conservaban los rollos mencionados y que si en alguna otra ocasión Notovitch visitaba la lamasería, se los tendría preparados y se los mostraría gustosamente.

A Notovitch no le quedó otro remedio que regresar a Leh e ingeniarse un plan para hallar una excusa y poder regresar a la lamasería. Dos días después envió al lama superior un regalo consistente en un reloj de alarma y un termómetro con un mensaje de que probablemente volvería a rendir una segunda visita a la lamasería antes de abandonar definitivamente Ladakh, y que esperaba que el lama la mostraría entonces los rollos que habían sido el motivo de su reciente conversación. Notovitch se había propuesto abandonar Ladakh y encaminarse hacia Cachemira para volver más tarde al monasterio y no despertar interés en los rollos que hablaban de Isa. Pero la casualidad jugó en su favor, ya que al pasar junto a la montaña en cuya cumbre está la lamasería de Pittzk, su caballo tropezó lanzando a Notovitch al suelo, lo que le causó la fractura de una pierna. No deseando regresar a Leh ordenó a sus porteadores que le llevasen a la lamasería de Hemis, donde fue amablemente recibido y atendido.

Refiere Notovitch que estando inmovilizado en la cama, y mientras un joven iba girando ininterrumpidamente el cilindro de oraciones junto a su lecho, el venerable anciano que gobernaba la lamasería le entretenía con interesantes historias. A menudo le hablaba del reloj de alarma y del termómetro que Notovitch le había enviado como regalo, preguntándole acerca de su correcto uso. Finalmente, dice Notovitch, accedió a sus insistentes preguntas acerca de Isa y trajo dos grandes paquetes de libros cuyas hojas estaban ya amarillentas por el paso del tiempo. El lama le leyó entonces a Notovitch la biografía de Isa, mientras nuestro ruso viajero iba apuntando cuidadosamente en su bloc de notas, todo cuanto su intérprete le iba traduciendo. Este curioso documento está escrito en forma de versos aislados que muy a menudo no guardan relación el uno con el otro.



PRIMER VIAJE DE JESÚS A LA INDIA


A continuación voy a reproducir las partes más interesantes de esta vida de Isa, tal y como nos la refiere Nicolai Notovitcha partir de los manuscritos conservados en la lamasería Hemis de Ladakh, copia a su vez de manuscritos originales que se conservan en Lhasa, capital del Tibet.

Estos manuscritos cuentan literalmente a partir del verso 5° de la sección 4ª lo siguiente:

"Poco tiempo después un hermoso niño nació en el país de Israel; el mismo Dios habló por boca de este niño explicando la insignificancia del cuerpo y la grandeza del alma.


Los padres de este niño eran gente pobre, que pertenecían a una familia distinguida por su piedad, que había olvidado su antigua grandeza sobre la Tierra, celebrando el nombre del Creador y agradeciéndole las desgracias con que los había provisto.


Para premiar a esta familia por el hecho de haber permanecido firme en el camino de la verdad, Dios bendijo a su primogénito y lo eligió para que redimiera a aquellos que habían caído en desgracia y para que curara a aquellos que estaban sufriendo.


El niño divino, al que dieron el nombre de Isa, comenzó a hablar, siendo aún un niño, del Dios uno indivisible, exhortando a la gran masa descarriada a arrepentirse y a purificarse de las faltas en que habían incurrido.
La gente acudió de todas partes para escucharlo y quedó maravillada ante las palabras de sabiduría que surgían de su boca infantil; los israelitas afirmaban que en este niño moraba el espíritu santo.


Cuando Isa alcanzó la edad de 13 años, la época en que un israelita debe tomar una mujer


La casa en que sus padres se ganaban el pan mediante una labor modesta, comenzó a ser sitio de reunión de la gente rica y noble que deseaba tener al joven Isa por yerno, siendo así que en todos lados era conocido por sus discursos edificantes en nombre del Todopoderoso.


Fue entonces cuando Isa desapareció secretamente de la casa de sus padres, abandonó Jerusalén, y se encaminó con una caravana de mercaderes hacia Sindh.


Con el propósito de perfeccionarse a sí mismo en el conocimiento divino y de estudiar las leyes de los grandes Budas."

Estos versos terminan la 4ª parte de los manuscritos originales que relatan la vida de Isa.

Como ya dije y como queda bien patente en esta narración, Isa es Jesús; por lo tanto voy a resumir ahora el resto del contenido del manuscrito trascrito por Notovitch, pero refiriéndome ya siempre a Jesús cuando el manuscrito hace referencia a Isa.

Prosigue el manuscrito de la narración de la vida de Jesús diciendo que a los 14 años cruzó el Sindh y se estableció entre los Aryas en el país preferido de Dios. La fama del joven Jesús se extendió rápidamente por toda la región norte del Sindh; cuando cruzó el país de los cinco ríos, los devotos del dios Jaina le imploraron que se quedara entre ellos. Pero él los dejó y siguió caminando hacia Jagannath en el país de Orissa, donde yacían los restos mortales de Vyasa-Krishna. Aquí fue recibido con gran alegría por los sacerdotes de Brahma, que le enseñaron a leer y comprender los Vedas, a salvarse mediante las oraciones, a explicar las Sagradas Escrituras al pueblo, a expulsar el espíritu del mal del cuerpo humano y devolverle su forma humana, Jesús vivió seis años en Jagannath, Rajagriha, Benares y otras ciudades sagradas. Todo el mundo le quería y vivió en paz con los Vaishyas y Shudras a quienes enseñó la Sagrada Escritura.

Jesús se granjeó las primeras antipatías cuando habló de la igualdad de los hombres, ya que los Brahmanes tenían esclavizados a los Shudras y opinaban que sólo quedarían libres de su esclavitud con la muerte. Invitado por los Brahmanes a abandonar la compañía de los Shudras y a abrazar las creencias brahmánicas, Jesús rechazó esta invitación y fue a predicar entre los Shudras contra los Brahmanes y los Kshatriyas. Condenó gravemente la doctrina que da a los hombres el poder de robar a otros hombres sus derechos humanos, y defendió la creencia de que Dios no había establecido diferencias entre sus hijos, que eran todos igualmente amados por él. También se empeñó Jesús en combatir la idolatría y el defender la creencia en un solo y único Dios Todopoderoso. Finalmente, debido a su labor en favor de los Shudras, los sacerdotes brahmánicos decidieron su muerte, y con esta intención enviaron a sus servidores en busca del joven profeta. Pero, Jesús, advertido del peligro por los Shudras, abandonó Jagannath de noche, alcanzó las montañas y se estableció en el país de Gautamides, en el que había nacido el gran Buda Shakya-Muni, entre el pueblo que adoraba al único y, sublime Brahma.

Habiendo aprendido perfectamente la lengua pal, Jesús se entregó al estudio de los rollos sagrados de los Sutras. Seis años después Jesús estaba capacitado para explicar perfectamente los rollos sagrados. Entonces abandonó el Nepal y las montañas del Himalaya, descendió al valle de Rajputana y se encaminó hacia el Oeste. A su paso, Jesús iba hablando a las gentes en favor de la abolición de la esclavitud, al tiempo que pregonaba la existencia de un único Dios indivisible e instaba al pueblo a destruir los ídolos y a abandonar su creencia en los falsos dioses.

Así, cuando Jesús entró en Persia los sacerdotes se alarmaron y prohibieron al pueblo que escuchara sus palabras. Pero como el pueblo le escuchara, los sacerdotes le hicieron prender y entablaron un largo diálogo con él. En el curso de este diálogo Jesús intentó convencerles de que abandonasen el culto al Sol y el culto a un Dios del Bien y a un Dios del Mal, explicándoles que el Sol era sólo un instrumento creado por el Dios único y que el Dios único era un Dios del Bien, no existiendo ningún Dios del Mal.

Habiéndole escuchado los sacerdotes, resolvieron no causarle ningún daño; pero, durante la noche, mientras todo el pueblo dormía, le prendieron y lo llevaron fuera de las murallas abandonándolo ahí con la esperanza de que sería pronto presa de las fieras salvajes. Pero Jesús continuó su camino sano y salvo.

Continúa más adelante la narración de los manuscritos conservados por los lamas tibetanos, afirmando que Jesús contaba ya 29 años cuando regresó al país de Israel.

A partir de aquí lo que nos refiere Notovitch acerca de los manuscritos tibetanos transcurre ya en Palestina y forma parte de la historia que nos narran los textos bíblicos. Los manuscritos así trasladados por Notovitch al mundo occidental darían una explicación lógica a las actividades de Jesús durante los largos años en que la Biblia no nos refiere absolutamente nada de él.

Nosotros, durante nuestra estancia en Cachemira, no pudimos proseguir hasta Leh y el monasterios de Hemis, como habría sido nuestro deseo, debido a que estábamos en el mes de abril y Leh sólo puede alcanzarse usando las carreteras y caminos de alta montaña que en aquel momento estaban completamente bloqueadas por la nieve. Sin embargo cualquier estudioso puede acudir a la biblioteca de la lamasería de Hemis para buscar allí los manuscritos de referencia. Yo los he resumido aquí para conocimiento de todos, ya que tal es el espíritu de este artículo: informar al lector y a través de él a un amplio sector de la opinión pública de las tradiciones, leyendas y datos históricos que en Cachemira y sus inmediaciones se conocen hoy en día, y que tienden a confirmar la creencia popular de que Jesús vivió y murió a los pies del Himalaya.

Hasta aquí lo que he podido reunir acerca del primer viaje de Jesús a tierras orientales. Viaje realizado antes de su predicación en Jerusalén y previo por consiguiente, a su crucifixión.

Veamos ahora lo que se sabe en Cachemira de Moisés.



MOISÉS, ENTERRADO EN CACHEMIRA

«Pero hasta hoy nadie conoce su sepultura»
(Deuteronomio, 34, 6)

Moisés, el primer guía del pueblo hebreo, yace en algún lugar del mundo. ¿Dónde? Hasta hoy, nadie lo sabe. Si bien allá por el siglo IV de nuestra Era, San Juan Crisóstomo parece haber intuido algo. Porque de forma muy acertada, se pregunta:

"Pero decidme, ¿no yacen los restos de Moisés en algún lejano lugar del Este?"
(Homilía 26, epístola a los Hebreos, capítulo 3).

Porque, según parece, también Moisés está enterrado en Cachemira.

El profeta Moisés emigró de Egipto. Le siguió una sección de los hebreos que se establecieron en Palestina, el país sagrado, como lo leemos en el Deuteronomio (1, 8):

"Os ofrezco el país que tenéis delante vuestro. Id a tomar posesión del país que Yahveh juró dar a vuestros padres, a Abraham, a Isaac, a Jacob y a su descendencia."

Luego nombró a Josué su sucesor para guiar a la próxima generación, como está escrito en el mismo Deuteronomio (31, 14):

"Después Yahveh le dijo a Moisés: «Se acerca el día de tu muerte. Llama a Josué y quedaos junto a la tienda del oráculo; y yo le daré mis órdenes.»"

A Moisés mismo le fue denegada la entrada en Palestina. Seguimos leyendo en el deuteronomio (1, 37):

"Hasta contra mí se indignó Yahveh por culpa vuestra, y me dijo: «Tú tampoco entrarás.»"

El Deuteronomio menciona cinco lugares relacionados con la Tierra de Promisión. Son: Bethpeor (4, 46), Heshbon (4, 46), Pisgah (4, 49), el monte Nebo (34, 1), y el valle o las llanuras de Moab (34, 5-8). Todos los comentarios bíblicos han admitido que estos lugares no han sido localizados. Peale dice literalmente que estos lugares son desconocidos.

Pero en Cachemira, sí se encuentran estos lugares. Vamos a verlos uno por uno:

*

Bethpeor significa la casa o el lugar de la apertura. El río Jhelum es llamado Behat en persa y Vehath en en lengua cachemira.

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Bandipur, o Bandipoor, en Cachemira fue conocida por Behatpoor. Bandipur es el lugar de la apertura en el sentido de que a partir de este lugar se abre el valle de Cachemira. También aquí, el río Jhelum pasa a través de una puerta al lago Wular. Así Bethpoor (Behatpoor), parece, a todas luces, ser el Bandipur que existe en Tehsil Sopore, Cachemira.

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Hesbon se cita en conexión con pequeños lagos. En Cachemira existe Hashba (Hazbal), un pequeño pueblo, famoso por sus lagos ricos en pesca, situado a unos 19 kilómetros al noroeste de Bandipur.

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El manantial de Pisgah (Pishnag) está aproximadamente a kilómetro y medio al nordeste de Aham Sharif, un pequeño pueblo al pie del monte Nebo. Sus aguas son famosas por sus propiedades medicinales.

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Los llanos de Moab (Movu) están situados a unos seis kilómetros y medio al nordeste del monte Nebo.

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El monte Nebo y el monte Abarim han sido considerados como uno mismo, pero la realidad es otra. En primer lugar el monte Nebo es uno de los picos del monte Abarim. Por otra parte, el monte Nebo ha sido mencionado junto con Bethpeor (Deuteronomio, 34, 1-6).


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Establecida la identidad de Bethpeor, el monte Nebo debe buscarse en sus proximidades.


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Por otra parte, los lugares denominados Bethpeor, Heshbon, Moab y Pisgah se hallan todos ellos en Cachemira, y además en un área que cubre solamente escasos kilómetros.

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En Cachemira existe el monte Nebo (Baal Nebu, Niltoop), situado a unos 12 kilómetros al nordeste de Bandipur. Newall llama a esta montaña Naboo Hill. Desde lo alto de esta montaña se ve Bandipur y todo el valle de Cachemira.

Este último detalle es importante, ya que Yahveh ordenó a Moisés subir a la montaña desde la que vería la Tierra Prometida.

Hay un dato en la Biblia que indica que la Tierra Prometida es Palestina:

"Yahveh le dijo a Moisés: «Sube a esta montaña de Abarim, y contempla el país que he dado a los israelitas.»" (Números 27, 12).

Y el monte Abarim, ciertamente está en Palestina. Pero en Cachemira existe, justo encima del monte Nebo, el monte Ablu. Desde el monte Ablu se disfruta una vista maravillosa del valle de Cachemira.

Por lo demás, la Tierra de Promisión era un país de montañas y de valles que se riega con la lluvia del cielo (Deuteronomio, 11, 11). Esta descripción coincide absolutamente con la descripción de Cachemira. Palestina por el contrario, no responde a las descripciones del País de Promisión tal como nos lo describe la Biblia.



Y ciertamente, añade Mohammad Yasin, autor de la obra Mysteries of Kashmit (Misterios de Cachemira, que lleva por subtítulo Cachemira, el país prometido) no existe otro país al este del Jordán o del Eufrates, excepto Cachemira, que pueda aportar tantos manantiales, ríos, abundancia de frutas y de flores, prados y verdes valles. Muy acertadamente —afirma— Cachemira ha sido llamado Jannat-ut-duniya (El Paraíso del mundo) y Bagh-i-Jannat (El jardín del Paraíso).



LA TUMBA DE MOISÉS


Las tradiciones cachemiras, tanto escritas como orales, afirman que Moisés llegó a Cachemira, y que allí está enterrado. Así lo leemos en la obra Hashmat-i-Kashmir:

"Moisés llegó a Cachemira y la gente le escuchó. Unos continuaron creyendo en él, otros no. Murió y fue enterrado aquí. La gente de Cachemira llama a su tumba «El Santuario del Profeta del Libro»".

Los textos bíblicos ignoran la localización de la tumba de Moisés. Así lo leemos, por ejemplo, en el Deuteronomio (34, 5-6):

"Moisés, siervo de Yahveh, murió en la tierra de Moab por orden de Yahveh. Le enterraron en el valle, en el país de Moab, delante de Bethpeor; pero hasta hoy nadie conoce su sepultura".

Nadie, excepto los cachemires. Porque en lo alto del monte Nebu existe una tumba, venerada desde hace 3500 años, aproximadamente, como la tumba del «Profeta del Libro», como la tumba de Moisés. Desde esta tumba se ve Bethpeor (Bandipur) y no lejos de allí están Hazbal (Heshbon), Moab y Pisgah. Los alrededores están llenos de lugares conocidos por Muqam-i-Musa, significando el «lugar de Moisés».

El profeta Mahoma dijo que cuando Moisés sintió acercarse la hora de su muerte, rogó a Dios que le permitiera ver el país de promisión. Sus súplicas fueron escuchadas. Hazrat Abu Hurairah nos informa a este respecto que el profeta Mahoma añadió: "Moisés murió ahí. Si yo estuviera allí, habría podido mostrar su tumba en el sendero de un abrupto monte".

Y esto, coincide absolutamente con la localización de la tumba de Moisés en Cachemira.

A 58 kilómetros al norte de Srinagar, y tras haber pasado el lago Mansbal, y haber dejado también el lago Wular, se llega a Bandipur, localidad ya citada en este capítulo. Sería la Bethpeor bíblica. A partir de Bandipur debe proseguirse por una estrecha carretera hasta el pueblo de Aham Sharif, debe efectuarse a pie la ascensión al monte Nebu, hasta llegar a la tumba de Moisés.

Desde allí, desde Aham Sharif, dice la tradición que ascendió Moisés hasta el lugar de su definitivo reposo.

En la ascensión hasta la tumba de Moisés, partiendo desde Aham Sharif, ascensión que en ocasiones se hace algo difícil debido a lo escabroso del terreno en el primer tramo del sendero, y a lo resbaladizo de la pinaza del bosque en el trayecto restante, se invierten aproximadamente unas dos horas. Téngase en cuenta también que en Cachemira, ninguno de los lugares citados en este libro (2), ninguno de los lugares sagrados para el pueblo cachemir, está señalizado en forma alguna. Se debe conocer el terreno para llegar hasta ellos. O se debe por lo menos dominar la lengua urdu o el cachemir, para preguntar a los habitantes inmediatos al lugar que se quiere visitar, por la localización exacta de éste.

Al cabo de la ascensión citada se llega a un reducido enclave habitado, aislado en la montaña. Son unas cuantas casas de una comunidad judía aislada por completo de los restantes habitantes de la zona, comunidad que se encarga de la conservación, mantenimiento y adoración del lugar de reposo de su ancestral guía, Moisés. Wali Reshi es el celador actual, por herencia, de la tumba. A unos 50 metros más abajo de esta aldea de montaña, y junto al camino —tal como vimos afirmaba el profeta Mahoma—, está el recinto en el que se localiza la tumba de Moisés. Una puerta de madera da acceso a este recinto: una explanada al aire libre, cercada por un muro bajo. En la puerta de madera que da acceso al citado recinto están grabados los nombres de los celadores sucesivos de la tumba. Wali Reshi nos diría que su familia es celadora del recinto desde hace 900 años, según sus recuerdos. Nos diría también que la comunidad de la aldea está formada por 45 familias, que no están en buenas relaciones con los habitantes de Aham Sharif, porque éstos no quieren que se divulgue que allí está la tumba de Moisés. Para ellos el tema es excesivamente polémico, y temen que su divulgación acarrearía la intranquilidad de la zona.

Al margen del contexto de este libro, quiero reflejar aquí la anécdota más destacada de nuestro viaje a Cachemira: al saber que yo era alemán, Wali Reshi, celador de la tumba de Moisés, judío puro de rancio abolengo, me cuenta entusiasmado la gran ilusión de su vida: poder reunir el dinero suficiente para ir al país alemán, para conocer a su jefe, Hitler, de quien ha oído decir que es un gran rey.

La tumba de Moisés propiamente dicha se destaca porque a cada lado de ella se yergue un enorme árbol. Estos árboles fueron plantados hace aproximadamente 400 años por Hazrat Makhdoom Shaikh Hamza de Cachemira, que oró allí durante 40 días, junto a la tumba del profeta Moisés. La tumba, entre los dos árboles, está orientada de Este a Oeste, según la costumbre judía. Junto a la tumba de Moisés, en el mismo recinto sagrado, hay tres tumbas más, que están cubiertas y orientadas de Norte a Sur, según la costumbre musulmana. Son estas tumbas las de Sang Bibi una ermitaña discípula de Sheikh Noor-ud-Din Reshi, que está enterrado en el margen izquierdo de la carretera que conduce al Yusmarg, y de Nakraez Reshi y Navroz Reshi, discípulos de Sang Bibi.

Veamos ahora lo que la literatura cachemira nos aporta acerca de la llegada de Moisés a Cachemira.

Leemos en el Tarikh-i-Azami:

"Y esta Sang Bibi fue igualmente una ermitaña renombrada y superó a los hombres en la meditación y la oración. Cerca de su tumba existe un lugar que es conocido como el sepulcro de Moisés, el profeta de Dios, y la gente que lo conoce asegura que muchos beneficios se derivaron de este lugar".

En el Guldata-i-Kashmir leemos:

"Los musulmanes llaman a este lugar «una réplica del Cielo sobre la Tierra», y lo llaman el «Jardín de Salomón». Hay muchos santuarios en este país. Dicen que Hazrat Sulaiman llegó aquí y que Hazrat, Musa (Moisés) llegó y murió en este país."

Referencias similares se hallan en el Wajeez-ut-Tawarikh y en el Tarikh-i-Hasan.

Viajeros y escritores europeos tales como Francis Bernier, George Moore, el teniente coronel H. B. Torrens, y Mrs. Harvey, mencionan también en sus obras la presencia de Moisés en Cachemira.



LUGARES DE CACHEMIRA QUE LLEVAN EL NOMBRE DE MOISÉS


Musa (Moisés) es un nombre harto frecuente entre los cachemires. Aparte de ser un nombre propio frecuente, hay diversos lugares, como ya apunté anteriormente, que en Cachemira llevan el nombre de Moisés.

A continuación, y para finalizar ya este capítulo, daré algunos de ellos:

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En Awantipur tenemos Gund-i-Khalil o Gund-i-Musa.
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Sir Auren Stein menciona el lugar conocido por Kohna-i-Musa cerca de Shadipur y Rampur.
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Nazir Ahmad afirma que existen por lo menos cuatro lugares denominados Muqam-i-Musa (el lugar de reposo de Moisés) en Cachemira.
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Uno está cerca de Auth Wattu en Hadwara Tehsil.
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Este lugar es conocido también como Ayat Maula, el signo de Dios; Moisés habría entrado en el valle procedente de esta dirección, y habría orado aquí durante 40 días.
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El segundo está en la conjunción de los dos ríos Jhelum y Sindh, cerca de Shadipur.
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Se le conoce también por el nombre de Kohna-i-Musa, y se conserva allí la «roca de Moisés», que no debe confundirse con la «piedra de Moisés» que estudiaremos en el capítulo próximo.
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El tercero está en Pisgah, y el cuarto cerca de Bandipur.


LA PIEDRA DE MOISÉS


En Bijbihara, a 43 kilómetros al sur de Srinagar, las gentes del lugar custodian desde tiempos inmemoriales la llamada «piedra de Moisés» (Sang-i-Musa), el famoso «Ka Ka Pal».

Se trata de una piedra que pesa alrededor de 49 kilogramos. La tradición dice que si once personas colocan simultáneamente un dedo cada una en el borde inferior de la piedra, y recitan simultáneamente el mantra «ka ka ka ka ka ka...», ésta se eleva sola. Si la misma operación se intenta con diez personas o con doce, no resulta.

Una tradición explica que, habiendo sido desheredada una tribu —la de Levi— de las doce de Israel, las once restantes quedan simbolizadas en esta piedra de Moisés.

Pero particularmente he hallado otra posible explicación a esta piedra de Moisés, en la obra de historia persa Rauzat-us-Safa, ya mencionada. En el volumen II de la primera parte de esta obra, se narra la «Historia de la piedra». El texto literal es el siguiente:

"Se dice que Moisés era tan tímido y tenía tanta vergüenza de mostrar su cuerpo desnudo, que nadie lo había visto nunca. No estando prohibida la desnudez completa entre los hijos de Israel, no la rehuían en presencia de otros. Pero como él fuera adverso a esta práctica, los más malvados entre su pueblo comenzaron a imputarle una enfermedad sucia. Esta sospecha alcanzó tal magnitud, que Dios, para mostrar la inocencia de Moisés, ordenó a una piedra, sobre la que éste había depositado su ropa mientras tomaba un baño, a moverse por sí misma, con las ropas encima de ella. Cuando Moisés se apercibió de ello salió completamente desnudo del agua y corrió en pos de sus ropas; perseguía de forma tan cegada a la piedra, que no se apercibió de la gente que le miraba al pasar, hasta que ya la había rebasado.



Las personas que le vieron pasar no vieron nada excepto la pureza de su augusto cuerpo, lo que hizo que se volvieran más cautos con respecto a la falsedad de sus sospechas, de forma que todos los hijos de Israel se vieron impulsados a reconocer su pureza interna y externa. Después de este suceso, a Moisés le fue ordenado, por inspiración divina, conservar esta piedra, que necesitaría más adelante. Se dice que esta piedra tiene cuatro caras, de cada una de las cuales manan cuatro fuentes al ser golpeadas con el bastón; al comienzo el agua solamente goteaba, pero gradualmente se hizo tan abundante que fue suficiente para todas las tribus de Israel."

Estas últimas afirmaciones cuadrarían perfectamente con la abundancia de agua que existe en todo el valle de cachemira. En cuanto a la facultad de elevación autónoma de la piedra, quedaría perpetuada hasta hoy en la práctica de la operación de los once dedos descrita, en la que la piedra se eleva por sí sola. Por otra parte la piedra está situada a escasos quince metros de un caudaloso río, que muy bien pudiera ser el lugar exacto en el que Moisés se hubiera bañado desnudo, según el relato que acabamos de leer.

Posteriormente, junto a la piedra fue erigido un santuario hindú, en cuya cámara central se conserva un precioso mantra, constituido por once lingams, encerrados en el símbolo de la fertilidad. El número de lingams hace así referencia también al número once, requerido para la elevación de la piedra.

Digamos que los habitantes de Ladakh llaman a Moisés Ka Ka, y que los patanes llaman a una persona mayor o santa Ka Ka.

En este contexto, quiero recordar que la misma voz Ka significa alma en Egipto, significa el doble del cuerpo, o sea «lo que sigue existiendo después de la muerte». En idioma maya, Ka es una partícula duplicativa, es decir, que da su raíz filológica al Ka, doble del cuerpo en Egipto, y para mayor confirmación Kabaguil es el nombre del Dios maya-quiché cuyo nombre significa lo oculto, doble «que no se ve y al mismo tiempo se ve por sus manifestaciones». También puede mencionarse aquí la Kábala, doctrina antiquísima aplicada a los profetas como opuesta al Pentateuco. Kábala, en hebreo, significa recepción, doctrinas recibidas en que los misterios de la deidad y la cosmogonía están ligados. Aquí está claro el significado: «lo que no se ve y al mismo tiempo se ve por sus manifestaciones».

Lo curioso del caso es que se me ha informado que también en el Japón existe una llamada «piedra de Moisés», a la que también llaman Ka, pero que presenta la particularidad de llevar inscripciones grabadas en su superficie.



EL «BASTÓN DE MOISÉS», TAMBIÉN CONOCIDO POR «BASTÓN DE JESÚS»


En Aishmuqam, lugar ya citado al describir la ruta tomada por Jesús al hacer su entrada en Cachemira durante su segundo viaje a Oriente, se conserva un bastón conocido como «bastón de Jesús», y también como «bastón de Moisés». Para unos sería el bastón llevado por Jesús, para otros sería el bastón de Moisés, y para los terceros sería el bastón original de Moisés, que pasó más tarde a manos de Jesús. Al hablar en el capítulo anterior de la «piedra de Moisés», hemos visto cómo en el texto citado del Rauzat-us-Safa, se decía que golpeando la piedra con el bastón de Moisés, brotaba agua de la misma. Este sería el bastón aquí conservado en Aishmuqam. El mismo bastón de Moisés que ya en el texto bíblico obraba milagros. Lo cierto es que el bastón está allí guardado bajo llave y que no se muestra a nadie. Únicamente se saca al exterior en casos de una grave epidemia, o de una gran sequía, o de otra plaga o desastre similar. Los efectos del bastón son notorios, y los lugareños afirman que efectivamente se produce lluvia al sacarlo en épocas de gran sequía.

En Cachemira, el bastón es conocido por el nombre de Asa-i-Isa, y también por el de Asa-i-Musa, según se atribuya el mismo a Jesús o a Moisés. De acuerdo con las tradiciones cachemiras, la posesión de este bastón cambió de manos y lugares varias veces, hasta que finalmente fue depositado en el Santuario de Hadrat Zainud-Din Wali en Aishmuqam. También se le da el nombre de Balagir, que literalmente significa «atajador o preventor de calamidades». En su constitución física, el bastón es de color marrón muy oscuro, de madera de olivo. Su longitud es de 8 pies y tres pulgadas, y su diámetro varía de 1¾ pulgada a 1¼ pulgada.

El bastón de Jesús o de Moisés se conserva en Cachemira. También la piedra y la tumba de Moisés. Y el prado, los descendientes y la tumba de Jesús, piedra de toque de la religión cristiana.

En Cachemira —¿tierra bíblica?— puede estar encerrada buena parte del gato que se presiente en los negocios que sobre la Tierra han ido floreciendo en nombre de Dios.


1 El autor se refiere al n° 5 de la revista Mundo Desconocido.
2 Jesús vivió y murió en Cachemira.

lunes, septiembre 26, 2011

Los viejos tiranos

Riccardo Orizio fue durante casi veinte años corresponsal del Corriere della Sera, La Reppublica y la CNN, cubriendo para esos medios la guerra de los Balcanes y conflictos en más de ochenta países. Sin embargo, durante todo ese tiempo arrastró una obsesión: entrevistar a los grandes dictadores caídos en desgracia que vivían desperdigados por el mundo. Finalmente, la edición en Argentina de Hablando con el diablo (Fondo de Cultura Económica) permite conocer ese trabajo ciclópeo y tóxico que es indagar en la humanidad de esos hombres y mujeres que cuentan sus víctimas de a cientos de miles. A continuación, el mismo Orizio explica cómo y por qué hizo su libro. Y una muestra de esos siete encuentros.

Por Riccardo Orizio

Conservaba dos recortes de periódico, ya amarillentos, de los que, por mucho que lo intentaba, no conseguía deshacerme. Cuando se estropeaba la cartera donde los llevaba, los metía en otra nueva. Cuando se arrugaban, los insertaba entre un billete y una tarjeta telefónica. Aunque parecían insustanciales y frágiles, en realidad resistían a todo. Con el paso de los años, se me habían caído en los lugares más diversos: en la recepción de un hotel de Estambul a los pies de un mafioso de camisa violeta; en el mostrador de facturación del aeropuerto de Split, junto a un socavón producido por la artillería serbia; en casa de un antiguo compañero de colegio de Brescia. Se me habían caído también, ahora lo recuerdo, mientras buscaba una tarjeta de visita antes de hacer una entrevista a Gerry Adams, el jefe de los republicanos de Belfast, en una habitación sin ventanas y protegida por una puerta de hierro en la fortaleza católica de Falls Road. Todas las veces sentí la tentación de dejarlos en el suelo, pero al final terminaba recogiéndolos y los volvía a meter en mi carpeta, concediéndoles una nueva prórroga.

Contado así, parece como si aquellos dos recortes hubieran llevado una existencia exótica y aventurera. En realidad, la más de las veces me acompañaban a la redacción de mi periódico en Milán y compartían conmigo largas horas de aburrimiento y frustración. De cuando en cuando, en esas horas de la tarde en que todavía hay que componer las páginas y nos preguntamos cómo vamos a conseguir que el periódico esté en el kiosco a la mañana siguiente, los sacaba, los miraba e incluso los volvía a leer. A su manera, me daban ánimo.

En la redacción –un gran periódico de egregio pasado–, era famoso por andar siempre revolviendo en los contenedores del papel para reciclar. Al principio negué indignado aquellas imputaciones. Pero, un día, me di cuenta de que mis compañeros tenían razón: aquellos dos recortes los había encontrado echando un último vistazo a un montón de periódicos extranjeros, listos para ser hechos trizas.

Naturalmente, no eran los únicos recortes que conservaba. Tenía pilas enteras, clasificadas por temas. No los temas de los que me ocupaba de verdad, sino los que soñaba con “cubrir” algún día pero que el director no me encargaba nunca. Tenía un montón de recortes sobre las islas Malvinas, otro sobre los mercenarios que combatían en varias guerras poscoloniales. Una carpeta estaba dedicada a los últimos colonos blancos que quedaban en Sri Lanka. Otra, a países africanos poco conocidos, como Guinea Ecuatorial y Togo, teatros de tragedias que no solían encontrar espacio en los periódicos.

Todos hacíamos lo mismo. Recuerdo a un colega que tenía un armario entero lleno de artículos sobre el tema –a la sazón poco tratado– del terrorismo islámico. Y a otro cuyo expediente estrella estaba relacionado con Bulgaria.

Pero aquellos dos recortes eran algo distinto: como un talismán. Los llevaba siempre conmigo porque representaban a todos los demás, condenados a quedarse encerrados en armarios y cajones. Acabaron convirtiéndose en parte de mí mismo. Como el carnet de identidad que todos los italianos llevamos en el bolsillo.

Me sorprendía lo mucho que se parecían, aunque provenían de países distintos. Los dos hablaban de antiguos dictadores africanos acusados de canibalismo. Uno de los dos recortes se titulaba: “El antiguo emperador del Africa Central vuelve a casa y proclama su santidad”. El otro: “Antiguo tirano de Uganda comprando en la sección de congelados de un supermercado”. El primero estaba dedicado a Jean-Bédel Bokassa; el segundo, a Idi Amin Dada.

Resignado el exiguo interés de mi periódico por las Malvinas y Guinea Ecuatorial, un día tomé los dos recortes y los utilicé como punto de partida para buscar a esos dos dictadores caídos en desgracia. He de decir que seguí también la pista de otros, de distintos países y a lo largo de muchos años, incluso después de dejar mi antigua redacción. Todos ellos personificaban un capítulo oscuro, y olvidado, de la historia. Unos aceptaron hablar conmigo. Otros, sólo con la condición de no escribir sobre lo que me dijeran.

Sir Ian McKellen, que durante cuarenta años ha dado vida en el teatro y el cine a los monstruos de las épocas más diversas, desde Yago hasta Rasputín, dice que ha aprendido una lección: “Estudiando a los que cometieron actos terribles, he sacado la conclusión de que también ellos son humanos. Y de que cualquiera de nosotros es capaz de cualquier cosa. O casi”.

Los dos recortes amarillentos han sido mi pasaporte. Al final, me llevaron a visitar a Bokassa y a Idi Amin Dada. Al primero lo encontré en Bangui, en una de sus antiguas villas, ahora en estado ruinoso, vestido de blanco como un santón. Se hace llamar apóstol de la Iglesia católica. Ironías de la vida, también Idi Amin Dada, cuando finalmente conseguí verlo, iba vestido completamente de blanco; pero ello se debe a que en la actualidad vive en Arabia Saudí y pasa por ser un devoto musulmán. Los dos me parecieron locos y cuerdos al mismo tiempo.

Yo dejo hablar a los antiguos tiranos. Pero prefiero que sean tiranos caídos en desgracia, porque quien ha caído de pie tiende a no hacer examen de conciencia. Augusto Pinochet, por ejemplo, fue poderoso hasta su muerte y es respetado por muchos chilenos. En Indonesia, Suharto ha dejado el poder, pero su riqueza lo convierte en un personaje intocable. Imelda Marcos ha vuelto a Manila y ha conseguido hacerse con una gran colección de zapatos de lujo. En cuanto a Alfredo Stroessner, que dejó Paraguay en 1989, Brasil no se atrevió nunca a extraditarlo hasta su muerte.

Los tiranos de este libro, en cambio, no tienen el consuelo del dinero ni de la inmunidad. De los dos caníbales antes citados, el megalómano Bokassa murió en la pobreza. Amin Dada se encuentra perfectamente de salud, pero su mayor lujo es poder acudir al gimnasio de un hotel de Yida. Durante cierto tiempo, Jean-Claude Duvalier no tuvo ni siquiera dinero para pagar los recibos de la casa. Unos, como la mujer del dictador albanés, Nexhmije Hoxha, han estado en la cárcel. Otros temen ir a parar a ella pronto, como el general Wojciech Jaruzelski, Mengistu Hailé Mariam y Mira Milosevic (cuyo marido y cómplice, Slobodan, ya se encontraba encarcelado al escribir estas líneas). A veces se consuelan declarando que los países de los que huyeron se encuentran en la actualidad en condiciones peores que cuando ellos detentaron el poder.

Porque, al parecer, los diablos no son la causa de todos los males, sino sólo de algunos.

Hay también ex tiranos convencidos de que la Historia les debe algo. Uno de ellos es, por ejemplo, Egon Krenz, último mandamás de la Alemania Oriental y sucesor de Erich Honecker antes de que el comunismo se desmoronara junto con el Muro. Es joven, y podría incluso empezar una nueva vida. Lo han condenado a seis años y medio de cárcel por ordenar disparar contra personas que trataban de pasar al otro lado, a la Berlín capitalista. Desde su celda me ha hecho saber que no quiere hablar.

–Me hacen pasar por un asesino –se queja–. Pero yo era un político. Tenía unos ideales. Creía en el socialismo. Si yo soy culpable, también lo es una generación entera. Soy el chivo expiatorio de la RDA. Cualquiera habría hecho lo mismo en mi lugar.

El No de Noriega

2 de agosto de 2000

Distinguido Señor Orizio:

Gracias por su libro sobre las “tribus blancas perdidas”. Estoy leyendo su interesante libro con ayuda de mis diccionarios. Hoy he empezado el capítulo sobre los esclavos alemanes en Jamaica.

Con referencia a su deseo de entrevistarme para el proyecto de su libro dedicado a ciertos “individuos olvidados”, personas que fueron poderosas y luego fueron culpadas de los problemas encontrados por sus respectivos países, etc., mi contestación es que no me considero un “individuo olvidado”, pues Dios, el gran Creador del Universo, que escribe derecho aunque a veces lo hace con renglones torcidos, no ha terminado aún de escribir el último capítulo sobre Manuel A. Noriega...

Le agradezco su elegante y generosa correspondencia de junio y también su llamada telefónica al señor don Arturo Blanco, de la cárcel de Miami.

Respetuosamente,

Manuel Antonio Noriega

Bokassa, apóstol de la paz y servidor de Jesucristo, emperador y mariscal de Africa Central

El ex emperador iba vestido completamente de blanco, con un sayal de santón que le llegaba hasta las babuchas de goma. De su cuello colgaba otro crucifijo. Parecía estar en buena forma física. La barba y el pelo apenas habían encanecido. Tenía la misma nariz chata y en punta que se podía ver en las viejas fotografías, como, por ejemplo, la sacada por el reportero Richard Melloul: se lo ve vestido con su uniforme de gran mariscal, de pie en el despacho presidencial y mostrando al objetivo de la cámara, con un orgullo incontenible, dos enormes diamantes brutos; los sostiene entre el índice y el pulgar, con un ademán de joyero más que de jefe de Estado.

Bokassa no respondió a mi mirada. Sus ojos permanecían fijos en un punto de la habitación, que, por lo que pude ver, no contenía nada. En aquel momento, entró corriendo una niña con el uniforme azul del colegio y se acurrucó a su lado: una de sus numerosas hijas, cuyos nombres le costaba recordar; la llamó Petite, Pequeña.

Después, Jean-Bédel Bokassa se volvió hacia mí, con una especie de enfado retrospectivo.

–¿No me cree? Este crucifijo me lo regaló el Papa con motivo de mi visita al Vaticano el 30 de julio de 1970. Poco antes de que me administrara un bautismo especial. Tuvo lugar en su capilla privada. Me preguntó si estaba preparado para recibir un gran honor. Le contesté que sí, y él celebró el rito. Desde entonces, mi papel en la Iglesia católica ha sido especial, aunque secreto. Cuando tenía las riendas del poder, hice de mediador del Vaticano en diversos conflictos, como el que enfrentó a Libia y Egipto. Después de mi destitución, el Vaticano me ofreció asilo político, que preferí rechazar. Cuando me hallaba encerrado en una celda aquí, en Africa Central, esperando primero la ejecución y luego cumplir cadena perpetua, un misionero italiano, fray Angelino, vino a verme a la cárcel y me regaló una Biblia. Nos hicimos amigos. Durante siete años y medio fue el único libro que leí; me hizo comprender que mi penosa estancia en la cárcel era también por la gracia de Dios. Hoy me han absuelto de la cadena perpetua; soy libre, y pobre: ya no poseo nada, ni un metro cuadrado de tierra ni un diamante. Tampoco deseo ya nada. Pero sigo siendo un apóstol, como Pedro y Pablo.

Bokassa se detuvo de nuevo. En el silencio del salón de villa Nasser, repitió:

–El Papa en persona me regaló este crucifijo. Junto con mis trece Biblias, es lo único que me queda.

Jean-Bédel Bokassa

(1921-1996, República Centroafricana)

Dio un golpe de estado al presidente David Dacko en 1965. En 1972 se proclamó presidente vitalicio de la República Centroafricana y en 1976 Emperador (y rebautizó al país Imperio Centroafricano). La ceremonia de coronación costó 20 millones de dólares, a la que no asistió ningún mandatario extranjero. Francia, Estados Unidos y Suiza apoyaban al dictador a cambio de uranio (entre otros motivos estratégicos de tolerancia y conveniencia). Participó personalmente de la matanza a estudiantes que protestaban por tener que usar uniformes decorados con su rostro. Se dice que comía carne humana; se encontraron cuerpos de los jóvenes estudiantes en sus heladeras. Tuvo 17 esposas y 50 hijos. Estuvo detenido algunos años, pero murió en libertad en Bangui, la capital de su país. Orizio lo entrevistó en su propia casa, con sus hijos más pequeños correteando por ahí.

Jaruzelski, el dilema polaco

Ni siquiera un milagro convencería al pueblo llano de que perdonara al general dos cargos que él mismo imputa a su vez a una entelequia milenaria y difícil de meter en la cárcel: la historia. En diciembre de 1970, siendo ministro de Defensa, sus tropas cargaron contra las primeras manifestaciones que tuvieron lugar en contra del régimen en los astilleros navales de la ciudad de Gdansk y de Gdynia, donde perdieron la vida al menos cuarenta y cuatro obreros y resultaron heridos miles de ellos. Sobre dicho episodio hay aún pendiente un juicio, que se inició hace cinco años. Según Jaruzelski, él no dio nunca la orden de disparar. La orden habría provenido del entonces primer ministro, Wladyslaw Gomulka, que precisamente le retiró el mando del ejército.

Otro diciembre fatal, el de 1981, cuando hacía pocos meses que era primer ministro, Jaruzelski compareció en televisión en nombre de un denominado Consejo Militar para la Salvación Nacional, un organismo cuya existencia nadie conocía. Flanqueado por la bandera rojiblanca, con el águila polaca en el centro, proclamó la ley marcial. Solidaridad, sindicato nacido en 1980 y heredero del movimiento de 1970, quedaba ilegalizado por miedo a que sus diez millones de afiliados, y la enorme popularidad de que gozaba, pusieran en jaque al régimen comunista. A su líder, el electricista Lech Walesa, se le prohibía hacer cualquier tipo de declaración.

Polonia estaba en manos del ejército. Las huelgas quedaban prohibidas y los transgresores se enfrentaban a una condena de diez años de cárcel. Todas las comunicaciones telefónicas, interrumpidas. El toque de queda, a las diez de la noche. Tanques en las calles de Varsovia y de las ciudades principales. Escritores, intelectuales, periodistas, cineastas, sindicalistas y sacerdotes disidentes, detenidos. Las relaciones con la Iglesia, más tensas que nunca. Los periodistas de la televisión, obligados a emitir el telediario con uniforme militar. Los programas de la televisión, reducidos a una retahíla de cantos patrióticos, desfiles del ejército y fragmentos de música clásica. Se iniciaba así un largo período de represión política, con el encarcelamiento de cientos de disidentes.

–Yo no hice sino elegir el menor de dos males. Si no hubiera actuado así, aquel 13 de diciembre de 1981 habría podido ocurrir en Varsovia lo que ocurrió en Budapest en 1956, y habríamos visto de nuevo a los tanques soviéticos paseándose por las calles de una capital europea.

Wojciech Jaruzelski

(Lüblin, 1923)

De 1981 a 1985 fue jefe del Partido Comunista Polaco, y presidente de Polonia entre 1989 y 1990. Proclamó la ley marcial y prohibió los sindicatos obreros con el objetivo de frenar a Solidaridad de Lech Walesa. En 1995 fue acusado de la muerte de 44 manifestantes reprimidos por el ejército cuando él era ministro de Defensa, en los ’70. La opinión sobre Jaruzelski está repartida entre quienes consideran que actuó para detener el avance de los soviéticos y los que creen que quería conservar el poder a toda costa. Orizio lo entrevistó en su oficina de Varsovia, donde vive actualmente, y desde la que escribe cartas y libros tratando de dar su versión de la Historia.

Milosevic, mi amorcito

Sonó el móvil. Mira Markovic sonrió finalmente. Su voz se transformó. Era Slobodan Milosevic, desde el corredor de la cárcel de Scheveningen, en las afueras de La Haya, donde le permiten gastar veintinueve dólares al día en llamadas telefónicas, unos siete minutos de conversación con Belgrado.

Según los viejos amigos de Mira y Slobo, desde que éstos eran novios en la Universidad de Belgrado, no han dejado nunca de hablarse con una ridícula vocecita infantil, de enamorados. Incluso en la década en que empujaron a Yugoslavia hacia un apocalipsis de guerras, ciudades destruidas y cadáveres arrojados a fosas comunes, siguieron comunicándose con esas frasecitas típicas de una postal para enamorados.

Ese típico sonsonete estaba resonando ahora en el patriótico saloncito rojiblanquiazul de un edificio con las cortinas bajadas. Me parecía estar espiando una conversación íntima.

–Hola, hola, amor mío –la profesora se puso casi colorada–. Sí, aquí, tengo aquí el discurso. Ya te lo enseñaré. Y los documentos, sí. ¿Y tú qué estás haciendo...? Sí, lo sé, lo sé. Creo que lo hemos solucionado todo... ¡Cuánto me alegra que nos vayamos a ver pronto...! Mmm, los compromisos del lunes ya están solucionados también... Tengo los billetes en la mano. El vuelo de siempre, con la JAT. Vale, vale, un besito, adiós. Hasta pronto.

Y lanzó un besito sonoro a través del Nokia. Luego me hizo saber, como para abortar cualquier pregunta ulterior:

–Era mi marido. Nos queremos mucho. Es un hecho conocido por todo el mundo. Somos muy sentimentales, a la vieja usanza. En Occidente nos han descrito como unos individuos sedientos de sangre, como dictadores. En cambio, ya ve, somos unos sentimentales. Sí, y, como he dicho en otras ocasiones, sigo encontrando a Slobodan Milosevic muy atractivo. Un hombre fascinante. Lo que se dice un hombre guapo. Eso es mi Slobo.

Slobodan Milosevic (1941, Serbia-2006, La Haya)

Fue presidente de Serbia de 1989 a 1997 y de Yugoslavia de 1997 a 2000. Fue acusado de crímenes contra la humanidad, genocidio y limpieza étnica –especialmente por el caso de la ciudad de Srebrenica, donde 8 mil personas fueron asesinadas por fuerzas serbias en 1995–. Murió durante el proceso. Fue enterrado junto al árbol donde se juró amor entero con su esposa, Mirjana Markovic, la “profesora” que Orizio entrevista en su casa, mientras ella habla por teléfono con su marido preso. El periodista también visita el interior de Serbia, para hablar de la guerra civil con la gente.

Los Hoxha y el señor Zapallo

La nomenklatura era fiel a los Hoxha desde hacía casi cincuenta años. Y les siguió siendo fiel incluso cuando Enver, aconsejado por su mujer, decretó para Albania una rígida autarquía económica: primero en 1961, tras romper relaciones con Moscú, y luego en 1978, tras romper con Pekín. También les mostró su lealtad cuando fue modificado el artículo 28 de la Constitución para prohibir cualquier relación con los “países imperialistas y revisionistas”, con lo que sumió al país en el aislamiento más absoluto. En los años ‘70, Enver cayó enfermo. Un doble –el dentista Petar Zapallo, secuestrado literalmente por el régimen– compareció cada vez más a menudo en lugar del presidente en las ceremonias oficiales más largas. Vivía en casa de los Hoxha, para no levantar sospechas. Nexhmije, cada vez más poderosa, presionó para imponer la línea dura, con tonos moralistas. En aquellos años, los policías de frontera albaneses cortaban la barba y el bigote a los escasos extranjeros a los que les estaba permitido entrar. En coincidencia con el debilitamiento de Enver, la dictadura se volvió más feroz. Millares de calles y plazas fueron rebautizadas con el nombre de “8 de noviembre”, en honor a la fecha de fundación del Partido Comunista albanés. En 1967 se prohibió la religión: Albania era la primera nación del mundo oficialmente atea. Se procedió al derribo de iglesias y mezquitas. Enver murió en 1985. La nomenklatura juró fidelidad a la Viuda. La que tenía in mente “sólo el bienestar del país”. Cuando entramos en la celda, Nexhmije Hoxha se incorporó y se colocó junto al colchón, cual militar que recibe una inspección. A sus 73 años, era la prisionera más anciana de Europa. Llevaba una falda azul marino que le llegaba hasta las rodillas, su habitual blusa negra con lunares blancos y zapatos planos; el pelo lo tenía recogido en un moño a la altura de la nuca. Durante medio siglo, este uniforme de directora de colegio femenino había sido la única “moda” permitida en la Albania estalinista. La mujer del Gran Dirigente quería dar a entender con ello que nadie, ni siquiera los de arriba, estaba autorizado a permitirse lujos ni a olvidarse de sus deberes revolucionarios. Como la celda carecía de sillas, yo la invité a sentarse en el colchón. Pero ella se negó. No le parecía digno. Con su perfecto italiano, sin acento, de profesora de antaño, fue contestando a mis preguntas con frases precisas y bien medidas. Yo traté de provocarla un poco. Por ejemplo, qué se sentía al no tener nada cuando se había tenido todo, mejor dicho, cuando se había sido todo para una “nación entera”. –Soy una mujer fuerte –me contestó–; en mi época de partisana, dormí en la nieve junto a Enver. Cuando combatimos contra los nazifascistas, él y yo pasamos momentos muy difíciles. Pero luego fuimos el único país que se liberó solo, sin tener que acudir a los norteamericanos. Una gesta extraordinaria. Son los altibajos de la política, ¿no le parece?

Enver Hoxha

(1908-1985, Albania)

Gobernó Albania desde 1944 como el más comunista de los comunistas. Consideraba a la desestalinazación como “revisionismo”. Su gobierno estuvo caracterizado por la ejecución y la condena a trabajos forzados de sus enemigos políticos, la prohibición de danzas y arte occidental, y la prohibición de viajar. Bajo Hoxha, Albania fue el país más pobre y más aislado de Europa. Dejó más de medio millón de bunkers con forma de iglú dispersados por el país: iban a servir para repeler invasiones y levantamientos. Orizio entrevistó a su viuda y camarada, Nexhmije Hoxha, en prisión por malversación de fondos desde 1994.

Jean-Claude Duvalier: por siempre Tonton

“Sí, tal vez haya llegado el momento de decir toda la verdad sobre mí, sobre mi familia, sobre este apellido que llevo desde el día de mi nacimiento. Empezaré contando cómo llegué al poder, pues eso puede echar abajo por sí solo muchas de las mentiras que circulan sobre mi persona.

Yo tenía diecinueve años y era un joven como cualquier otro. Estaba estudiando, como todo el mundo. Bueno, como todo el mundo, no. Vivía en el Palacio Nacional, el gran edificio blanco de columnas palladianas situado en el centro de Puerto Príncipe. Pero, a mis diecinueve años, seguía durmiendo en el mismo cuarto que cuando era niño, con su cama individual, su cómoda pequeña y poco más. Ese cuarto me lo habían asignado a los siete años, al mudarse mi familia al Palais después de que eligieran presidente a papá. Y seguí durmiendo allí después de ser nombrado presidente yo también. A mí me bastaba. No lo dejé hasta después de casarme, por complacer a mi mujer, Michèle, que tenía ideas más... más grandes. Cambié de habitación en contra de mi voluntad. Por cierto, también subí al poder en contra de mi voluntad.

Yo sentía un gran cariño por papá. Eramos cómplices. El sentía también un gran cariño por mí. Me daba una paga semanal, que yo daba luego a los pobres. Qué le voy a hacer, yo soy así por naturaleza, generoso y desinteresado. Con cuatro años y medio asistí a la primera tentativa de golpe de Estado contra mi padre. Había policías armados corriendo por los pasillos del palacio, y François Duvalier llevaba un casco en la cabeza. Los golpistas fueron derrotados. Cuando cumplí trece años, papá empezó a regalarme libros que consideraba especialmente instructivos: las biografías de Mao, Nasser, Nehru, Chiang Kai-shek, De Gaulle. Para que aprendiera de ellos. Por la noche, después de cenar, me hablaba de la Roma antigua. De lo importante que era imitar su sistema político. Aquellas conversaciones suyas me dejaron marcado. Luego, un día, me llamaron a su despacho: estaba rodeado de sus consejeros más fieles. Antes de entrar, comprendí que estaba ocurriendo algo grave. Me llamó con el nombre de Tonton. Sí, me llamaba así: ‘Pequeño’. ‘Tonton –me dijo– tienes que prepararte. Dentro de poco yo ya no estaré con vosotros. Por el bien de la revolución, como único hijo mío varón, tú debes ocupar mi lugar.’ Yo le contesté que no me interesaba el poder, que no estaba preparado. Pero él insistió: ‘César Augusto tenía también diecinueve años cuando fue nombrado emperador, ¿no lo recuerdas? Piensa en el pueblo, piensa en nuestra gente. ¿Quieres que se pierda todo lo que he hecho?’ ‘No’, le contesté. Entonces me despidió. En el desfile militar del 18 de noviembre de 1970, ordenó que desfilara a la cabeza de las tropas. Y el 1º de enero de 1971, en el discurso que pronunció con motivo del aniversario de la Independencia, habló de la necesidad de dejar paso a los jóvenes. Comprendí que el momento estaba próximo.

Unos meses después, murió mi padre. Fue el 21 de abril de 1971, al anochecer. No olvidaré nunca aquella noche interminable. Presté mi juramento a las doce y diez de la medianoche. Sus consejeros esperaron la fecha del 22 de abril porque el 22 era el número que le daba suerte a mi padre. Así, con diecinueve años, me convertía en presidente vitalicio de Haití. Ah, sí: hasta unos meses antes, la Constitución decía que la edad mínima para ser jefe del Estado era cuarenta años; pero un referéndum popular rebajó el límite a los veinte años. Yo no los tenía todavía. Pero había que salvar a la revolución.

Jean Claude “Baby Doc” Duvalier

El hijo del dictador François Duvalier fue presidente “vitalicio” de Haití entre 1971 y 1986, un gobierno marcado por la miseria y el hambre del pueblo, y los asesinatos políticos entre la clase dirigente. En septiembre de 1999, víctimas de la tortura lo acusaron de crímenes contra la humanidad. El proceso no se llevó a cabo. Vive en París con su esposa Veronique. La anterior, Monique, una bella mulata de la clase alta haitiana, lo abandonó cuando se le acabó el dinero. Orizio lo entrevistó en un bar parisino junto a su actual esposa; después se trasladó a Nueva York para hablar con fieles duvalieristas en el exilio.

Amin: “Os ordeno que os rindáis”

Su primera visita de Estado a Londres, celebrada el 11 de julio de 1971, fue más imprevisible todavía: de hecho no se lo esperaba aquel día. Idi Amin se había alojado en un hotel con todo su séquito. Al día siguiente fue invitado por la Reina a almorzar junto con el primer ministro, Edward Heath, y el ministro de Asuntos Exteriores, Alec Douglas-Home. A la hora del café, la Reina se decidió al fin a preguntarle:

–Dígame, señor presidente, ¿a qué debemos el inesperado placer de su visita?

La respuesta llegó sin tardar:

–En Uganda, Majestad, es difícil encontrar zapatos del número 48.

La Reina tomó aquella contestación como una salida ingeniosa.

Sin embargo, alguien debió decirle que las visitas de Estado no se hacían por sorpresa. Así, en febrero de 1975, podemos leer en los periódicos ingleses que Idi Amin había escrito a la corte inglesa en los siguientes términos:

Mi querida reina, pienso llegar a Londres en visita oficial el próximo 4 de agosto, pero escribo ahora mismo para darle tiempo a preparar como es debido mi estancia, de manera que no falte nada de lo necesario. Pienso sobre todo en las cosas de comer: sé que están padeciendo ahí una terrible crisis económica. Me gustaría además que me organizaran un viaje por Escocia, Irlanda y Gales para entrevistarme con los jefes de los movimientos revolucionarios que están luchando contra vuestra opresión imperialista.

Unos años después, con motivo de las celebraciones del vigésimo quinto aniversario de la subida al trono de Isabel II, Idi Amin anunció que una “nación amiga” –tal vez Libia– le había prestado un avión, con el cual les “daría una buena sorpresa”. En Londres corrió la voz de que Amin quería lanzarse en paracaídas sobre el cortejo real –en su currículum figuraba también un diploma de paracaidista obtenido en Israel–, y la RAF recibió la orden de vigilar el espacio aéreo.

Cuando se hallaba en su país, a Idi Amin le gustaba mucho enviar telegramas. Muchos de ellos han entrado a formar parte de la historia de la diplomacia.

A Richard Nixon, durante la crisis del Watergate: “Si tu país no te comprende, ven a ver a Papá Amin, que te quiere mucho. Recibe un beso en ambos carrillos”. Y, como apostilla, un consejo: “Cuando está en peligro la estabilidad de una nación, la única solución, por desgracia, es encarcelar a los jefes de la oposición”.

A Leonid Brezhnev y a Mao Tse-tung: “Ultimamente he meditado mucho sobre la Unión Soviética y China. Me preocupan bastante. Me gustaría veros felices. Vuestras relaciones no son amistosas. Si necesitáis un mediador, aquí me tenéis”.

Al gobierno israelí, durante la guerra del Kippur: “Os ordeno que os rindáis”.

Al secretario general de la ONU Kurt Waldheim: “Expreso mi apoyo a la figura histórica de Adolf Hitler, que hizo una guerra para unificar Europa y cometió el grave y único error de perderla”. Unas horas antes de enviar aquel telegrama, el mariscal de campo Idi Amin había anunciado en Radio Kampala la inminente construcción de una estatua en honor a Hitler.

Al secretario general de la Commonwealth: “Habida cuenta del éxito de la revolución económica de Uganda, me considero el candidato ideal para dirigir la Commonwealth en vez de Gran Bretaña, castigada por una grave crisis económica”.

Al gobierno turco, poco después de la invasión de Chipre: “Solicito vuestros planos militares y documentales filmados del desembarco para que me sirvan el día en que mi ejército ataque a Sudáfrica”.

Idi Amin Dada

(Uganda ¿1924?-Arabia Saudita 2003)

Fue boxeador, cocinero, militar. En 1946 se alistó en los Rifles Africanos del Rey británicos. En 1971 depuso al presidente Obote y se convirtió en dictador hasta 1979. Se dio a sí mismo el título de Su Excelencia el Presidente Vitalicio Mariscal de Campo Alhadiji Doctor Idi Amin DSO MG Señor de todas bestias de la tierra y de los peces del Mar y Conquistador del Imperio Británico en Africa en General y Uganda en particular y Rey de Escocia. Se calcula que durante su gobierno murieron entre 100 mil y 500 mil personas. Se rumoreaba que comía carne humana y les arrojaba cuerpos de sus opositores a los cocodrilos. Arabia Saudita le dio asilo político hasta su muerte. El primer contacto con Orizio fue por teléfono, porque Amin se encontraba en La Meca, donde no pueden ingresar infieles. El segundo, en un hotel, consistió en un largo zapping por canales satelitales porque Amin quería demostrarle que no vivía aislado. No hubo tercer encuentro.

Mengistu, el padre del Terror Rojo

Una vez roto el hielo, el Negus Rojo no para de hablar.

–Yo soy sólo un militar que he hecho todo lo que he hecho porque tenía que salvar a mi país del tribalismo y el feudalismo. Si he fracasado es sólo porque me han traicionado. El denominado genocidio ha sido sólo una guerra justa en defensa de la revolución, de un sistema del que se han beneficiado todos.

La sovietización de Etiopía fue un extraordinario experimento de ingeniería social. Mengistu abolió la monarquía, confiscó las propiedades de los terratenientes y de la Iglesia copta, que copaban el ochenta por ciento de la tierra fértil del país, proclamó la “revolución nacional democrática” y, poco después, anunció que la filosofía oficial del Estado era el “socialismo científico”.

En 1982, cuando en Moscú gobernaba Leonid Brezhnev, en Tirana lo hacía el “tío” Enver Hoxha y en Varsovia un austero general con gafas oscuras llamado Wojciech Jaruzelski, Mengistu, que se había enamorado de los regímenes del Este, proclamó a Etiopía república popular democrática, gobernada por un denominado Partido de los Trabajadores Etíopes. Los documentos oficiales eran un calco del habitual vocabulario soviético: para los oficiales en el poder, las chabolas de los barrios deprimidos de Addis Abeba eran un nido de “contrarrevolucionarios”, y su régimen era la “dictadura del proletariado”. Cada 1º de mayo, el ejército etíope desfilaba por las calles de Addis Abeba, a la sombra de gigantescos retratos de Lenin. Las unidades escogidas marchaban al mismo “paso de la oca” que tanto había admirado Mengistu en el Berlín comunista durante sus frecuentes viajes a las cumbres del bloque soviético.

A cambio, Moscú había enviado a miles de “consejeros militares” para reprimir las revueltas de los separatistas de Ogaden y Eritrea y rechazar los ataques de Somalia. Luego llegaron también soldados cubanos, veteranos de la guerra de Angola, que se adaptaban mejor que los soviéticos al clima africano. En determinado momento, su número llegó a los 18 mil.

La junta militar de Mengistu era conocida con el nombre de “el Dergue”, que en amárico significa “el Comité”. El Comité, que también tenía carácter “provisional”, duró casi dos décadas.

Dio sus primeros pasos como un gobierno militar moderado, cuyo objetivo era modernizar la sociedad. Luego se transformó en una brutal dictadura. Tres años después de la revolución de 1974, Mengistu decidió que había llegado el momento de abolir cualquier ficción de “poder colectivo” y se autoproclamó déspota absoluto. Su primera decisión fue lanzar una campaña de represión llamada “Terror Rojo”.

Para Etiopía fue una tragedia. Cuando mataban a los adversarios políticos, llamados “enemigos del pueblo”, los soldados de Mengistu pedían a los familiares un rescate antes de devolver los cadáveres: el coste de munición necesaria para la ejecución. Según Amnistía Internacional, entre 1977 y 1978 murieron 500 mil personas.

Mengistu Haile Mariam

(1937, Etiopía)

Fue el oficial más prominente del Derg, la junta militar que derrocó al emperador Haile Selassie y gobernó Etiopía de 1974 a 1987 –él fue presidente desde 1977 hasta el final. En 1986 creó una Constitución que tomaba como modelo a la de la Unión Soviética y llamó al país República Democrática Popular de Etiopía. Amnistía Internacional calcula que durante su gobierno murieron alrededor de medio millón de personas, más 300 mil por hambrunas provocadas especialmente por desplazamientos forzados de poblaciones. Su campaña “Terror Rojo” lanzada en 1977 es considerada “el mayor asesinato de masas jamás programado por un Estado”. Una corte etíope lo encontró culpable de genocidio in absentia. Orizio lo entrevistó en Zimbabwe, donde vive actualmente en el exilio, protegido por el presidente Robert Mugabe.