sábado, abril 30, 2011

aniversario de Las Madres de Plaza de Mayo.

Breve historia de las Madres de Plaza de Mayo (Argentina)

El 24 de Marzo de 1976, un golpe militar destituyó a la entonces Presidente Constitucional María Estela Martínez Vda. de Perón, más conocida como Isabelita.
Isabel Perón había asumido la presidencia el 1º de Julio de 1974 a la muerte de su esposo el Teniente general Juan Domingo Perón . Ella ocupaba en ese momento el cargo de Vicepresidenta Constitucional. Su breve gobierno fue débil, corrupto, ineficiente y dió lugar a hechos criminales cometidos por una suerte de escuadrones de la muerte conocidos como las tres "A".
(Alianza Anticomunista Argentina) De todas formas estaban previstas elecciones a breve plazo y seguramente el resultado no le sería favorable a Isabel.
Los militares golpistas cuando se apoderaron del gobierno manifestaron que venían a poner "orden" pero el orden que impusieron fué el del terror y la muerte.
Inmediatamente comenzó una verdadera caza de brujas, Terrorismo de Estado mediante. durante este período los llamados "grupos de tareas" integrados por elementos policiales, civiles y militares-siempre al mando de un militar de alta graduación-asesinaron a miles de personas y secuestraron a varios miles más, los que fueron conducidos a lugares clandestinos de detención (campos de concentración) donde fueron detenidos en condiciones degradantes, salvajemente torturados y finalmente - casi la totalidad - asesinados.
En la Argentina llegó a haber alrededor de 368 campos de concentración ubicados a lo largo y a lo ancho del país.
Se menciona la palabra "Desaparecidos", esa categoría terrible se refiere a las personas secuestradas - o sea detenidas clandestinamente - de las cuáles no se dió más información y que se convirtieron así en "desaparecidos". La mayor crueldad para sus familiares que ignoraban si estaban vivos o muertos o cómo estaban.
Los militares siempre negaron su existencia hasta tanto les fué imposible continuar hacíendolo. Y como la censura era total, la palabra "desaparecidos no figuraba en los diarios ni se escuchaba en ningún medio de comunicación.
Más de 100 periodistas fueron asesinados o desaparecieron en la dictadura militar.
Se produjo el exilio de muchos argentinos, varios de ellos ilustres o distinguidos en sus actividades, que dejaron el país para salvar sus vidas, pero también hubo un exilio interno yá que quienes se quedaron , estaban condenados al silencio para evitar ser "desaparecidos".

En ese marco de miedo y silencio y miedo colectivo surgieron las Madres de Plaza de Mayo, un grupo pequeño de mujeres que por amor a sus hijos desafió al Poder y se levantó como testigo y denuncia pública en un país ocupado por sus propias fuerzas militares.
Este grupo de Madres superó el terror.
A medida que sus hijos eran secuestrados y "desaparecidos" las Madres acudían a golpear todas las puertas que pudieran dar alguna noticia sobre los desaparecidos.
Así concurrieron al Ministerio del Interior, Cuarteles, Destacamentos de Policía, Iglesias, y por supuesto escribían a los integrantes de la Junta Militar que gobernaba el país y estaba integrado por el jefe de cada fuerza militar, es decir Armada, Ejercito y Fuerza Aérea, pidiendo ser recibidas, planteando sus dramas, pero jamás recibieron respuesta.
Las Madres empezaron a reconocerse al encontrarse en todos esos lugares y una tarde de Abril de 1977, mientras esperaban que las atendiera el párroco de la Iglesia Stella Maris, una de las Madres que estaba allí, AZUCENA VILLAFLOR de DE VICENTI dijo: " individualmente no vamos a conseguir nada ¿porqué no vamos todas a la Plaza de Mayo y cuando seamos muchas, Videla tendrá que recibirnos ..."
El General Videla era el Presidente que había escogido la Junta Militar.
El 30 de Abril acudieron a la plaza las 14 Madres que habían estado en la Iglesia. Catorce Madres solas en esa inmensa plaza. es de imaginar su coraje, solas ahí, en un país aterrorizado.
Azucena Villaflor de Devicenti eligió la Plaza de Mayo como sitio de las reuniones, porque esa plaza está situada frente a la Casa Rosada (sede del Gobierno) y a un costado está la Catedral.
La Plaza continúa siendo un lugar histórico y tradicional para las manifestaciones, una suerte de foro público. A medida que pasaba el tiempo el número de Madres aumentaba porque aumentaba el número de desaparecidos.
La presencia de las madres en la Plaza era conocida por comentarios de boca en boca, puesto que así como no existían los "desaparecidos"para la prensa, tampoco existían las Madres.
A comienzo de las reuniones semanales acordaron que fueran los jueves de
15:30 a 16:00 hs. de la tarde por ser un día y una hora en la que transitaba mucha gente por la Plaza, ellas permanecían en grupo y de pié sin caminar.
Fueron los propios policías que custodiaban la plaza quienes les indicaron que marcharan de a dos porque como el país estaba bajo Estado de Sitio estaban prohibidos los grupos de tres o más personas.

Así comenzaron las marchas. Marchas alrededor de la pirámide de Mayo que es el símbolo de la Libertad, marchas que continúan aún hoy.
Con el objeto de reconocerse, tiempo después comenzaron a usar un pañuelo blanco en la cabeza confeccionado en un principio con tela de los pañales que se usan para bebés. Ese pañuelo se convirtió en su símbolo.
Las Madres intentaron dar a conocer sus dramas y es así que por- ejemplo -
participaron de marchas religiosas numerosas y populares en las cuales era conveniente que pudieran reconocerse. En procesiones desde Buenos Aires hasta Luján, localidad distante más de 50 Km.
Las Madres provenían de diferentes sectores sociales, las unían sus hijos desaparecidos y juntas desde una cierta ingenuidad primera, adquirieron con el tiempo una cierta sabiduría. Supieron así que sus hijos fueron secuestrados en general por su entrega generosa con el fin de ayudar a quienes no habían sido favorecidos por la misma suerte y transitaban por la vida con muchas dificultades y pobreza . Por ejemplo un grupo muy grande de desaparecidos acudía a las villas miserias que rodean a la ciudad de Buenos Aires y a otras importantes ciudades, para enseñarles a leer a sus pobladores y para impartirles conocimientos de higiene para evitar enfermedades. estas actividades eran consideradas subversivas por la Dictadura, que consideraba subversivos a todo aquel que pensara distinto y fuera critico a su accionar.
Se dieron cuenta entonces que también estaban luchando contra una dictadura y sin duda la batalla dió sus frutos. Cuando comenzaron a reunirse eran un grupo pequeño de Madres que creció hasta ser habitualmente 300 a 400 Madres los jueves en la plaza, con el tiempo fueron incorporándose los padres, hermanos, esposas , hijos, nietos de los desaparecidos y fueron formándose grupos de Madres en el interior del país.
Jamás hicieron uso de las armas mientras que la dictadura oscurantista que mediocrizó la cultura, la educación y la calidad de vida de los argentinos, poseía toda la fuerza y todas las armas. Con el paso del tiempo fueron escuchadas y adquirieron fuerza porque sus reclamos eran legítimos, mientras que la dictadura carecía de toda legitimidad.
El prestigio de las Madres en todo el mundo creció de tal manera que en otros países de América Latina y del Asia con problemas similares surgieron grupos de Madres que imitaron la acción de las Madres de Plaza de Mayo.

En 1980 adquieren una sede social, dejando atrás las reuniones en sus casas particulares, gracias a una donación de SAAM (Asociación Holandesa de Mujeres que se había constituido para ayudarlas).
Las Madres comienzan a salir al exterior para hacer conocer el drama de los desaparecidos primero a Europa luego a EEUU entre los años 1978-1979, también salían para pedir apoyo y solicitar que se aislara a la Dictadura Argentina.
Fueron escuchada e invitadas una y otra vez. Amnesty International patrocinó un viaje en 1979 que abarcó 9 países para exponer ante gobernantes democráticos de Europa y los Estado Unidos la situación real en la República Argentina.
La dictadura militar menospreció la capacidad de lucha de las madres y la fuerza de amor que ponían para conseguir información de sus hijos, las llamaban " las locas de Plaza de Mayo"cuando se dieron cuenta que sus denuncias tenían fuerza intentaron silenciarlas con el secuestro de un grupo de madres fundadoras y familiares de desaparecidos en la Iglesia de la Santa Cruz, también el golpe más fuerte fué sin dudas la detención y desaparición de la líder del grupo Azucena Villaflor de De Vicenti en la puerta de su casa cuando regresaba de comprar el diario donde salía por primera vez la solicitada a la junta militar pidiendo información de los detenidos-desaparecidos el 10 de Diciembre de 1977. (Irónicamente es el día recordatorio de la Declaración Universal de los Derechos Humanos).
Suponía la Dictadura que las Madres perderían poder con el secuestro masivo de integrantes.
Las Madres son la reserva moral de los argentinos durante los años de plomo de la dictadura militar, por eso constituyeron un foco de luz y esperanza durante esos negros años. Sus demandas fueron y son Verdad, Justicia y Castigo por las violaciones de los derechos humanos, lamentablemente hoy reina la impunidad que genera nuevos crímenes perpetrados por ex integrantes de "los grupos de tareas" que a pesar de haberse comprobado que fueron torturadores y asesinos durante la dictadura, gozan hoy de una amplia libertad.
Las Madres fundadoras ponen especial empeño en la Memoria yá que desde el gobierno se impulsa al olvido.
Las Madres creen que la Democracia no se agota con el sólo ejercicio del voto aunque éste es importante es necesario que la Democracia sea participativa equitativa y justa, todos los ciudadanos, los habitantes de nuestros país deberían tomar conciencia de estos principios y actuar en consecuencia.

De hecho hoy las Madres continúan en la Plaza los jueves para afirmar que sus demandas siguen vigentes y están en cada rincón del país donde se las invita, acompañando al pueblo en sus justos reclamos y reclamando a los gobernantes Verdad y Justicia.

Texto de Yoyi Epelbaun



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A 25 AÑOS DE LA PRIMERA VUELTA DE LAS MADRES DE PLAZA DE MAYO


El verdadero día de la madre El 30 de abril de 1977 no era jueves sino sábado. Pero ese día por primera vez vio la Plaza de Mayo a ese grupo de mujeres que la acompañarían para siempre. El objetivo era "cruzar juntas a la Casa de Gobierno (donde estaban las oficinas del Ministerio del Interior) a preguntar por nuestros hijos desaparecidos". No tuvieron éxito: era día no laborable y las oficinas estaban vacías. Las catorce pioneras resolvieron entonces encontrarse el siguiente viernes a las 3 y media de la tarde ("cuando ya habíamos despachado el almuerzo del resto de la familia") para reclamar una audiencia con Videla. El dictador no las recibió, pero decidieron que volverían a juntarse el jueves a la misma hora. Algunas dicen que "porque había varias que no podían los viernes". Otras, que "viernes es día de brujas, así que mejor los jueves". Cayó la dictadura, pasaron 34 años y ellas vuelven cada semana al centro de la Plaza. Sus hijos no aparecieron pero, en el camino, rescataron de lo más negro de la noche la luz que aún hoy, en medio de renovadas penumbras, permite mirar el futuro con esperanza.
Las páginas que siguen son un mínimo homenaje a esas Madres que, en la lucha por sus hijos, parieron un país que tendrá que luchar mucho para merecerlas.

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EL CAMINO DE ACTIVISMO DE LAS MADRES Una historia con muchas causas y muchas militancias Lo que comenzó con una reunión de catorce mujeres en Plaza de Mayo el 30 de abril de 1977 creció hasta ser hoy una militancia social integral que abarca asentamientos, piquetes, cacerolazos y movimientos de mujeres, y mantiene la continuidad del reclamo.
Por Victoria Ginzberg

"Individualmente no vamos a conseguir nada. ¿Por qué no vamos todas a la Plaza de Mayo.?" Una invitación, una propuesta, un acto de coraje. Azucena Villaflor se dirigió con voz fuerte a las otras mujeres que, como ella, hacían cola en el vicariato de la Armada, donde el cura Emilio Graselli simulaba preocupación. Repitió su idea en el Ministerio de Interior, otro de los sitios que congregaban a quienes buscaban datos sobre desaparecidos.
El sábado 30 de abril de 1977 a las cuatro de la tarde, trece amas de casa de mediana edad y una joven que no quiso dar su nombre dejaron los despachos oficiales y salieron a la calle, juntas. Se convirtieron en las Madres de Plaza de Mayo. A 25 años del primer encuentro han recorrido un largo camino.
Hoy las integrantes de las dos líneas de las Madres son militantes de tiempo completo: participan en asentamientos, piquetes, movimientos de mujeres y cacerolazos. Además, no dejan de asistir a la cita impostergable de todos los jueves.

Taty Almeida es miembro de una familia plagada de militares. Su padre, su hermano y su yerno eligieron esa profesión. Por eso le costó acercarse a las mujeres que todas las semanas daban vuelta a la Pirámide. Lo hizo varios años después de la desaparición de su hijo Alejandro, víctima de la represión de la Triple A del gobierno de Estela Martínez de Perón. Hasta creyó que con el golpe militar del 24 de marzo de 1976 podía obtener noticias sobre Alejandro. "Lo único que tenía claro era que era antiperonista. Reconozco que era una gorila tremenda, pero me afeité hace rato", admite Taty. Cuando se decidió y llegó a la Casa de las Madres, una pared llena de fotos de jóvenes la hizo sentir que no estaba sola.

Hoy Taty representa, con Nora Cortiñas y Laura Conte, a las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora en el Frenapo (Frente Nacional contra la Pobreza), que nuclea a la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), partidos políticos y otros organismos de derechos humanos que reclaman un seguro de empleo y formación de 380 pesos para todos los jefes y jefas de hogar desocupados.
"Nos sumamos porque era un espacio de oxígeno. Nuestro lema es Memoria, Verdad y Justicia y eso hay que aplicarlo a todo, también a la corrupción, porque la impunidad de hoy se instaló con las leyes de Obediencia Debida y Punto Final", dice a Página/12.

Laura Bonaparte no comenzó a militar por la desaparición de sus tres hijos, Noni, Víctor e Irene. Al regresar del exilio, donde había colaborado con refugiados de El Salvador, se unió a Madres de Línea Fundadora. Pero antes, su trabajo como psicoanalista frente a la sala de internación femenina del policlínico de Lanús la vinculó con organizaciones populares y de mujeres.
Este año viajó a dos encuentros en los que se conmovió con la lucha conjunta por la paz de las mujeres palestinas e israelíes y actualmente forma parte de FADO, Federación Argentina de Organizaciones, que trabaja con niños de la calle y desocupados. "Nuestra participación en todos los ámbitos es también una forma de recuperar la lucha de nuestros hijos", afirma.

De la plaza, las madres se trasladaron a los escraches, los piquetes y las asambleas barriales, los foros internacionales y a la participación en organismos de derechos humanos regionales y mundiales. Marta Vázquez, de Línea Fundadora, es presidenta de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos Desaparecidos.

Ebel Petrini, de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo que lidera Hebe Bonafini, dice que la apertura de esta agrupación hacia otras causas no relacionada directamente con los desaparecidos se dio "a medida que fuimos entendiendo que era difícil volver a ver a nuestros hijos. Entendimos que solas no podíamos seguir y entendimos la fuerza que tiene la unión".

Hebe, en cambio, señala un día preciso de 1988, en una huelga de hambre de la Facultad de Medicina. "No sé si porque ese día dije que la mayoría de nuestros hijos eran marxistas o por qué. Creo que ese día se rompieron un montón de cosas y me di cuenta cuánto que había que hacer con la gente en la calle, los estudiantes, trabajadores y desocupados. Esa fue la época en que empezamos a reivindicar a nuestros hijos como revolucionarios, a hacernos internacionalistas y compartir con otra gente", asegura la presidenta de la Asociación de Madres, que ahora se ocupa de la universidad de las Madres y está organizando un club de trueque.

Ebel recuerda un piquete en San Justo. "Es muy movilizante ver a las mujeres con sus hijos tomando mate cocido y comiendo galleta dura, haciendo el fuego con ramas. Cuando voy a esos lugares me pongo mal porque sufro y pienso que es necesario hacer más de lo que uno puede hacer." La mujer lamenta no poder compartir su militancia con su hijo Sergio, desaparecido a los 21 años.
"Me gustaría decirle que lo entendía, que quería aprender de él, como aprendí cuando no lo tuve."

El 28 de marzo pasado, las Madres de Línea Fundadora Enriqueta Maroni y Aída Sarti fueron hasta el asentamiento 22 de enero de Ciudad Evita. Cerca de
800 familias estaban decididas a hacer una toma de tierra para tener un lugar donde vivir. Hombres, mujeres embarazadas, niños y viejos armaron un círculo y comenzaron a entonar cánticos religiosos. En el centro había una imagen de la Virgen y las banderas argentina y paraguaya, porque muchos de los allí presentes eran de esa nacionalidad. Enriqueta y Aída los acompañaban con sus pañuelos blancos. También estaban los policías, que comenzaron a atacar con balas de goma y obligaron a los habitantes del asentamiento a replegarse y refugiarse en el barrio cercano. Después de este episodio, Enriqueta recorrió con otros miembros de organismos de derechos humanos los despachos de los funcionarios encargados del tema. "Hay cosas muy importantes en este momento que nos obligan a tomar partido porque somos parte del pueblo", asegura.

Después de la desaparición de sus hijos Juan Patricio y María Beatriz, en abril de 1977, Enriqueta, como buena católica, trató de refugiarse en la Iglesia, pero se desilusionó de la jerarquía que le dio la espalda. En esa época se relacionó con otras señoras que buscaban a sus hijos y conoció a Azucena Villaflor, secuestrada el 10 de diciembre de 1977. Pero aquel 30 de abril de 1977 Enriqueta no fue a la Plaza.

Ese día se encontraron Azucena, María Adela Gard de Antokoletz, Cándida Gard, Julia Gard, Mercedes Gard, Pepa Noia, Haydée Castelió de García Buela, Mirta Acuña de Baravalle, Beatriz Aicardi de Neuhus, Raquel Arcushin, Raquel Radio de Marizcurrena, Elida Caimi, Delicia González y una joven que no dio su nombre. Pepa estaba impaciente y llegó dos horas antes de lo convenido.
Fue la primera que estuvo en la Plaza ese día.

El 30 no dieron la vuelta a la Pirámide. Sólo se reunieron, se presentaron y se contaron cuándo y cómo habían secuestrado a sus hijos. Decidieron que se iban a volver a ver la semana próxima, esta vez, el viernes. A la segunda reunión asistió el doble de mujeres. Se discutió el borrador de un pedido de entrevista a las autoridades militares. Pero, a sugerencia de una de ellas, acordaron que el viernes era "día de brujas" y traía mala suerte. Desde allí la cita quedó fija para los jueves. La ronda a la Pirámide comenzó tiempo después, cuando un policía intentó dispersarlas diciendo que había estado de sitio y no se permitían reuniones de más de dos personas. Las mujeres comenzaron a caminar de a dos, tomadas de los brazos.

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NORA CORTIÑAS, DIRIGENTE DE LINEA FUNDADORA "Yo creía que íbamos a Olivos"
Por Victoria Ginzberg

Nora Cortiñas estuvo presa seis veces. La primera fue en octubre de 1977, cerca del día de la Madre, después de llevar un petitorio a la CAL (Comisión de Asesoramiento Legislativo) que actuaba como un pseudo Congreso. "La policía nos fue haciendo una encerrona hasta que tuvimos que escapar.
Corrí por la calle Rodríguez Peña hasta que nos fueron subiendo en un colectivo de línea que habían vaciando." "Vamos a la quinta", anunció uno de los uniformados. Nora pensó: "Por fin... vamos a conocer la Quinta de Olivos".
Pero fueron a la comisaría. "Nos pusieron en un patio. Estaba Azucena, que nos decía al resto que nos quedáramos tranquilas, y la monja francesa desaparecida Alice Domon, que rezaba. De a poco nos fueron largando de a una, después de pedirnos los datos, la excusa era escándalo en la vía pública. Salí a las cinco de la mañana y mi marido se había tomado un montón de pastillas para los nervios, así que estaba medio dopado. Pero en la puerta estaban Pepa y su esposo, que me acompañaron, ellos también vivían en Castelar", relata Nora, de Línea Fundadora. La mujer recuerda el hecho con gracia. Las Madres detenidas no pensaban en que les podía pasar algo más que quedar presas por una noche. Pero de a poco y de golpe se fueron enterando.
"Cuando en otra oportunidad nos llevaron a la comisaría cuarta, el comisario nos dijo 'si acá en vez de los azules estuvieran los verdes, les hubiera pasado cómo a sus hijos'. Ahí se desmayó una madre y llamaron a una ambulancia. La médica, con buena voluntad, la quería sacar de ahí, la quería llevar al hospital pero ella no quería saber nada, se resistía." De su participación en Madres, Nora quedó impactada con la visita el papa Juan Pablo II. Viajó al Vaticano en diciembre de 1979 con María del Rosario Cerruti, Chela Mignone, Lilia Orfanó y María Eugenia Casinelli. La entrevista privada estaba supuestamente pautada. Pero cuando Nora y Lilia esperaban en una piecita listas para el evento, les anunciaron que se había suspendido. "Después nos enteramos que el nuncio Pío Laghi le había dicho que éramos comunistas", asegura Nora. Durante ese viaje las Madres igual pudieron ver al Papa, pero fue en el pasillo, con la multitud que lo aclamaba en San Pedro: "El entró bendiciendo. Cruzaba de veredita a veredita en el camino al altar. María del Rosario le quiso poner la foto de una sobrinita desaparecida pero el no quiso agarrarla, no toca nada nunca.
Cuando llegó a donde estábamos, un cura me alzó y me apoyó en la baranda.
Yo le agarré la mano y le dije que acá se torturaba, se hacía desaparecer y se robaba a los niños. El dijo que en todas partes del mundo había bambini scomparsi". Nora lloraba por la emoción de ver al Papa pero su desilusión fue instantánea. "Por eso, desde que desapareció Gustavo creo que la Iglesia somos todos nosotros y los curas y las monjas que trabajan en la villa y ayudan a la lucha, no a la resignación", afirma.

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HEBE DE BONAFINI, PRESIDENTE DE LA ASOCIACION "Lo mejor es la Universidad"


"Lo más triste que nos pasó a las Madres es el secuestro de nuestras compañeras", dice Hebe de Bonafini y recuerda a Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Careaga y Mary Ponce de Bianco. "Ellas eran las tres Madres más inteligentes, las que más sabían. Azucena fue la creadora del movimiento, la que dijo 'vamos a la Plaza', pero también una mujer que sabía muchísimo. Tenía idea porque era de familia peronista y había sido delegada sindical, no como nosotras que éramos unas estúpidas. Esther de Careaga era una bioquímica paraguaya revolucionaria que venía huyendo de la dictadura de su país. Ella fue la que me dijo un día 'cuando vas a una reunión y hay una persona con un micrófono, ese es el que manda, vos parate aunque sea arriba de una silla y hacete escuchar'. Mary Ponce trabajaba con la Iglesia combativa, en la Santa Cruz. Ellas eran las que sabían hacer una carta, hacer todo." Hebe conoció a Azucena en la Plaza de Mayo, en el segundo encuentro de las Madres. El ocho de diciembre de 1977 Azucena le contó por teléfono a Hebe del secuestro de un grupo de familiares -entre ellas Mary y Esther- a la salida de la Iglesia de la Santa Cruz. No sabían que las detenciones se habían concretado por el trabajo de inteligencia del represor Alfredo Astiz, a quienes ellas conocían como el inofensivo Gustavo Niño. A pesar del golpe, las Madres continuaron con el trabajando en la solicitada que pensaban publicar el 10 de diciembre. "Estábamos con la solicitada y le digo a Azucena 'tenemos que buscar a las compañeras que desaparecieron ayer, cómo vamos a seguir con esto'. Ella me dijo 'no, estás equivocada, a las compañeras las están buscando los abogados pero hay que seguir con esto porque se las llevaron por esto'."

Azucena le regaló a Hebe la poesía de Mario Benedetti "Hagamos un trato" y la ahora presidenta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo le obsequió un portadocumentos con billetera que la otra necesitaba; lo compró en un puestito de un ciego y cada una se fue a su casa. Al otro día secuestraron a Azucena y nadie quería volver a la Plaza. Pero volvieron.

Y 23 años después la Asociación de Madres de Plaza de Mayo concretó lo que Hebe considera "el momento más feliz": la creación de la Universidad Popular. "Empezamos con los seminarios en el café literario. Me acuerdo que el primer día llegué y había dos cuadras de cola. '¿Para qué será?', pensé.
Ahí me di cuenta que eso iba a crecer. Al otro día tuve una reunión con Osvaldo Bayer, Sergio Schokleder y Vicente Zito Lema para ver si me animaba a una universidad. Yo me animo a todo. Pero les dije 'con dos carreras'."
Finalmente fueron cinco: psicología social, derechos humanos, arte, cine y economía política. Y hoy son más de diez. "Es una universidad libre, donde estamos haciendo lo que queremos, que es la formación política de los jóvenes, pero la formación en la práctica", afirma Hebe en su oficina rodeada premios y diplomas de agrupaciones e instituciones académicas de todo el mundo. Antes de irse a preparar una carbonada para los chicos que están armando la biblioteca de las Madres, recuerda otras cosas agradables y horrendas que le sucedieron en estos 25 años, como el nacimiento de su nieto y el ataque y las torturas que sufrió su hija Alejandra en su casa de La Plata el año pasado
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HISTORIA DE LAS MADRES DE PLAZA DE MAYO



PRÓLOGO



Inquietas, las Madres marchan cada

jueves, se reúnen todos los martes

y el tiempo no les alcanza




Esa voz que vuelve y que nadie podrá quebrar de ninguna forma disuelve los límites y es el encuentro con el otro, irrumpe en la vida, transformándola de tal modo que nunca más será la misma. Los hijos de las Madres vuelven en cada lucha, en cada escaramuza -todo el tiempo-. Cuando ellas lo deciden, un 30 de abril de 1977, se sienten unidas, son una sola; desde ese momento se igualan, porque han compartido experiencias. De pronto se dan cuenta, en la soledad y el dolor, que han tocado el hilo del tiempo y se han acercado al peligro, rompiendo los condicionamientos y en actitud de entrega.

Las Madres de Plaza de Mayo viven en la memoria de sus hijos, en sus sueños, preguntan con insistencia acerca no de un enigma, sino de circunstancias concretas, actos perversos y asesinos del Poder, que involucran a los militares, los políticos, los burócratas sindicales, los empresarios, los sacerdotes, en suma, a todos aquellos que pertenecen al espectro que sigue los mandatos del poder establecido.

Cuando ellas empiezan a juntarse y resuelven después colocar en sus cabezas el pañal de sus seres queridos, luego vuelto pañuelo, como señal de reconocimiento mutuo, lo hacen ya sabiendo que están atravesando la frontera, donde se aúnan. Por eso las identificaciones prosiguen y se funden en múltiples rostros, hermosos y jóvenes.

La primera escena que emerge es la de las Madres agarradas a las columnas y pronunciando la palabra "fuego" que desafía la represión. Están diciendo así, que no interesa para esta cadena humana el miedo a la muerte, porque el horror acaso ya fue consumado antes. Y entonces nos hallamos ante el desprendimiento de Madres que todo lo enfrentan.

Llega la época de las solicitadas y luego, de los terribles secuestros de compañeras. Azucena Villaflor, que había sido una de las Madres que con más ahínco y resolución encaró la tarea organizativa, también es secuestrada. Ella fue quien convirtió en la mano que señaló el inicio, la que mostró con su arrojo y su voz solidaria la unanimidad en la marcha.

Las Madres pasan de las primeras acciones casi espontáneas (ellas dicen que en ese momento no se daban cuenta enteramente del horror) a la lucha abierta, lo que quiere decir que este horror era impensable, se escondía con el propósito de irrumpir ferozmente otra vez, para anonadar, golpear en lo más íntimo, confundir, infiltrarse en la vida.

El horror no sabe que esas mujeres contenían dentro imágenes, fotos, ademanes, pasos, voces de sus hijos; no las hace indestructibles, pero sí indomables, y las entrega a un sino que ya no podrán detener.

El deambular por los lugares de detención, ese peregrinar, donde a pesar de la angustia se fortalecen, como si anduvieran de tal forma que, ante la indiferencia, el afán de tapar, la negativa displicente, el encubrimiento y las mentiras, se renovaran. Así, esas simples mujeres instalan un inédito sentido.

Su accionar es político, porque creen con pasión en lo que están haciendo. Sus cuerpos intervienen en los espacios, en la plaza, frente a la Catedral que les da la espalda, se reinventan, vuelven a nacer. ¿Qué son la valentía y el llamado coraje, sino el saber que lo frágil no se rompe, que no es posible engañar, que todo es posible?

El mundo comienza a conocerlas, porque manifiestan, rezan, se reúnen adueñándose y ocupando los sitios, la imaginación, con una terquedad que les viene de lo aprendido en la práctica. Se entrevistan con grandes personalidades, brindan conferencias de prensa y van creciendo a medida que de sus primeras inexperiencias (¿cómo se hace?) pueden llegar a integrarse con lo que pensaban previamente.

Porque se necesita una gran convicción para realizar cosas imprevisibles, que no estaban en el repertorio de lo común de sus vidas anteriores. Así crean un nuevo modo de relación, que con naturalidad instauran en el modo de ver y de actuar, en contradicción con un poder que busca aislarlas, pero que no lo consigue porque para ello habría que silenciarlas. ¿Y cómo se hace, si a ellas sólo les importan las cosas justas, ilusorias, intransigentes, purificadoras?

El 30 de abril de 1977 se fundan en la Plaza de Mayo. Será una fecha emblemática y que servirá de organismo organizativo. Posteriormente rechazan, retornan a la plaza, no hay golpes, ni perros, ni represión que puedan vencerlas; están allí porque se dan cuenta que el camino es largo y sólo depende su rumbo de intervenciones contundentes.

La consigna "Aparición con vida", del 5 de diciembre de 1980, no es ingenua. Parte de la idea de que nada puede intentarse si primero no se esclarece qué pasó con sus hijos. Las Madres piensan, bordan, reclaman, ordenan, limpian, no desfallecen a pesar de todo, ayunan, resisten, escriben poemas, se mantienen firmes. Ya en tiempos de la descongelada Multipartidaria advierten a los políticos, que al parecer estaban en otra cosa, que los 30000 desaparecidos habrían de ser sepultados si ellos persisten en la misma actitud de cobardía.

Luego vienen las elecciones y el nuevo presidente, primero seductor, se maneja por los resortes burocráticos del poder. Envía radiogramas inútiles, crea la CONADEP como un aparato para ganar tiempo, difunde una ideología de lo posible, acompañada por muchos, y frustra las esperanzas que se habían despertado. Infundido de furores gardeleanos, se va al Colón para no recibirlas. Y las Madres le toman la casa de gobierno. E insisten con las siluetas que inundan la plaza, con sus consignas imprudentes y se niegan insistentemente a exhumar cuerpos que, como preanuncio de lo que iba a venir, son mandados, como mensaje de muerte. Pero lo que ellas están cumpliendo es un cometido, que les viene de la confianza de sus propias entrañas y que no coincide con la política de lo posible.

Ellas rechazan, fundamentalmente, acabar la cuestión, como quieren los políticos: exhumación de cadáveres, reparación económica y homenajes póstumos. Claro, darle un cierre "razonable" al tema de los desaparecidos. Pero ellas dicen que no, que esta no es la manera, que lo único es proseguir, que la justicia tiene que llegar, que lo otro es un remedio que en verdad enmascara una sumisión que está dictada por una intención pusilánime.

Luego vienen las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Después, los infames indultos que ellas no acatan porque su lucha es contra el sistema, contra su sentido arbitrario y aberrante.

Su trabajo es para el futuro. No quieren olvido. Sus hijos están en el pueblo, en cada piquete, en cada manifestación. Ellos tienen su propio vínculo de complicidades. Las Madres son otro fervor, con un accionar distinto, una práctica compartida, con un aire de inconformidad y de desparpajo que desorienta y que no es vulnerable.

Talleres de escritura, seminarios, clases de transmisión, porque las vivencias de las Madres expresan una poética. Siempre ligadas con artistas, porque ellas poetizan su tarea, en una actitud que no es intencional, sino espontánea, cotidiana. Reinventan a sus hijos como militantes y entienden que no es cuestión de relatar el horror sólo como un testimonio del pasado. Ellas actualizan y ponen en situación los hechos reales, sin conceder ni retroceder nunca, como si cada día jugaran en limpio sus vidas. Ese riesgo las acerca a los íntimos deseos, que siempre están presentes en la imaginación activa.

Hay un margen de creatividad que las envuelve. En todo paso que dan muestran su presencia que no es soledad. Ellas están indefectiblemente acompañadas por los rostros amados. Eso las hace sentir insobornables. Es una desesperación de las Madres, que siempre encuentran motivos para volverse en un nuevo hecho.

Los dueños del Poder no tienen otra cosa que esconder sus actos. Los sacerdotes que encubrieron y encubren, los políticos que urden trampas. Entonces, para que se recuerden, las Madres realizan los Juicios Populares, éticos y políticos, de carácter público, en la Plaza de Mayo, donde se reafirma la criminalidad de los militares y la impunidad de sus hechos oprobiosos.

Ellas no desean un balance, prefieren la consecuencia de la lucha. Repelen listas infames y no quieren sentarse a la mesa del verdugo, porque saben que esos cuerpos quemados vuelven, asoman en cada movimiento, en silencio, pero perentoriamente, como diciendo "no nos hemos ido, estamos aquí para quedarnos".

La vida no tiene precio para ellas, en la lucha colectiva depositan sus ansias, quien está se une con sus hijos, así ellos son todos los chicos, todas las banderas, todos los presagios.

¿Cuál es la protección de las Madres, qué cobijan dentro de sí, qué las torna una fragilidad sin embargo difícil de destruir, por qué fruncen el seño pero no hablan? Ellas, tomadas de las manos, se entibian detrás de sus tosudas consignas. ¿Qué las aguarda cuando sólo rememoran en el silencio del barrio?

Los últimos años, cada vez más, la actividad de las Madres es intensísima. Desde aquella primera mítica visita de Hebe a la Cuba de Fidel Castro, quien se declara amigo fiel y compañero, coronando el amor de nuestro pueblo hacia la Revolución, hasta continuos viajes por el mundo llevando palabras de aliento. No hay sitio ni lugar de importancia que no encuentra la presencia de las Madres y su consuelo.

Denuncias, homenajes, conciertos de rock, acogida a los artistas, que siempre tienen su espacio en la Casa de las Madres. Esa Casa tantas veces saqueada, salvajemente robada, como muestra de la impunidad reinante.

No pueden con ellas: recomienzan otra vez, hacen pie, amparan, se rebelan, repudian. Los medios de difusión casi siempre tergiversan sus posiciones: no importa. Ellas no son una creación mediática, nacieron de sí. En un país inventado por los medios, ellas son la contraluz, el contrapoder.

La creación de la Universidad Popular de las Madres de Plaza de Mayo, tal vez clarifique sus intenciones: trabajar para estudiar, entender para crear y movilizar conciencia, romper el muro que separa a la gente. El 6 de abril de 2000 se inaugura ese centro de creatividad y de encuentro de Cultura. El objetivo es crear un ámbito donde nos conozcamos, un lugar popular, quiere decir un ambiente distinto, donde dialoguemos sobre saber, arte y poesía, estudio y cooperación. Porque de nada vale que se construya algo para algún tipo de elite, lo que las Madres eligen es que el saber y la cultura deben estar puestos al alcance de todos.

¿Ilusas, utópicas, las que ponen el cuerpo en la Plaza de Mayo y son pisoteadas por las caballerías de la policía, las que montan una calesita para los pibes, las que se aguantan el llanto cuando recuerdan, las que están allí y avanzan, con memoria, con su belleza de mujeres, con el alivio del rumor de la multitud? ¿Qué piensa esa mujer cuando llega la noche y todo se vuelve un paréntesis? ¿Piensa en la vida que falta y la que se fue, y cuáles son las tareas que la esperan a la mañana? Inquietas, las Madres marchan cada jueves, se reúnen todos los martes y el tiempo no les alcanza.

Jorge Quiroga


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29/04/2011

21/04/2011