miércoles, mayo 26, 2010

Reflexiones Bicentenarias

Por Ceci Bibbó


Y después de tanto esperarlo, el tan mentado Bicentenario por fin hizo acto de presencia e irrumpió solemne y festivo. Pero por sobre todas las cosas, inclusivo. Tan distinto a ese Centenario en el que sólo festejaban unos pocos y que tanto parecen añorar algunos sectores incapaces de anteponer los intereses del país por sobre los propios.

¡Qué largo trecho hemos avanzado! ¡Tantas calamidades, alegrías y desgracias que debimos atravesar para poder estar donde hoy estamos! Y también, cuántas contradicciones y paradojas hemos sabido protagonizar. Pienso y se me vienen a la cabeza muchas imágenes: Perón y Evita siendo aclamados por multitudes en Plaza de Mayo y una muchedumbre celebrando la vuelta de la democracia en el ’83 pero también montones de personas vitoreando a Leopoldo Galtieri en ese mismo escenario.

El viernes, mientras la pantalla de mi televisor reproducía los acontecimientos que se desarrollaban en la 9 de Julio no podía dejar de pensar qué suerte tenía de estar viviendo un suceso histórico. Un hecho que va a quedar grabado a fuego en la memoria de todos los que creemos que es posible construir un país donde quepamos todos y donde los sectores populares tengan el lugar que por historia y por derecho les corresponde.
Entonces me vinieron a la cabeza todas las conquistas obtenidas en éstos últimos años, todos los reclamos históricos que por fin comenzamos a ver materializados.
¿Quién hubiese imaginado que 35 años después los responsables del genocidio más sangriento y cruento que debió sufrir el país estarían tras las rejas o esperando ser enjuiciados por los delitos de lesa humanidad cometidos?
¿Quién hubiese creído que esas mujeres que se animaron donde nadie se atrevía, esas Abuelas y Madres de Plaza de Mayo serían elevadas a la categoría de ejemplo nacional y reivindicadas cada vez que se presenta la ocasión?
¿Quién hubiese pensado que después de más de 30 años regidos por un decreto ley de la dictadura hoy podríamos tener una Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual democrática y plural que busca garantizar el derecho a la comunicación y a la libertad de expresión verdadera, no a esa con la que se llenan la boca los hipócritas que enarbolan falsas banderas para defender los intereses a los que responden?
¿Quién hubiese considerado posible que mientras lo que pomposamente se denomina “Primer Mundo” se cae a pedazos seamos nosotros los que podamos darles explicaciones de cómo superar una crisis?
Y por último, ¿quién hubiese vislumbrado que este Bicentenario nos encontraría a los Pueblos latinoamericanos en armonía y consolidando una unidad regional como nunca antes se había visto?

Este es el Bicentenario que tantos compañeros soñaron y por el que perdieron sus vidas muchos otros. En cada bandera que flamee, en cada escarapela que adorne el pecho de un argentino estarán esos hombres y mujeres que lucharon por conformar una Patria grande y una América Latina unida.

Hoy, a 200 años de esos acontecimientos que comenzaron a moldear el país en que hoy vivimos, la suerte quiso que el Bicentenario nos encuentre gobernados por una mujer con una fuerza interior y una valentía que nada tiene que envidiarles a los hombres que anteriormente condujeron los destinos de la Patria. Una Presidenta que se animó a enfrentarse a los intereses más oscuros y poderosos a sabiendas del costo que esto le acarrearía.
Y mientras me asaltaban todos estos pensamientos, allí apareció ella. De pie frente a la multitud, “tan frágil, tan bonita y con una fortaleza de titán para enfrentar vendavales de mediocres, mezquinos y angurrientos" como Leonardo Favio tan sabiamente la describió. “Este va a ser un Bicentenario con un sesgo de pertenencia y de identidad a nuestra región, a la América del Sur, a Latinoamérica” expresó poniendo en palabras lo que muchos queríamos oír.
“Dios quiso que yo sea la presidenta del Bicentenario” dijo Cristina Fernández de Kirchner visiblemente conmovida con la voz entrecortada mientras las lágrimas amenazaban con escaparse. Y mientras la escuchaba, no pude evitar sonreír y emocionarme con ella.

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