martes, octubre 07, 2008

Un articulo importante

Bolivia: Un proceso amenazado que creceRafael Bautista

Se dice que todos retornan a su origen de clase. El retorno quieredecir el devolverse al origen del cual uno es lo que es. Pero hay queagregar lo siguiente: un tipo de extracción genera un tipo desubjetividad. Esto quiere decir: el modo de acumular riqueza es elmodo que constituye, en definitiva, al individuo. Entonces, laacumulación no es fútil, pues constituye el modo de ser del queacumula. Y lo constituye para siempre; de modo que, en este caso,cambiar significa cambiar el modo de acumulación, renunciar a ser loque se ha sido: optar por una nueva forma de vida. Uno da lo quetiene, y si la oligarquía sólo sabe dar violencia, entonces esviolencia lo que constituye su forma de vida. Es como una enfermedadcrónica que requiere un cambio en los hábitos: cambiar de forma devida. Pero sucede que, en muchos casos, es el enfermo quien se resistea aceptar su condición de enfermo, y esa resistencia es el causantedel empeoramiento de su situación. Ante una sociedad enfermaespiritualmente, se requiere algo más que la audacia política. Esparte de nuestro cuerpo que se resiste a cambiar y que nos arrastra,en su resistencia, al malestar.Pero comprendamos el origen del actual malestar que enferma a nuestrasociedad. Por lo general se cree que la acumulación originaria delactual capital del oriente (y su foco radical: la oligarquía cruceña)radica en la extracción de goma o azúcar, la ganadería o laagroindustria, etc. Esa creencia describiría una linealidad casihomogénea del comportamiento histórico de la oligarquía oriental. Locual no es cierto. Pues los últimos veinte años de neoliberalismofueron la fiesta del capital oriental (pues casi todos los gobiernosneoliberales estuvieron en manos de la oligarquía cruceña, tarijeña,beniana y pandina); y esa presencia en el Estado no coincide con loque pudo haber significado una acumulación histórica de liderazgo. Elmodo iracundo y hasta salvaje de asaltar otra vez el poder no coincidecon esa pretendida acumulación histórica.La acumulación originaria de la actual oligarquía que no cede y que,de modo irracional, quiere imponernos una democracia, a imagen ysemejanza de su condición original, debe entonces buscársela en otrolado: Su modo de extracción es el narcotráfico y su modo de ser es elfascismo. Pues se trata de un modo de extracción que se origina yconstituye en las dictaduras militares y, despliega, desde su origen,la violencia desmedida y sistemática de un apetito parasitario que,para vivir, necesita destruir. La democracia, made in USA, quetrajeron los graduados de Chicago (los economistas que ahora, en laspantallas, parecen alquimistas, transformando la mentira en verdadmediática), le sirve para lavar su condición, pero la lava ensuciandotoda su sociedad; accede al poder corrompiendo las instituciones:empieza por los partidos y acaba con los medios. Por eso, una vezgobierno, abre su país a otro apetito más voraz que el suyo: elcapital transnacional; pues no se trata de una acumulación productodel esfuerzo sino de la inmoralidad. Y esa inmoralidad le permitevender hasta a su propia madre, con tal de ganar algo más. El origende este capital es entonces espurio y trepa socialmente al modo de lamafia. En veinte años de neoliberalismo encontró su paraíso fiscal: elEstado policiaco. Y ahora retorna a su origen y nos promete lo únicoque tiene: la violencia; por eso agrede, porque es lo único que haaprendido como forma de vida.Esa es la triste oposición que retrata a una oligarquía cooptada porun sector que, a base de pura violencia, trepó socialmentecorrompiendo a una sociedad (que se denomina clase media) que, como subase de reclutamiento, está llamada a defender los intereses delladrón, en desmedro de sí misma. Ya no pueden acudir al discursoliberal o socialdemócrata, quienes fueron paridos por el fascismo, ycuyo modo de acumulación es inadmisible por los mismos principios quese encargan de, otra vez, corromper. Por eso lo de "Consejo NacionalDemocrático" (que es la sigla que roba los mismos principios queatropellan) es una burla, porque no tiene nada de consejo ni denacional ni de democrático; y ese modo abusivo de ampararse enbanderas ajenas los retrata de cuerpo entero: robar como forma devida.Por eso el aparente triunfo que logran es sólo la demostración de suderrota, porque la violencia no es gratuita y eso manifiesta laperdida de hegemonía de aquel que no sabe siquiera sacarle partido auna batalla. Por eso la estrategia del presidente era sabia: es mejorque se desmorone por sí solo lo que no tiene poder real. Enfrentarlesignificaba darle crédito a algo que no lo tiene, caer en la trampamediática: la legitimidad inventada. Ser realista consistía en saberadvertir esto; por eso el referéndum ratificatorio era fundamentalrealizarlo. Ahora el desenmascaramiento no sólo es paulatino sinototal y demuestra que las supuestas demandas regionales eran unmagnífico pretexto para ocultar la intención última; aquella quecaracteriza a la oligarquía boliviana en su conjunto: su interés nuncacoincidió con el interés nacional, porque ese interés se logróprecisamente atropellando el interés nacional. El relevo oligárquicofue un relevo extractivo y que configuró una casta improductiva yávida por comprometer el patrimonio nacional para lograr beneficiosinmediatos. Por eso pierde el Acre o el Litoral y, ahora, prefieredespedazar su país que verlo desarrollarse de modo auténtico.Esa historia degenera en el actual relevo oligárquico que, asiste aesta definición histórica, cargando no sólo el fracaso centenario desu incapacidad, sino la inmoralidad inherente de su últimaacumulación. Así como el narcotraficante transforma un alimentosagrado (como la coca) en un veneno, no le tiemblan las manos (ni leremuerde la conciencia) cuando transforma la vida en muerte, lalibertad en opresión, la democracia en fascismo. Y para ello hurga ymanipula los asuntos más delicados para sembrar odio y sangre en latierra que nunca respetó ni amó. El asunto nunca fue autonomía versuscentralismo. Porque el centralismo no fue de una región sobre lasotras sino de una oligarquía que capturó para sí el poder central y,desde allí, recondujo todos los recursos en beneficio propio. Por esose corrobora lo siguiente: nadie es poderoso por tener mucho dinerosino por haber accedido al Estado.Si la crisis aparece estando el narcotráfico en el poder entonceshacen del Estado un estado totalitario; las armas se amparan en la leypara asesinar al pueblo. Pero si el poder público se les esarrebatado, entonces llaman a la movilización civil de su ámbito dereclutamiento: la clase media. Pero la legitimación no cambia, setrata de legitimar la dominación en el asesinato. Por eso conducen asus convocados a la violencia, porque, en el fondo, no saben otramanera de legitimar su poder sino es asesinando; pero para que noaparezca como lo que es: asesinato puro, tienen, necesariamente, queencubrir el asesinato ideológicamente. El que asesina debe asumir suacto como algo "bueno" y, mientras "más bueno" lo considere, másmuertes estará dispuesto a ocasionar. Es cuando el totalitarismo sedesnuda y toma como rehén a todo un país y le exige, como pago, nocambiar nada: la legitimación consiste en asesinar y cuanto más seasesine más legitimidad tendrá el asesino. No se trata de una demandasino de una amenaza, por eso sus términos no admiten concesiones oterceras vías. Es este totalitarismo el que provoca una situación sinsalida; provoca la confrontación, porque es a lo que apuesta, de modoque justifica esta porque previamente ha asumido que es legítimoasesinar; el origen de su legitimación se encuentra siempre en ladisposición que tiene a matar; está seguridad es la que intimida y dafuerzas a sus convocados: su fidelidad está en la disposición suicidade acabar con todo si no se le cumple lo que quiere. La ideologizaciónde sus creencias (el racismo hecho "catecismo autonomista") es lo queapalea a todos los demás convertidos en enemigos.Ese es el discurso de los prefectos, en el que advertimos dónde hacenido la confrontación y la intolerancia. Es un discurso que no sabemedir sus palabras y sólo reafirma una insolencia que sólo podríaprovenir de la soberbia. Precisamente los medios (los grandesperdedores del referéndum) son quienes dan alas para que el soberbiose crea amo y señor de algo que no le pertenece. Ni siquiera eltriunfo virtual de los prefectos, inventado por los medios (que ahorano hay que decirles nada porque se enojan, lujo que no se puede dar elpueblo, que es quien padece sus mentiras), era triunfo, porque ¿quésignificaba ganar si sólo habían ganado entre sus compadres y suscaporales? Los medios, que se creen Dios, porque juzgan sin apelaciónalguna (pues hasta ahora ningún medio rectificó la asquerosamanipulación que hizo), repartiendo vida y muerte a granel,decidiendo, por anticipado, como Dios, quién gana y quién pierde (comola sentencia del tribunal supremo gringo, cuando le robaron laelección a Al Gore: "quizás no sepamos quién ganó, pero sí estamosseguros quién perdió"). Los "dos tercios", el 67.4% (bandera de laderecha en la Constituyente, pero ahora inexistente en sus bocas) deapoyo nacional al gobierno es un triunfo, dicen estos medios, sólo"relativo": "la revocación es en 5 departamentos", decía el padrePérez y los analistas de Gonitel y sus gemelas PATB, buscandodesesperadamente argumentos para quitarle el triunfo al gobierno (sital situación fuese cierta, entonces habríamos dejado de ser nación,gracias a Dios somos nación y el referéndum dejó establecido eso). Elbaño de humildad que precisa la derecha se hace imposible, pues nisiquiera en sus "triunfos" son capaces de sensatez. "No odies a tuenemigo, eso afecta tu juicio". Es una lección que dictamina laprudencia política. La virtud consiste en reconocer la dignidad deladversario; de ese modo el conflicto no se absolutiza y el diálogo esposible. Pero desgraciadamente no hay prudencia ni virtud en laoposición que ahora mengua a menos de un tercio de luna; pues la"media luna" quedó reducida a su tamaño real: los adictos de losmedios (quien se alimenta de mentiras sólo sabe escupir veneno).Acusado de populista y caudillo autoritario, el presidente EvoMorales, es quien, curiosamente, le devuelve al pueblo su condición desede originaria de la legitimidad y la soberanía. Los prefectos,todavía hijos del absolutismo del dieciocho (l'Etat c'est moi), sonincapaces de reconocer que su poder es una delegación que el pueblosiempre y, en última instancia, produce como sede originaria del poderreal. El referéndum consistía precisamente en devolverle al pueblo esasu cualidad originaria. De modo que el acusado de autoritarismo otorgaal pueblo la posibilidad de su revocación y quienes le acusan sonaquellos que, más bien y acorde a su condición inmoral, usurpan denuevo aquella delegación y ofenden, como primera muestra de laarrogancia de aquel que cree que el poder reside en él. Después de másde "dos tercios" de aprobación nacional, el discurso del presidenteEvo Morales es todavía conciliador y muestra una sabiduría ymagnanimidad propia del estadista. Lo cual lo distingue de toda lalacra política que nos gobernó (y pretende todavía usurpar de nuevo elpoder) y manifiesta una verdad que aparece de cuerpo entero: sóloquien venía de abajo podía entender, en su verdadera dimensión, lascontradicciones de nuestro país; y que esa sabiduría no podía procederde Harvard o Cambridge o Lovaina o Chicago, sino de aquí mismo, de latierra que nos parió y sufrió con nosotros nuestra suerte. La leyendade la coca era cierta, sólo ella podía producir un líder merecedor deesta nuestra tierra.Eso es lo que distingue a un proyecto nacional de un interésparticular. Y lo que distingue a la autoridad moral de la inmoralidadautoritaria. Al Evo de los prefectos. Por eso nunca hubo "empatecatastrófico", y eso sólo fue un triste empantanamiento de unaintelectualidad que quería quedar bien con Dios y con el diablo.Frente al iracundo desafío de la oligarquía (cuyos paros y bloqueosson pagados por los recursos que dicen defender) el pueblo no puedesino responder como acumulación histórica de la memoria. No se tratade una lucha de hegemonías que, en última instancia, es la opción delmás fuerte: ¿quién puede matar más?; sino de algo más allá que la meraaudacia política. Propiciar el conflicto es lo más fácil, pero enpolítica lo más fácil es lo más peligroso. La prudencia nos obliga asostener este proceso de modo democrático; es el marco en el que se haproducido este proceso y dentro del cual debe saber llevarse a cabo.Ese es el verdadero desafío que adoptamos como pueblo: el tránsitodemocrático hacia una nueva forma de vida; de modo que la resoluciónsea siempre política y no bélica. Porque hasta con las piedras que nosponen en el camino podemos todavía seguir construyendo. La oligarquíase mueve en el todo o nada, por eso su lucha es a muerte. Nosotrosproponemos la vida, por eso no provocamos la muerte. El derecho a ladefensa le pertenece a la víctima porque defiende la vida.Es lo que confirma el "Consejo Nacional por el Cambio" que,curiosamente, resignifica la sigla del MAS (que puede ahora ser lo queen su origen ha sido, el Instrumento Político para la Soberanía de losPueblos, IPSP); ahora se trata de: "Movimientos al Socialismo", enplural; porque las organizaciones aglutinadas se reúnen y confirman unhorizonte. Lo que resta ahora es explicitar ese horizonte: ¿en quéconsiste el socialismo como horizonte de una "revolución democrático-cultural"? El pueblo boliviano se propone a sí mismo como opciónhistórica y lo hace en Cochabamba (el centro recuperado). La unidad enprimera instancia, la organización estratégica (como "Consejo Nacionalpara el Cambio") y el reencauzar sostenido del proceso; allí aparecela propuesta inmediata: un referéndum por la nueva constitución.Después del aplastante triunfo nacional, la sabiduría popular opta porla consulta y no por la imposición. El gobierno tratará de abrir losespacios del dialogo y la concertación, como es su deber, pero laresolución política del conflicto ya fue dada, otra vez, por elpueblo. La concientización o, dicho de otro modo, la nacionalizaciónde nuestra conciencia, es el suelo desde donde el siguiente paso esposible. No se puede transformar un Estado colonial si no setransforma sus estructuras, y esto empieza con otorgarle un nuevoproyecto, es decir, un nuevo sentido. El camino es y será arduo. Lametáfora lo ilustra de este modo: siempre hay un Egipto que oprime,pero también siempre hay una tierra prometida, y el único camino quenos conduce a este es el desierto, donde el pueblo debe saber crear lonuevo. Pero en el desierto el pueblo no está solo.Por eso la comunidad no es sólo humana sino comparece en ella Aquelque dice: "He escuchado el clamor de mi pueblo y te encomiendo a tique lo liberes". Cuando un deseo es sincero y generoso, el universoentero conspira con uno para realizarlo. Y no hay mayor deseo generosoque la liberación del pueblo.

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