sábado, septiembre 19, 2009

Menos mal que existe la oposiciòn....

La oposición pudo haber cambiado la ley

Al irse, permitió que el oficialismo votara con lo justo el artículo que obliga a las empresas a desprenderse de medios en un año


Por haber abandonado el recinto de la Cámara de Diputados, la oposición se perdió anoche la oportunidad única de herir de muerte el proyecto de radiodifusión del Gobierno.

En efecto, si todos los bloques opositores hubieran permanecido en sus bancas durante la votación en particular de cada artículo, habrían podido rechazar, por amplia mayoría, uno de los puntos medulares de la iniciativa oficialista: el artículo 161, que somete a los actuales grupos de medios de comunicación a una "desmonopolización" compulsiva, objetivo primordial que persigue el Gobierno con este proyecto de ley. El nuevo régimen (si es que el Senado lo aprueba tal como está) obligará a los multimedios a desprenderse de licencias para adaptarse al nuevo régimen legal, que restringe severamente la cantidad de medios por operador.

Es cierto que en la votación en general de la iniciativa el oficialismo se impuso ampliamente, con 147 votos a favor. Pero esta amplitud no se observó luego, avanzada la madrugada, en el tratamiento en particular de cada artículo, menos aún en el 161. En la votación nominal de ese artículo el tablero de la Cámara baja mostró los siguientes resultados: 107 a favor, 26 en contra y 6 abstenciones. Había 116 diputados ausentes, y aquí viene el dato sugestivo, pues 111 de ellos pertenecían a la oposición. Si esos diputados opositores hubieran permanecido en sus bancas, habrían asestado una derrota fabulosa al oficialismo, con 137 votos en contra frente a los 107 a favor.

"El mejor regalo que nos hizo la oposición fue el haberse retirado de sus bancas", admitía, sonriente, un encumbrado diputado oficialista, mientras hacía sus cuentas: con que sólo se hubieran sentado 82 diputados opositores, habrían ganado la partida, ya que se habrían sumado al lote de diputados que efectivamente votaron en contra: el socialismo, Solidaridad e Igualdad (SI), Proyecto Sur y el Movimiento Popular Neuquino. Para mayor sorpresa, aliados naturales del oficialismo como la Concertación (radicales K) y el Frente Cívico por Santiago tampoco avalaron el polémico artículo.

Los principales bloques de la oposición -la UCR, Pro, la Coalición Cívica, el cobismo y el PJ disidente- se retiraron anteanoche del recinto tras anunciar que no participarían de la votación, ni en general ni en particular, para no avalar un debate que, a su juicio, era irregular y viciado de nulidad. Indignados, denunciaron que el oficialismo había forzado los tiempos parlamentarios, emitido dictamen entre gallos y medianoche e iniciado la sesión especial de manera irregular.

Advirtieron que recurrirían a la Justicia, pero hasta anoche los principales referentes opositores no lo habían decidido todavía.

"Si nos quedábamos, consentíamos ese atropello. Además, difícilmente habríamos ganado la votación en particular porque el kirchnerismo hubiera hecho lo imposible para dar vuelta a los que, efectivamente, votaron en contra del artículo 161", se defendía anoche un importante diputado de la oposición.

Pero ¿y si la oposición lo hubiera intentado? No hay respuesta para esa pregunta. Lo que sí es cierto es que, con este antecedente de la Cámara de Diputados, en el Senado podría reeditarse la misma experiencia de una votación reñida en los artículos más polémicos. Cualquier variación en el texto por parte del Senado, el proyecto retorna a la Cámara baja.

Más allá de lo que allí suceda, lo cierto es que los diputados oficialistas le asestaron ayer un fuerte golpe a la oposición al desnudar, con crudeza, sus fisuras y diferencias internas.

Críticas internas

No sólo el socialismo se diferenció al votar a favor; un puñado de diputados que responden a Margarita Stolbizer también amagaron imitarlos hasta que, finalmente, se alinearon con el resto. En el radicalismo también se oían voces críticas hacia la estrategia de no participar de la votación. Menos aún de aparecer junto con Pro en una estrategia conjunta. El peronismo disidente, comandado por Jorge Sarghini, se rehusaba a acatar la propuesta que, más temprano, había sugerido Francisco de Narváez de ni siquiera debatir la iniciativa.

Resultado: conferencias de prensa por separado dominadas por el recelo y la desconfianza recíproca. La propia oposición admite, en reserva, que esta situación persistirá después del 10 de diciembre, cuando ya no pueda apelar al argumento de la inferioridad numérica para justificar una derrota.

Laura Serra
LA NACION

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