domingo, noviembre 09, 2008

Tropas uruguayas en epicentro
del conflicto bélico congoleño

En un país desgarrado por conflictos bélicos que se prolongan desde hace decenios, 600 de los 1.100 militares uruguayos que participan de la misión de paz de la ONU en el Congo quedaron en el perfecto epicentro de una batalla despiadada. Las tropas rebeldes de Laurent Nkunda se acercan a Goma, la ciudad que defienden estos uruguayos junto a efectivos de otros países, y pretenden establecerse allí. La población civil demanda protección, mientras que la ONU hasta ahora sólo envió el apoyo de dos helicópteros artillados.

“Uruguayos, a salvo en situación complicada”, titulaban ayer las páginas internacionales de Ultimas Noticias. Y se trataba del mejor resumen que podía trazarse entonces, y en tan sólo seis palabras, sobre la coyuntura que vivían los 1.100 militares uruguayos que participan de Monuc, la misión de paz de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo, y en especial el contingente de 600 efectivos estacionado en la ciudad de Goma y testigo del aluvión de refugiados civiles que buscan amparo frente a un fuerte avance de tropas rebeldes que ganan posiciones desde la frontera con Ruanda y que pretenden, precisamente, hacerse fuertes en la población cuya defensa comparten hoy fuerzas uruguayas e indias.

Fuera de algunas intervenciones con helicópteros artillados, las tropas de la Monuc (Misión de ONU en el Congo) no han entrado en combate. Frente a los rebeldes están las tropas del ejército congoleño y los helicópteros de la Monuc -despachos de agencia decían haber visto dos de estas aeronaves en las acciones de la víspera-, que fueron eficaces al hacer retroceder algunos kilómetros a las fuerzas invasoras. Pero desde la capital ugandesa de Kampala, voceros de los rebeldes enfatizaron su propósito de apropiarse de Goma “en dos o tres días”. No recordamos otra circunstancia en que tropas uruguayas en misión de paz con Naciones Unidas se aproximaran tanto al momento en que no hay más remedio que apretar el gatillo de sus fusiles de asalto y de los cañones livianos de sus vehículos de transporte. Algo a lo que están, por otra parte, autorizados dado el carácter de su misión, que no es de “mantenimiento” sino de “imposición” de la paz.

Frente a este panorama, conviene hacer un muy somero repaso de las circunstancias que han llevado a un país que es el tercero de África por la extensión de su territorio, poseedor a la vez de importantes riquezas minerales, a convertirse en pasto de dictadores que se cebaron en sus riquezas y en el escenario de una tragedia bélica casi continua desde su independencia en 1960. Un infortunio nacional que ya se había ensañado con lo que era entonces el Congo Belga, tras una experiencia colonialista que resultó especialmente inhumana.

Un principio de explicación es la multiplicidad étnica y tribal de un país que primero se llamó Zaire y luego pasaría a ser la República Democrática del Congo, o Congo Kinshasa. Otro ingrediente fue el esfuerzo belga por mantener el control de las regiones más ricas en minerales, lo que llevó a secesiones territoriales que darían lugar al nacimiento de Estados títeres. Y el Congo fue, por último, otro de los escenarios sangrientos de la Guerra Fría, con conflictos atizados por el enfrentamiento global entre las democracias y el comunismo.

En cuanto a la multiplicidad étnica, el país cuenta con 65 millones de habitantes entre los que se han catalogado 250 etnias diferentes, mientras se hablan cerca de 700 idiomas y dialectos. La accidentada vida política africana ha derivado también en el tránsito de refugiados, mientras que la población crece a un ritmo absolutamente inusual, con un promedio de 6 hijos y fracción por cada mujer. Pero los conflictos bélicos han significado una dolorosa sangría, estimándose que en la primera y segunda guerra del Congo se perdieron cuatro millones de vidas. Es la mayor pérdida en combate desde la Segunda Guerra Mundial. Por último, los indicadores sociales y económicos de un país desangrado por la guerra, los enfrentamientos tribales y varios gobiernos corruptos más allá de cualquier límite, son penosos. El Índice de Desarrollo Humano, indicador establecido por el Programa de Naciones Unidas Para el Desarrollo combinando indicadores económicos y sociales, es uno de los más bajos del planeta: aparece en el lugar 168 entre 170 países. El producto bruto per cápita se estimaba en menos de 600 dólares en 2005, la esperanza de vida al nacer es de 48 años y la mortalidad infantil de unos insólitos 102 niños cada mil nacidos vivos.

En ese país sufriente, tropas uruguayas intentan hacer un aporte a la paz. Difícil y peligrosa misión. Las tropas rebeldes de Laurent Nkunda, oficial rebelde sostenido desde Ruanda y acusado de graves crímenes de guerra, avanzan a pocos kilómetros de Goma, hoy asiento de buena parte de las tropas uruguayas. La población civil espera el amparo de ONU -ayer hasta apedrearon vehículos uruguayos-, en una situación especialmente compleja en la que es necesario poseer una fortaleza muy superior a la de los agresores para asegurar el éxito. Y dos helicópteros artillados seguramente que no alcanzan, en una circunstancia en la que está justificado preocuparse por la suerte de nuestros compatriotas, a los que no cabe más que acompañarlos desde aquí en esta hora de peligro con el ferviente deseo de que cumplan sin pérdidas su importante misión.

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