Hoje você é quem manda
falou, tá falado
não tem discussão
a minha gente hoje anda
falando de lado
e olhando pro chão, viu
você que inventou esse estado
e inventou de inventar
toda a escuridão
você que inventou o pecado
esqueceu-se de inventar
o perdão
Apesar de você
amanhã há de ser
outro dia
eu pergunto a você
onde vai se esconder
da enorme euforia
como vai proibir
quando o galo insistir
em cantar
água nova brotando
e a gente se amando
sem parar
Quando chegar o momento
esse meu sofrimento
vou cobrar com juros, juro
todo esse amor reprimido
esse grito contido
este samba no escuro
você que inventou a tristeza
ora, tenha a fineza
de desinventar
você vai pagar e é dobrado
cada lágrima rolada
nesse meu penar
Apesar de você
amanhã há de ser
outro dia
inda pago pra ver
o jardim florescer
qual você não queria
você vai se amargar
vendo o dia raiar
sem lhe pedir licença
e eu vou morrer de rir
que esse dia há de vir
antes do que você pensa
Apesar de você
amanhã há de ser
outro dia
você vai ter que ver
a manhã renascer
e esbanjar poesia
como vai se explicar
vendo o céu clarear
de repente, impunemente
como vai abafar
nosso coro a cantar
na sua frente
Apesar de você
amanhã há de ser
outro dia
você vai se dar mal
etc. e tal
Un lugar donde poner cosas que me interesan que a su vez me gusta compartir, mucho humor ya que la vida es para disfrutar con una sonrisa, y también importante información sobre el cambio en nuestra querida América. Si alguien quiere informarme de algo, me pueden escribir a danielperi@live.com.ar
lunes, diciembre 06, 2010
Chico Buarque - Apesar De Você
viernes, noviembre 19, 2010
JOYITAS uruguayas PARA ENCUADRAR!!!
J - "Es como si Salto no plantara naranjas, si Colonia no elaborara más quesos, Canelones no produjera vinos y Paysandú no plantara más chajá..."
(Una nota en Telemundo, edición central, comentando la suspensión del cultivo de ananás en Hawai )
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J Bueno, y acá tenemos la Sirte Coca Cola"
(El Toto Da Silveira en La Hora de los Deportes aludiendo a la Sirte sabor Cola)
"....Y espero que esos Reyes magos traigan en sus trineos la felicidad que cada uno espera......"
(Ariel Delbono en el programa radial La hora del mediodía, confirmando algo que sospechábamos hace tiempo. Papá Noel no son los padres, sino los Reyes Magos, que estaban hartos de la lentitud de los camellos y decidieron secuestrar su trineo con los renos incluidos.)
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J "Son cosas sin sentido, cosas sin sentido, que no tienen sentido"
(Un sorprendido Andrés Sena en el programa Historias Reales de Canal 10.
Claro, porque lo usual es que las cosas sin sentido tengan sentido, ¿no?)
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J "No es necesario recorrer los cinco puntos cardinales para saber que tenemos caballos de genética excelente...." ( programa TV Rural en Tveo. Un reportaje en el que la princesa Leticia D'Aremberg nos enseñó que además del norte, sur, este y oeste un quinto punto cardinal indefinido acecha misteriosamente en el planeta que habitamos)
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J "Las Fuerzas Armadas no quieren estar de espaldas al pueblo, como nunca lo estuvieron y no deberían haberlo estado."
(Teniente general Enrique Bonelli en Telemundo.)
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J "Sale Nacional a la cancha totalmente de blanco con short azul"
(Pequeña confusión cromática o dificultad para comprender el significado
de "completamente" ).Radio Universal Uruguayo 2009.
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J Se parece al Titanic, pero este hundimiento es REAL!!"
(Todos nos preguntamos: a Andrés Sena, conductor de Historias Reales por Canal 10, ¿lo dejan salir alguna vez de la sala de cine? Cuando un avión se caiga nuevamente en la cordillera de Los Andes, ¿aclarará que "es como Viven!, pero real!!"? La frase fue repetida con insistencia en el programa del martes 20 de diciembre, mientras se hundía un barco, por cierto no tan importante como el Titanic, que se hundió "realmente" en 1912.)
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J "Agradezco a todos y en especial al 'hipódromo de los sandwiches' por las masitas..."
(Ubaldo Morales, campeón departamental de bochas, al agradecer al Emporio
de los Sandwiches el abastecimiento alimenticio del evento en la localidad de San Ramón)
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J "Perdón que le pregunte colega, pero ¿dónde queda ese cuarto intermedio que tenemos que ir?"
(Una joyita de Luis Basilio Morales, diputado suplente del Dr.Gustavo Silvera, de la lista 15 por Cerro Largo en la legislatura , en su primer estadía por el parlamento.)
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J "¡Cuidemos la selva uruguaya!"
(Alex, líder de Maná, concierto del año 1997 en Portones. Vamos bien, sólo nos falta preservar los icebergs y las ruinas mayas.)
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J - Dr. Da Silveira: Porque nos fue mal en Maracaibo y en Barranquilla.
- Gorzy: Y en Colombia también.
- Dr. Da Silveira: Sí, en Barranquilla.
- Gorzy: Y en Colombia también.
(Programa de Punto Penal, domingo 20 de noviembre.)
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J "Nos levantamos de entre las cenizas como el gato Félix"
(Miriam Alfonso, diputada colorada)
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J "Porque NIX es como vos, te cuesta más y te gusta menos"
(Gran algarabía en el departamento comercial de la empresa de refrescos Nix, ante el comentario de Ana Laura, la movilera del programa De igual a igual)
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J "¡Violento disparo y la pelota pasó como pedo por arriba del travesaño!"
(Finísimo. Delicado como un guiso de lentejas en una cena de Alfredito Etchegaray. El popular relator floridense conocido como el "gordo" Olmos, dejando chiquitos a Ruben Casco y Alberto Kessman. A causa de palabritas como ésta, la radio lo suspendió dos semanas, y al volver declaró:
"Bueno, queridos radioescuchas, estamos de vuelta después de esa pequeña cagada que nos mandamos".)
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J - ¿Cómo forma México en la noche de hoy?
- El equipo incaico de México formará de la siguiente manera...
(Pregunta de Carlos Muñoz y respuesta del vestuarista Freddy Hernández en la previa de Uruguay-México )
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J "Vine, porque como dice el dicho: Si Mahoma no va a la montaña...Mahoma va a la montaña"
(Juan Ramón Carrasco apareciendo sorpresivamente en La Hora de los Deportes, y dejando helados a Etchandy y Cía con su versión del famoso refrán.)
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J "¿Como se los puedo decir para que ustedes entiendan? Tiene una especie de pendorcho en la cabeza ...perdón, me corrigen acá, penacho quise decir, penacho"
(El encanto de Alberto Kessman intentando describir el peinado de un jugador de la selección de Nigeria, por radio Universal.)
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J "Uruguay ganó 3 a 0, y el empate transitorio lo convirtió el Uruguayo Sergio Abreu"
(Rosario Castillo en Subrayado Última Edición, confundiendo al ex-canciller con el loco Abreu) Suerte que era la Última Edición.
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J "La cumbia tuvo su furor impensable en la segunda década de los 90"
(Jorge Nasser en el programa Planta Baja del 12)
¿Qué habrá pasado en la tercera década de los 90 ?
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J Kessman: La lleva Soruyo, va Soruyo, ¿quién marca a Soruyo?
Gard: Alberto, es Sorucco.
Kessman: Sí, pero a mi me gusta decirle Soruyo
(El gran Alberto Kessman, el relator de fútbol que debe haber rebautizado a más deportistas en todo el mundo, por radio Universal.)
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J "Con ustedes, lo más esperado... ¡el Tigre!"
(Confusión felina del ex intendente de Maldonado, al presentar al Puma José Luis Rodríguez en un recital veraniego en el departamento)
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J "Y se estrena la obra Monólogos de una palabra sucia que no se puede nombrar"
(Victoria Rodríguez, sobre la obra Monólogos de la Vagina)
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J "¡Buenas noches amigos televisores!"
(Emilio Méndez, presentador de noticias rurales del informativo de Canal 11 de Treinta y Tres)
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J "Yo fui ex futbolista"
(Pato Aguilera con Rodolfo Pereira en VTV)
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J -La gente dice que Paco Casal te regaló una casa y un auto
-La gente dice que vos sos puto (La pregunta es del Dr. Alfredo Etchandy y la directa respuesta de Fernando Tajo Silva, entonces presidente de la mutual cuando la huelga en el fútbol.)
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J "Sí, da la casualidad que me dicen Ojota y que las iniciales de mi nombre son la O y la J, por Oscar Javier..."
(OJ Morales en entrevista, creyendo que su sobrenombre va en en alusión a la popular ojota o chancleta)
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J - ¿Qué opina del problema de la capa de ozono?
- Eso es un problema interno del Partido Colorado (edil Julio Barboza)
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J - Nombre una parte del cuerpo del hombre con nombre de fruta.
- Ehh... ¿banana?
(Respuesta con muchas dudas de una pareja en un programa de preguntas y respuestas)
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J "...y Florida es una ciudad que queda al sur de Montevideo"
(Sebastián Viera en conversación con Alejandro Fantino en el programa Mar de fondo)
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J "El comunismo es como un pulpo, que avanza con sus testículos..."
(Adauto Puñales, ex intendente de Rocha) IN MEMORIAM.
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J - Yo antes de cada partido, besaba las Pelotas.
- ¿Las de tenis?
(Julia Moller en Punto Final ante el comentario de la esposa del tenista Diego Pérez)
jueves, noviembre 18, 2010
Demostrando con el Absurdo
En las Ciencias Exactas, dicho en criollo, agarramos un cacho de realidad y comparándola consigo misma desde diferentes puntos de vista, algo no nos cierra y en determinado momento concluimos que algo que suponíamos de una manera, ahora nos parece de otra. eso La realidad no es matemática, y si bien no demostramos nada por el absurdo, por lo menos empezamos a entender que a quienes están más alejados y podamos acercarnos, porque en algún punto vamos a coincidir. Y yo de yapa hago catarsis.
En las Ciencias Exactas tenemos un mecanismo muy particular para probar que un Teorema, una Fórmula, un Enunciado son verdaderos. La Demostración por el absurdo. Consiste en suponer que dicho Enunciado es Falso y desglosándolo con sucesivos pasos Lógicos Verdaderos llegamos a una contradicción. Si es así, al haber usado todos procesos lógicos verdaderos, podemos concluir que la contradicción se produjo en suponer el enunciado Falso, resultando entonces verdadero.
Dicho más en criollo: agarramos un cacho de realidad y comparándola consigo misma desde diferentes puntos de vista, algo no nos cierra y en determinado momento concluimos que algo que suponíamos de una manera, ahora nos parece de otra.
Es verdad, la objetividad de la matemática no siempre es exactamente utilizable con la subjetividad de la vida, pero nos da las herramientas para hacer un análisis más profundo. Yo muchas veces analizo las cosas de esta manera porque me ayudan a entender cosas que antes no entendía, y parafraseando, ahora no entiendo como antes no las entendía.
Les propongo un juego, supongamos situaciones y hagámoslos preguntas. No es necesario que nos las contestemos enseguida, pueden quedar dando vueltas, pero démosles tantas vueltas hasta que se vuelvan absurdas.
Supongamos por un momento que dejo de creerles a Néstor y a Cristina. No importa a quién sí le creo, por un momento sólo supongamos que a ellos no. Y entonces supongo que la gente está peor que antes. El enunciado es "La gente está peor que antes". Desglosemos. ¿Qué gente? ¿Yo, vos, él, nosotros, vosotros o ellos? ¿Peor que cuándo? ¿Peor que ayer, que el mes pasado, que el año pasado, que hace 10 años? ¿Qué cuándo? ¿Peor en qué sentido? ¿Peor económicamente? ¿Peor socialmente? ¿Peor laboralmente? ¿Peor afectivamente? ¿Cuánto peor? ¿Apenas peor, bastante peor, mucho peor, la peor vez en los últimos años?
Uff, cuántas preguntas... A la que le sigue ¿Por donde empiezo? Por ninguna, que queden ahí por ahora, pero no las olvidemos. Y entonces comparo realidad con ficción. Voy a la plaza y miro la tele. Veo lágrimas en los ojos. Veo padres con hijos. Veo amigos y compañeros, abuelos y nietos. Oigo el silencio de los afligidos y los gritos de los exultantes. Comparo en la ficción y veo esas lágrimas magnificadas. Claro que la ficción puede adornar e incluso cambiar el mensaje, pero la realidad coincide. Hoy coincide.
Me ha pasado una cantidad importante de veces ver algo en la calle, sentirlo de una manera y luego ver lo mismo pero distinto. En la tele o en los diarios o simplemente en la opinión de otro. Él lo sintió distinto. Es lo normal, todos tenemos nuestras verdades subjetivas de la realidad.
Pero hoy, 27 de octubre de 2010, coincidió todo. Lo que sentí yo con lo que sintió mi compañera. Lo mismo que sintió mi viejo. Lo mismo que sintió mi entorno. Todos no, es verdad, pero la gran mayoría. Y lo sintió el innumerable número de personas con las que me crucé en esa plaza, la plaza de la historia. Y si vamos de nuevo a la ficción, coincidió también. No todos, de nuevo, pero la gran mayoría. Incluso los que casi la mayoría de veces lo sienten distinto que yo. Ellos tuvieron que coincidir también. En mayor o menor medida, con mayor o menos efusividad, pero coincidieron. ¿Sintieron o tuvieron que coincidir? No lo sé, pero entiendo lo que significa.
Lo vi coincidir en una policía, que al mismo tiempo que le indicaba a la gente que vaya entrando a la Rosada, con la mano libre se secaba las lágrimas, porque no podía permitirse mostrarse vulnerable en el cumplimiento de su deber. Pero no podía aguantarlo, lo tuvo que largar. En una plaza donde muchas veces la policía hacía llorar a la gente, sea con gases o a los golpes, esta vez lloraban a su lado. Lloraban mientras los custodiaban.
Lo ví en el gesto inocultable de MI PRESIDENTA, con lentes oscuros y todo, cómo se le comprimía el cuello de dolor mientras un hermano argentino se paraba frente al cajón y entonaba las estrofas del Himno Nacional Argentino. Se le veía en el cuello como se le aflojaban las rodillas cuando su hija la abrazaba aún sabiendo élla que también tenía que mantenerse entera. Y se veía como rápidamente intentaba y lo lograba, mantenerse firme una vez más. ¿Alguno de todos nosotros tiene la más reputa idea de lo que significa para un ser humano que la persona que te acompañó durante más de 30 años, la que proyectó una vida con vos, la que estuvo a tu lado en los momentos más significativos de tu vida, buenos y malos, la que le sacó innumerables fotos a tu sonrisa, ahora de golpe y porrazo esté metido dentro de un ataúd en el Corazón de la Casa de Gobierno de la República Argentina y que cientos de miles de personas que nunca conociste pasen frente a vos con lágrimas en los ojos despidiéndolo a ÉL? No sé si alguien que no lo haya vivido sea capaz de entender siquiera lo que puede llegar a ser eso.
Hay que tener una tremenda fortaleza. Pero para eso hay que creer profundamente en tus convicciones. Hay que sentir profundamente que ese es el camino, que hay que seguirlo. Y cuando ves todas esas verdades subjetivas de golpe, que además coinciden con las tuyas, y las transpones con todas las preguntas que nos hicimos antes, algo se mueve. No sé todavía qué, pero algo se movió, es fija que se movió.
No podemos asegurar con certeza matemática la antítesis del enunciado. Cuando las cosas son verdaderas o falsas es más fácil, si no es la una es la otra. Pero en la realidad eso no pasa, por eso la realidad no es matemática. Pero sí nos sirve. Nos sirve para entender que si bien el enunciado "La gente está peor que antes" no se convierte en "La gente está mejor que antes", por lo menos el adjetivo-subjetivo "peor" dejó de estar en negro y anda recorriendo los grises.
Y si bien no demostramos nada por el absurdo, por lo menos empezamos a entender que lo mejor que podemos hacer es decir lo que pensamos, así podemos dejar que otros se vean reflejados en nosotros y nosotros vernos reflejados en ellos. Así sabemos quienes están más alejados y podamos acercarnos, porque en algún punto vamos a coincidir. Y yo de yapa hago catarsis.
miércoles, noviembre 10, 2010
Algo que recorde hoy en una charla.... y uno de mis preferidos...
[Soliloquio: Fragmento de La vida es sueño]
Pedro Calderón de la Barca
¡Ay mísero de mí, y ay, infelice!Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
qué yo no gocé jamás?
Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma;
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?
Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas
(gracias al docto pincel),
cuando, atrevida y crüel
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto;
¿y yo, con mejor instinto,
tengo menos libertad?
Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas, bajel de escamas,
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío;
¿y yo, con más albedrío,
tengo menos libertad?
Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas, sierpe de plata,
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de las flores la piedad
que le dan la majestad
del campo abierto a su huida;
¿y teniendo yo más vida
tengo menos libertad?
En llegando a esta pasión,
un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón,
negar a los hombres sabe
privilegio tan süave,
excepción tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?
lunes, noviembre 08, 2010
Militancia probada y capital.....
En su edición del 2 de octubre de 2010, la revista The Economist dedica una larga nota, además del editorial, al Brasil que deja Lula, y a la sucesión de Vilma Rousseff. Dejando de lado algunos desacuerdos secundarios, la revista es muy elogiosa para con el líder del Partido de los Trabajadores. “Lula dio a Brasil continuidad y estabilidad”, sostiene. Y sobre Rousseff dice que es “una mujer fuerte y con coraje: siendo una joven militante de izquierda, sobrevivió a la tortura a manos del régimen militar, y atravesó una batalla contra un cáncer linfático el último año”.
Así The Economist afirma lo que muchos intuimos desde hace tiempo, a saber, que el establishment económico valora muy positivamente a los militantes de izquierda cuando éstos pasan a defender el capital y su Estado. Es que los ex militantes de la izquierda por lo general han tenido una visión crítica, que les ha permitido formarse criterios propios. Muchos, además, han pasado por pruebas complicadas, como es el caso de Rousseff, del uruguayo Mujica, y de tantos otros. Un hecho que no es menor cuando hay que evaluar la resistencia frente a las tensiones que derivan de los conflictos entre las clases sociales, o sus fracciones. Además, aun los que tienen una formación superficial en el marxismo, o en alguna teoría crítica, conocen mejor cómo funciona el capitalismo que los egresados de las escuelas del “equilibrio general” y tonterías semejantes. Por último, si un ex militante de izquierda pasa a defender los intereses del capital, parece no haber mejor prueba ante la opinión pública de que no hay alternativas serias al sistema.
Todo esto parece aplicarse en plenitud a Brasil, donde vemos desfilar a notables personalidades de izquierda al frente del Estado, con el aplauso de la burguesía. Recordemos que Fernando Henrique Cardoso, el antecesor de Lula, inauguró, junto a André Gunder Frank, la escuela de la dependencia, en los años sesenta. Luego fue girando hacia la derecha, y llegó a la presidencia de Brasil, desde donde impulsó medidas pro capital. Cardoso hoy es considerado todo un estadista. Lula fue un dirigente obrero que luchó contra la dictadura militar, y fundó el Partido de los Trabajadores. En el gobierno, Lula mantuvo lo esencial de lo hecho por Cardoso, y ahora se retira con los más altos honores de los “factores de poder”. Vilma Rousseff, que ya viene entrenada en la administración del Estado, tiene un pasado guerrillero y militante. Fenómenos similares ocurren en muchos otros países de América Latina. En algunos casos, los que giran no se hacen funcionarios, pero se dedican a hacer buenos negocios, aprovechando sus contactos con la gente que está en el poder (viejos compañeros, que se conocen y se tienen confianza). Y también están los que aceptan y justifican, a cambio de algún puesto académico; o incluso de alguna reputación, obtenida en base a apariciones en los medios, o viajes y conferencias internacionales, para promocionar políticas “progresistas”, de cualquier tipo. En fin, hay para todos los gustos y paladares.
Es muy generalizado
Lo anterior se da en el marco de un cambio generalizado, que abarcó a los grandes partidos que se consideraban de la clase obrera (en algún sentido, que hoy habría que debatir), y a los Estados “socialistas” o “proletarios”. Tal vez el giro más significativo, por lo que representó para la militancia, fue el que hizo el partido Comunista de Vietnam. En las décadas de 1960 y 1970 los vietnamitas eran considerados ejemplo y vanguardia del movimiento revolucionario y antiimperialista mundial. En 1975 consiguen el triunfo, las tropas de Estados Unidos huyen y el país se reunifica. Muchos pensamos que era un nuevo y gran avance de la revolución socialista (aun con los problemas que pudiera tener el proceso). Pero en 1976 el PC vietnamita inició tratativas para entrar el FMI; y desde entonces siguió en esa dirección. Hoy Vietnam es elogiado por el FMI, y las empresas multinacionales explotan a los trabajadores vietnamitas, por lo menos al mismo nivel que en cualquier otro país capitalista (el caso de Nike es proverbial). Es evidente de que aquí han operado impulsos económicos y sociales poderosos, relacionados con la internacionalización del capital (por lo menos desde fines de los setenta), y con derrotas profundas y duraderas del movimiento obrero y socialista. Entre ellas, el fracaso de los proyectos de construcción del socialismo en un solo país. Y el fracaso de las estrategias socialdemócratas y reformistas (partidos comunistas occidentales incluidos) de modificar al capitalismo en algún sentido fundamental. No hay otra manera de explicar un quiebre político e ideológico de tanta magnitud.
Dos enseñanzas
Al margen del necesario debate sobre las razones más profundas de este cambio, parece necesario sacar algunas enseñanzas de esto. En primer lugar, entender la capacidad de adaptabilidad del capital. El capitalista es, ante todo, un negociante que procura mantener y extender las condiciones que hacen posible la explotación del trabajo. Esto incluye mejorar la preparación de la fuerza de trabajo, y aliviar en lo posible las tensiones y conflictos. Si en un país la desnutrición infantil es muy elevada, eso atenta contra la futura fuerza de trabajo, ya que puede dar lugar a trabajadores con capacidades físicas y mentales disminuidas. Si en un país el índice de escolaridad es bajo, o si la educación es muy mala, también habrá deterioro de la fuerza de trabajo. Algo similar ocurre con la salud, o la vivienda. Por eso no es de extrañar que The Economist elogie el Plan Familia, que aplicó Lula, por el cual se dan subsidios a 12 millones de familias, a cambio de que vacunen a sus hijos y los envíen al colegio. Tampoco debería asombrar que la revista aplauda que hayan bajado la desigualdad de los ingresos o la pobreza. Ni debería extrañar que el capital acepte discursos “críticos”. Si los negocios funcionan bien, si los inversores son optimistas y avizoran buenas oportunidades de realizar ganancias, ¿qué importancia tiene algún discurso algo radical, para la tribuna? Lo importante es que los trabajadores confíen en Lula (o en Dilma), y que Lula defienda al sistema capitalista, en un sentido muy profundo. ¿Qué mejor seguro para el sistema? Todo esto es típico de las épocas en que las economías capitalistas se expanden, luego de haber atravesado profundas crisis, como sucedió en América Latina en los ochenta y noventa. Incluso el recuerdo de la crisis y la depresión, permite presentar al gobierno de turno como “salvador” de los sectores populares, y de los trabajadores.
En segundo término, y vinculado a lo anterior, debería quedar claro que esta capacidad de asimilación, lejos de debilitar al capital, lo fortalece. En este respecto la idea de avanzar hacia la transformación socialista por medio de la “guerra de posiciones”, esto es, mediante el copamiento paulatino de espacios dentro del Estado, es una ilusión. Entre 1973 y 1974 fue la estrategia desplegada por los Montoneros, que “controlaban” las universidades, algunas gobernaciones o intendencias, entre otras grandes instituciones. Como es sabido, esa estrategia se fue al diablo desde el momento en que Perón les bajó el pulgar, y el gobierno peronista se largó a asesinar militantes y a reprimir a diestra y siniestra. Como botón de muestra, basta recordar el derrocamiento del gobierno izquierdista de Córdoba, mediante un golpe semi fascista, alentado por Perón, en 1974. Poco tiempo después los Montoneros girarían a la postura opuesta a la de “guerra de posiciones”. Pensaron que un golpe militar sería beneficioso, dado que la población estaría obligada a elegir entre ellos y los militares. Sabemos en qué terminó esa táctica, pero lo importante es que pasaron los años, y las crisis, hasta que en los noventa muchos de los viejos montos volvieron, pero como menemistas y gestores del capital. En esto quedó la transformación de Argentina mediante la guerra de posiciones. Por eso, cuando un cuadro de la izquierda se convierte en alto funcionario del Estado, o de una empresa capitalista, la izquierda no ganó ninguna posición “contra” el capital. Es el capital el que ganó, aunque nuestro izquierdista siga con el libro de Marx bajo el brazo. En este punto debería recordarse aquello que Marx decía de la Iglesia de la Edad Media. El hecho de que el hijo de un pobre campesino, si tenía una cabeza brillante, pudiera llegar a las más altas jerarquías eclesiásticas, no debilitaba a la Iglesia, sino la fortalecía y le daba vitalidad. Demostraba que podía absorber a las mejores inteligencias, y a la gente más dinámica, en su beneficio. Mutatis mutandi, esto es aplicable al presente.
Militancias y compromisos
En tercer lugar, quisiera hacer una reivindicación del militante de izquierda, en específico, ya que con el giro hacia el capital, también se ha desvirtuado el contenido de la militancia de la izquierda. Hoy parece que da lo mismo militar por el capital, que contra el capital; por el Estado, que contra el Estado. Por supuesto, en este punto entra mucho de lo personal, y lo que digo ahora está atravesado por la pasión y los recuerdos de compañeros perdidos.
Por estos días se habla mucho del militante, y se reivindica la militancia política. Pero dentro de esta categoría se encierran actitudes y trayectorias que no tienen nada que ver con lo que es la militancia de izquierda. Al menos, con la militancia que he conocido, desde mediados de la década de 1960, y hasta el presente. La mejor manera de expresarlo es a través de casos que, si bien teóricos, están inspirados en personas reales.
José, milita en un sindicado, en el que tiene un puesto dirigente, y entre sus tareas está reclutar barras bravas para ir a moler a golpes a los activistas de la oposición. José trabaja todo el día en defensa de los afiliados. En especial, en juicios laborales, en los que casualmente participan estudios de abogados a los que está vinculado. José también ha hecho una fortuna con “mordidas” que tiene con los estudios de abogados, pero no ve en ello nada malo. Es parte de la retribución por su actividad militante. También tiene poder para colocar gente en algunas empresas, y por eso ha hecho mucho bien a amigos y conocidos. Estos lo apoyan a muerte. José está sometido a muchas tensiones, y a veces los amigos le dicen que se cuida poco. Pero José explica que su vida es el sindicato y la militancia. Por supuesto, José está tan dedicado a su sindicato, que jamás se preocupó por los trabajadores precarizados y en negro; ni por los desocupados. Lo cual no obsta para que milite también en contra de los zurdos, que siembran la discordia en estos sectores. Además, lo interesante de la carrera de José, es que empezó como militante de un grupo de izquierda, cuando era un pibe, allá por 1975. Ese grupo, en 1978, le aconsejó aceptar un puesto en una lista oficialista del sindicato, para “hacer entrismo”. Desde entonces José siguió haciendo entrismo, hasta el día de hoy, sin dirigir nunca más la palabra a sus viejos compañeros. Y está muy entrenado en detectar posibles y peligrosos entristas, para echarlos rápidamente del sindicato.
Pablo es militante del mismo sindicato que José. Desde hace meses Pablo arriesga su seguridad y la de su familia, para formar una lista de oposición a la directiva del sindicato, defendida por José. Pablo vive pobremente, porque nunca aceptó sobornos, y ha sido despedido de varios trabajos. Siempre debido a su actividad gremial. Pablo hace críticas al manejo del sindicato por parte de gente como José. Muchos piensan que Pablo es un moralista pasado de moda, y que no entiende la esencia del sindicalismo.
Andrés es militante de un partido político, y ya llegó a puestos de importancia en el Estado. Siempre trabajó haciendo trenzas. A lo largo de los años, y a costa de una esforzada militancia, Andrés desarrolló un notable olfato para entender “cómo viene la mano” y dónde recostarse. En los noventa militó a favor de las privatizaciones menemistas; hoy lo hace por el modelo productivista de Kirchner. Muchos piensan que es muestra de su gran tenacidad militante, de su compromiso con la militancia en sí misma. En cualquier caso, y como corresponde a tanto esfuerzo, a Andrés le llegó la recompensa. Hoy tiene un alto puesto en el Estado, que le da derecho incluso a un automóvil con chofer. Andrés proclama que lo suyo siempre fue para mejorar la situación de la gente. Pero Andrés también amasó una pequeña fortuna. Cuando se le cuestiona este aspecto de su militancia, explica que él está empeñado en una lucha desigual “contra los grupos de poder”, y que necesita esos dinerillos para asegurar su futuro, el de sus hijos y el de sus nietos, ya que la lucha “contra los grupos” es a largo plazo, y despiadada.
Juan es militante de un partido pequeño, donde todo se hace a pulmón. Tan a pulmón que Juan destina todos los meses, de sus magros ingresos, una cuota para sostener al partido; y ha donado dos indemnizaciones a la organización (porque lo echan de los trabajos debido a su actividad política y sindical). Juan lee ávidamente la prensa de su partido para tener argumentos con los que discutir, ya que son muchas las presiones que soporta. El partido de Juan, en promedio, obtiene el 0,5% de los votos desde hace años, por lo cual Juan no tiene ninguna esperanza de llegar a ser alto funcionario, al menos en un futuro previsible. De todas maneras sigue trabajando por su partido, porque está convencido de que lo importante son las ideas, y que éstas algún día van a triunfar.
Ahora bien, si me preguntan por el mérito de ser militante, personalmente solo me identifico con Pablo y Juan. Esa es la militancia que conocí desde adentro. En cuanto a la militancia del otro tipo, la de los José y Andrés del ejemplo, no me parece que tenga nada de progresivo. No veo por qué hay que reivindicar en sí misma esa militancia, que por otra parte es la que abunda en las democracias burguesas.
Termino esta nota recordando un episodio que viví. Es el 22 de agosto de 1976. Estoy secuestrado en Superintendencia, en Capital, con los ojos vendados, con otros compañeros. En la noche del 19 al 20 de agosto los represores habían sacado a muchos compañeros y compañeras, diciéndoles que se iban a un penal. Ya a la tarde del día 20 nos habíamos enterado de que los habían matado a todos, cerca de Luján (es lo que se conoce hoy como la masacre de Fátima). De pronto, no sé de dónde vino, me dicen al oído (no podíamos hablar, estábamos tirados en el piso) que haríamos un homenaje a los compañeros caídos, y a todos los luchadores. Consistía en tomarnos de las manos y prometer que seguiríamos la lucha. Lo hicimos. Recuerdo que mi compromiso, asumido en esa vocesita interior a la que tratamos de ser fieles, consistía en seguir resistiendo a la represión para no entregar a ningún compañero. Seguramente, cada cual habrá hecho su propio compromiso. No sé cuál, y tampoco sé con certeza cuántos de los que estuvimos ese día, tomándonos las manos en silencio, estamos con vida al día de hoy. Sé de dos viejos y buenísimos amigos que sí, que estuvieron allí y permanecieron, y permanecen, fieles a aquellas promesas. Pero en cualquier caso, estoy seguro de que ninguno de los que estuvieron ese día en ese sencillo acto se hubiera reconocido en la militancia, oportunista y acomodaticia, que hoy muchos reivindican en estos tiempos de “realismo”. Por aquellos lejanos y oscuros días de agosto de 1976, en esa fría celda de Superintendiencia, nadie pensaba que debíamos pasar aquella prueba para terminar ofreciendo nuestros servicios al capital (y al elogio de The Economist). Tal vez esto ayude a entender el abismo que me separa de algunos discursos que circulan por estos días.
martes, noviembre 02, 2010
nueva semana... poquito para navidad/fin de año.... humor
Prostituta: 'Por 50 pesos te hago lo que quieras.'
Jacobo: 'Boino, istá bien. Entonces pintame el living.'
Rosemblum ve a la mujer de su amigo Aaron asomada a la
ventana...
Sarita, ¿tu marido está en casa?
No.
¿Puedo subir entonces para estar un rato contigo?
¿Pero, acaso me tomas por una prostituta?
¿No Sarita, quién habló de pago?
Bernardo está agonizando y le dice jadeante a su único hijo:
- Isaac, como estoy próximo a morir, quiero que sepas que
las siete casas, los tres edificios, los treinta taxis, la
fábrica de telas, las dos fincas, las ocho tiendas...
las joyas...los títulos valores...las esculturas...
- Sí, papi... ¿me los dejas?
- Te los vendo baratos... baratos...
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Pasan dos judíos en avión sobre el Vaticano y le dice
el uno al otro, muerto de la envidia:
- ¿Viste? Y pensar que estos empezaron con un pesebre.
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Luego de 15 años Samuel vuelve a su pueblo natal y lo
reciben sus tres hermanos con unas barbas que les llegaban hasta el
piso.
Al verlos así Samuel les dice:
- Pero, ¿qué son esas barbas?
- Es que cuando te fuiste te llevaste la cuchilla de afeitar.
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Abraham y Samuel están tomados de la baranda del
Titanic, que se está hundiendo irremediablemente.
Abraham llora como loco y Samuel le pregunta :
- ¿Por qué lloras así, Abraham?... ¿Acaso compraste barco?
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En un hospital un hombre se acerca al laboratorio para
realizarse un análisis de orina. El enfermero se sorprende
al ver que lleva no un frasco pequeño sino todo un balde.
Le mira y dice:
- Don Isaac, sólo es necesario un poco.
Pero el hombre se niega dice que no es amarrete e insiste
hasta que es aceptado.
Al día siguiente el médico llama a su casa y le informa:
- Don Isaac, le informo que el análisis de la orina salió perfecto.
El hombre corta y contento llama a los gritos a toda la
familia, cuando todos llegan junto a él les dice:
- Isaac, Berta, Rebecca, Ruth, Samuelito...! ninguno tenemos nada...!
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Dos amigos judíos se encuentran en la calle. Uno de
ellos va llevando del brazo a su anciana madre:
- ¡¡Hola Itzik !!, ¡¡Cuánto tiempo que no te
veio...!!. ¿Qué es de tu vida?.
- Pues aquí estoy con mi madre, que la pobre se quedó sorda y ciega...
- ¡Cuánto lo lamento, Itzik...!. Y dime, ¿la estás llevando al médico?
- ¡¡No, no!!. La acompaño para que le corten la luz y el teléfono.
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Un tipo decide alquilar su casa y pone un aviso en un diario...
El primero que acude es un judío, y le dice :
- Yo interesado en casa que usted alquila.
El propietario, cristiano, le dice:
- No señor, sabe, he descubierto que tengo varias tejas rotas, así que se
llueve adentro. Hasta que no las arregle no la alquilo.
- El interesado responde:
- NO IMPORTA SEÑOR, YO TENGO HERMANO TECHISTA EL ARREGLA
RÁPIDO, SIGO INTERESADO EN CASA.
- No señor, ¿ve esos pibes que juegan?, molestan tremendamente a la hora de
la siesta y a la mañana temprano, mejor no la alquilo.
- NO IMPORTA SEÑOR, OTRO HERMANO JUGUETERO, REGALO JUGUETES Y ME HAGO AMIGO
DE PIBES. SIGO INTERESADO EN CASA.
- El tipo se cansa y le dice :
- ¿Sabe señor?, yo no le quiero alquilar la casa a un judío.
- ¿YO JUDÍO SEÑOR?... NOOO YO CATÓLICO, CHE.
- ¿Ah sí ?. ¿Así que es católico?. A ver, ¿cuántos dioses hay?.
- DIOS UNO SOLO, PERO EN REALIDAD 3: PADRE, HIJO Y ESPÍRITO SANTO.
- ¿Y cómo se llama el hijo de Dios?
- HIJO DE DIOS, JESUCRISTO.
- Ah y ¿dónde nació Jesucristo?
- JESUCRISTO NACIÓ BELEN.
- Ah... seguramente en un palacio importante siendo el hijo de Dios.
- NO, POBRECITO, NACIÓ PESEBRE. .. CON VAQUITA...
BURITO... MUY POBRE...
- Ah, y ¿por qué nació en un pesebre?
- ¡¡PORQUE CRISTIANOS DE MIERDA NO QUERÍAN ALQUILAR
CASA A JUDÍOS!!
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Dios le preguntó a los romanos:
- Ustedes quieren un mandamiento?
- ¿Cuál sería el mandamiento, Señor?
- ¡No matarás!
- No, gracias. Eso interrumpiría nuestras continuas conquistas.
Entonces Dios le preguntó a los egipcios:
- ¿Ustedes quieren un mandamiento?
- ¿Cuál sería el mandamiento, Señor?
- ¡No cometerás adulterio!
- No, gracias. Eso arruinaría nuestros fines de semana.
Dios entonces les preguntó a los sirios:
- ¿Ustedes quieren un mandamiento?
- ¿Cuál sería el mandamiento, Señor?
- ¡No robarás!
- No, gracias. Eso arruinaría nuestra economía..
Y así Dios fue preguntando a todos los pueblos hasta llegar a los judíos:
- ¿Ustedes quieren un mandamiento?
- ¿Cuánto costaría?
- Es gratis.
- Entonces mándanos diez
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domingo, octubre 31, 2010
Nosotros
Para Claudia Acuña, con amor peronista
En el final de la cola, unos ocho metros antes del féretro, en uno de los corredores de la Casa Rosada, una piba llora. Sí, una piba: 16, 17 años, como mucho. Divina, cándida, antelical. Una chica que bien podría uno imaginarse llorando así con una novela del Cris Morena Group o con la llegada de los Jonas Brothers, aunque un poco más hippona. Si Néstor Kirchner hubiera sabido que lo iba a llorar una piba así capaz que no se moría.
Ok, lo que acabo de decir es una reflexión machista, pelotuda, lo que quieran. Olvídense. Pero a ver si queda claro: la plaza de Mayo y sus alrededores se llenó de pendejas y pendejos divinos, pibes muy chiquitos, adolescentes y jóvenes conmovidos por la muerte de Kirchner. Pibes que transformaron en hit el canto “andate Cobos, la puta que te parió”, o su versión extendida: “Andate Cobos y llevate a la Carrió”. O sea, pibes y pibas que hicieron su lectura política del asunto. Pibes y pibas militantes.
Todos putos
Un pibe escribe con aerosol, en el piso, sobre la avenida de Mayo, casi Bernardo de Yrigoyen, Néstor VIVE, y sobre cada una de las V de la palabra VIVE escribe una K, reemplazando la P peronista del PERÓN VUELVE. Me río: se lee KK. O sea, caca. Evalúo por un momento la posibilidad de compartir mi hallazgo con el pibe que escribe con aerosol. Y lo imagino contestándome: “De caca te voy a llenar la cabeza, puto”. Pero no, descartado. El pibe no diría eso. Parece más un pibe que pudo estar tomando un colegio anteayer. Más rockero que cumbiero. Clase media porteña, laburante. El pibe de la fotocopiadora, ponele. Hasta es probable que ni sea peronista. Nada de “eh, puto”. Y menos ahora que a su lado pasa una columna (bueno, un grupito con pancarta), unas treinta personas que llevan orgullosas el cartel que dice “Putos peronistas”.
Sí, los putos y las travas también. En la fila, a ocho cuadras de Plaza de Mayo, está Marlene Wayar, la hermosa Marlene, altísima, flaca, ojos enormes, sonrisa transparente, la voz más lúcida de la diversidad sexual, el pensamiento más sexy del país, una travesti que no cree en el matrimonio pero cree en la igualdad. Quién lo hubiera dicho, Marlene en la fila para ver a Néstor. ¿O debo decir “en la cola”? Sí, Marlene en la cola de Néstor, que esta noche es también promiscua y libertina. Que esta noche es todos con todos, todas con todas, todos con todas, todas con todos, todo con todo. Esta noche, la del pastiche que supimos conseguir. Unámonos. Abracémonos. Te amo, Marlene. Qué bueno que estés acá.
Noche de abrazos
Esta es una noche de abrazos. Me abrazo con Marlene, me abrazo con Claudia Acuña (bueno, con Claudia siempre nos abrazamos), me abrazo con Mariana Collante, me abrazo con Eduardo Anguita (sí, aquí estoy, Eduardo, ¿dónde iba a estar?), me abrazo con Dani Tavarone (Dani, qué linda sorpresa, tanto tiempo), me abrazo con Maxi Vecco (responsable de los videos de ¡Mueva la patria!), me abrazo con mi compadre falopero Felcho Marquestó (nos encontramos de casualidad; él fue a la plaza con Ramón, su hijo de 8 años), me abrazo con el gran Poroto D’Addario, exquisita pluma chabona de Página 12, que está haciendo la cola a la altura de Bernardo de Yrigoyen entre Avenida de Mayo y Rivadavia, me abrazo con Juampi Pichetto, a quien hace años que no veo, y en qué andás, y me cuenta que está haciendo Clase Turista, y me alegro, qué buen programa, y nos fumamos esa tuca que queda, qué bueno vernos, pensamos, y claro, cómo no íbamos a estar acá.
Aquí estamos. Con esa bola de nervios, esa bola de cagazo y esa bola de emoción al vernos, al constatar eso, que aquí estamos. Somos bien distintos y de repente nos damos cuenta de que también podemos ser bien iguales. O que, bueno, esto es lo que nos une. Que no debería haber rencores a partir de esto. Que sí, después da para discutir, para cagarnos a puteadas, a bardearnos, a mandarnos a la concha de nuestras madres o a la puta que nos parió, que si ya llegaron los putos es probable que en cualquier momento también lleguen las putas peronistas, y tampoco tengamos miedo a volvernos un poco trogloditas (o a seguir siendo peronistas, como prefieran), ahora que todos estamos aprendiendo a ser más correctos. Pero siempre teniendo en cuenta esta noche. A bardear, a discutir, pero sabiendo cual es nuestro lugar en el mundo, dónde vamos a marchar cuando las cosas se pongan pesadas. Pensemos en Néstor.
Pensemos
Eso, pensemos en Néstor. No por obligación, sino porque eso es lo que nos sale: pensar, reflexionar, intentar hacer política. Porque después del abrazo, del reconocernos, de la certeza a mitad de camino entre el “qué bueno que estás acá” y el “claro, cómo no ibas a estar acá”, llega la discusión, la reflexión. Si hay algo para lo que sirvió esta noche es para constatar un par de cosas que, hasta hoy, no eran más que cuestiones que se afirmaban sobre la intuición. Ahora nos damos cuenta que era verdad, que la política había vuelto, que la militancia había vuelto. Y esta, la noche del Chau Néstor es la noche de la política y la noche de la militancia.
La vuelta de la política. La vuelta de la militancia. La vuelta de los pendejos a la militancia. Pensemos en Néstor. No, no fue Néstor quien construyó todo esto. Si Néstor fue apenas un gobernador peronista de los 90. Un gobernador de una provincia petrolera que estuvo en la primera línea de combate de la privatización de YPF. Un aliado de Menem y Cavallo. Un tipo al que, antes de llegar a ser presidente, jamás le importó lo que decían los movimientos de derechos humanos, que jamás se preocupó por los crímenes de la dictadura y que, encima, era el candidato de Duhalde.
Sin embargo, Néstor no sólo no defraudó, sino que sorprendió. Uno no esperaba casi nada y el tipo se mandó con varias cosas inéditas y esperanzadoras. Y siguió, aunque todas podrían resumirse en una: no tengo claro si Kirchner era mi amigo, pero estoy seguro de que irritaba a mis enemigos. No sé si a todos (las críticas que tuve, tengo y tendré tienen que ver con eso, con aliados impresentables), pero sí a muchos. Demasiados para los que nos tenía preparada la historia argentina. Y estas cosas sólo se pueden medir en perspectiva histórica.
Juan Domingo K
Más allá de las críticas que puedo tener, creo que Néstor Kirchner (él y Cristina) fue el mejor presidente de la Argentina en los últimos 50 años. O, más precisamente, el mejor desde Perón, desde el primer peronismo, el de los 50. O, para decirlo en términos más constatables, fue el que más se enfrentó a mis enemigos y a los enemigos de toda la gente que vino esta noche. Por eso hay tanta gente que dice “yo no lo voté, pero aquí estoy”, “yo no soy peronista, pero aquí estoy” o “yo soy de izquierda, pero aquí estoy”, como me dijo el pibe que subía al lado mío por las escaleras mecánicas del subte E, cuando llegué a la plaza el jueves a la tarde.
Sí, el mejor desde Perón. Juan Domingo Perón, para más datos. Un milico con simpatías por el Eje durante la Segunda Guerra Mundial, que participó en los primeros golpes de Estado de la Argentina, como oficial del Ejército. Un tipo del que no había mucho que esperar, o más bien de quien se podía esperar lo peor. Sin embargo…
Como Perón, Kirchner hizo mucho más que lo que se esperaba de él. Pero hay algo más que identifica a ambos líderes, a ambos presidentes. Está claro que el peronismo es algo mucho más trascendente, mucho más complejo y mucho más rico que la figura de Juan Perón. Pues bien, si el kirchnerismo es esta plaza, si son esos pibes (y también esos señores, esas señoras, esos laburantes, esos viejitos, esos putos, esos fumones, esos oficinistas, esos fans de 678, esos flacos que se están tomando una birra, toda esa gente que hace seis, ocho, diez horas que está haciendo la cola para pasar 30 segundos a cinco metros del ataúd cerrado donde está el ex presidente), está claro que ese movimiento político y social trasciende con creces a Néstor Kirchner.
No, Néstor no construyó todo esto, pero Néstor fue quien lo leyó. El emergente y, al mismo tiempo, quien abrió el juego. Olvidémonos de la lista de virtudes (Corte Suprema, estatizaciones, juicios a los represores de la dictadura, asignación universal, integración continental) y defectos (pejotismo, mineras, petroleras). En otro momento podemos discutir todo eso. Ahora es el momento de centrarse en el principal logro de este Gobierno: la militancia.
A lo chori
“Chipa, chipa”, grita la paraguaya, sentada en un banquito, con su puestito improvisado donde vende el modesto manjar guaraní. Chipa y no chipá, que quede claro. Acaba de llegar, son las once de la noche. “A la rica chipa”. A su lado, una mujer vende pósters con la foto de Néstor y Cris, y papeles y fibrones. ¿Para qué? Lo aclara en el papel que tiene escrito: “Néstor, siempre con vos”, dice el papel, escrito con fibrón. Que cada uno escriba lo que quiera, pero que todo el mundo sepa que puede escribir cosas como esa, como una forma de hacer catarsis o de romper el cerco mediático de Clarín.
Más allá, un tipo comienza a prender la parrilla. “El chori y el paty salen como piña”, me dice un parrillero que está prendiendo otro fuego porque ya agotó stock y va por el ballotage. Se venden también banderas, cintas negras, escarapelas. Y para beber, gaseosas, cerveza, café. Me cuenta Mariano Lucano (estoy caminando por avenida de Mayo con él y con Flavia, su novia) que en el entierro de Alfonsín (no, no fui) no había choris ni nada de eso. Pero que, a cambio, el McDonalds de enfrente del Congreso estuvo abierto toda la noche.
Acá los negocios están cerrados. Los bares bajaron sus persianas después de la medianoche y sólo quedan algunos, poquísimos, maxikioscos. Por eso a la una de la mañana se siguen prendiendo parrillas. Puede parecer liturgia peronista, pero acá los compañeros tienen hambre. Y el chori se cobra, eh. No se regala, eh. Que acá no hay micros, no hay aparato, loco, eh. Nadie vino por el chori y la Coca. Ni siquiera vino por Néstor. Acá la gente, la mayoría de la gente, vino a hacer el aguante y a no sentirse tan sola. Vino a tratar de dejar claro que esta vez no, no nos van a volver a cagar.
Qué grande sos
Sí, claro, los pendejos. Sí, claro, la clase media progre. Sí, claro, los zurdos, los intelectuales, los universitarios, los profesionales. Por supuesto, todos ellos están. Pero también está el peronismo. También está la gente que se tuvo que tomar tres bondis para ver el cajón. Está Zulema, que vino de San Justo. Está la gente del Docke y otros que vinieron desde las provincias. También están (en primera línea) los militantes peronistas de veintipico, de treintaipico, esos productos tan típicamente Néstor que volvieron a sentir orgullo de ser peronistas. Que cantan la Marcha y se emocionan y hacen emocionar a quienes alguna vez nos emocionamos cantando la Marcha.
Otros hits: “Olé, olé, olé/ Nestoooor… Nestoooor”, con acento en la “o” alargada final. Pero sobre todo uno, bien peronista, que advierte: “Che gorila, che gorila/ no te lo repito más/ si la tocan a Cristina/ qué quilombo se va armar”. Ese y el de Cobos son los más escuchados. Los pibes proponen, advierten. Nadie dice boludeces, ni nadie evoca fantasmas. Hay un mensaje concreto: no jodan. Y viendo toda esa gente, sintiendo la emoción y la onda que hay en el aire, por un momento da para el entusiasmo, da para pensar que quien sabe, tal vez…
Oficialitis
Néstor irritó a nuestros enemigos y más allá de las diferencias, más allá de las medidas y aliados impresentables, más allá de la minería y el pejotismo, el espanto que generaban esos enemigos siempre pudo más. Y cada vez que alguno de estos enemigos mostraba los dientes y las uñas daba ganas de volverse más K que Orlando Barone. Sí, lo confieso: muchas veces, escuchando a Biolcatti, leyendo a Morales Solá o a Mariano Grondona o viendo algunos títulos de Clarín me dieron ganas de pasar por la galería Bond Street, tatuarme la cara de Néstor y Cris en la espalda y después salir, ir al estudio de Canal 7 donde se graba 678 y decir: “Mirá, Barone, a que vos no tenés un tatuaje así, soy más oficialista que vos”.
Desde el miércoles, cuando Néstor la quedó en Calafate, las bestias comenzaron a mostrar los colmillos. Son los mismos simios gigantes que quisieron dictarnos lecciones republicanas impresentables luego del velorio de Alfonsín, sin olvidar que ellos habían odiado a Alfonsín. Pero claro, Alfonsín se quedó ahí. Lo intentó tibiamente, arregló, no supo. Sí, por supuesto, vivió modestamente, no como estos millonarios santacruceños. Pero políticamente terminó devorado por sus enemigos, sin siquiera haber atinado a pelear como es debido. Se confió, actuó como una persona y, como tal, creyó en la humanidad de las bestias que lo rodeaban.
No, Néstor no era de esa estirpe. Néstor peleaba. Por eso, como bien dice Beatriz Sarlo, prefirió no convertirse en patriarca y morir luchando. Por eso, en su despedida, no hubo ningún Biolcatti, ningún Cobos, ningún Morales Solá, ningún Duhalde. Sí, claro, nadie se alimenta de vidrio: sí hubo un Scioli o un Gioja. Pero otra vez: se podrá criticar a los amigos, pero nunca se dudará de la calaña de los enemigos. Porque lo mejor de Néstor era cuando no dialogaba con quienes reclamaban diálogo pero en realidad querían exigir, y cuando se peleaba con quienes merecían que los cagaran bien a trompadas.
No se trata aquí de comparar entierros. Pero no sólo es necesario dejar en claro que a Néstor lo despidió por lo menos el doble de la gente que le dio el último adiós a don Raúl. También sería bueno recordar que entonces hubo algunos imbéciles que destacaron lo masivo del entierro de Alfonsín (que lo fue) y presagiaban una muerte en soledad para Néstor. Que la chupen, que la sigan chupando. Vos, gorila republicano, la tenés adentro. ¡Vamos todos! “Tomala vos/ dámela a mí/ el que no salta/ es de Clarín”.
9 años no es nada
Camino con Mariano Lucano y de repente tengo un dejà vu. ¡Esto parece el 2001! Cuando también caminé con Mariano, por estas calles, dos años antes de Barcelona. Bueno, no, nada que ver: todo está tranquilo, no hay represión, ni siquiera un poquitín de clima tenso o jodido, ni siquiera una pizca de paranoia. Hay miedo, sí, pero es un miedo por el devenir político, no por el presente, no por la caminata por estas calles. Y hay que decirlo aunque suene pelotudo o inocente: hay esperanza. Por lo demás, estamos como entonces. Nueve años no son nada. Somos los mismos que entonces. Y algunos otros, más pendejos, que podrían haber estado ahí.
Mariano me cuenta que ayer se cruzó con Diego Parés (el dibujante que mejor retrató el 20 de diciembre de 2001) y con el Niño Rodríguez. Me imagino que deben estar (como Mariano, como yo) descosiéndose el cerebro pensando en qué carajo van a decir, qué corno es lo que van a dibujar de todo esto. A mí se me enquilomba todo. No puedo parar de pensar, como todos los que estamos aquí. Como no podemos (sí, lo bueno de esto es lo fácil que es pasar del “yo” al “nosotros”) dejar de sorprendernos y emocionarnos, como todos los que estamos aquí.
Gracias totales
Aquí abunda el análisis político al paso. Lo admito, no puedo parar de hablar con todo el mundo. Charlo, discuto (ya lo dije, ¿no?). Por supuesto, se habla de quién ocupará el lugar de Néstor. Quién se bancará al PJ, quién evitará el aluvión Scioli, cómo hacer para no cagarla en este momento político que, bien manejado, puede ser bastante favorable para una salida digna. O sea, para evitar que el Mal Mayor se haga cargo del asunto. Y para neutralizarlos por un buen rato. El precio a pagar puede significar el convencimiento casi religioso de que aquello que considerábamos el Mal Menor se transforme de repente en un Bien Aceptable. O al menos que mude su domicilio a los suburbios del Bien, a pocas cuadras del Riachuelo o la General Paz del ideal ideológico.
Más allá de la especulación macro política, el verdadero desafío es ver cómo articular todo esta voluntad colectiva, este montón de ganas, de abrazos y de emoción al margen de toda especulación electoral. Por supuesto, lo electoral existe y es relevante. Pero nadie piensa en Máximo o en Alicia por aquí. Ya se verá si el hijo presidencial puede realmente ser una opción y si eso realmente puede ser bueno. Por el momento, parece tener menos carisma que Fabián Matus, pero estos momentos suelen hacer milagros. Si no, mírenlo a Ricardito Alfonsín.
Lo que realmente importa ahora es cómo salir de esta plaza. Y lo más importante, cómo hacer para volver a encontrarnos todos aquí, con esta misma emoción, con esta misma fuerza. Cómo tener la certeza de que, si nos joden, aquí vamos a estar. Aguantando los trapos. No los de Néstor ni los de Cristina. Los nuestros, los de los montones de personas que no queremos que nos rompan las pelotas. Los de todos aquellos que estuvimos horas y horas esperando para ver durante 30 segundos un ataúd cerrado, porque sabíamos que allí adentro había un tipo especial.
Un tipo que no fue ni un héroe revolucionario, ni un gran ideólogo, ni siquiera alguien muy parecido a nosotros. Sin embargo, ese tipo fue quien hizo el milagro de juntarnos, de hacernos tomar conciencia de que somos un montón y de darnos cuenta de que hay ciertas cosas que no vamos a permitir. Bueno, no exageremos, que somos frágiles. Pero al menos ahora sí tenemos claro que hay cosas con las que no se jode. Por eso, aunque sólo sea por eso, gracias Néstor.
viernes, octubre 29, 2010
Nestor, nos vemos......
Dolor

Eduardo Anguita.
Brown nos abrió archivos y bramaba cuando hablaba del fusilador coronel Varela. Muchas cosas están cambiando, ¡y vos tenés tanto que ver con esos cambios! Hace un rato hablaba con Hugo Yasky, el maestro, el de la Carpa Blanca, y decía que para él, hasta hace unos años, la Casa Rosada era ese lugar que se veía desde las marchas y que, muchas veces, estaba después de los gases lacrimógenos. Yasky contaba que estuvo con vos cuando estabas haciendo el proyecto de ley de financiamiento educativo y que cuando tuviste la fórmula lo llamaste al ministro de Economía y le dijiste: che, necesitamos fondos para esto… ¡Al ministro de Economía!, que en la Argentina era un señor rodeado de misterios, pero sobre todo de intereses poderosos.
Néstor, no quiero ponerme dramático, pero quiero que sepas que te extrañan muchos, muchos. No quiero dejar de mencionar el mensaje que me dejó Taty Almeida. Dolor. Su voz salía de muy adentro, de las tripas. Y mirá que Taty es de fierro, de las que no se caen. Ni hablar de los presidentes latinoamericanos. Ellos también tienen la voz hecha pelota. Sufren. Debo confesarte: cuando uno ve cómo te extrañan ellos, es más fácil darse cuenta por qué tu obsesión por la Unasur, por agrandar la cancha y sentir como propio a cada ecuatoriano, venezolano o brasilero.
No tengo preguntas para hacerte. Acaso, ¿quién podía decirte que bajaras un cambio? Te habían dado el alta. Tuviste el gusto de juntar a los gobernadores en el microestadio de Río Gallegos, de estar en River junto a decenas de miles de trabajadores. Claro, era la antesala de un avance más. Y el destino quiso que esos dos viernes fueran la antesala de tu despedida. Tenías, seguro, en mente, varios de los pasos que ibas a dar.
Muchos te vieron como el inflexible, el confrontativo. Y seguro que vos mismo te veías así. Pero, ¿sabés?, fuiste el único que no sólo sacó el cuadro de Videla y además lo enfrentó a ese Alfredo Bisordi –que presidía la Cámara de Casación Penal– desde el lluvioso 24 de marzo de 2006 en el espantoso campo de concentración La Perla.
Muchos ni se acuerdan de Bisordi, pero se había pasado de la raya y quería dar vuelta atrás las ruedas de la historia. Por suerte, ahora los juicios marchan viento en popa. Pero hoy muchos saben que fuiste como un padre, como un hermano mayor y que cuidaste la democracia como la joya más preciada de la Argentina. Te vas el día del censo. No es justo que el censista no haya podido estrechar tu mano justo hoy y que quedaras registrado como uno más de los millones que poblamos este país. No sólo de argentinos, sino de peruanos, paraguayos, bolivianos o uruguayos, entre otros tantos que están protegidos por el programa Patria Grande.
Néstor, yo sería poca cosa si no te digo que seguramente te faltó ver un nieto o que todavía querías ver cómo se profundiza la asignación por hijo o la distribución de las ganancias. Pero eso sí, te lo juro, la vamos a cuidar a Cristina y, con tiempo, sin prisa pero sin pausa, vamos a ver cómo hacemos para que tu lugar no esté vacío. ¿Sabés?, hubo algo premonitorio.
Cuando se pegaron esos carteles de El Eternauta por Buenos Aires el día del acto de los jóvenes en el Luna Park, apenas después de aquel sábado a la noche que te tuvieron que hacer una nueva angioplastia. El Eternauta es el símbolo del héroe colectivo. Un héroe trágico. Hasta ahora lo teníamos asociado a Héctor Oesterheld. Ahora los vamos a recordar juntos. Y vamos a seguir con esta idea de que hay que estar juntos, de que valemos si lo hacemos entre todos. Quiero decirte que estamos demasiado conmocionados y vamos a necesitar muchos días de duelo. Pero yo quiero que sea un duelo activo, para que saquemos todo afuera. Me costaba escribirte otra cosa. Disculpame. Te voy a extrañar.Te quiero.
Murió Kirchner, nació el kirchnerismo
Publicado el 29 de Octubre de 2010
Director.
La sensación es que, muerto Kirchner, el kirchnerismo tiene una salida: nacer de una vez por todas. Construir organicidad. Abandonar los jirones para transformarse en bandera de los millones de personas que creen que hoy estamos mejor que hace diez años.
No sé, tengo la impresión de que murió Néstor Kirchner y nació el kirchnerismo. Voy a escribir en voz alta o, mejor dicho, pensar con las teclas, así que no busquen en estas líneas un tratado político, sino apenas un catálogo de ideas desordenadas escritas al calor de estas jornadas. Para lo otro, mejor léanlo a Brienza, o a J. P. Feinmann (ayer escribió algo maravilloso en la contratapa de Página/12: a propósito, ¿cuándo se vendrá para Tiempo Argentino?) Bueno, les decía. Mi tesis es que Kirchner murió y nació el kirchnerismo. Resulta difícil describir qué es, precisamente, eso del kirchnerismo. ¿Es Moyano? ¿Es Hebe? ¿Son los intelectuales de Carta Abierta? ¿Son Pablo Echarri y Florencia Peña? ¿Es la CTA de Yasky y Milagro Sala? ¿Es Sabbatella? ¿Son los invitados de 6,7,8? ¿Es Heller? ¿Son los intendentes del Conurbano? ¿Es Larroque y La Cámpora? ¿Son D’Elía y el Chino Navarro? ¿Es Moreno? ¿Es Taiana, que renunció hace poquito para volver recargado? ¿Son los setentistas, muchos de ellos víctimas de la represión, la cárcel y el exilio, que ahora caminan por la Rosada sin miedo? ¿Son las multitudes de las barriadas que ayer reventaron la Plaza de Mayo? ¿Los pibes que reciben la Asignación Universal por Hijo? ¿Es Carlotto? ¿Son los viejos
desocupados que consiguieron trabajo? ¿Son los millones de hinchas que ahora pueden ver fútbol gratis? ¿Los jubilados que ingresaron en el sistema? ¿Los que trabajan en cooperativas de los municipios? ¿Los gays, lesbianas y trans que ahora se pueden casar con libreta? ¿Es la militancia juvenil sub-20, que asoma entusiasta en el MPR, en el Movimiento Evita y en la Juventud Sindical de Facundo Moyano?
Es, sin duda, todo eso. Pero todo eso es, en sí mismo, un universo plural desarticulado, donde algunos se definen abiertamente como kirchneristas y otros jamás lo harían. Y, sin embargo, toda esa gente reconoce −en mayor o menor medida, con mayor o menor generosidad− que Néstor primero y Cristina después les permitieron soñar con un país que los tenga en cuenta.
Todos y cada uno de ellos levantan alguna bandera que se toca con la agenda del gobierno. Moyano dice que es oficialista del modelo nacional y popular, Sabbatella es oficialista del proceso de cambio e inclusión iniciado en 2001, los actores son oficialistas de la nueva Ley de Medios, las Madres y Abuelas son oficialistas de la política de Derechos Humanos, el peronismo de izquierda es oficialista de la lucha antimonopólica y anti-Clarín, y así podríamos seguir con cada uno de ellos para descubrir con asombro que casi todos dicen cosas parecidas, pero lo único que los aglutina es la independencia que unos demuestran frente a los otros, aunque se muestren juntos en marchas y movilizaciones puntuales. Acá es donde hace agua el análisis de Beatriz Sarlo, cuando advierte sobre un gran entramado cultural y político que realiza tareas coordinadas desde algún sótano misterioso de la Rosada. La verdad que eso no existe. Si no, el kirchnerismo existiría como opción política, por fuera de Néstor y Cristina. Y no, no existe. O, para que no me malinterpreten: institucionalmente es apenas un grandioso y epocal envase. Cada sector simpatizante lo nutre con lo que más le gusta de un proceso que es tan rico como tumultuoso e invertebrado.
Pero con la muerte de Néstor Kirchner se abre un panorama de incertidumbre. Esta es la verdad. Me pregunto: ¿la adhesión circunstancial, no institucionalizada, puede hacer peligrar el rumbo de eso que se llama “modelo”? Digámoslo sin vueltas: la derecha conservadora, con Clarín y Techint (AEA), la Rural, Cobos y Duhalde a la cabeza, sabe cómo juntarse. Tiene infinitos canales de comunicación e intereses comunes, que la muestran como bloque cuando la ocasión se presenta.
Y ellos saben qué país chiquito quieren. No les da asquito sentarse a la misma mesa para lograr su utopía. ¿Pasa lo mismo con el kirchnerismo? ¿No les da la sensación de que, a veces, hay kirchneristas de primera y otros de segunda, que están más atentos a diferenciarse que a parecerse?
Decía que la muerte del ex presidente genera incertidumbre. La enorme liquidez identitaria del kirchnerismo (leyendo a Bauman) sirvió para llegar hasta acá. Inclusión social, Derechos Humanos, autoridad estatal, federalismo, autonomía nacional, fomento a la producción son progresos inimaginables hace una década. Esta indefinición permitió que millones de personas se sintieran parte del todo, sin asumir los riesgos del conjunto. Creo que la muerte de Néstor interpela al kirchnerismo inorgánico. (No sé si dejó algo escrito. Algunos dicen que sí. Sería interesante leerlo.) Pregunta desde el más allá: qué vamos a hacer con el más acá, ahora mismo. Es fácil gritar “fuerza Cristina”, ¿no? Más difícil resulta, por ejemplo, aceitar los lazos y la mutua comprensión entre Moyano y Yasky. O entre Sabbatella y los intendentes K del Conurbano. O entre Moreno y Carta Abierta. ¿Fueron estas diferencias el alimento de una gaseosa ideología que podría llamarse kirchnerismo ad hoc, útil para sostener en el gobierno a dos personas en todo este tiempo? ¿Es la debilidad congénita de esta experiencia política, ahora que la reacción (basta leer el pliego de condiciones de Rosendo Fraga en La Nación) se frota las manos para ir por todo?
Como ven, tengo más preguntas que respuestas. La sensación es que, muerto Néstor, el kirchnerismo tiene una salida: nacer de una vez por todas. Construir organicidad. Abandonar los jirones para transformarse en bandera de los millones de personas que creen que hoy estamos mejor que hace diez años. Estructurar un programa que reúna las aspiraciones de todos los que ayer en la Plaza de Mayo, tocados en el alma, se miraban a la cara y se reconocían. Dejar de lado los prejuicios, revisar las propias certezas, abandonar el espíritu de secta, admitir que el otro puede tener la parte de la razón que me falta: son los imperativos de esta hora.
Ni Moyano es Primo de Rivera.
Ni Sabbatella es el progresismo afrancesado.
Lo más complejo, siempre, es consensuar un liderazgo. Pero eso ya está resuelto.
Es Cristina.
Ella

Hernán Dearriba
La palma sobre el lustre impecable de la madera acariciando al compañero de su vida y cada tanto el abrazo con alguno de los miles que se acercaban conmovidos.
Una anciana que no podía contener el llanto o una chica sordomuda que quería que entendiera su cariño. Un militante de la juventud que le regala su remera y que se junta con los pañuelos blancos que custodian el féretro.
Los ve pasar y agradece, siente el amor y parece que se nutre de esa fuerza. Abraza a sus hijos, recibe a sus pares del continente y ve cómo Evo Morales llora sin consuelo, en silencio. Es un chico que dice que está huérfano.
Y cuando uno piensa que ya está, que se va a quebrar, que nadie puede aguantar tanta emoción y dolor, escucha otro grito de afecto y suelta una sonrisa o levanta el pulgar.
Y entonces llegan las Madres y las Abuelas de la Plaza, las mismas que lo perdieron todo, y la cobijan pero se quiebran y una vez más le toca consolarlas.
Las sorpresas no dan tregua. Un murguero deja un clavel, un militante ensaya el Ave María de Schubert y convoca hasta la victoria siempre, otro grita “no nos vencieron, estamos aquí”. Está claro que habrá que seguir. Ella va a seguir.
“Un héroe colectivo como los que imaginaba Oesterheld”
Publicado el 29 de Octubre de 2010Periodista.
Esa noche Néstor Kirchner fue el Eternauta. Habían pasado apenas 72 horas de su angioplastia. Se lo percibía convaleciente, agotado, humano. Pero le tocaba corporizar al superhéroe. Y, se sabe, los superhéroes siempre afrontan su misión. Cueste lo que cueste.
Esa noche, en el Luna Park, Néstor Kirchner encabezó el acto político con mayor proyección simbólica de la era K. Acompañado por su esposa presidenta, el hombre que había llegado del frío para calentar la política argentina a fuerza de transformaciones se dejó mimar por una multitud de pibes comprometidos y entusiastas. Eran −son− los militantes de una causa que parecía perdida: la de la memoria con justicia efectiva, la equidad y la inclusión social. Eran −son− la reserva moral de un país que ya no podrá desentenderse de su destino. Eran −son− los soldados de una batalla que está lejos de terminar. Porque los Ellos todavía no fueron derrotados. Están ahí, agazapados, manejando a sus políticos-robot, a sus cucarachas mediáticas, a sus manos de obra desocupada y servil. Están ahí.
Pero también estamos nosotros.
Esa noche, en el Luna y frente a una multitud, Néstor Kirchner representó al héroe que imaginó Oesterheld: un héroe colectivo, plural, inclusivo. Vistió un traje que nos pertenece a todos.
Los Ellos ya lo saben.
El Eternauta sigue entre nosotros. Sigue con nosotros.
Ya nada les será tan fácil.
“Fue un hombre de pasión, se atrevió a hacer cosas que no hizo otro presidente demócrático”
Publicado el 29 de Octubre de 2010Diputado nacional.
Estoy realmente consternado, es una enorme perdida para la política nacional. Si bien en la actualidad tenía algunas diferencias con el ex presidente Kirchner, hemos sido muy amigos. Por eso, su muerte me conmovió y sacudió en lo personal.
Este es un momento de crisis para la política argentina, es un momento dramático. Todas las fuerzas políticas deben de alguna manera apoyar a la presidenta Cristina Fernández de
Kirchner en esta situación tan difícil por que está pasando. Lo vamos a extrañar, ha sido una figura muy importante para nuestro país, en momentos en que las grandes figuras políticas ciertamente no abundan.
Como presidente creo que ha tenido un coraje que no tuvo ningún otro antes. Se atrevió a hacer cosas que ningún otro presidente de la democracia se animó. Creo que eso lo honra al margen de los errores que pudo haber cometido llevado por la pasión con la que hacía todas las cosas que encaraba. Creo que justamente su pasión pudo haber sido su mayor virtud y al mismo tiempo su principal defecto.
En una época en que la pasión es algo que no abunda es justo destacar que fue un hombre de pasión. Probablemente esa misma pasión fue la que también lo pudo haber llevado a la muerte. No soy médico, pero sé que le habían recomendado bajar el ritmo, hacer un poco de reposo y considerando que a los dos días de su operación ya estaba en un acto… en alguna manera se inmoló.
“Un afecto edificado en la pasión”
Publicado el 29 de Octubre de 2010Editor de Deportes.
Extremista en sus pasiones, intolerante con las tibiezas, batallador de batallas intrincadas, imprevisible, provocador, líder natural, siempre a por más, siempre enrolado en el elogio de la crispación. Usina de los más profundos amores y odios, sin razón ni equilibrio. Contradictorio. Dueño de un magnetismo sólo explicable en los señalados. Llano, tipo común y transparente en cuanto pone un pie en la tierra.
¿El ex presidente o el ex futbolista?
Una frase descargada desde el corazón del deportista, segundos después de acariciar por última vez el ataúd cerrado del estadista, pinta la relación con impar realismo: “Yo no tuve una gran amistad con él pero por lo poco que tuve contacto, sé que se la jugaba por sus ideales.”
No se llevaron hasta que un Maradona maltrecho iba y venía en internaciones, y el entonces presidente lo recibió en la Rosada. En sus códigos, figura el de pagar esa clase de gestos con una lealtad que puede transfigurarse en devoción. Algunos años después, el ídolo dio su concreta adhesión a la candidatura de Cristina. Y cuando Diego se hizo cargo de la Selección, en Olivos consintieron complacidos. Y más aun cuando el DT se afilió con cuerpo y alma a la lucha de las Abuelas. No hubo quiebre cuando desde la AFA abrieron la salida de Maradona. Incluso, la ruleta dio la vuelta cuando quien evidenciaba daño en su salud era Kirchner y fue Diego el que se preocupó, aun cuando se pudo haber visto como el reclamo de una soga para retornar a la Selección. Fue el último café entre amigos.
Con la misma fruicción que hace medio siglo exige que le brinden en cada una de sus relaciones (personales o multitudinarias, íntimas o populares), Maradona se entrega sin freno. Cada idilio, un arrebato abismal. Por eso, por necesidad colectiva y por sus dotes futbolísticas, el sistema le impuso el rol de Dios pagano. Que asumió, para generar acciones sobrenaturales y también para resbalar por importantes chambonadas. Ese mortal que acierta y se equivoca, coqueteó varias veces con la muerte. Como su amigo. Pero él zafó.
“El valor de la política como herramienta”
Publicado el 29 de Octubre de 2010Periodista.
Los pibes están devastados, porque para ellos, Kirchner era Perón”, me decía un dirigente mientras se difundía la desconcertante noticia de la muerte. Para la militancia, Kirchner vino a representar ese sitio de liderazgo al haber dado lugar a la recuperación de la política como herramienta de discusión y transformación.
La irrupción de Kirchner en la política nacional generó un punto de inflexión entre quienes representaban, en esos años post 2001, el activismo y la lucha por las reivindicaciones: los llamados movimientos piqueteros o sociales, donde habían ido a recalar viejos dirigentes y se incorporaban nuevos, al calor de la pelea por sacar a miles de argentinos de la exclusión. Una parte de estos movimientos encontró en Kirchner el líder que les faltaba, el “Perón”. Porque desde su arribo a la Rosada, por convicción, pragmatismo, nostalgia, lectura acertada o la razón que fuere, el entonces presidente asumió para su política de gobierno una línea acorde con los intereses de estos sectores, que lo convirtieron en su líder, algo sumamente necesario en cualquier construcción política y mucho más, aun dentro del peronismo.
A su vez, Kirchner resucitó el paradigma de los ’70. Desde su propio discurso –“provengo de una estirpe que ha sido diezmada”–, hasta la recuperación de la ESMA, la anulación de las leyes del perdón, entre otros. Pero más allá de su pertenencia a una generación que vivió la agitación de los ’70, por su participación en la JP en la ciudad de La Plata, el setentismo se instaló también como forma de recuperar los aspectos más salientes de aquella práctica, independientemente de la cuestión armada, la voluntad, la capacidad de construcción, la mística. La militancia de hoy, y sobre todo la de la juventud, intenta referenciarse en aquella. Lo notable es que las organizaciones actuales habían logrado superar uno de los grandes errores históricos: la disputa sobre quién debía liderar el movimiento. Para la militancia del kirchnerismo, esta nueva tragedia será una dura prueba para seguir aprendiendo de viejos errores.
“Un pingüino que vino del Sur para dar vuelta el mapa y la forma de pensarnos a nosotros mismos”
Publicado el 29 de Octubre de 2010Editora de Cultura y Opinión.
En realidad, nuestro norte es el Sur –escribió el artista uruguayo Joaquín Torres García en la década de 1940–. No debe haber norte, para nosotros, sino por oposición a nuestro Sur. Por eso, ahora ponemos el mapa al revés, y entonces ya tenemos justa idea de nuestra posición, y no como quieren en el resto del mundo. La punta de América, desde ahora, prolongándose, señala insistentemente el Sur, nuestro norte.” Lo que Torres García soñó para el entrañable “paisito” vino a cumplirlo el kirchnerismo para todos los argentinos. Porque más allá de los significativos cambios políticos o, mejor dicho, en profunda consonancia con ellos, lo que la presidencia de Néstor Kirchner inauguró fue un proceso de cambio en el paradigma cultural. El ex presidente tuvo la agudeza de percibir que también el trazado de los mapas es ideológico, que el hecho de que América del Sur esté abajo no obedece a una verdad cartográfica irrefutable, sino a un punto de vista. Así como los mapas medievales reservaban un lugar central para el Paraíso y ostentaban monstruos amenazantes para representar las tierras desconocidas, los de hoy hacen una transcripción cartográfica de las ideologías de la dominación. Nos habíamos acostumbrado a que el Sur quedara abajo, una idea tan naturalizada que era imposible pensarla como ideológica. Si algo hizo el gobierno de Kirchner fue, precisamente, comenzar a desnaturalizar lo que parecía corresponder de manera irrefutable al “orden natural de las cosas”.
Las recetas neoliberales de los ’90 no sólo arrasaron con la economía argentina, sino también con las concepciones culturales. El país en que los hijos de los obreros e inmigrantes pobres tuvieron hijos “doctores” gracias al desarrollo de la educación pública, se convirtió en defensor de la educación privada. En la capital, todavía pueden verse resabios de este modelo, ya que el macrismo es la continuación del menemismo por otros medios. En el país se desarrollaba una fiesta ajena y nos convencieron de que era un acto de mala educación no asistir a ella en nuestra condición de parientes pobres, es decir, como meros observadores sin voz ni voto. La revista Caras fue el emblema de esta subversión de los valores culturales que hizo que la empobrecida clase media la comprara deslumbrada para ver por dentro las grandes mansiones de los empresarios inescrupulosos, que hacían una obscena exhibición de bienes obtenidos con el dinero que nos pertenecía a todos.
A la presidenta Cristina Fernández le tocó lidiar con sus herederos, una legión culturalmente colonizada por las películas neoliberales en que, como en gran parte del cine estadounidense, los buenos son los ricos y los malos son los indios. Por eso, un sector de la clase media que hace malabares para llegar a fin de mes, salió a pedir que los poseedores de grandes extensiones de tierra, los dueños del país, los que aplaudieron a Roca y se quedaron con lo que no les pertenecía no tuvieran que meter la mano en el bolsillo para pagar retenciones. La colonización cultural no consiste, como cree Magdalena Ruiz Guiñazú, en decir okay, sino en creer, entre otras cosas, que los de afuera siempre tienen razón, que los ricos son mejores y que los negros tienen que meter violín en bolsa y mantener la boca bien cerrada. Consiste en creer que la cultura es algo diferente de la identidad nacional. Y en suponer también que la identidad nacional es apenas un pintoresquismo redituable para hacer festivales esponsoreados por bancos y empresas multinacionales, promover artistas plásticos con la estética anodina de Palermo Hollywood, habilitar el Salón Dorado del Colón para que lo ocupe Mirtha Legrand y venderles el tango a los japoneses.
Dejar de estar de rodillas frente a las corporaciones económicas y mediáticas fue un gesto contra la colonización más difícil de erradicar, la colonización de la subjetividad, la colonización cultural, la colonización de la forma de pensarnos a nosotros mismos. Ahora que Néstor no está, nos toca seguir haciendo fuerza junto a Cristina para que la Argentina contenida en América del Sur siga patas arriba como en el dibujo de Torres García. Es la única forma de que no sean siempre los mismos los que se caigan del mapa.
“No faltarán quienes crean que la desaparición de Néstor Kirchner les abrirá un camino”
Publicado el 29 de Octubre de 2010Escritor y crítico.
Un hecho como la muerte súbita del ex presidente Néstor Kirchner deja, además de conmovidos, en una perplejidad muy grande, porque su gravedad está llena de significaciones no muy fáciles de elaborar en lo inmediato. En lo particular cobra un relieve excepcional si no se deja de lado la otra, tan reciente, de Mariano Ferreyra. No porque estén relacionadas en sus circunstancias particulares, sino porque ambas se producen, una detrás de la otra, en un momento particularmente tenso de la vida política argentina y ambas sacuden una atmósfera que se ha venido caldeando y en la que palpitan estrategias oscuras o fuerzas que están al acecho, preconizando el desastre.
No puede conjeturarse de qué manera la muerte de Kirchner moverá el tablero político y gubernativo, pero sin duda lo conmoverá. No faltarán quienes crean que su desaparición les abrirá un camino; otros reformularán sus posibilidades, ya sin su amparo. Ambas avenidas son respuestas triviales y previsibles. Más importante es que esa muerte tiene todo el aspecto de una tragedia nacional, en la medida en que, por lo que logró hacer o por lo que podría haber seguido haciendo, quita de la escena a un hombre que le puso un sello a la vida nacional y no había renunciado a seguirlo haciendo.
La muerte, como una especie de destino, signa la historia de este país.
“Es nuestra tarea decirles no, no se hagan ilusiones”
Publicado el 29 de Octubre de 2010Sociólogo y ensayista.
Acabo de leer, en el “blog” de lectores del diario La Nación, un mensaje (firmado con seudónimo, como corresponde a la cobardía) proponiendo levantarle un monumento al paro cardíaco. Esta (¿cómo llamarla?) alimaña de carroña es un digno descendiente de alguien que hace ya muchas décadas escribió “Viva el cáncer” en alguna calle del Barrio Norte (¿cuál, si no?). Alguien que une a su canallez irrecuperable una irresponsabilidad política por la cual merecería le fuera retirada la ciudadanía de cualquier país, del mundo, de la humanidad. Casi al mismo tiempo, escucho al presidente de la UIA decir que ahora lo importante es… ¡asegurar la “gobernabilidad”! (como diría un amigo psicoanalista, el inconsciente no es tonto). Son dos cosas muy diferentes, por supuesto. Pero que testimonian de la fantasmal, siniestra, supervivencia de esa mezcla de odio irracional y especulación oportunista de la derecha argentina, como se comprobó, una vez más, la semana pasada, a raíz del asesinato abyecto de Mariano Ferreyra. Son también cosas muy diferentes, claro, pero es la derecha la que no hace diferencias: la muerte es el “equivalente general” de sus intereses. No importa, hoy, en este momento, hacer el sesudo balance de los pros y los contras del gobierno K. Ya habrá tiempo. Sí importa, mucho, tomar conciencia de que los chacales ya están afilando los dientes. No hace falta ser ni haber sido kirchnerista –como no lo soy ni lo fui yo mismo– para saber quiénes son los “mucho peores” que hoy están festejando alborozados no solamente la muerte de un hombre, sino lo que vislumbran como una nueva oportunidad para destruir la patria que odian aunque les llene los bolsillos, o que se están relamiendo por cómo esto complicará a la Unasur, o cualquier otra expresión de la mierda que corre por sus venas. Es tarea nuestra, de todos, de lo que en una época se llamaba “el pueblo”, decirles: No. No se hagan ilusiones.
“Hoy el kirchnerismo es más peronista que nunca”
Publicado el 29 de Octubre de 2010Redactora de Política.
La realidad los hizo visibles. “Soy de San Isidro y vengo a apoyar el modelo. Quiero que mis hijos vivan en un país mejor.” Una mujer coqueta, oculta detrás de anteojos negros, llega a la Plaza. Un anciano sin dientes dice que gracias a Néstor se pudo jubilar y salta, grita y canta. Los hombres, que no lloran, lloran más que las mujeres.
Qué difícil descifrar a quiénes interpela el kirchnerismo. Cuántos han sido invisibilizados por un discurso que ha insistido en negarlos como partícipes reales del universo kirchnerista.
Tal vez sean las encuestas, que al convertir los fenómenos políticos y sociales en números los reducen a cifras sin rostros. O tal vez, los análisis sesudos, que no miran nunca hacia las plazas, aunque calan hondo en algunos imaginarios. Hoy el kirchnerismo es más peronista que nunca: incomprendido y variopinto. Interpretado y reinterpretado. A la vista de todos.
“Un país en serio”
Publicado el 29 de Octubre de 2010Periodista.
Después de muchos años –muchos años–, volví a la Plaza de Mayo. Volví con y por la muerte de Néstor Kirchner. Y volví por todas las veces que no había ido.
Volví para apoyar la 125, para acompañar a las Madres y Abuelas, por la Asignación Universal por Hijo, para sumarme al pedido de una nueva Ley de Comunicación Audiovisual, para bancar la unión de los pueblos sudamericanos y la recuperación de los fondos de los jubilados. Volví también por la aceleración de los juicios a los represores, por la renovación de la Corte Suprema, por la Ley de Matrimonio Igualitario y el desendeudamiento. Volví porque no había ido nunca en todas esas veces que podía haber ido. Pero volví, y todo eso estaba ahí.
La tristeza que vi en la plaza la sentí pocas veces, y la sentí como propia. Es extraño. No voté a Néstor, tampoco a Cristina. No voté a ningún candidato del kirchnerismo en estos siete años, ni siquiera sé si voy a votarlo en las próximas elecciones. Pero ¿quién se puede oponer a todo lo que hizo? O más bien ¿quién puede decirme que otro presidente hizo lo que se hizo en estos siete años?
Me acuerdo de la campaña de Kirchner para las elecciones de 2003. “Un país en serio”, decía el slogan.
–Un país en serio –le dije a Natalia, mi novia de entonces. Sería genial, ¿no? Lástima que no lo van a hacer.
Tan simple, tan lógico. ¿Tan difícil es tener un país en serio?
Mientras caminaba la Plaza pensé en eso, en el afiche, en lo que significa un país en serio. Y es parte de todo lo que vivimos en los últimos años, es recuperar la identidad de muchos pibes y de hacerlo con el apoyo del Estado, presente como pocas veces, como nunca, al menos, desde que nací hace 33 años.
Un país en serio es pensar en las minorías, en la gente común, y dejar de beneficiar a los mismos de siempre.
Un país en serio es dejar de hacer lo que dictan los Estados Unidos, el FMI y el Club de París, dejar de aceptar los mandamientos de los grupos monopólicos que recetaron la vida de toda la gente durante muchos años.
Un país en serio es renovar una Corte adicta, aunque no responda como el gobierno ahora quisiera. Es fortalecer los lazos con los países hermanos, como Brasil, Uruguay, o Venezuela, aunque no sea yo un fanático admirador de Chávez. Es, también, reclamar ante la ONU por Malvinas, y formar parte del selecto grupo de repúblicas que se oponen al bloqueo en Cuba.
Un país en serio es poder tener en un programa homenaje, más aún en uno ultra K como es 6,7,8, sentadas a Estela y Taty Almeida, a Echarri y Gustavo López, a Raimundi y la Cherubito, a Cecilia Roth y Ana María Picchio, a Lubertino y Morgado, a la Tana Rinaldi y Fanego, a nietos recuperados y a, para mí, desconocidos ilustres. A peronistas y socialistas, a escritores y periodistas, a luchadoras por los Derechos Humanos y actores de la farándula.
Vi gente llorando en la Plaza. Y se me cayeron muchas lágrimas mientras leía los mensajes de esa gente pegados en el suelo, en las vallas, en pancartas. Me emocioné con el “a Néstor Kirchner no lo vamos a olvidar”, y me temblaron las piernas cuando vi a dos chicas de mi edad abrazadas, sentadas en un cordón, llorando desconsoladas.
Hoy a la tarde un amigo y compañero de trabajo me dijo: “Nunca pensé que me iba a poner tan mal por un peronista, cuando me enseñaron a odiarlos.” A mí nunca me enseñaron a odiarlos, pero tampoco a quererlos. Me crié lejos de Evita y cerca de Fidel, y nunca voté por el PJ ni por el FpV. Pero el miércoles, cuando mi vieja me despertó con la noticia, no pude seguir hablando. Me despedí, prendí la tele, me encontré devastado.
Llegué al diario, a Tiempo Argentino, y los ojos que escondían las lágrimas eran indisimulables en muchos. No es tan fácil trabajar en un diario, no tanto como se cree: mientras la historia se hace con la gente en las calles, vos estás escribiéndola en una redacción.
Esta vez, en algún momento me fui a formar parte de esa gente. Fui a la Plaza. Y lo que me aguanté durante horas se me escapó en un rato. Porque no se murió un peronista, ni un ex presidente, ni el padre del kirchnerismo, sino alguien que, con contradicciones y errores, y sin mi voto, hizo al menos algo por dejar un país en serio. Y para todos.
“Nos devolvió la dignidad pública a quienes creemos en la lealtad”
Publicado el 29 de Octubre de 2010Presidente del INTI.
Estuve con Néstor Kirchner exactamente cinco veces en mi vida. Nunca pudimos pasar de un breve saludo, en el trajín de un político de primer nivel. La primera vez, sin embargo, lo pinta de cuerpo entero. Fue en la recepción en la Embajada Argentina en China, cerrando el viaje oficial a ese país. El amigo Jorge Taiana, que aún no era canciller, me preguntó si nos habían presentado y ante mi negativa se ofreció a hacerlo. Cuando le dijo a Kirchner quién era yo, respondió: “Cómo no voy a conocerlo, es un gran gusto.” Intercambiamos algunas palabras muy afectuosas y la vida siguió en esas reuniones con algo de vértigo. Las cuatro veces que siguieron tuve la misma sensación de ser distinguido de esa sutil manera en que un político que está en el vértice puede hacerlo. El motivo, evaluado y entendido con otros compañeros, era que pertenecíamos a la generación que había puesto el pecho en 1973, y por eso había sido instalada como leprosa por el establishment, que destruyó la calidad de vida de los humildes de este país y lamentablemente está atento para sacar beneficio del dolor ajeno cada vez que puede.
Néstor Kirchner, con esos gestos, reinstaló los valores políticos en la Argentina. Es difícil discernir una razón para priorizar en su recuerdo. Los fríos analistas económicos tal vez prefieran marcar su gestión como aquella que nos liberó de la dictadura financiera internacional. Es cierto cabalmente.
Pero en mi corazón llevaré siempre a este hombre como el que nos devolvió la dignidad pública a quienes creemos en la lealtad, el respeto por los humildes, la obsesión por la justicia social. Más allá de las discrepancias puntuales o aun más profundas, Néstor Kirchner nos (me) permitió recuperar un motivo para luchar por un país de ciudadanos libres y con iguales derechos efectivos. Por siempre gracias, Néstor.
“El Compañero Presidente que dejó la vida por el pueblo”
Publicado el 29 de Octubre de 2010Dirigente del Frente Transversal.
Dolor. Mucho dolor. Lo que se siente en este momento es muy difícil de poner en palabras. Va a costar mucho asumir la ausencia de Néstor Kirchner como algo definitivo. No quiero ahora hacer un análisis de lo que ha significado su paso por la política argentina y latinoamericana. Sólo decir que Néstor vivió por y para la política y la puso al servicio del pueblo.
Hoy mi recuerdo y homenaje es para el militante, mi compañero y amigo Néstor, y el compromiso con su compañera de toda la vida, nuestra presidenta Cristina Fernández de Kirchner, de seguir acompañándola para lograr la definitiva transformación de la Patria, porque ese será el mejor homenaje a la memoria del compañero que hoy nos ha dejado.
Néstor fue uno de los nuestros. Y lo vamos a honrar como al Compañero Presidente que dejó la vida trabajando por la felicidad de nuestro pueblo.
Fuerza, Cristina, estamos más firmes que nunca junto a vos.
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El hombre inesperado de la política
Publicado el 28 de Octubre de 2010
Kirchner rehabilitó la posibilidad de que la política saliera de la zona oscura y de que muchos pudiéramos sentir que había una oportunidad de que la sociedad fuera más justa, más democrática, más equitativa.
A mí me unía un afecto muy grande con Néstor Kirchner. Tenía la sensación de que era alguien con quien podía compartir un café, conversar de la vida. Él transmitía esa sensación de amigo del barrio, tenía esa espontaneidad, ese modo de hablar que te colocaba, no frente a alguien distante, sino frente a alguien que estaba junto con vos. Por otro lado, también siento agradecimiento. Quizás esta sea la sensación más profunda. Siento un profundo agradecimiento por volver a sentir que tenemos un país, que lo podemos amar, que podemos soñar con transformarlo, con mejorarlo. Kirchner rehabilitó esa sensación en la Argentina. Rehabilitó, no solamente la posibilidad de que la política saliera de la zona de oscuridad en la que estuvo encerrada durante los años noventa, sino para que también muchos pudiéramos sentir que había una oportunidad de que la sociedad fuera más justa, más democrática, más equitativa. Nos permitió pensar que era posible recuperar viejos ideales bajo las condiciones de esta época, que era posible volver a construir puentes entre la generación de los ’60 y ’70 –con sus dolores, sus sueños y sus derrotas a cuestas– y las demandas de las nuevas generaciones.
Básicamente, Kirchner pudo expresar ese fondo continuo de la historia argentina, ese fondo de resistencia, de rebeldía, de necesidad de seguir soñando que las cosas no están escritas de una vez y para siempre, que la historia puede volver a abrirse, que guarda dentro de sí lo inesperado. Yo siempre pensé que Néstor Kirchner era lo inesperado en una época muy terrible de la Argentina. Hay que mirar dónde estábamos. Era el final maldito de los ’90, de 2001, en tránsito hacia 2003 con una sensación de fragmentación, de caída en un abismo, no sólo en lo económico, no sólo en lo moral y político, sino también en lo sociolcultural. Creo que a partir del 25 de mayo de 2003 muchos sentimos que, con dificultades, con contradicciones, con déficits que eran el producto de largas décadas dificilísimas de la Argentina, algo volvía a habilitarse, algo volvía a generar entusiasmo y, por qué no, pasión por la política. Kirchner fue un hombre de una gran pasión política, pero no de cualquier pasión, sino de la pasión capaz de transformar la vida de los humildes, de los olvidados, de los derrotados de la Historia. Para muchos significó una inflexión, un antes y un después. Esto es algo que yo intenté decir en La anomalía argentina, porque Kirchner fue una gran anomalía en el país: no era esperado por gran parte de la sociedad. Seguramente en esos años estaba más próxima la posibilidad de un presidente como Reutemann, de un ballottage entre Menem y López Murphy, que un hombre como Kirchner que venía a generar algo que no estaba en las expectativas de gran parte de esta sociedad: la política de Derechos Humanos, el reencuentro fundamental con América Latina, el giro en la política internacional, la relación con el Fondo Monetario, la recuperación del mercado interno, la necesidad de reconstruir trabajo, vida social, vida sindical, de reconstruir lo que estaba destruido en el país. Esa figura implicó un giro extraordinario, significativo, profundo. Pero también puso en discusión lo que en los ’90 había sido la reducción de la política a lo que los medios de comunicación querían que fuera. Ese gesto de anular las conferencias de prensa o de dejar que la agenda la manejaran los medios fue un gesto decisivo de un calibre inmenso para la época que le tocó a Kirchner. Creo que ahí se pueden leer muchas cosas de su personalidad, de su modo de pensar que la política no puede ser simplemente lo que se resuelve en un set de televisión o en una encuesta, sino que tiene que reencontrarse con la calle, con las plazas, con la movilización. Me alegra profundamente que haya podido participar de manera muy activa en los festejos del Bicentenario, porque creo que debe de haber pasado una gran corriente de felicidad por su cuerpo y por su alma, viendo a millones de argentinos recuperando la patria en el mejor de los sentidos: la patria de la infancia, de los afectos, de los amigos, no esa patria de los milicos y los nacionalistas baratos.
En ese sentido Kirchner recuperó las condiciones para que podamos volver a discutir sociedad; democracia en el mejor de los sentidos, es decir, no dejar que a la democracia se la coman los que tienen el poder económico, que la reduzcan simplemente a un voto cada tanto, sino que la democracia sea el lugar donde haya un litigio por la igualdad. Habilitó también la posibilidad de que volvieran a aparecer los olvidados de la Historia: los pueblos originarios, los pequeñísimos campesinos, los trabajadores. Este es un legado clave, decisivo: que la política va a la plaza pública, vuelve a instalarse en lo mejor de las tradiciones populares, se entrama con la democracia y esta se entrama, a su vez, con la pelea por un país más justo. Ahí está el Norte de gran parte del legado de Néstor Kirchner y que claramente hoy expresa la presidencia de Cristina. Kirchner también era aquello que le criticaban: las “malas formas”, la posibilidad de mostrar que las instituciones de las que tanto hablan algunos estaban carcomidas, vacías, y que en realidad se hizo un enorme esfuerzo por recuperarlas, pero también por su voluntad de desacartonar la vida política argentina, sacar caretas, mostrar que cuando se disputa la renta se tocan intereses. El de Néstor Kirchner y ahora el de Cristina Fernández fueron los primeros gobiernos democráticos que en 50 años de historia argentina les dijeron “no” al chantaje de las grandes corporaciones económico-mediáticas, y ahí hay un caudal fundamental que tiene su punto de partida en las convicciones de Néstor, que sin dudas compartió con la compañera de su vida que es Cristina. También ahí se encuentra un núcleo central. Yo recuerdo que decían que había doble comando al comienzo de la gestión de Cristina, en el conflicto con la Mesa de Enlace, que Cristina era una especie de Chirolita, y tantas cosas que ahora van a silenciar por unos días. Quedaba claro que compartieron un ideal de país, una convicción militante que no pueden entender los sátrapas, los tipos que solamente piensan la política como negocio personal o como un modo de defender la lógica de las corporaciones y del establishment. No pueden entender que ellos conformaban una pareja extraña, que venía de otras historias y que regresó a la escena política para decir algo que no se esperaba gran parte de ese país, que nos devolvió la posibilidad de sentir que de vuelta es posible transformar la Argentina en un sentido más igualitario. Si yo tuviera que agradecer algo a Néstor, sería eso. Para quienes vivimos los años terribles de la dictadura, los que tuvimos enormes expectativas en la Argentina y la América Latina de comienzos de los ’70, con Kirchner volvió a aparecer la poética de la emancipación en un continente que había sido despojado en lo material, pero también en lo más profundo de su sueño. Néstor Kirchner, como otros líderes que en este momento deben de estar tremendamente apesadumbrados –pienso en Lula, en Chávez, en Correa, en Evo, en Mujica–, fueron parte de la reconstrucción de América Latina. Y la Argentina, desde el comienzo del mandato de Néstor Kirchner tuvo un papel clave para volver a colocarnos en el lugar que nos define como la sociedad que es América Latina, y salir de esas veleidades primermundistas y otros cualunquismos de esta naturaleza. También ese es un legado decisivo de Néstor que hereda Cristina.
Estamos frente a una situación de desolación, de tristeza, de dolor, porque Néstor Kirchner es insustituible. Era un hombre que había logrado cristalizar, en un momento histórico muy difícil, algo de una potencia inusitada. Puso el cuerpo, la habilidad para construir y la capacidad de tomar, en un momento dificilísimo del país, el timón de una sociedad desquiciada. Lo vamos a extrañar enormemente, porque dejó un vacío muy grande, pero me parece que hoy más que nunca hay que recuperar los núcleos centrales de lo que él volvió a colocar como sueño, como pasión en una parte importante de esta sociedad, sobre todo en quienes seguimos amando y seguimos pensando que es posible una sociedad más justa. Y Cristina es clara expresión de esa matriz, no sólo porque fue la compañera de su vida, su pareja desde que eran muy jóvenes en momentos de una intensidad única en la Argentina de los ’70, sino también porque compartieron profundamente los códigos de la lengua política en la que se formaron. Y no fue una lengua política de ocasión, sino una lengua que reintrodujo palabras que habíamos olvidado: distribución, equidad, sujeto social de derecho, América Latina. Todas palabras que en los ’90 habían sido expulsadas del centro de la escena. Kirchner fue clave a la hora de restituirles su sentido, y por eso es tan importante sostener su proyecto y su legado a través de Cristina.
Buscar la patria inclusiva
La generación de Néstor Kirchner
Publicado el 28 de Octubre de 2010
Periodista y escritor.
Kirchner hizo la diferencia. Antes sólo existía la lógica política heredada de la dictadura terrrorista, y ahora existe la posibilidad de debatir, de construir una nueva dirección. La sociedad argentina recuperó la política.
La generación de Néstor Kirchner, que también es la mía, contabilizó los avatares de la historia nacional con bajas personales. La muerte de un militante es siempre una baja irreparable, pero pocas veces la palabra irreparable esta tan cargada de sentido pleno. Y no se trata de coincidir con el ex presidente, sino de un problema histórico superior. La derrota de mi generación no sólo fue terrible para sus integrantes, que no es poco decir; además resultó catastrófica para la sociedad argentina. Abrió el curso para un rango de decadencia que no se mide en unidades del Producto Bruto Interno.
La voluntad de construir un horizonte colectivo, una patria inclusiva, fue aplastada. El horizonte country se fue instalando mediante aproximaciones sucesivas, hasta que los únicos problemas realmente existentes terminaron siendo los propios. Y sólo si los ajenos coinciden con los propios son problemas, de lo contrario, son un incordio al que se debe poner fin con “tolerancia cero”.
Los disvalores que el presidente Carlos Saúl Menem sintetizara con su nombre son producto directo de las derrotas que la reacción oligárquica nos infligió desde 1975 hasta 2001; las pagamos entonces y las seguimos pagando ahora. Una clase dominante que no es una clase dirigente transformó la política en la continuación de los negocios, de sus negocios, por otros medios. Y en defensa de “sus negocios” destrozó el Estado de Bienestar, que en Sudamérica se llamó peronismo. La larga noche neoliberal cargada de fulgores sintéticos ahogó la política, y los políticos se volvieron una pesadilla insoportable. Tanto que la compacta mayoría sostuvo: “que se vayan todos”. No se fueron, y sin embargo algo cambió, y en ese algo construye la diferencia Kirchner.
En 1975 todos sabían que el Código Penal no estaba vigente; primero las bandas de la Triple A, y luego las FF AA, lo dejaron en claro. En el ’76 comenzó la cacería de militantes, y las muertes de René Salamanca y Agustín Tosco –para citar dos nombres emblemáticos que nada tuvieron que ver con la acción guerrillera– nos hizo saber qué se proponían: terminar con las conquistas obreras, ilegalizar el derecho popular de participar y orientar la lucha política, destruir la voluntad moral de transformar la sociedad argentina. Y, debemos admitirlo: casi lo logran.
Un instrumento, el botín de guerra, permitía robarse todo. Perder la capacidad de réplica era perderlo todo, y “todo” no era una metáfora. La legalidad se redujo a la ley del más fuerte, y las diferencias –cualquier diferencia– se pagaba con la muerte. La dictadura burguesa terrorista no sólo exterminó toda forma de oposición dinámica –armada o desarmada– sino que desconoció toda forma de oposición legal. Construyó un Código Penal con delito único. Cuando concluyó el mandato del general Bignone, la impunidad estaba instalada en todos los ámbitos para los poderosos, y contó con suficiente respaldo para ser garantizada hasta el estallido de 2001. Asegurar la impunidad rompió la ley, quebrando la relación entre los delitos y las penas. Por tanto, hizo lo que hubiera hecho un grupo de tareas, que siempre había estado “combatiendo” al “enemigo subversivo”. E hiciera lo que hiciera un piquetero, siempre estaba poniendo en riesgo la convivencia social.
El gesto de Néstor Kirchner al descolgar el cuadro de Videla, acompañado por la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, restableció la capacidad significante del lenguaje político. El hilo que vincula los delitos y las penas, la relación entre las palabras y las cosas, entre la política y la sociedad, comenzó a retejerse. Vale decir, se reconstruyó la posibilidad de la diferencia, y por tanto, se restauraron las condiciones materiales del debate. La masa de terror que gobernó durante décadas en la escena política nacional comenzó a ser recesiva.
Por cierto, no fue lo único que hizo Kirchner, pero si no hubiera hecho nada más, ya habría construido la diferencia. Antes sólo existía la lógica política heredada de la dictadura terrorista, y ahora existe la posibilidad de debatir, de construir una nueva dirección. La sociedad argentina recuperó la política. Y esa diferencia tiene un nombre propio: Néstor Kirchner.
Lo que Kirchner nos dejó a todos
No podrán tapar el sol con la mano
Publicado el 28 de Octubre de 2010Periodista.
Despistados o malintencionados, harán hincapié en un estilo de conducción áspero, poco amable, sin recordar que fue el primer presidente argentino que gobernó sin apalear a su pueblo. Tal vez los escribas del futuro no reconocerán plenamente la entrega de un luchador porfiado, que dio la vida por sus ideas.
Tal vez no falten en el futuro quienes discutan el valor de la recuperación del Estado y del debate ideológico promovido por el ex presidente muerto. No es raro pensar que intentarán subvaluar su legado si con el cuerpo sin vida y aún caliente del ex presindente ya empujan para que Cristina gire a la derecha. Seguramente habrá quienes cuestionen la reestatización de Aerolíneas Argentinas, del Correo, del servicio de agua potable, la fábrica de aviones de Córdoba y el sistema previsional. O quienes critiquen que no hizo lo mismo con el petróleo. Aparecerán historiadores que discutan la eficacia del modelo productivo, que generó tasas de crecimiento inédito, acompañadas por mayor consumo. Quizá la historia no le asigne tampoco la importancia justa a la decisión de sostener a capa y espada los servicios públicos más baratos de América Latina, en un modo de transferencia de ingresos que no aparece nunca en las estadísticas.
Posiblemente algunos pondrán en duda que haya sido la política económica de Néstor Kirchner la que permitió recuperar 4 millones de empleos para pasar de una desocupación del 25 al 8% y dirán en cambio que sólo se debió al “viento de cola”. Algunos olvidarán en sus relatos –con intención o sin ella– que Kirchner fue el presidente de la Nación que repuso las archivadas paritarias, porque soñaba con el mítico reparto de la torta por mitades entre trabajadores y empresarios. Y no faltarán quienes no ponderen convenientemente la reducción del agobio de la deuda externa, lo cual permitió por ejemplo sortear una pavorosa crisis internacional con bajo costo social. Es posible que los historiadores desdeñen que todo esto se realizó con un récord de más de 50 mil millones de dólares en reservas.
Por supuesto que habrá además cronistas que destacarán más el rechazo de Kirchner a elevar el piso jubilatorio al 82% del salario mínimo antes que los sucesivos aumentos que mejoraron haberes miserables, congelados durante una década. Ni siquiera pondrán en la balanza que se incorporó al beneficio previsional a 2,5 millones de personas mayores que estaban en las cunetas sociales. Y algunos desconocerán la revalorización de los científicos y de sus salarios, despreciados por un neoliberalismo que los había mandado a lavar los platos. Es natural que historiadores conservadores consideren por ejemplo una herejía que Kirchner haya roto las relaciones carnales con los Estados Unidos para plantear una relación digna y decretar la muerte del ALCA. Recordarán con pesar que ese entierro fue escenificado en una histórica reunión de presidentes en Mar del Plata, de la cual un emperador del Norte se marchó humillado. Cuando la derecha describa al kirchnerismo, juzgará un error que se haya abrazado a otros presidentes latinoamericanos que luchan por mejorar la vida de sus pueblos, en lugar de hacer mejores migas con los poderosos. Posiblemente recalquen más la bronca del ex presidente con la Corte Suprema de Justicia por fallos adversos a sus ideas que su voluntad augural para promover un tribunal prestigioso y autónomo. Por supuesto que habrá interesados detractores de la transformadora Ley de Medios, tal vez uno de sus mayores legados a la democracia. Que los pobres puedan ver gratis los partidos de fútbol puede ser puesto en tela de juicio por escribas que aborden el asunto desde un costado economicista, o ser considerado por otros insensibles como un hecho anecdótico propio del populismo. Y cuando se recuerde el establecimiento de la Asignación Universal por Hijo, no pocos dirán seguramente que no tuvo nada que ver, porque gobernaba su esposa. Cuando el presidente era él, decían que la que mandaba era ella. Y cuando ella tomó el bastón, decían que en las sombras mandaba él. En realidad, la muerte pone ahora en blanco y negro que Kirchner era el jefe de una sociedad política en la que su compañera nunca fue un jarrón chino de adorno. Pero quienes quieran ocultar la historia para que no cunda el ejemplo, seguramente le restarán la importancia adecuada al hecho de que haya promovido, por ejemplo, un Presupuesto Nacional que invirtió los porcentajes destinados a deuda externa y educación: ahora se asigna el 2 % al pago externo y –por primera vez en la historia– el 6% a la educación. Los centenares de escuelas que se alzan en el país servirán para aguijonear la memoria de quienes se hacen los pavos.
Es probable que cuando se narren los hechos de hoy no se evalúe correctamente que Kirchner llegó a la Casa Rosada mucho antes de lo que él mismo deseaba, en medio de un gran desbarajuste y con un porcentaje de votos inferior al de la desocupación que asolaba al país. Posiblemente haya quienes no reconozcan que –en el país del travestismo político– el ex presidente planeaba volver al sillón de Rivadavia con las mismas convicciones que prometió no dejar en la puerta de la Casa Rosada cuando estaba por asumir. Algunos ni siquiera le reconocerán el rol protagónico que tuvo en la reivindicación de la política, ni en la promoción del debate de ideas, congelado por el pensamiento único. Despistados o malintencionados, harán hincapié probablemente en un estilo de conducción áspero, poco amable, sin recordar que fue el primer presidente argentino que gobernó sin apalear a su pueblo. Tal vez los escribas del futuro no reconocerán plenamente la entrega de un luchador porfiado, que dio la vida por sus ideas. Y desdeñarán el coraje que tuvo para afrontar lo que otros desearon y nunca se animaron a encarar. Para defender sus convicciones, se enfrentó a los EE UU, a la Iglesia católica, a los militares, al FMI, a la decadente oligarquía y a la derecha más recalcitrante. La sola enumeración de sus enemigos es un elogio a su vida política luego de ser presidente de la Nación. Pero si todo esto fuera minimizado, si no se reconociera que hay una Argentina antes de Kirchner y otra después, un solo acto de gobierno bastaría para que la historia nacional y la memoria popular lo ubiquen en una página central. Ocurrió el 24 de marzo de 2004, al conmemorarse el 28 aniversario del golpe militar que cambio el rumbo de la historia argentina. Fue cuando le ordenó al comandante del Ejército, Roberto Bendini, descolgar los retratos de los ex dictadores Videla y Bignone de una pared del Colegio Militar. Ese día abrió las compuertas para que los represores fueran al fin juzgados. Quienes lo olviden o no reconozcan el valor de su política de Derechos Humanos ya no serán escribas despistados sino operadores malintencionados. A más de tres décadas de reinstalada la democracia, los militares criminales están siendo encarcelados a partir de aquel puntapié inicial del ex presidente muerto. Si ese tozudo santacruceño al que le gustaba que lo llamasen Pingüino no hubiera trabajado para reparar en buena parte el daño de los ’90, su decisión de terminar con la impunidad le garantizaría igual un lugar central en la historia argentina del siglo XXI.
La muerte nunca fue peronista
Publicado el 28 de Octubre de 2010Periodista, escritor y politólogo.
El modelo nacional y popular es más que un hombre. Debe ser más que un hombre. Está condenado a ser más que un hombre. Es más, para que la muerte de Kirchner no sea vana, el modelo debe ser sostenido, continuado, profundizado.
La muerte no es peronista. Nunca lo ha sido. Es más, siempre ha acogotado a los líderes justicialistas en los peores momentos de la historia. En 1952, cuando los años felices comenzaban a ensombrecerse y la crisis económica decía presente, se llevó al corazón vibrante del peronismo: Evita. Anidó allí, en el lugar más íntimo de la mujer, para impedir la fecundización de un proyecto político diferente al que había gobernado la Argentina durante 100 años. En 1974, cuando el peronismo se hacía incontenible, cuando la violencia arrasaba el país, la muerte acabó con el único hombre que podía contener la tragedia: Juan Domingo Perón murió solo en su habitación de Olivos. Ayer, en este 2010 que hasta ahora había sido resplandeciente, la muerte le pegó una patada en el pecho a una pieza clave del armado político peronista. En vísperas a que la sociedad debatiera qué proyecto de país quería para sus próximas décadas, se llevó al estratega máximo del “modelo nacional y popular”.
Néstor Kirchner fue uno de esos “locos” que no abundan en la Historia. Asumió la presidencia después de la tormenta de 2001 y fue una tromba. Flaco, desgarbado, desaliñado, ese 25 de mayo de 2003 jugó con el bastón de mando, sonrió, hizo muecas, se divirtió, y dio uno de esos discursos inolvidables para la política argentina: “Formo parte de una generación diezmada. Castigada con dolorosas ausencias. Me sumé a las luchas políticas creyendo en valores y convicciones a los que no pienso dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada. No creo en el axioma de que cuando se gobierna se cambia convicción por pragmatismo. Eso constituye en verdad un ejercicio de hipocresía y cinismo. Soñé toda mi vida que este, nuestro país, se podía cambiar para bien. Llegamos sin rencores, pero con memoria. Memoria no sólo de los errores y horrores del otro. Sino que también es memoria sobre nuestras propias equivocaciones.”
Y después, claro, hizo todo aquello que hacen los políticos: acertar, errar, negociar y gobernar con mayor o menor grado de felicidad. Pero su principal virtud era –doloroso pasado– que solía salir del molde del político racional y especulativo. Lo demostró en la manera en que se dejaba aporrear por la gente, en la forma en que sacudió al periodista Claudio Escribano, cuando este lo amenazo desde La Nación, o cuando desautorizó a George W. Bush en la cumbre de presidentes en Mar del Plata y decidió “enterrar el ALCA”. Ni que hablar cuando hizo bajar el cuadro de Jorge Videla de las paredes del Colegio Militar de la Nación. Kirchner huía para adelante. Esa era su principal virtud: cierto coraje que no abunda en los ámbitos políticos. No gobernó para los poderosos de este país y del mundo. Aun entendiendo las reglas del juego siempre traccionó sus políticas en beneficio de las mayorías. Era duro para negociar con los duros. Crecimiento sostenido, inclusión social, el Estado como árbitro, la inclusión del movimiento obrero organizado en la discusión del poder, la política de justicia respecto de las violaciones a los Derechos Humanos, el desendeudamiento, el orden fiscal, la independencia de criterio en política internacional, el fortalecimiento de los lazos regionales –no es casualidad que haya sido elegido como el primer “presidente” de la Unasur–, el regreso de la política como agonía y discusión fueron algunas de las buenas nuevas que puso Kirchner sobre la mesa en este nuevo siglo. La cotidianidad, la familiaridad, las histerias y neurosis colectivas suelen mellar la posibilidad de hacer un análisis político serio. La ausencia y el paso del tiempo van a confirmar estas palabras que voy a escribir ahora: los años del kirchnerismo –que vivimos y seguiremos viviendo– van a ser recordados como los más felices de los últimos 50 años por el pueblo argentino.
La muerte de Kirchner abre las puertas a todo tipo de especulaciones. Desde las más mezquinas y miserables hasta aquellas que son justificadas por el temor y la incertidumbre. Nada de lo que se diga hoy es válido. El futuro se irá amoldando en función de las decisiones y las conductas políticas de los distintos actores. Sin dudas, no se trata de un hecho más, claro. Kirchner era el hombre pragmático de la pareja, el que sabía tejer el entramado de poder, la estrategia política. Su ausencia deja un vacío muy difícil de llenar. Por estilo, por carácter, por visión política. Pero no es todo. El modelo nacional y popular es más que un hombre. Debe ser más que un hombre. Está condenado a ser más que un hombre. Es más para que la muerte de Kirchner no sea vana el modelo debe ser sostenido, continuado, profundizado.
Y allí está Cristina Fernández, su mujer y su compañera, y presidenta de la Nación. Se abre una nueva etapa para ella, es cierto, pero también se trata de una continuidad. Las comparaciones históricas en este caso son nulas. No hay vacío de poder, no hay necesidad de buscar herederos o remplazantes. Y Cristina no es Isabel –María Estela Martínez de Perón–, como quieren imponer absurdamente algunos voceros de la oposición. Esta es su hora más difícil, seguramente. Pero las miles de personas que ayer fueron a la Plaza de Mayo la acompañan y la sostienen. Y también habrá que ver cómo impacta en la sociedad la muerte del ex presidente, cómo responde en las encuestas de opinión, de imagen, de intención de votos.
Kirchner fue –otra vez el maldito pasado– un actor fundamental en la política, pero la construcción del modelo no puede depender de la voluntad de un hombre. Es necesario que la dirigencia, los cuadros y la militancia conviertan el dolor en fervor, la tristeza en convicciones, el abrume en compromiso y el temor en alegría. Porque el futuro y los destinos de este país se juegan en los próximos meses. Y el peronismo debe hacer todos los esfuerzos posibles para que las conquistas de estos últimos siete años no se derrumben.
Hace unos días, escribí que el kirchnerismo era hasta ahora el último traje que utilizó el movimiento nacional y popular democratizador, desmonopolizador, en este país para enfrentar al liberalismo conservador concentrador de las riquezas. La perspectiva histórica nos demuestra que todo pasa, incluso los hombres, y lo que quedan son las ideas, la voluntad política, la organización y las transformaciones. Es tiempo ahora de consolidar las estructuras que deben sostener y profundizar el modelo, es tiempo de construir la columna vertebral de que ponga de pie al modelo después de la tristeza. Y habrá que comprender que en esta especie de barajar y dar de nuevo la cabeza será Cristina Fernández y el eje, una vez más, el movimiento obrero organizado. A partir de allí, se podrá construir un nuevo andamiaje que incluya a los gobernadores e intendentes y a los sectores progresistas que comprendan la contradicción fundamental de esta nueva instancia política.
Entre las cosas más importantes que Kirchner le aportó a la Argentina fue la devolución de la política entendida como conducción, decisión, gestión e ideología. Le devolvió el valor a las palabras: hoy no es posible pronunciar un discurso haciendo playback. Es imposible que alguien se confunda de discurso, como le ocurrió a Carlos Menem, por ejemplo. Lo que se dice tiene peso propio. A los que no crean en esto los invito a releer el discurso de asunción del 25 de mayo de 2003. Verán que Kirchner siempre tuvo un proyecto político, que no mintió, que fue coherente –con pequeñas contradicciones, claro– con su pensamiento. De muy pocos presidentes se puede decir lo mismo. Y además casi siempre hablaba en plural, como si hubiera un nosotros, como si fuera uno más, acaso un primus inter pares.
La otra gran característica fue su nacionalismo político. Kirchner puso a discutir los distintos discursos sobre la Nación. Cierta dignidad arrabalera, primaria, primitiva, si se quiere, campeaba en la forma en que el “flaco de traje gris abierto” se relacionaba en materia de relaciones exteriores y de negociación con los organismos de créditos y en la defensa del Estado contra el abuso de las empresas trasnacionales.
Con la muerte de Kirchner se acaba también una dinámica política determinada. Se abre otro tiempo, un momento de mayores debates, de profundización, de mayor trabajo y compromiso para aquellos que creyeron y creen en el proceso progresista que se inició en 2003. Hugo Moyano dijo ayer algo muy significativo: “Después de Perón nunca nadie le dio tantas cosas a los trabajadores como Néstor Kirchner.” Es una gran definición política. Cuando la neurosis pase de largo en esta sociedad podrá evaluarse con justicia lo que significó el ex presidente para este país. Pero hay que remplazar la mirada histérica por la visión histórica. Para el que escribe estas líneas, el de Néstor Kirchner fue uno de los mejores gobiernos de toda la historia argentina.
(Final personal: En una sola oportunidad pude entrevistar al ex presidente Kirchner. El encuentro se produjo en diciembre de 2002 cuando él todavía era precandidato a las elecciones. Como ocurre siempre en las entrevistas políticas, cuando se apagó el grabador nos quedamos charlando un rato largo sobre política, economía, y otras cuestiones. Estaban presentes Alberto Fernández y Miguel Núñez. Kirchner sudaba voluntad de poder, pero también transpiraba convicciones políticas. Antes de despedirnos me hizo una pregunta personal. “Si yo llego a ser presidente y vos tuvieras que pedirme una sola cosa ¿qué me pedirías?” Lo miré y con cierta inocencia, le respondí: “Un país con un mínimo de dignidad.” Canchero, llevó su mano al hombro y me dijo: “Olvidate, dalo por hecho. No te voy a defraudar, entonces, gordo.” Nunca tuve oportunidad de decírselo y aprovecho estas páginas para hacerlo, en vano, ya que no podrá leerme. Casi como una catarsis y un homenaje te digo: “No me defraudaste, flaco.”)
Una muerte que ilumina

Una muerte que ilumina
Pero sólo estaba el féretro con Néstor adentro. Y a su lado, un puñado de amigos y compañeros. Y su hermana Alicia, huérfana de hermano, solita su alma, al pié de su dolor.
Minutos después, el desfile popular con su congoja a cuestas empezó a circular por los costados.
Los jóvenes y la gente humilde nutrían el grueso de la dolida caravana. Los pobres de toda pobreza eran los que más lloraban al Presidente Kirchner.
De pronto, dos gritos rompieron el silencio.
"Gracias Néstor" y "Fuerza Cristina" tronaron en la Casa Rosada y un aplauso unánime inundó el Salón.
Los humildes no se permiten sobriedad a la hora de expresar ni el dolor ni la alegría. Todo se desborda transparente. Como un agua clara. Como un río torrentoso. Los que no tuvieron voz durante siglos, ahora le dicen "Gracias" al que ascendió desde el mismo talón del continente para darles la posibilidad de volver a ser.
Y allí entró Cristina, la Presidenta, la Compañera de Néstor, la mamá de Máximo y Florencia.
Primero fue el silencio el que la envolvió en su abrazo, respetuoso con tanto dolor en el ambiente. Cristina acarició el ataúd de su marido muerto. Y uno se daba cuenta que no era el ataúd a quien tocaba, sino era al hombre amado a quien acariciaba.
Los humildes pasaban y lloraban todo el tiempo, sin proponerse para nada disimular su llanto. Hasta que uno de ellos empezó a gritar: "Gracias Néstor porque nos devolviste la dignidad".
Y todos aplaudieron.
Cristina se recostó sobre su hija, pareció que se largaba a llorar, pero se contuvo en el renglón anterior al desahogo. Puso su mano sobre el pecho, una, dos, varias veces, como ofreciendo el corazón a los presentes.
Estas escenas se repitieron varias veces. El desfile popular seguía su marcha en el último adiós a Néstor Kirchner.
Pasaron los artistas populares, pasó Diego Maradona, pasaron las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, los Presidentes de América Latina llenos de congoja.
Evo Morales no dudó en confesar que se sentía como un hijo que perdió a su padre.
"Me quedé huérfano, siento que perdí a un hermano mayor, a mi padre, a un amigo, a todos juntos. Siento que toda América Latina quedó huérfana del hermano Néstor, que fue el primer presidente de todo el continente; él me enseñó con el ejemplo que los latinoamericanos no somos el patio trasero de ningún imperio", dijo Evo en la puerta de la Casa de Gobierno.
Parece la primera vez de todo. La primera vez que un organismo continental, UNASUR, decreta Duelo Latinoamericano durante tres días. También Brasil, Ecuador, Paraguay, varios países lo hicieron. El presidente Lula levantó su presencia en el cierre de campaña de la candidata Dilma Roussef. Y voló a la Argentina a despedir a su amigo.
En la Plaza de Mayo eran miles y miles desde muy temprano. Con sus banderas y estandartes. Con sus lágrimas y sus himnos de combate. Desde un ventanal frente a la Plaza se veían las serpentinas humanas caminando lentamente hacia el lugar del último adiós.
Los vivas a Néstor y las fuerzas a Cristina sólo daban paso al "andate Cobos" en las voces de la multitud.
Esta muerte ilumina. Con esa luz el pueblo teje una nueva certidumbre:
Ahora, Cristina.
Con todos y con todo. Ahora, más proyecto nacional y popular. Ahora, más redistribución del ingreso. Ahora más inclusión social. Ahora, más integración con el mundo.
Cuando ese pueblo en la plaza y frente al Presidente amigo que despiden, grita "Fuerza Cristina" es por que está construyendo política. Y cuando la política la hacen los pueblos, el rumbo del futuro está garantizado.
Por eso, es mejor para todos, que tomen debida nota de este dato histórico, las usinas del odio y la reacción.
Qué tristeza, Cobos es vicepresidente
Publicado el 29 de Octubre de 2010
Editor Ejecutivo.
Está esa mujer, la presidenta, que seguirá institucionalmente sola porque, se sabe, tuvo un compañero de fórmula, allá por 2007, que eligió entrar en la Historia en el capítulo que se le dedica en minúsculas a los que carecen de convicción.
La mano de Cristina se desliza con suavidad sobre un ataúd lustrado, cubierto de banderas celestes y blancas, de alguna que otra flor, de pañuelos blancos de memoria; un ataúd absurdo que contiene los restos de quien fue el hombre al que amó, el padre de sus hijos, su compañero de vida, de militancia, su jefe político, un ex presidente que talló la historia nacional con la impronta huracanada de sus convicciones, para algunos, para muchos, la figura que partió la historia de la Argentina reciente en dos. Y ahí, Cristina, esa mujer que deberá sobrellevar los días de su soledad íntima, infinita, expuesta a la mirada de todos. Desgarrada mujer que padece en privado su dolor.
Hay también, y por sobre todo, un pueblo que sufre, que está triste, que se ve en las calles, que se siente en los silencios de las barriadas de los laburantes, ahí donde viven y sueñan. Los laburantes que encontraron en ese hombre testarudo, indómito, cabrón, polémico, hiperactivo, una razón de esperanza porque hizo lo correcto en el momento correcto, porque alivió algunos de los pesares cotidianos. Pesar de los laburantes curtidos en la desolación, el abandono y la intemperie a que los sometió, año tras año, la indolencia de un sistema que no sólo no los contuvo, sino que los expulsó. Y fueron millones. El dolor que hoy es astilla en el corazón de mayorías, que volvieron a trabajar, que pudieron jubilarse, que tienen, al menos, un plato de comida que los acerca un poco a la dignidad. Pero falta tanto aún. De eso no hay dudas. Como tampoco las hay si se recuerda que no hubo una sola medida que afectara los intereses de los trabajadores desde aquella mañana de 25 mayo de un ¿lejano? 2003, en que ese tipo común que murió el miércoles jurara como presidente. Un proceso político que se iniciaba rabioso de dudas, genuinas y lógicas, dudas como callos en la piel de una sociedad que fue testigo hasta entonces de la insolencia de una casta de dirigentes que, cuando debió actuar, lo hizo siempre, siempre, echando mano a las recetas escritas por otros, ese rosario de la indignidad: el FMI, sus ajustes y más ajustes –es hora de mirar a Europa y recordar el infierno argentino de ayer nomás–, las corporaciones, el capital concentrado, trasnacional, financiero, el de los buitres al acecho, de los grandes empresarios, los monopolios, los omnipresentes formadores de opinión, que hoy, que ayer, que sólo unas horas después de la muerte súbita de un vecino ilustre de El Calafate ya estaban conjeturando sobre un futuro propicio, para volver a la carga ante la supuesta debilidad de esa mujer que sufre y que en pocas horas más enterrará al hombre que amó. A los escribas de Clarín y La Nación, la voracidad no les permitió tomarse el tiempo necesario para respetar el duelo, más no fuese, forzados por cortesía: que ya empezaron a especular con su banquete caníbal. Ni algunos dirigentes de la oposición se atrevieron a tanto. El pueblo los lee. El pueblo se enoja. Y el pueblo tiene razón.
Está esa mujer, entonces, que trabaja de presidenta y que seguirá institucionalmente sola porque, se sabe, tuvo un compañero de fórmula, allá por 2007, que eligió entrar en la Historia en el capítulo que se le dedica en minúsculas a los que carecen de convicción y prefieren hocicar siempre cuando el desafío les impone jugarse por algo, esos que viven la vida en pantalones cortos.
Hay un pueblo –pueblo, no gente– en la calle. Llora, y arrima como puede unas palabras de fuerza para Cristina. Hay figuras públicas, artistas, intelectuales, deportistas, mandatarios extranjeros, Piñera, Correa, Lugo, Mujica, Santos, Chávez, Lula, y otros tantos que estuvieron presentes, que mandaron sus condolencias, que se los vio quebrados, que dejaron sus palabras −como Evo que dijo “quedamos huérfanos”−, y eso habla, sin dudas, de la estatura continental que otros líderes le otorgaban al hombre que murió.
Estuvieron –están– las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, honrando con su presencia y sus lágrimas a un presidente democrático. Las Madres y las Abuelas. Las lágrimas de Estela, Hebe, de Nora, de Taty dicen infinitamente más que la tinta sucia que se pudo leer por estas horas en algunos diarios.
Pasaron por el Salón de los Patriotas Latinoamericanos de la Casa Rosada funcionarios, diputados y senadores, sindicalistas, Hugo Moyano, kirchneristas, peronistas disidentes, socialistas, radicales, dirigentes de la Coalición Cívica, del PRO. Casi todos llevaron su pésame a Cristina, a sus hijos Máximo y Florencia, a Alicia, hermana del ex presidente. Casi todos. Menos uno: Julio César Cleto Cobos.
El vicepresidente opositor, que desde la madrugada del 17 julio de 2008 con su voto “no positivo” colocó su trayectoria política en la banquina de la Historia, declaró: “Murió quien fue un gran presidente.” Palabras. Dijo también: “Era un hombre con muchas convicciones; un gran trabajador.” Más palabras. Luego empezó a tejer y a destejer, con su sequito de analistas, los costos políticos de cada movimiento, y así fue que ofreció el Congreso para las exequias de “quien fue un gran presidente”. Y sólo obtuvo silencio, la mismísima indiferencia que cualquiera le puede brindar a un especialista en defecciones. Luego, con las horas, decenas de miles de argentinos, de laburantes, de pobres, de jóvenes, de viejos, de familias, de militantes, se congregaron a la Plaza de Mayo, y un coro indignado, atragantado de bronca y dolor, recordó las felonías de Cobos, entre insultos y con el reclamo de que el vice opositor, que anhela el sillón presidencial que hoy le corresponde a esa mujer que en horas enterrará al hombre que amó desde su juventud, se vaya. Así lo gritaron. Que renuncie. Que si quiere, siga hilvanando su antikirchnerismo, pero por fuera del gobierno que lo trajo hasta acá. Ayer Cobos se rindió ante la evidencia y dijo: “Mi intención era asistir a la Casa de Gobierno para rendir mis respetos.” Más palabras. Y agregó: “Tomé la decisión de no ir y evitar así cualquier situación que perturbe este momento de reflexión y dolor.”
El pueblo está dolido, sin dudas. Pero es el mismo pueblo que sufre por la muerte de su líder, el que lo votó hace tres años, un 28 de octubre de 2007, junto a Cristina y que le dio con el 44% de los sufragios el triunfo electoral en primera vuelta. Tres años. Paradójicamente, el vice de aquella fórmula que debía consolidar el proyecto que se había iniciado en 2003 hoy no puede enfrentar a sus electores, no puede, no quiere, no le da el coraje para enfrentar a quien traicionó. Él se colocó ahí, en un rinconcito gris. El respeto hay que rendirlo en vida.
Y lo paradójico no es sólo anécdota. Cristina Fernández deberá sepultar a su marido, continuar su mandato y mirar de reojo para que quien debería cuidarle la espalda no le corra el sillón.
Julio César Cleto Cobos seguirá siendo vicepresidente, así lo afirmó –aunque está probado que es un hombre que cambia de idea fácilmente– hasta 2011. Y no es anécdota, porque la institucionalidad está de por medio.
Cobos encarna, lo dice con actos, un modelo que nada tiene que ver con el del oficialismo. Irresponsablemente, por ejemplo, dio su voto para que el 82% móvil para los jubilados se convirtiera en ley pero sin tener la menor idea de cómo sería financiado. Un caprichito de politiquería que no hizo más que mostrar la estirpe de cierta oposición, incluido el vicepresidente.
Hoy Cristina Fernández enterrará al hombre que amó.
Y deberá continuar, a la vista de todos, haciendo equilibrio entre el dolor infinito y el rol que asumió hace tres años.
Murió Néstor Kirchner.
El pueblo está dolido.
Cobos, desnudo.
Lo que se ve es lo que hay.
Qué triste.